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Five! por Orihime Hatake

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Notas del fanfic:

Estos personajes son propiedad de Tadatoshi Fujimaki. 

Notas del capitulo:

Hola! Bienvenidos sean a mi nueva historia ñ.ñ

Espero les agrade y por favor dejen en los comentarios que les pareció :3 me ayudaria mucho! 

 

Allí estaba ella de nuevo. Esa chica con senos prominentes, cintura pequeña, labios carnosos y cabello tan rojo como un incendio. Siempre, todos los días desde hacía tres años, lo miraba constantemente. Lo perseguía de oficina en oficina, de piso en piso y lo tenía espantado.

Él era alto, cabello rubio tan luminoso como el mismísimo sol, ojos ámbar con un brillo especial y piel muy blanquecina, tersa como la seda. Había razones de más para que aquella chica estuviera tan enamorada de él. Sin mencionar que era el hijo de uno de los magantes empresarios más reconocidos de toda Asia.

Con veintidós años ya había experimentado lo que la mayoría de la población haría en toda su vida. Y es que, con el dinero rebosante en las arcas de su familia era de esperarse que pudiera probar un poco de todo. Le gustaba salir de fiesta pero no tanto como al resto de los chicos millonarios con los que se topaba seguido. Alguna vez probó las drogas pero no fueron de su agrado, por lo que se decidió únicamente por el dulce (y legal) alcohol y uno que otro cigarro para ahuyentar la ansiedad, que últimamente le estaba ganando terreno.

No era de sorprenderse que tuviera los nervios de punta sabiendo lo que ocurriría dentro de unos pocos minutos. Una reunión muy importante estaba por comenzar y estaba retrasado. Pasó intentando no observar a la pelirroja a los ojos, probablemente podía oler su miedo. Siguió hasta llegar a la sala de juntas. Ya estaban todos ahí. Los accionistas, gerentes principales y otros funcionarios varios que trabajaban en la empresa. Su padre, el presidente, estaba en la silla grande hasta el final de la larguísima mesa de madera.

Era un hombre imponente. Sus ojos ámbar tenían algo que te hacía imposible sostenerle la mirada por mucho tiempo. Su cabello rubio y su barba tenían un par de canas, evidenciando el paso de los años al igual que su piel no era la de un muchacho. Sus cejas pobladas y su espalda ancha le daban un toque bastante rudo, mientras que su traje color mostaza con corbata roja lo hacía verse elegante. Era el perfecto estereotipo de un hombre de negocios exitoso y seguro de sí mismo.

-Llegas tarde Kise- Su voz profunda lleno la habitación.

El aludido no pudo si no asentir avergonzado, decir “lo siento” tantas veces como le fue posible hasta que llego a su silla, al lado izquierdo de su padre.

-Ha habido muchos rumores en estos días- El presidente comenzó a hablar con voz fuerte y grave, captando la atención de los presentes- Que Marukawa Inc. Esta devorando nuestras acciones. Que los altos mandos de Japón están intentando cerrar nuestra compañía. Que pronto me jubilare. Bueno señores, esta junta fue planeada para aclarar todo esto de una vez. En primer lugar…-

Kise comenzó a divagar. Y no era porque no le importara lo que su padre estaba diciendo. Sabía que era algo serio que seguramente afectaría el rumbo de la compañía y de todos los que trabajaban en ella pero, esa clase de cosas ocurrían cada mes. Llevaba desde los dieciocho años metido en ese lugar, escuchando esas reuniones que en un principio le asustaban y preocupaban pero ahora, que estaba a nada de cumplir sus veintitrés, dejaron de impresionarle.

