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Nuestro Credo por Sacrament

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Notas del fanfic:

Simplemente soy fan de está saga de videojuegos y me anime a escribir uno poco al ver que casi no hay en español de esta hermosa pareja:

Leonardo Da Vinci y Ezio Auditore.

Notas del capitulo:

Hola de nuevo, con un nuevo fic y esas cosas...

No doy a basto con los demás fics, pero aquí sigo, subiendo más y más. Debo decirles que sólo tengo hasta el cap 5 ya que tuve una complicación de continuidad, la empecé a hacer muy pesada ¬¬

Odio esos lapsos, a ver si puedo continuarle en otro momento, mientras buscaré inspiraciones.

 

Disfrutenla:

Me siento como un completo tonto, no supe como reaccionar ante su movimiento. Me tomo por completo desprevenido…

 

¿Qué debía hacer? En realidad también deseaba hacer lo mismo, pero nunca hallé la valentía para atreverme…

 

“-Ezio…”

 

Su voz aún resuena en mi cabeza. Aún siento sus tibios labios en los míos… ¿Por qué? ¿Por qué no le respondí?

 

“-Di-discúlpame…

-No, no te preocupes…

-Que tengas buen viaje, Ezio…”

 

¿Pero qué estoy haciendo? ¿Por qué sigo caminando, si puedo aún puedo volver? No. Y sí, ¿ya es tarde? A lo mejor está muy ocupado con su siguiente obra… ¿Y qué tal si no?

 

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

 

-Eres un idiota, estúpido… -Caminaba de lado a lado hablando en voz alta.- Creíste que él te correspondería… Y ve, no fue así… -Dejo caer su peso en una silla.- Que idiota eres Leonardo…

 

Un golpe fuerte en la puerta de su taller, lo hizo salir de sus pensamientos casi de inmediato…

 

-¡Ya voy! –Se levanto desganado, aunque temeroso por los golpes insistentes de detrás de la puerta.- ¡Ya voy dije!

 

La abrió y en casi un instante se vio arrebatado por el sorprendente beso que el sujeto le daba casi de forma sedienta y sensual. Su boca se encontraba irrumpida por la lengua del otro varón, el cual la movía hábilmente dentro de la suya, en una danza en la que casi se tocaban la una a la otra.

 

Sus mejillas le empezaban a arder de lo atrevido de sus movimientos entre sus labios, deseando que no se detuviera. Su rostro se encontraba sujetado por las grandes manos del chico, impidiéndole mover algún musculo, sólo sus labios…

 

Escucho como pateo la puerta y está se cerró a espaldas del hombre más buscado de todos los distritos, sintiendo como lo empujaba lentamente hasta chocar con uno de sus libreros, el cual tembló por un segundo dejando caer algunas cosas al suelo.

 

El inventor llevo sus manos al pecho del asesino, sintiendo los relieves de la armadura que esté traía puesta. Empujo un poco su pecho, sin éxito alguno, volviendo a hacerlo está vez con más fuerza, logrando romper el beso y así llevar aire fresco a sus pulmones, mirando completamente sonrojado al castaño quién respiraba de forma agitada con sus manos apoyadas a los lados de su cabeza, observando sus labios delgados moverse sin pronunciar nada.

 

-Me… Me tomaste desprevenido hace un rato… -Pronunció el joven entrecortado a falta de aire.-

 

-Ya, ya no importa… -Contesto, colocando su dedo índice en sus labios, impidiendo que dijera algo más. Se acercó suavemente hacía él, esta vez posando sus labios en los del asesino en un tierno beso, el cual fue correspondido, rodeándolo con sus brazos por su cintura.-

 

Avanzaron de suave forma hasta la cama del joven, sentándose mientras ambos se desvestían lentamente sin dejar de besarse.

 

-Te amo… -Susurro el asesino.-

 

-Y yo a ti Ezio… -Susurro, acariciando con las yemas de sus dedos el delineado pecho del castaño.-

 

 

 

De pronto, todo quedo oscuro…

 

 

:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:

 

 

Abrió los ojos de golpe, acostumbrándose a la suave luz que se filtraba por las cortinas, empapado en sudor, se incorporo llevando una de sus manos a su frente…

 

-Otra vez ese sueño… -Susurro, perdiendo su mirada entre las sábanas.- Diez años de conocerlo y sigo imaginándome esa tonta escena… -Retiro la sábana de sus piernas y las bajo para colocarse los zapatos.- Ya no somos unos críos, y él… cada año le sienta mejor… -Sonrío al ver su reflejo frente al espejo.- Ojala no sólo me viera como a un amigo al que puede venir a saludar y ya. –Bajo su mirada triste, empapando su rostro en agua fresca, para luego ir a cambiarse.-

 

 

Venecia .-1486-.

