Todavía no podía comprender qué demonios había ocurrido.
Se suponía que este sería uno de los día más importantes de su vida. El día en que él, billonario, filántropo, genio y mujeriego finalmente se atrevería a dar el gran paso, a llevarse la soga al cuello. Pero sin esperárselo, sin lograr comprenderlo todavía completamente, todo había salido terriblemente mal.
Sus compañeros se lo habían advertido, porque ¿quién carajos en sus cinco sentidos hubiera querido unir su vida a la de un dios emocionalmente inestable, amante del caos y la destrucción? Tony Stark, esa era la pregunta a la increíble respuesta.
Observando el techo, mientras recapitulaba lo sucedido, no pudo evitar sentir su corazón más pesado de lo acostumbrado en su pecho...
-----
Todo estaba listo. Celebridades, empresarios, superhéroes de todas partes se habían congregado para la boda del año. En las afueras de la mansión, hordas de paparazzi se apretujaban intentando capturar con su indiscreto y siempre vigilante lente al menos una foto del importante evento. El ministro estaba listo; Angus Young y los chicos estaban listos para estremecer el lugar; todo lucía extraordinario. Incluso él, en su traje de frac hecho a la medida por un exclusivo diseñador, lucía como una perfecta visión. Sus compañeros también se habían vestido acorde a la ocasión. Hasta Banner, a pesar de la poca simpatía que sentía hacia quien sería su nuevo compañero, estaba allí presente, deseándole de corazón todo lo mejor.
Mientras esperaba con un poco de impaciencia la llegada del novio, una fuerte explosión se dejó escuchar, destrozando completamente todo el techo de la elegante mansión y desatando en cuestión de segundos aquello que parecía ser la constante en aquella furtiva relación que durante años había sostenido con el dios: caos.
El fuego rápidamente se extendió por el lugar. Los invitados corrían y gritaban de un lado para otro, presos del pánico. Los superhéroes presentes instantaneamente se prepararon para el combate. Tony, al igual que ellos, llamó a su traje de acero, convirtiéndose en menos de un parpadeo en el famoso Iron Man.
Activando sus propulsores, voló hacia el techo en donde se suponía debía encontrarse el causante del ataque. Listo para atacar, con sus misiles expuestos, Tony no pudo evitar frenar en seco al contemplar quien era su contrincante.
Loki. Ahí estaba él, vistiendo su armadura asgardiana y no el traje de gala que se suponía debía vestir, con mágicas flamas verdes ardiendo en su mano.
No pudo creerlo.
Suspirando profundamente, escondiendo nuevamente sus armas, decidió emplear en lugar de los golpes las palabras, aquellas que tantas veces ya habían hecho recapacitar a Loki. Sin embargo, esta vez sus súplicas no fueron escuchadas por el dios. Sus palabras se perdieron en el viento. Loki no se detuvo, y de esta manera una nueva batalla entre ambos se libró.
Con la ayuda de sus compañeros, tras un arduo y feroz enfrentamiento, lograron contener al dios. Pero antes de capturarlo, de exigirle una explicación, Loki desapareció en el aire, dejando únicamente como señal de su visita el extenso rastro de destrucción.
Miradas de reproche pronto se dibujaron en los rostros de sus camaradas. Esta vez no protestó. Sabía que las merecía.
****
Ahora se encontraba en el hospital. Tendido en la cama, comiendo una barra de dulce, esperando por Pepper, —quien en medio del combate, mientras fragmentos de techo continuaban desprendiéndose, había sido herida fuertemente en su rubia cabeza— y Rhodey para abandonar aquel aburrido lugar.
Repentinamente, tomándolo por sorpresa, una espesa bruma color esmeralda de la nada empezó a emanar en la habitación. En cuestión de segundos la bruma se materializó, develando ante sus ojos una figura que Tony debido a sus frecuentes y furtivas visitas nocturnas ya bien conocía.
Al principio sintió rabia. Quería levantarse de allí, gritarle y batirlo a golpes por lo ocurrido, por arruinarlo todo; pero al verlo acercarse hasta la camilla sin tendencias asesinas, luciendo como un globo al que le hubieran acabado de desinflar y, de alguna manera, pareciendo un poco arrepentido, decidió morderse la lengua, tragarse sus palabras y apretar con impotencia sus manos.
Loki fue quien habló.