Su padre siempre fue bastante bueno relacionándose con los demás. Tenía una labia impresionante y podía persuadir a casi cualquier persona sobre cualquier tema. Eran cualidades que Kise no podía presumir tan a menudo. Era modelo frecuente en las portadas de revistas como Vogue, Glamour, Vanidades, Vanity Fair, Vanguardia y muchas otras más, haciendo que las personas dieran por sentado que era una persona extrovertida, con una gran autoestima y nada que temer, siendo el molde exacto de lo que la sociedad calificaba como “perfección”

Pero no era así. Era extrovertido y le gustaba ser el centro de atención, pero no para esa clase de cosas “serias”. A pesar de ello su autoestima no era la mejor y menos cuando sentía que no llenaba las expectativas que todos ponían en él. Sobre todo las de su padre. Siempre lo había presionado para que fuera su sucesor en aquella empresa. Kise le había dicho ciento de miles de veces que no quería hacerlo. Que simplemente eso no era algo que le llamara mínimamente la atención y que ya tenía otro sueño que quería cumplir.

Sin embargo, el hombre no lo escucho, suponiendo que era una etapa de rebeldía o algo por el estilo. Lo inscribió en un internado especializado en crear a los magnates del mañana. Todas las clases, talleres y cursos eran sobre economía, balances, cálculos, bolsa de valores…

Kise decidió no resistirse más. ¿De que serviría de todas maneras? Heredaría ese monstruoso imperio quisiera o no, así que opto por esforzarse para hacer a su padre feliz. Además, ese enorme edificio que el presidente solía llamar “cuartel principal” era el único lugar donde el joven rubio podía tener interacción con su padre, aunque siempre hablaran de negocios al menos podía dirigirle la palabra. Lo cual nunca pudo hacer cuando era pequeño.

Miró a su alrededor. Toda esa gente pronto trabajaría para él y no sabía ni sus nombres. Solo conocía a unos pocos sentados en aquella lujosa sala. El chico a su izquierda era Kasamatsu Yukio, un joven moreno de cabellos negros. Tenía veintiséis años y era una de las pocas personas que podía considerar su amigo. Desde la primera vez que se conocieron, hasta la actualidad, había congeniado bastante bien. Tenía muy mal genio pero le inspiraba mucha confianza. Yukio era el único que conocía la verdadera personalidad del rubio. La que siempre ocultaba por no ser lo que los demás esperarían del futuro presidente de la empresa. Con sus amistades era bastante amistoso y tierno, rayando lo empalagoso, no como ese ególatra súper patán que era con el resto.

Frente a él estaba ese tipo extraño de cabello grisáceo, Haizaki Shougo. Lo conoció por casualidad en una de las juntas de la empresa pero nunca había olvidado su manera de mirar a la gente. De forma prepotente y como si odiara a todo y todos. Kise lo evitaba y si, por algún motivo debía hablar con él, mantenía su interacción al mínimo.

Un poco más alejado, en una esquina de la gran mesa, estaba Nijimura Shuzo. Con veintinueve años era el hombre más “maduro” que conocía en la empresa, además de su padre. Siempre había sido serio con su trabajo. Daba ideas increíbles que habían ayudado a salir de varios aprietos a la compañía. Su capacidad de análisis era impresionante y aunque habían hablado dos o tres veces cuando mucho, lo consideraba buena persona.

Su padre seguía hablando y él no había escuchado ni un cuarto de lo dicho. Es que esa clase de cosas lo ponían tan aburrido que si el discurso seguía así, caería dormido sobre la mesa. Nunca le gustó ser irrespetuoso y le gustaba escuchar a las personas cuando hablaban, pero por kami-sama que esto acabara de una vez.

Hecho un vistazo detrás de la silla de su padre. Era una pared entera hecha de ventanas. Unas dieciséis cuando mucho. Era un día nublado y no faltaba mucho para que comenzara a llover. De vez en vez un rayo de sol se colaba por las nubes aborregadas, dando un poco de iluminación al cielo. Suspiró. Como deseaba acercarse y contemplar aquella ciudad. Desde esa altura se podía ver casi toda la metrópoli. Los autos y personas se veían diminutos.

