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Feel me. por BlackMoral_Inc

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Notas del fanfic:

Oh, ya tenía muchas ganas de escribir este shot. Espero que les guste, me la he pasado toda la bendita tarde escribiendo. Al fin me quedó más o menos como lo tenía planeado; muy cursi y asdfjklaskl. (?)

 


Es todo. ¡Read!

 

 

Pd: Para ti, mi ratón♥

Notas del capitulo:

Advertencia: no me hago responsable si este one-shot les causa diabetes o les deja las muelas picadas de tanta cursilería.

 

 


Gracias a mi editor por su apoyo, colaboración y paciencia.

Un día. Dos días. Una semana.

Ya habían pasado casi dos semanas desde aquel peculiar encuentro sexual de quienes fueran el bajista y el vocalista de The GazettE. Casi dos semanas en las que el resto de la banda había notado ciertos cambios en el trato que se daban Ruki y Reita; si bien aquellos cambios eran sutiles, no podían pasar inadvertidos. En algunas ocasiones, Kai notaba extrañas sonrisas entre ellos, como si recordaran alguna travesura secreta; como un par de adolescentes que están a punto de fugarse juntos.

Había otras veces que se tiraban indirectas que nadie comprendía, razón por la cual decidían no darle mucha importancia a ese par de raros y sus cosas. Aún si trataban de no meterse en sus asuntos, a los otros tres les causaba curiosidad saber qué se traían esos dos.

Era un día jueves. El ensayo no tardaba en empezar, Aoi estaba concentrado en conectar su equipo, al igual que Ruki; Kai estiraba un poco los brazos —un poco de calentamiento antes de comenzar—; y Reita estaba sentado…más bien, desparramado en el sofá, con las piernas separadas —su típica pose de flojera cuando se sentaba—. Solo faltaba Uruha.

—Se le pegaron las sábanas de nuevo. —Comentó Reita, quien se había colocado el antebrazo derecho sobre sus ojos cerrados.

—Avisó con anticipación que llegaría un poquito después. —Le excusó Kai—. Ya no debe tardar.

—Más le vale, quiero ir a comer temprano. —Habló ahora Aoi mientras se sobaba el estómago, ya habiendo terminado su labor de conectar el equipo.

Justo en ese momento, el personaje objeto de la charla hizo acto de presencia en la sala, disculpándose y explicando que había tenido algo importante que atender desde muy temprano, y el tema se acabó ahí.

Con prisa, Uruha se sentó junto a Reita a afinar su guitarra. Segundos después, Ruki tomó lugar junto al guitarrista, dejándolo en medio. El de la bandita fijó la mirada en el menor durante algunos momentos, pero luego la desvió hacia otro lado.

—Ne, Uruha-san… —Comenzó a decir el vocal, y, puesto que la sala se encontraba en completo silencio, fue el centro de atención mientras hablaba— ¿te ayudo a afinar tu guitarra?

Reita miró al vocalista y descubrió que tenía la mirada puesta en él, y sonreía con una mezcla de entre diversión y picardía que de inmediato supo descifrar.

Al bajista se le escapó una risita, aunque muy discreta. Recordó esa mañana cuando él y Ruki se habían encontrado en circunstancias por demás comprometedoras y su propia propuesta cuando habían terminado de follar: “Te invito a comer y… ensayamos un rato en mi departamento, ¿qué dices? Así me ayudas a afinar mi bajo”. Por supuesto que lo había invitado a comer, pero después de compartir el almuerzo también compartieron la cama del mayor; habían pasado un buen rato “afinando el bajo” de Reita; repitieron lo de la sala de ensayos y quedaron completamente satisfechos y agotados.

Desde entonces no habían vuelto a quedarse solos y habían evitado hablar del tema. Reita había sido sincero esa vez cuando se despidieron, le había dicho al vocal que su encuentro le había gustado, y el menor, mostrándose algo tímido, le respondió con un fugaz beso en los labios. Y nada más.

Ahora pasaban los días entre miradas cargadas de complicidad y travesura. Ninguno de los dos sabía a dónde iban a llevar aquella situación pues tampoco tenían idea de qué ocurría concretamente entre ellos.

El bajista abandonó sus recuerdos cuando Uruha se negó a aceptar la ayuda del vocal, le había parecido muy extraño su ofrecimiento. Ruki sonreía; se puso de pie, satisfecho, sabiendo que Akira había captado el significado oculto en su proposición a Takashima. Le gustaba hacer comentarios que solo ellos dos entendieran, quería que a Reita no se le olvidara ese exquisito encuentro sexual de hacía unas semanas…pues él lo recordaba a diaro cuando lo veía.