 

Un nuevo día le esperaba, sumergido en su taller entre los inventos que ya había creado y otros tantos por terminar. Tal vez hoy vendería algunos cuadros o tal vez, su añorado amigo vendría a saludarlo… Nunca se sabe.

 

Leonardo siempre esperaba ansioso el escuchar de las aves revolotear cerca de ahí, el metal de las armas chocar entre sí para librar una batalla. Pero casi siempre él aparecía como un fantasma.

 

Suspiro vencido y desganado, sentándose frente a un lienzo en blanco, tratando de inspirarse para empezar a pintar, algo que normalmente hacía con facilidad pero cada que tenía este sueño “húmedo” su inspiración caía por los suelos impidiéndole trabajar días, incluso semanas…

 

De pronto, el ruido revoltoso de la gente en la ciudad lo fue sacando de sus pensamientos, por un momento creyó haber escuchando algo sobre un asesino. No quiso quedarse con la duda, y se levanto a asomarse por la ventana, su rostro se ilumino al ver esa silueta tan familiar en guardia contra un grupo de guardias…

 

-¡Rápido a por él! –Dijo uno de los guardias, quién con mazo en mano lanzo un ataque contra el “desarmado” sujeto, mismo que detuvo el ataque y desarmo al guardia, regresándole el golpe para luego dejarlo tumbado en el suelo.-

 

De inmediato uno de los oficiales, salió corriendo de allí, dejando a sus compañeros atrás, los cuales siguieron luchando contra el asesino, quién después de unos segundos lanzo un silbido el cual parecía la señal para algo, y así fue. Un grupo de fuertes hombres respaldaron al asesino, los cuales lucharon junto con él hasta ir venciendo a cada uno de los guardias.

 

La gente corría despavorida al ver caer los cuerpos inertes de vida de los guardias, dejando en completa soledad las calles cercanas. Los mercenarios gritaban victoriosos y satisfechos por su trabajo, el cual fue bien pagado por el asesino. Espero unos minutos, continuando en soledad la calle, misma que aprovecho para acercarse a la puerta del taller de Leonardo, tocando suavemente está esperando una respuesta del otro lado.

 

La puerta se abrió frente a él, dejándolo entrar de inmediato ya que algunos guardias más se estaban acercando. La sonrisa del rubio le dio una cálida bienvenida al encapuchado hombre.

 

-Ezio… Me alegro de verte… -Decía feliz, a final de cuentas su deseo se había cumplido, verlo el mismo día que tanto lo anhelaba.- ¿Qué puedo hacer por ti? -Dijo viéndolo de arriba a bajo, su presencia corpulenta lo hacía vibrar a cada paso que esté daba.-

 

Él se limito a sólo sonreírle y mostrarle una página del códice. El rostro de Leonardo se ilumino y tomo la hoja casi de inmediato, desenrollándola para así ver el contenido de la misma. Tardo menos de lo que esperaba, algo que le dio alegría pero a la vez tristeza, ya que si le entregaba la hoja descifrada Ezio se iría y no regresaría en quién sabe cuánto tiempo después…

 

Hizo una serie de quejidos y movimientos que indicaban que no entendía lo que estaba en la página. Se sentó vencido junto a su mesa, haciendo una convincente actuación para el castaño. Quién le miró intrigado, y se acercó a él para averiguar qué era lo que pasaba.

 

-¿Qué pasa Leonardo?

-Nada, es sólo que… No logro descifrarla… -Decía confundido. Haciendo que Ezio se acercará a ver qué podía hacer para ayudarlo.-

-Tal vez, moviendo estas letras hacía arriba, tenga alguna respuesta… -Agrego, investigando en la página métodos para resolverlo.-

-No lo sé. Yo ya lo intente y no encontré solución alguna… -Alargaba el tiempo lo más que podía, se sentía cómodo a su lado, disfrutando de su perfume que era sólo característico de él.- Ezio… -Susurro con un tono de tristeza.-

-Dime… -Lo miro apenas esté lo nombro.-

-¿Cuánto tiempo estarás en la ciudad?

-No lo sé. –Contesto pensativo, ni el mismo sabía.- Pensaba tomarme un descanso en los próximos días… Pero aún no sé. –Lo miro de nuevo, y noto el gesto de tristeza de su amigo.- ¿Por qué lo preguntas? –Esto atrajo la mirada de su amigo, sorprendido por su pregunta devuelta.-

-Am, nada… Sólo, curiosidad… -Dijo indeciso de lo que iba a responderle, desviando su mirada a un costado.-

 

Sin percatarse, había provocado una sonrisa en Ezio, llevando una de sus manos a tomar con delicadeza la barbilla del rubio, quién se vio desarmado con ese movimiento, perdiendo su mirada con la de él.