Pero en lugar de eso las manos le sudaban como si se derritieran. No faltaba mucho para que su padre diera la noticia y la ansiedad lo estaba asfixiando. Mataría por un cigarrillo en ese momento.

-Y por último… es verdad que dejaré mi puesto- La sala se invadió de un silencio algo incómodo para todos- He estado en el negocio por más de veinte años y creo que ya es tiempo de dejar lugar a la siguiente generación. A sangre nueva que sé que beneficiara y hará crecer lo que juntos hemos construido-

Miró a Kise indicándole que se pusiera de pie junto con él. El joven rubio abrocho su saco y se puso de pie. Viéndolos uno junto al otro era como ver un reflejo. Nadie jamás se atrevería a dudar de la paternidad de aquel presidente. Era prueba suficiente solo mirar al hijo que había heredado prácticamente todo de él. Excepto sus rasgos mucho más finos. Eso sin duda era de su madre. Aquella hermosa mujer que Kise apenas y recordaba, pero según las fotografías siempre estaba sonriendo.

-De ahora en adelante mi sucesor… el nuevo presidente de la compañía Trooper International Corporation es…-

Un estruendo acalló la voz del presidente. Kise vio como la puerta había salido volando hasta quedar del otro lado de la habitación. Había humo pero no demasiado denso. Los aspersores soltaron agua empapando a la mayoría de los presentes.

-¡¿Qué jodidos está pasando?!- Gritó alguien medio tosiendo.

- Hey, hey, hey. No hay necesidad de usar ese vocabulario señores. Por favor, compórtense a la altura-

Una voz profunda y calma atrajo las miradas. En el lumbral se encontraban cuatro hombres vestidos completamente de negro, con pasamontañas y armas de alto calibre en las manos, apuntándoles, tomando posición en las esquinas del cuarto. Mientras que un quinto, con un uniforme parecido a los utilizados por el FBI, se mantenía en el mismo lugar. Su piel morena y cabello azulado hacían una combinación perfecta con su ropa. Y su rostro, solo cubierto por unos lentes oscuros, tenía una gran sonrisa.

Eran terroristas o ladrones o sabrá Dios que. Kise solo sabía que estaba empapado, tosiendo ligeramente por los residuos del humo y temblando como cachorro completamente aterrorizado. Jamás le enseñaron cómo reaccionar ante una situación así, por lo que se limitaba a mirar atentamente a los intrusos, intentando saber en qué momento comenzarían a masacrarlos.

-Tomen asiento por favor- Habló nuevamente el que parecía ser el líder.

Nadie se movió. El joven rubio no podía moverse aunque así lo deseara. Estaba paralizado de miedo. Sentía como si sus huesos estuvieran hechos de arcilla y su sangre hubiera sido remplazada por hielo. Cesó el agua de los aspersores, dejándole ver con más detalle al peliazul que se aproximaba a paso lento por la habitación.

Era alto. Bastante. 1.90 por lo menos. Lucia bastante joven a pesar de tener ese cuerpo con aspecto deportivo, fornido. Un rifle colgaba de su costado por medio de una correa. Tenía una fornitura en el muslo izquierdo donde guardaba un arma más pequeña. Probablemente una veintidós. Tenía un cinturón con compartimientos donde seguramente tenia municiones suficientes para matar a todas las personas del edificio.

-Dije que se sienten- Su voz calma fue lo de menos.

Chasqueo los dedos a lo que siguió una lluvia de balas por parte de sus acompañantes. Todos tomaron asiento sin dudarlo. Kise con mucho más esfuerzo que el resto ya que apenas y podía respirar. No habían herido a nadie. Al menos no todavía. El moreno siguió avanzando hasta colocarse detrás del presidente. 