Ya estando todos listos, el líder dio la órden de comenzar. Aquel día parecía tan normal como cualquier otro; el ensayo había empezado bien, sin dificultades de ningún tipo. Hubo un pequeño receso para discutir algunos puntos, y ya aclarados el ensayo continuó. Hasta que fue el turno de “My devil on the bed”; entonces Reita supo que estaba perdido. y

¡¿Por qué esa canción?! Dios conspiraba en su contra… Y Ruki lo iba a aprovechar.

Para nadie era anormal que Ruki se moviera tan provocativamente con aquella canción —considerando la letra—, así que cuando comenzó a recorrerse el pecho y luego la entrepierna con su mano, todos siguieron concentrados en el ritmo de la canción y sus respectivos instrumentos. O casi todos porque Reita prácticamente había dejado de tocar repentinamente cuando Ruki le dirigió una mirada insinuante mientras seguía tocándose.  Detuvieron la canción al ver que el bajista no planeaba continuar.

— ¡Akira! —Exclamó Uruha, viéndole en tanto fruncía el entrecejo.

— ¿Qué rayos de pasa? ¡Íbamos bien! —Le reprochó Aoi.

— ¿Qué pasó, Rei? —Preguntó con más calma el baterista.

—Yo…—Comenzó diciendo el de la bandita, más no terminó la frase; no tenía cómo excusarse— ¡¿por qué debemos tocar esa canción?!  —Explotó de pronto, ganándose tres miradas de incomprensión y una llena de diversión; la de Ruki que lo estaba disfrutando,

— ¿Qué tiene de malo esa canción, Akira? —Inquirió el primer guitarrista, ahora enarcando una ceja.

—Sí, Akira, ¿qué tiene de malo? No es como que alguno se vaya a excitar o algo así —Comentó jocoso el vocal. Reita sintió ganas de tomarlo del cabello y estrellarlo unas cien veces contra la pared.

—Bueno…pero tenemos más canciones. —Fue bajando gradualmente su tono de voz al irse sintiendo más ridículo porque ni él sabía que le había pasado. Había visto a Ruki tocarse mientras cantaba un centenar de veces, ¿qué había cambiado entonces?

Solo que Ruki le estaba provocando, nada más. Claro, ¿qué más podría ser? Ese enano pervertido quería otra revolcada. Akira sonrió para sí mismo, pensando con presunción que a Takanori le había encantado follar con él y ahora buscaba la forma de pedirle que repitieran.

—Será mejor que continuemos. —Anunció Kai al notar que Reita había entrado en estado de autismo —Algo parecido a las entrevistas, cuando no se movía para nada y todos creían que había dejado de respirar o algo parecido.

—Venga Aki, despierta. —Le zarandeó Uruha, logrando sacar al aludido de sus fantasías—. Vamos a seguir.

—Ya, ya. Lo siento, chicos. —Se disculpó, evitando cruzar miradas con el vocal. Decidió poner su total atención al ensayo, ya tendría tiempo después de ajustar cuentas con ese enano inmundo y sensual.

— ¡No, mejor vamos a comer! —Chilló el mayor de todos, haciendo un infantil gesto de súplica—. Ya me cansé, se me caen las manos… —Alzó los brazos y los dejó caer dramáticamente.

—Si ya te cansaste, yo te la sostengo…la guitarra. —Dijo Ruki, obteniendo una sonora carcajada de Aoi como respuesta, seguido de las risas de Kai y Uruha por el doble sentido de aquella frase.

—Aprovecha, Aoi, Ruki anda servicial hoy. —Se burló Uruha, dándole un codazo a su compañero de cuerdas. A ese le siguieron otros comentarios burlones en los que Akira no participó; estaba… ¿molesto? No sabía si molestia era lo que sentía, pero se le revolvía el estómago al ver a Ruki tan pegado a Aoi y bromeando de aquella manera.

“Yo te lo sostengo”, repitió mentalmente el bajista e hizo una mueca de disgusto. “Solo a mí me sostienes el bajo, hijo de puta” pensó, descubriendo de golpe el nombre de aquel sentimiento que de pronto lo abrumaba: celos. Se sintió extraño de pronto. ¿Celos? ¿De verdad podrían ser celos lo que sentía? Posiblemente sí, o quizás no. No quería averiguarlo.