 

-Yo sé que mientes. –Sonreía divertido ante el gesto de sorpresa de su amigo.- Vamos, ya dime…

 

Pocos segundos bastaron para que Leonardo admirara en cámara lenta los gestos de su rostro, quién estaba tan tentadoramente cerca y accesible para plantarle un beso en sus deleitables labios.

 

Parpadeo un par de veces antes de reaccionar, y así pensar en una respuesta convincente para su amigo.

 

-Ah… bueno… Yo sólo… preguntaba para… ir a dar una vuelta y platicar de algunos temas, como de las travesías que haz hecho… -Contesto sonriente y algo titubeante.-

-Leonardo… -Bufó divertido, regresando su mirada a la mesa.- Cuándo quieras podemos ir a pasear por la ciudad y hablar de lo que se te ocurra… -Lo palmeo con suficiente fuerza para que Leonardo fingiera una sonrisa.-

-De-de acuerdo… -En parte se sentía aliviado, saldría con él más no era formal, era sólo… como amigos. Pero con eso le bastaba. Regreso su mirada de nuevo a la hoja y pensó que era hora de dejar de fingir, continúo descifrándola y justo antes de decir que había terminado escucho un extraño ruido proveniente de su costado.- ¿Te pasa algo, Ezio? –Lo miro intrigante.-

-No, nada… Sólo tengo hambre… -Dijo manteniendo su mano en su estomago.-

-¿Por qué no lo dijiste antes? –Se levanto en cuánto lo dijo.- Vamos a buscar algo de comer…

-¡No! –Contesto volteándose con incomodidad.- No quiero causar más molestias… -Negaba con las manos.-

-No, Ezio. No eres ninguna molestia. Además… yo tampoco he desayunado. –Al decir lo último, atrajo la mirada de su amigo.- Vamos, así matamos dos pájaros de un tiro… -Tomo de la muñeca a Ezio, quién le sonrío  y asentó.-

-Está bien… Vamos…

 

.-.-.-.-.-.-.-.-.

 

-Y dime Ezio, ¿Cuál es tu nuevo objetivo? –Pregunto, sentados comiendo en un costado de un humilde puesto de comida.-

-Hum… Por ahora saber la forma de cómo entrar al palacio del Dogo. –Dijo partiendo un pan para continuar comiendo.-

-Es muy peligroso Ezio, el palacio del dogo es casi impenetrable. Y él rara vez sale.

-Ya había escuchado eso, pero aun así… nada es impenetrable para mí… Y tú lo sabes mi querido amigo… -Le señalo con un pedazo de pan en mano.-

-Sí lo sé, pero las únicas formas de que puedas entrar es ser uno de los guardias del palacio.

-Podría ver la forma de asesinar alguno y colocarme su armadura…

-¿Y si te descubren mientras te estas cambiando?

-¿No confías en mí Leonardo? –Se detuvo un momento para mirarlo, haciendo que el rubio desviara su mirada.-

-No es eso Ezio. Es sólo que me preocupo por ti y… por tu vida. –El asesino bufó divertido, volviendo a centrarse en su plato.-

-No te preocupes, estaré bien. He pasado por situaciones peores y he sobrevivido. Esto no será nada… -Lo miro sonriente, haciendo que el rostro del inventor se iluminara y volviera a sonreír.-

 

Ezio siempre tenía seguridad en sí mismo, tanta que hacía que todo pareciera juego de niños.

El desayuno para ambos termino y regresaron a paso lento al taller de Leonardo, en eso, un chico choca contra Ezio haciéndolo trastabillar.

 

-Hey, más cuidado… -Contesto molesto, antes de percatarse que su bolsa de monedas había desaparecido y de una voz femenina acercándose.-

-¡¡Ladrón!! ¡Deténganlo! ¡He han robado!

 

Ezio miró a la mujer que gritaba desesperada, y de nuevo al sujeto que corría lo más rápido que podía. Sin pensarlo dos veces se en carrero detrás de él, chocando con la gente con tanta fuerza que la hacía caer al suelo, poco le faltaba para alcanzarlo pero la gente le hacía realentar significativamente el paso.

 

Pensó por un momento en lanzarle un cuchillo arrojadizo, pero luego alcanzó a ver un grupo de guardias que giraban por la esquina siguiente y sí hacía eso provocaría otra persecución que no vendría al caso.

 

Continuo su carrera tras el hombre, hasta estar cerca de algunas cajas de maderas la cuales uso de apoyo para subir e impulsarse de ellas y caerle sobre el ladrón, tumbándolo en el suelo haciendo que se quejara adolorido por el golpe.

