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Momentos. por Bitter

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Sus manos se escondían en el bolsillo de su chaqueta larga en busca de repeler el frío mientras caminaban en aquella fría avenida de Seúl, deteniéndose ante un puesto de rosas, el mismo que visitaba desde hace siete años atrás.

 

 

Rosas rosas ¿cierto? -dijo el encargado del puesto con un deje de melancolía mientras observaba al muchacho de ojos brillantes.

 

 

Si, como cada año señor - y es que la sonrisa de MinHo era inmutable, aunque sus ojos oceánicos no mostraran lo mismo.

 

 

Continuó su camino, ahora deteniéndose frente a la pastelería que en estás fechas solía estar atiborrada de personas que no sabían hacer chocolates o que simplemente no habían tenido el tiempo de prepararlos, por su parte, él era de los primeros, por más que Kibum le hubiese enseñado a hacer  chocolates, cupcakes y esas cosas de niña, no había sido capaz de aprender y es que era más fácil aprender chino, que aprender a cocinar.

 

 

Escogió cupcake, bizcocho de chocolate con almendras y crema decorativa de fresa, sabía cuanto le gustaban al rubio aquellos dulces, tanto, que hasta él que en un comienzo odiaba ese tipo de bocadillos, había terminado amándolos.

 

 

Cruzó la calle, observando como los cines, restaurantes y parques eran invadidos por montones de parejas enamoradas. Todas tan felices...

 

 

Siguió su camino, tenía la manía de caminar ese día, estirar las piernas, apreciar todo en exceso de detalle. Las casas residenciales pasaban, dándole pasó a aquel parque..

 

 

El cuidador le hizo una venia, sacando su sombrero, dejando al descubierto su calva, le devolvió la sonrisa con calidez ¿Cómo no hacerlo, si era él quien día a día mantenía a Kibum así de hermoso?

 

 

Llegó entonces, luego de dar la vuelta a los mausoleos, pasando por los sepulcros de pared, hasta llegar a  la fría lamina de mármol en el sector del parque, que tenía una leyenda estampada "Kim Kibum, amado en vida, muerte y en la eternidad" . Se sentó en el pasto, observando el frío material, no importándole la humedad del suelo.

 

 

Ves? Aquí estoy otra vez... ¿Recuerdas  que lo prometí? Aunque tú insistías en que no debería hacerlo, pero yo no pierdo y si digo algo, lo cumplo -acomodo las rosas, esas que tenían el color de la devoción de su amado rubio sobre el sepulcro. Desenvolviendo luego un cupcake, disponiéndose a comer- Es increíble,de verdad, antes odiaba estos dulces y ahora he desarrollado una adicción por ellos, supongo que todo lo que me recuerde a ti, todo lo que de un modo a otro me haga sentirte cerca provoca esto en mi..

 

 

Y su voz se quebraba, recostándose con cuidado sobre el frío material.

 

 

Y es que te extraño tanto Kibum, tanto...que hasta respirar ya se me está volviendo doloroso -secó sus lagrimas, solía prohibirse llorar, pero luego de tres años de perderle, comenzaba a volverse más vulnerable- Aún así, estoy aquí, celebrando este día junto a  ti , de seguro me estás observando desde algún lugar, pensando en lo idiota que soy por comportarme así, pero ¿no se supone que el día de los enamorados uno debe pasarlo con esa persona especial?  y es que yo sigo aquí, amándote como nunca, sintiendo tu aroma en el aire, soñando cada noche contigo y esa sensación de costumbre con resignación de la que tanto suelen hablarme no se hace presente en mi.. ¿Está bien vivir de este modo? Te lo prometí, lo sé, prometí ser fuerte, no hacer nada contra mi propia vida, que era un regalo, pero ¿Te parece justo? Eres egoísta y caprichoso hasta el final ¿no? Así te conocí, así me cautivaste..  -carraspeo su garganta, intentando sonreír- Pero bueno... ¿Te conté que me ascendieron? Ahora mando a todos y es una lastima que no estés, porque podría comprar todo esos regalos costosos que alguna vez soñamos que podría comprar, cuando a penas eramos unos adolescentes... Ah~ Tenemos miembro nuevo en la familia, mientras caminaba la otra noche de vuelta a casa conocí a Bum, es el gatito más lindo que he visto y se parece tanto a ti..

 

 

Así continuó su cita de San Valentin, hasta que la noche comenzó a caer y el encargado de cuidar fue a decirle que ya era hora de cerrar, dándole unos minutos extra, como cada año lo hacía. 

 

 

Descaminó lo andado, de vuelta a casa, pasando otra vez por la pastelería y el puesto de rosas, ambos dueños lo miraron con pesar y es que ¿Quién no conocía a Minho? Sabían la historia, lo habían visto crecer, lo habían visto enamorarse de un chico, que a pesar del asombro primero, comenzaron luego a querer y cualquiera de ellos hubiera cambiado sus muchos años de vida, por darle un poco más al rubio bonito, el único que lograba estampar sonrisas en quien fue alguna vez su pequeño MinHo... Pero el destino es cruel y un ebrio arroyó un día al muchacho, cuando volvía de comprar esos pastelillos suyos, dejando sólo unos minutos para despedirse de Minho antes de cerrar los ojos por la eternidad.

 

 

Llegó a casa, tirando el saco en el sofá, descongelando la sonrisa al fin. Tomó una copa y se sirvió vino, a pesar de que este siempre lo hacia sentir más nostálgico, más necesitado de Kibum. Bebió tanto que perdió la cuenta, ya casi no podía sostenerse en pie, pero el alcohol lo alentaba, abrió de par en par las ventanas que lo conducían al balcón, recargándose de modo casi suicida sobre este. Sólo un salto y el dolor que lo mataba día a día terminaría.

 

MinHo~ -la voz tras de él lo hizo voltearse con brusquedad, no encontrando a nadie, su imaginación y condición le estaban jugando una mala pasada, volvió a apoyarse en el barandal, ahora sus pies colgaban. respiro profundo, tomando el valor, estaba dispuesto a saltar, pero una fuerza sobre humana lo empujo hacia atrás, haciéndolo caer. Se levantó asustado, paseando su vista por cada rincón, estaba solo ¿Entonces?

 

MinHo~ -escuchó tras su oído, volteándose con lentitud, con sus inmensos ojos anegados en lagrimas-

 

Kibum.. viniste por mi...~ -murmuro con voz queda ante la presencia espectral, la cual negó con la cabeza- ¿No? Entonces no vengas a darme sermones de cuidar mi vida, de que debo encontrar a alguien más y ser feliz, porque no puedo ¿Entiendes? No puedo! Sin ti, nada puedo.. 

 

La acongoja era tal, que cayó de rodillas al suelo, ocultando su rostro a ratos, jalándose los cabellos. Sintió las manos suaves y conocidas tomar sus mejillas y acariciarlas. 

 

Llévame contigo... -murmuro al final, provocando que el mismo espectro de Kibum llorará, por muy irreal que pareciera, unió sus labios a los de él, a pesar de que sentir el tacto él uno del otro fuera imposible.. 

 

Esté será mi regalo de San Valentin... -murmuro al final, rodeándolo con sus brazos, acto que Minho pudo sentir, su aroma, su tacto.. todo... como en un dulce sueño..~

 

~

 

Cuando hubieron pasado cuatro días sin saber nada de MinHo, la policía entró a su hogar, encontrando al muchacho acostado sobre la alfombra, durmiendo, o eso pensaron en un comienzo. Cuando todas las pruebas fueron realizadas, grande fue el asombro de saber que su muerte se produjo por causa natural... ~


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