Sacudió ligeramente la cabeza para poner atención a Uruha, quien parecía estar dirigiéndose a él.

—Joder, que distraído andas hoy, Akira.

—Lo siento. ¿Qué me decías?

—Que ya nos vamos a almorzar, ¿vienes?

—Claro. Adelántense… yo ahorita los alcanzo. —Su amigo asintió y corrió tras Kai y Aoi que ya iban saliendo. Reita se cuestionó mentalmente dónde estaría Ruki y cuánto tiempo se había ausentado del mundo real para no haberse dado cuenta de que ya se había ido. Suspiró cansado y dejó su bajo en su respectiva base. Se aseguró de llevar consigo la cartera y luego fue a paso lento al baño.

Se sentía algo fuera de la realidad, y todo era culpa del idiota Takanori y sus indirectas —nada discretas y bastante directas—. Se dio una bofetada mental, obligándose a olvidar todo con respecto a Ruki y lo que había pasado con él, aunque no obtuvo mucho resultado.

Ya estando frente  al baño, tomó la perilla y la giró; entró, pero se quedó inmóvil al ver lo que ocurría en el interior de aquel reducido espacio. Su razonamiento se le había ido a la mismísima mierda.

Takanori estaba sentado sobre el inodoro, encima de la tapa, con las piernas flexionadas mientras que con su mano derecha empujaba y sacaba el micrófono de su ano.

Holy shit.

Su rostro estaba ligeramente fruncido, sus ojos estaban cerrados y sus labios entreabiertos, permitiendo el paso del aire y dando salida a pequeños y sensuales jadeos. Akira se percató que en el suelo estaba tirado el bolso de Ruki y junto a ella, una botellita de lubricante. Y el micrófono seguía entrando y saliendo.

El bajista no podía creerlo. Es que…simplemente era demasiado; Ruki quería matarlo de un paro…y no precisamente cardiaco. Soltó una pequeña risa y cerró la puerta, poniéndole el seguro y cortando con los ruidos de dichas acciones la concentración de su compañero.  

Sus miradas se encontraron, escrutándose el uno al otro. De pronto, la distracción y torpeza del bajista fueron reemplazadas por su seguridad de siempre.

—Mierda... —Masculló Ruki, echando la cabeza hacia atrás, maldiciéndose a sí mismo por no haberse dado cuenta que no había puesto el seguro a la puerta— no otra vez.

— ¿Por qué será que esto no me sorprende? —Preguntó irónicamente Reita, lleno de regocijo por lo que veía. Oh, ese enano maldito le iba a tener que pagar lo que le había hecho pasar con sus insinuaciones—.  Parece que ya encontraste otra utilidad al micrófono, ¿eh? —Su actitud juguetona, más que hacer avergonzar al vocal, lo incitó a seguir.

—Ayúdame, ¿quieres? —Pidió jadeante y en voz baja.

— ¿Qué? ¿A follarte con esa cosa? No, gracias. Parece que no te fue suficiente con el bajo, ¿qué sigue? ¿la guitarra de Aoi? ¿las baquetas de Kai?

—Si no quieres ayudarme entonces vete. —Ignorando las ironías y comentarios sarcásticos de Akira, Ruki se dispuso a continuar, buscando provocar al otro; pero el bajista parecía no estar interesado pues se dio la vuelta e hizo el amago de salir.

Ruki actuó rápido, no quería perder esa oportunidad; era perfecta. Llevaba casi dos semanas provocando —o intentando hacerlo— al bajista, con la esperanza de que follaran de nuevo, pero no había resultados. Una de dos; Reita era lento o realmente no tenía interés en él. Algo en el interior del pecho del vocal se comprimió al pensar en la segunda opción.

—Hazlo tú solo, yo… —Había empezado a hablar el de la bandita, pero se giró cuando oyó los gemidos de Ruki. Se le heló la sangre y un cosquilleo inconfundible invadió la zona de su ingle al presenciar tremenda escenita; Takanori había comenzado a penetrarse nuevamente con el micrófono. Estaba encantadoramente sonrojado, y esos labios abultados y apetecibles le pedían a gritos que los ultrajara con los propios mientras estaban separados y proferían calientes suspiros.

—A-ah, Reita…Reita, ahí. ¡Ahh, justo ahí! Dame más…

Maldito Takanori. Maldito mil veces por hacerlo caer tan fácil.