—Lo... lo siento... yo... yo no quise lastimarte —dijo con dificultad al advertir los rasguños en su rostro. Sus verdes orbes después se clavaron en el suelo, negándose a mirarle a los ojos.
—Estos rasguños en realidad no me duelen —respondió Tony—. Lo que verdaderamente me duele, lo que me enfurece, es que en cuestión de minutos, con un solo movimiento de tu mano, hubieras tirado todo lo que construimos durante años por la borda
—Yo no querí--
—Porque eso fue lo que hiciste —le interrumpió, sus palabras fueron cortantes. Después guardó silencio por un instante, su rostro se ensombreció notablemente—. Creí que finalmente, tras tanto tiempo, habías decidido unir tu vida a la mía. Creo que estaba equivocado.
—¡Eso no es cierto! ¡Por supuesto que sí quiero! —espetó Loki. Por primera vez, desde su llegada, aquellos verdes ojos se fijaron en los de Tony, y como siempre no pudo evitar sentirse desarmado, impotente. Cada vez que sus ojos se perdían en aquellas verdes profundidades, parecía olvidarse de todo lo demás. Sin embargo esta vez trató de no caer tan fácilmente. Estaba enfadado. Se lo recordó nuevamente y estaba dispuesto a que ahora Loki comprendiera de una buena vez por todas que sus acciones tenían consecuencias, que no siempre podía hacer lo que se le venía en gana y presentarse después con aquel jodido-sexi-rostro y hacerle olvidar con sexo desenfrenado todo lo sucedido.
—Entonces, ¿por qué demonios hiciste todo eso? —Tras unos minutos consiguió gritar, mientras intentaba sacarse de la mente su última noche juntos.
—¡¿No te diste cuenta?! —espetó el asgardiano, luciendo esta vez un poco irritado—. ¡Esa no era nuestra boda! ¡Era un circo! ¡Todas esas personas estaban allí esperando caos y destrucción! ¡Esperando ver aquello que piensan que realmente soy!
Al escuchar su respuesta, Tony comprendió su reacción. Tenía razón. Paparazzi, celebridades, personas que incluso él nunca antes había visto en su vida, estaban ahí reunidas en lo que se suponía sería uno de los momentos trascendentales de sus vidas… Era cierto, tuvo que admitirlo. Aquello, para muchas de aquellas personas, no significaba nada. Era eso, solo un ruidoso y gigantesco circo, una divertida función o un simple compromiso que tal vez esperaban ni siquiera iniciara. Ahora que observaba con detenimiento aquellos intensos ojos y que podía ver su rabia, finalmente lo entendió. Aquel momento, lo que estuvieron a punto de hacer sí tenía un valor inimaginable para Loki.
Olvidándose de su malestar y sintiendose un poco culpable por ser en parte el responsable de lo sucedido, Tony sonrió y tomó la mano del asgardiano entre la suya.
—Sabes, si eso era lo que te incomodaba, pudiste habérmelo dicho. No era necesario que te desquitaras con mi casa —le dijo tratando de cambiar de tema.
—Sabes que puedo regresar tu mansión a como estaba con un simple movimiento de mi mano, no deberías preocuparte por ello.
—Lo sé, lo sé — dijo Tony, dando un beso en la mano del dios, sintiéndose un poco más aliviado ahora que no tendría que pagar u ocuparse de una nueva remodelación—. ¿Todavía quieres casarte conmigo? —le preguntó una vez más con completa seguridad, mientras continuaba sosteniendo su mano; aunque al emitir la pregunta la apretó con un poco más de fuerza. No quería dejarlo ir y no necesitaba reconsiderarlo o pensarlo, estaba seguro, esto era lo que necesitaba, lo que tanto había esperado.
No hubo respuesta audible, el lento movimiento de la negra cabeza del dios fue todo lo que Tony necesitó.
—Si el problema es la multitud, creo que conozco un buen lugar en donde nadie nos molestará.
****
En frente de un falso y gordo Elvis y un abochornado ministro, en una pequeña capilla en Las Vegas, rodeados simplemente de los Vengadores, Pepper y su fiel amigo Rhodey, tras años de idas y vueltas, de peleas y reconciliaciones, Loki y Tony finalmente dieron el sí.
No hubo festejo suntuoso ni miradas indiscretas. Reunidos en un pequeño bar de karaoke, comiendo pastelillos y bebiendo champán, celebraron su unión en compañía de sus amigos. De su familia.