-Mira nada más, pero si es el mandamás de este asqueroso lugar- Se acercó peligrosamente al padre del rubio - He escuchado mucho sobre de usted-

El peliazul saco de algún lugar de su espalda un enorme cuchillo de cazador. Mango negro, sierra de un lado, liso del otro. Kise abrió los ojos como queriendo gritar pero sin poder hacerlo. Tenía tanto miedo. Estaba tan paralizado que solamente podía ser un espectador. El moreno levantó el cuchillo por encima de la cabeza del presidente y sin más lo clavó con todas sus fuerzas. El sonido que la punta hizo al incrustarse en la madera de la mesa le devolvió la respiración al joven rubio. Gracias al cielo que no había lastimado a su padre.  

Comenzó a reír. Sus carcajadas eran diabólicas, chorreaban odio y veneno como quien quiere ver muerto a alguien. Kise sintió como el sudor frio le recorría la frente. Ese tipo estaba jugando con sus emociones de forma demasiado violenta. 

-Oh vamos chicos, solo era una pequeña broma… Yo…-Se quitó los lentes, dejando su rostro desnudo- Vine por otra cosa- Entonces miró a la izquierda del presidente.

El rubio sintió como si el corazón se le fuera al estómago. Los ojos de aquel hombre eran azules oscuros, como algo que alguna vez fue bello y corrompido después. No tenían brillo, era como ver a un agujero negro.

-¡Five! ¡La policía está aquí!- Gritó uno de los hombres cercanos al ventanal.

En un pestañeo, el moreno ya estaba junto a Kise sujetándolo con demasiada fuerza del brazo.

-Vámonos niño bonito-

-¡No lo toques!- Kasamatsu se puso de pie y sin pensarlo se lanzó contra aquel fornido hombre.

Lo esquivó con una facilidad casi grácil y con la velocidad de un rayo, tomó la veintidós y le pego un tiro en la espalda. Calló con un golpe seco al piso. Kise apenas y podía creer lo que acaba de suceder. El moreno no se detuvo y a sangre fría le disparó dos veces al hombre que Kise llamaba padre.

Los ojos ámbar del chico lagrimearon mientras que su cuerpo salía del trance. Corrió hasta el cuerpo de su progenitor que había caído de su gran silla hasta el piso alfombrado de la sala. No es cierto. No puede ser. Tiene que ser una broma. No podía pensar en otra cosa que no fueran los ojos cerrados del hombre que hace unos minutos lo reprendía por llegar tarde.

De fondo escuchaba los gritos de los demás hombres. Algunos disparos y hasta vidrios rompiéndose. Los oía lejanos, como quien rechaza la realidad. Sus manos no se podían despagar del pecho de su padre, llenándose de sangre que brotaba como rio.

-No me dejes…- Apenas y el sonido salió de su boca. ¿Qué más podía hacer?

-Basta con el drama… es hora de irnos- 

De un tirón levantó al joven rubio quien lo miró con una expresión desacompasada. Estaba tan furioso que sin detenerse a meditarlo le lanzó un puñetazo al moreno justo al rostro. El otro lo esquivó al igual que con Kasamatsu. Lo último que vio el rubio fue el puño del peliazul acercándose peligrosamente rápido a su pómulo. Ni siquiera sintió el dolor debido a la potencia con que había impactado.  

El fornido joven colocó al chico inconsciente sobre su hombro. Era similar a cargar una pluma. Apenas y sentía peso. Hizo una seña rápida con la mano libre y salió de la sala de juntas, dejando tras sí bastante trabajo para la morgue.      

     

Notas finales:

Muchas gracias por darle una oportunidad a mi fic! 

Espero les haya gustado. Cualquier critica o pregunta sientanse en completa libertad de dejarla en los comentarios y con gustó responderé! ñ.ñ

(No tengan miedo o vergüenza de decirme si hay un error o si tienen alguna sugerencia, no me molestaria, al contrario, me ayudaria a mejorar! ñ.ñ )

Muchas gracias por leer! :3 


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