Mecánicamente, Akira caminó hacia él, y como una máquina que recibe órdenes, sujetó la cabeza del micrófono y ahora fue él quien introducía y sacaba el objeto. Se inclinó hacia el rostro del vocalista y lo calló con un beso ardiente, hambriento, lleno de deseos reprimidos. Ruki ahogaba sus gemidos en la boca ajena mientras movía las caderas de adelante hacia atrás, al lado contrario del micrófono, según se metiera o saliera.

—Ahh, ah…Reita, cógeme. —Murmuró, sintiendo sus mejillas arder. Le rodeó el cuello al mayor con los dos brazos mientras éste aún lo penetraba—. Por fav… ¡Ahh! —Su espalda se arqueó abruptamente cuando sintió el objeto todavía más adentro. Estaba mucho más excitado que hacía minutos atrás cuando se estaba follando solo, y eso podía notarse en su erguida erección; no dudaba que Reita estuviese igual, podía sentirlo a través de sus besos. Podía sentir cuánto lo necesitaba.

—Nos pueden encontrar. ¿Por qué haces estas cosas en los lugares menos indicados? —Preguntó mientras sus labios aún rozaban. Ambos rieron como tontos, llegando a perderse en la mirada uno del otro. Volvieron a besarse, pero para entonces Reita había dejado de penetrarlo con el micrófono, el cual retiró de la cavidad anal de su acompañante con sumo cuidado. Dejó caer el objeto y se dedicó a devorar la boca de su amante mientras se enderezaba para quedar ambos de pie.

Una mano de Akira fue a parar hasta el trasero del vocal y separó sus nalgas, obteniendo un jadeo del otro. Sus dedos se fueron adentrando en ese par de glúteos que se moría por golpear de nuevo, hasta rozar la entrada ya lubricada y dilatada de Ruki.

—Nnh… ¿qué haces, travieso? —Quiso saber el menor. Estaba caliente a morir; Reita lo ponía como ningún otro… y eso que solo estaba usando los dedos. Estos últimos comenzaron a hurgar en su interior—. A-ah…despacio, Reita. —Takanori gimió de placer cuando un dedo se abrió más espacio en su interior, empujándose lentamente más adentro. Sus labios seguían unidos a los de Reita, pero ya no se movían, estaban quietos, rozándose mientras jadeaban.

—Relájate. —Le indicó Reita. El vocal estaba tenso, aunque expectante- Aquel dedo en su interior avanzaba lento hacia el interior. Se sentía bien, pero estaban parados y esa posición le obligaba a separar un poco más las piernas e inclinarse hacia Reita para levantar el trasero, lo que le dificultaba al bajista poder seguir hundiendo su dedo.

—Reita…sácalo, mhh…saca tu dedo. —Dijo tranquilamente y en voz baja para que no sonara como una orden, sino como una sumisa petición.

—De acuerdo. —Aceptó sin chistar el mayor y retiró con cuidado la falange.

—Quiero que esto…—su mano derecha fue a parar en la entrepierna del castaño y la apretó, arrancándole un gemido— sea lo que esté dentro de mí. —Ese tono sensual, esa voz grave,  y esa mirada sugerente era precisamente lo que desarmaban a Akira, quien no tardó en sucumbir a los encantos del menor.

Mientras sus labios se unían en un nuevo e intenso beso, el bajista se desabotonó el pantalón y bajó la bragueta para liberar su entrepierna al bajar un poco la prenda. Hasta entonces pudo dar rienda suelta a sus deseos.

Empotró contra la pared a su —nada cohibido— vocalista, quien se quejó por la brusquedad del otro, aunque en el fondo sabía que le encantaba que lo fuera; lo excitaba aún más.

En cuestión de segundos, Ruki ya estaba de espaldas a la pared, rodeando con las piernas las caderas de Reita; y con los brazos, su cuello. Akira se ceñía contra él una y otra vez, fingiendo embestidas y obteniendo placenteros gemidos de su compañero. El roce de sus cuerpos era sublime. Las manos del mayor apretaban fuertemente el trasero de Ruki, separándole las nalgas.

— ¡Reita, entra ya! ¡Ahhh! —Su voz denotó desesperación pura. Se mordió los labios mientras se movía a la par de su compañero, aunque a veces le era difícil seguirle el ritmo. Los labios contrarios viajaban de su hombro izquierdo al costado de su cuello y eso lo hacía desesperarse más—. Y-ya…ah, mierda. ¡Te necesito!

— ¿A mí? Imaginé que necesitarías más a Aoi —Aquello le había salido espontáneo, sin pensarlo; su fastidio era notable, a pesar de que su respirar era entrecortado. Ruki no entendió.

— ¿Q…qué? —Dio golpes leves a los hombros del mayor, obligándolo a detenerse y mirarlo. Reita paró al instante y levantó la cabeza para ver el rostro del más pequeño. Ambos estaban sudando.

—A Aoi. Parece que ustedes dos se llevan muy bien últimamente, ¿no? Hasta bromeas en doble sentido con él y todo, aunque…a saber si serán solo bromas…

—Espera… —Interrumpió. Arqueó una ceja y le fue imposible no sonreír con diversión—. ¿Estás celoso, Akira Suzuki?

El otro se quedó serio, maldiciéndose mentalmente por haber  abierto la boca en el momento más inoportuno. ¿Por qué diablos se le había ocurrido hablar? Sobre todo, ¿por qué en ese momento, cuando estaban a punto de follar?

—Claro que no, yo solo…

—Dime la verdad, ¿estás celoso?  —Su tono de voz bajó considerablemente; su mirada se clavó en la de Akira, aunque éste no pudo sostenerla mucho tiempo pues la desvió. Ruki acercó los labios a los de él y volvió a hablar-. Akira…

El mencionado soltó un bufido. Sabía cuál era la respuesta, pero no cuál sería la reacción del otro… ¿y si echaba todo a perder? Para empezar, ¿qué es lo que echaría a perder; su amistad, el ser amantes?

— ¡Sí, estoy celoso, ¿y?! —Lo miró con cierto fastidio y desvió la mirada de sus ojos a sus labios; al tenerlos tan cerca, mordió el inferior—. Sí, estoy celoso, maldita sea…

El vocal soltó un leve quejido y su entrecejo se frunció. Esperaba que el mayor dijera algo más, algo que le hiciera creer que sus palabras eran ciertas; sin embargo, no dijo nada. Ambos se quedaron callados.

—A-Akira… —El menor carraspeó, intentando que la voz le sonara firme, pero se encontraba nervioso y no era capaz de decir algo inteligente o medianamente acorde con la situación.

—Se supone que no debías saberlo, esto es…estúpido.

— ¿Estúpido por qué? —Se removió un poco y se preguntó en silencio si Reita no se habría cansado ya de cargarlo.

— Porque…yo no quería que pasara. —Admitió, mirándolo a los ojos para demostrar su sinceridad—. Es decir… ¿por qué tú? Mierda, de todas las personas en las que pude haberme fijado justo fuiste tú. ¿Por qué tiene que gustarme un enano pervertido que se folla con micrófonos?

Las mejillas del vocal se tiñeron de un leve carmesí cuando escuchó aquello; ¿era una confesión? Sonaba como una confesión, Reita lo había dicho… ¿no?

—Rei… —Quería preguntarle si estaba hablando en serio o solo estaba jugándole una mala broma, pero el bajista lo interrumpió y siguió con su perorata.

—…no entiendo ni qué te vi. Follas bien, pero eres una diva insoportable, maldito maricón; además, solo vienes aquí a hacer tus cochinadas, de verdad me pregunto si ya le hiciste algo a mi bajo o sigue siendo virgen.

— ¡Ya! —Le soltó un zape. Reita era excelente para arruinar los momentos románticos… aunque el lugar donde se encontraban no se prestaba precisamente para momentos románticos—. Ya entendí, estúpido. —Murmuró.

El silencio hizo su grandiosa entrada, siendo incómodo hasta casi ser insoportable. Pero, ya no había mucho que decir; Reita no iba a confesársele a Ruki con todas sus letras, ya lo había dicho como su conocida torpeza con las palabras le había permitido y no pretendía decir nada más. Era mejor con acciones que con palabras.

Así que decidió actuar.

Tomó los labios de su amante en un beso diferente a los demás; uno profundo, pero sin segundas intenciones. Ruki no dudó ni tardó en responder el gesto, se amarró bien a su cuerpo y se dejó guiar por el movimiento de los labios ajenos. Esos labios estaban benditos y eran expertos. ¡Joder! Podría vivir y morir por ellos porque se había enamorado de la forma de besar de Akira; tan intenso, tan posesivo, pero tan tierno, tan dulce…tan todo a la vez.

Había estado deseando esos labios divinos desde la última vez que los había tocado, aquella vez en el departamento del bajista. Había estado fantaseando con perderse en esos besos desde hacía casi dos semanas y ahora que los tenía solo para él no iba a desaprovecharlos.

El aire comenzó a escasear, por lo que los amantes se vieron obligados a separarse; no se habían apartado del todo ni tomado un respiro suficiente, pero volvieron a besarse con tal intensidad que podrían haber jurado que estaban haciéndose el amor con los labios solamente.

—Mmh…me gustas. A-Akira…me gustas. —Confesó Ruki entre el beso, el cual fue cortado por el otro—. Dímelo. —Musitó. Cerró los ojos y deslizó sus manos entre el cabello castaño de su acompañante.

— ¿Qué?

—Dímelo…dime que te gusto, dilo. —Mientras aquella petición salía de sus labios, su nariz y sus labios se rozaban contra los de él. Su erección ya había bajado considerablemente, incluso se le había olvidado que estaban ambos semidesnudos, pero el cuerpo de Akira que se apretó contra el suyo se encargó de recordarle.

—Ruki, no quiero que lo oigas… —el menor se confundió y de alguna manera sintió que el bajista estaba evitando decirlo tan directamente porque quizás no era así. Seguramente no le gustaba y él quedaría como una niñita enamoradiza y tonta.

— ¿No quieres…?

—No, no quiero que lo escuches. ¿De qué serviría? —Lo miró a los ojos una vez más y susurró antes de volver a besarlo—: quiero que lo sientas.

Takanori se sentía en el mismísimo paraíso cuando sus labios fueron presionados y acariciados por los de Reita con tanta delicadeza que se sintió como un objeto frágil que debía ser rigurosamente cuidado. Sus latidos aumentaron su velocidad por las palabras del bajista; le sorprendió lo romántico y cursi que podía llegar a ser. Pero así como le había dicho, solo se propuso sentir. Sentirlo a él.

Las manos de Akira volvieron a tomar el curso que llevaban un rato atrás; bajaron por los costados de Ruki y siguieron por su trasero, pasando después a sus muslos. El menor suspiraba constantemente por las caricias y los besos que el otro le otorgaba. Estaba tan perdido en la ola de sensaciones —tanto físicas como emocionales— que el bajista le hacía sentir, que apenas lo escuchó hablar.

—No te muevas mucho, dedícate a sentir. —Le susurró al oído. Ruki le respondió con un suave jadeo. Cerró los ojos y apretó los párpados cuando el mayor se ensañó con su cuello, dándole besos y succiones que lo hacían estremecer. Por el momento, y queriendo cumplir con lo que su amigo le pedía, no fue partícipe de nada en aquel instante y aprovechó todas las atenciones que le brindaba el castaño.

No tardaron mucho en entregarse a la necesidad de sus cuerpos cuando la temperatura de ellos ya no podía elevarse más. Y, aunque las piernas de Akira ya comenzaban a resentir la tardada posición en la que estaban, cuando penetró al vocal lo hizo duro y preciso. Ruki gimió sin reprimirse, pues la primera embestida había dado gloriosamente en el punto exacto, haciéndole estremecerse de pies a cabeza y retorcerse entre el cuerpo del castaño y la pared. Fue hasta entonces que el menor se atrevió a participar; no quería ser el único que disfrutara el momento, por lo que se aprovechó del saber cuál era el punto débil de su bajista: besó y succionó sus orejas mientras le gemía intencionalmente para provocarlo todavía más. Sentía a Reita estremecerse junto con él de una manera indescriptible. Lo oía gemir, gruñir en ocasiones por el cansancio, y jadear cerca de su oído. Era la jodida gloria.

El vaivén había rápido y fuerte, y mantuvo su ritmo durante lo que duró la placentera cópula; acto en el que ninguno de los dos pronunció ni una sola palabra que no fueran los nombres de ambos.

Ninguno de los dos estaba consciente de lo que era el tiempo, mucho menos el espacio. Se habían olvidado por completo de todo, incluso del lugar en el que estaban. Claramente alguien pudiera haberlos molestado, pero ya había pasado bastante tiempo y eso no había sucedido, cosa bastante extraña.

Sin importarles absolutamente nada más que no fuesen ellos dos, se entregaron el uno al otro de manera vehemente, ardiente, pero significativa. Quizás no había pasado tanto tiempo, pero para ellos fue una eternidad pues se tomaron el tiempo necesario para explorar más que sus cuerpos; también sus sentimientos.

El orgasmo llegó poco rato después, delirante y por demás satisfactorio. Estuvieron por lo menos diez minutos más entre besos, caricias y mimos… Pero sin ni una sola palabra. Ni un “te quiero”, ni un “¿quieres ser mi novio?” —que era lo que esperaba el vocal en sus fantasías—; a veces le desesperaba lo inexpresivo que podía llegar a ser Reita. Pero como se lo había dicho, ¿de qué servirían las palabras? Después de todo, ya lo había sentido… Había sentido justo lo que había querido sentir.

Salieron del baño y caminaron juntos, en silencio, de regreso a la sala de ensayos. Ruki trataba de disimular su caminar torpe y Reita se reía internamente al saberse culpable de aquello.

Entraron y, como era de esperarse, tres miradas los escrutaron desde que pusieron un pie en la sala. Recibieron un buen regaño por parte del líder, pero nada más. Nadie dijo ni preguntó más de lo debido.

Takanori pidió que dejaran el ensayo para el día siguiente, dando como excusa un falso dolor de cabeza. Comprensivo, Kai aceptó, por lo que el ensayo no continuó. Las despedidas fueron los típicos “hasta mañana” y “nos vemos” de siempre.

Ruki, en silencio, esperó una despedida especial por parte de Akira… Pero no llegó. En cambio obtuvo un seco “nos vemos mañana” y una palmadita en su espalda. Aquello lo decepcionó enormemente y le hizo sentirse estúpido. ¿Y si Reita le había mentido?

—No, imposible… —Se dijo en voz alta, y siguió repitiéndoselo en la mente. Era imposible… Él lo había sentido en sus besos, en sus caricias, en cada mirada. Lo había sentido sincero.

Pensó en eso desde que Akira se había despedido de él hasta que bajó al estacionamiento para buscar su auto.

Estaba a punto de echar a andar el vehículo cuando escuchó el tono en su móvil que le indicaba que tenía un nuevo mensaje. Rápidamente lo revisó y una sonrisa boba se le coló en el rostro al leer el texto que le había enviado Reita.

“Lo lamento, creo que no soy bueno con las palabras y me sentí raro, por eso no me despedí bien. Tú sabes lo que quiero que tú sepas…bueno, algo así. ¿Me explico? Creo que lo entiendes”.

Ruki soltó una suave risa mientras le contestaba.

“No te entiendo, eres tan torpe… Pero pensaré que me quieres decir justamente lo que quiero oír”.

Envió el mensaje y se quedó viendo la pantalla de su móvil, esperando ansioso por la respuesta. Era increíble la amplia y boba sonrisa que tenía pintada en el rostro por culpa de Akira.

“No quiero que lo oigas ;) Nos vemos mañana”.

Ésta vez casi chilló de emoción pues entendía lo que el mayor quería decir. Decidió mandar un último mensaje antes de regresar a casa.

“Entonces óyelo tú, yo me encargaré de sentirlo. Hasta mañana”.

 

 

 

 

 

 

Cuando Akira llegó a la sala de ensayos y se dio cuenta que era el primero que había llegado se extrañó. Recorrió el lugar con la mirada en busca de alguno de sus compañeros o de indicios que le hicieran saber que ya habían llegado, pero nada… El lugar estaba justamente como lo habían dejado el día anterior. O casi.

Su mirada se posó en el pedestal que sostenía el micrófono de Ruki y su propio bajo en frente, puesto en su base. Frunció el ceño al ver que habían tocado su preciado bajo y entonces caminó hacia los instrumentos.

—Qué raro… —murmuró cuando se detuvo. Se percató de que amarrado al pedestal había una nota escrita en un trocito de papel. Aquello le pareció aún más raro y tomó la nota mientras miraba en todas direcciones para saber si alguien le estaba jugando una broma o algo parecido. Sin más rodeos, se dispuso a leer lo que había escrito en aquel pedazo de hoja.

"Ya sé que no eres bueno para expresarte, pero sé que quisiste decirme; lo sentí. Así que me tomo la libertad y el honor de ser yo quien lo proponga... Quiero un dueto con mi bajista favorito. Uno que sea duradero, uno que quizás dure muchos años. Akira, ¿quieres ser mi pareja?”

 

El bajista sonreía mientras sujetaba aún la nota y la releía. Takanori era un idiota, pero era el idiota en el que, afortunada o desafortunadamente, se había fijado. Posiblemente lo ocurrido entre ellos se había dado muy rápido, aunque Reita no podía negar que la atracción que sentía por su compañero el vocal ya la venía arrastrando desde hacía años.

Repasó con la mirada el bajo y el micrófono y casi se le escapó una risa cuando recordó donde había estado metido el último objeto. Echó una mirada más a la sala y la timidez se apoderó de él cuando vio a Takanori a través del espejo; estaba parado bajo el marco de la puerta, y le sonreía.

Reita se giró para poder ver al causante de la sonrisa que se le había dibujado en la cara. Ambos se aproximaron hasta el punto en el que se encontraron frente a frente. El mayor titubeó, queriendo decir alguna cosa que hiciera entender a Ruki que quería estar con él…que lo quería; que siempre lo había querido y admirado como amigo, como compañero, como artista, pero que ahora lo quería de una forma diferente. Que quería intentarlo.

—No te rompas tanto la cabeza, solo respóndeme. —Fue lo primero que dijo el vocal, adivinando el impresionante debate interno que debía tener el bajista en ese momento.

—Soy yo el que debería habértelo preguntado, ¿sabes?

—Pero eres demasiado idiota para hacerlo. —En un acto infantil, le enseñó la lengua; después, sonrió. Akira no pudo reprimir el impulso de rodear la cintura de Takanori para acercarlo a su cuerpo; con la mano libre le sujetó suavemente el mentón y se acercó a su rostro hasta unir sus labios en un casto beso.

Ruki cerró los ojos muy despacio mientras se dejaba hacer y disfrutaba de los cálidos labios ajenos. Deslizó el brazo derecho alrededor del cuello del mayor y respondió al beso con total sutileza.

Pero el beso fue cortado por unos fingidos sollozos.

La pareja de melosos giraron la cabeza hacia la puerta, que era de donde provenía el sonido y miraron de mala manera a Aoi, quien era el que fingía llorar mientras los miraba, se secaba las “lágrimas” en la manga de Uruha y daba pequeños aplausos. Los  guitarristas junto con el batero presenciaban la tierna —y bastante cursi— escena desde la puerta.

—Hermoso. Absolutamente hermoso… Y aquí es donde el director grita “¡Corte!” y aparece el “FIN” en la pantalla, ¿no?

Los cinco se echaron a reír y la nueva pareja casi descuartiza al mayor de todos. Entre risas y felicitaciones se pasaron casi toda la mañana, por lo que el ensayo había quedado cancelado.

—Así que ustedes sabían que Ruki iba a pedirme que fuéramos pareja, ¿no? —Preguntó Reita. Todos estaban sentados en el piso de la sala de ensayos, tomándose unas cervezas como celebración.

—Claro que sí. Toda la compañía los escuchó follando ayer en el baño, así que tuvimos que interrogar a Ruki porque tú no ibas a decir nada. —Explicó Uruha. Ruki enrojeció hasta la raíz y Reita solo rió con los demás.

Entre ese y muchos comentarios parecidos se pasaron un par de horas, hasta que decidieron dejar a la pareja a solas.

—Ne, Reita… —Le llamó en un tímido susurro.

— ¿Sí?

—Estoy feliz. –Confesó. Ambos iban saliendo de la sala de ensayos, caminando tranquilamente.

—También yo. —Volteó a verle y le sonrió.

—Pero quería que tú me lo pidieras. —Hizo uno de sus característicos pucheros. Reita se detuvo e instintivamente Ruki lo hizo también.

—Lo que importa es que estemos juntos ya, ¿no? —Le sujetó las mejillas y las estiró ligeramente.

—Sí, pero…aun así…

—Ruki, te quiero. —Le dijo sin más, ganándose una amplia sonrisa por parte de su —ahora— pareja, quien se abrazó a él con fuerza, como un niño buscando refugio.

—También te quiero, Aki. —Alzó la cabeza para poder verle—. Me gusta oírlo, pero… ¿sabes que me gusta más que eso?

— ¿Qué cosa?

—Me gusta sentirlo…sentir tus palabras. —Se dirigieron una sonrisa cálida y tras darse un corto, pero significativo beso, deshicieron el abrazo y se dispusieron a seguir su trayecto juntos, ahora tomados de la mano.

 

Notas finales:

Espero sus comentarios, people. Nunca he sido exigente con los reviews...bueno, eso creo, pero les agradecería que me dieran su opinión.

 

¡Hasta la próxima!


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