 

-Lo siento… -Se quejo el hombre bajo el peso del asesino.-

-¿Por qué haz robado? –Pregunto molesto, levantándose de él.-

-No tengo qué comer, y mi esposa y mi hija se mueren de hambre… -Contesto viendo con tristeza a Ezio.-

-Para eso puedes trabajar, no tienes por qué andar robando a la gente. –Le extendió una mano para levantarlo.- Dame el dinero de la señora a la que le robaste y el mío…

-Sí… -Contesto triste, regresando ambas bolsas de dinero. Mortificado, dudaba en qué hacer para cuándo regresará a casa, en eso la mano de Ezio le detuvo antes de que se fuera.-

-Espera… Ten esto…  -Le entrego algunas monedas de oro en sus manos, señalándole después.- Trabaja la próxima vez… ¿Entendido?

-Gracias. Sí, sí… Claro… Gracias… -Dijo feliz, viendo la monedas en sus manos.-

 

Ezio se dio media vuelta regresando a paso lento hasta dónde estaba la señora, devolviéndole su dinero el cual la mujer estuvo agradecida.

 

Más tarde alcanzó de nuevo a Leonardo hasta una banca, dónde la cual había alcanzado a ver el acto heroico de su querido amigo. Sonrío ampliamente al verlo regresar cansado, sentándose a su lado.

 

-Fue algo muy bueno de tu parte entregarle algo de dinero a ese hombre.

-Yo sé lo que es sufrir de hambre, y también he robado para poder comer. No me quitaba nada darle parte de mis ganancias, que… a final de cuentas, recibo por acabar con la vida de quiénes dañan el orden de la ciudad.

 

Leonardo le sonrío de medio lado ante su comentario, admirando el perfil de Ezio que sobre salía de debajo de la capucha que tenía puesta.

Respiro hondo sin dejar de sonreír, saliendo de sus pensamientos en cuanto vio los labios de su contrario devolverle la sonrisa, subió su mirada hasta los ojos de quién le miraba intrigado por su mueca, haciendo que su sonrisa se borrara y desviara su mirada al suelo.

Ezio no agrego más y sólo mantuvo una media sonrisa en sus labios volviendo su vista al suelo.

 

.-.-.-.-.-.-.-.

 

-Listo Ezio, aquí tienes tu página… -Dijo entregándole el rollo de hoja en manos de Ezio.-

-Gracias Leonardo, haz hecho mucho por mí…

-No es nada… -Fingió una sonrisa. La cual noto el castaño.-

-¿Estás bien?

-Sí… -Le miró confundido.- ¿Por qué?

-Hum… -Negó.- Creí haberte visto fingir una sonrisa…

-No tengo por qué hacerlo, ¿o sí? –Le miro escudriñándolo con la mirada.-

-No… creo que no. –Contesto no muy seguro, sintiendo un leve escalofrío al pensarlo.- Ahora, tengo que irme…

-Cuídate mucho Ezio… -Lo acompaño a la puerta.- Espero verte pronto…

-Así será… -Contesto estando fuera del taller, girándose a verlo mientras se amarraba la capa.- Recuerda que tenemos pendiente una cita… -Le sonrío antes de tapar su rostro con su capucha.-

 

Leonardo no pudo contestarle nada más antes de que se fuera, había quedado en shock por unos segundos ante sus últimas palabras.

 

“Una cita” retumbaba en su mente esas palabras, se escuchaba tan bien en labios de su amado.

 

¿Amado?

 

Regreso a la realidad en cuanto se pregunto eso, viendo la silueta de Ezio perderse entre la multitud en medio del atardecer que iba cayendo, cerro la puerta de su taller causando una mala sintonización, intermitente pero luego intensa, impidiendo la visibilidad.

 

 

*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*

 

Roma.-1505-.

 

La visibilidad era nula, en completa blancura. Sólo a la lejanía podía escucharse una serie de pisadas correr, luego de jadeos agotados un hombre y una mujer.

 

Poco a poco los sonidos se iban aclarando logrando escucharse las demás pisadas de una serie de guardias tras ellos, el trotar de algunos caballos y el cargar de armas tras ellos sin posibilidad de descansó.

 

A ese punto ya podía verse con claridad los techos de las casas y edificios, así como el ejército tras dos únicas personas que corrían por salvar sus vidas. Una de ellas portaba el atuendo de aprendiz de asesino para una mujer, mientras que el otro el clásico blanco con rojo con una armadura de plata.

 

-¡Corre! ¡Tenemos que llegar al punto! –Dijo el hombre entre cortado a falta de aire.-

 

Desde lo alto algunos asesinos con ballestas y bombas de humo se preparaban para el ataque que detendría a los que perseguían al líder de su gremio.

 

Faltaba poco para que llegaran al punto en dónde estarían a salvo y así los aprendices atacaran libremente sin posibilidad de falló, cuando sólo se escucho el aire cortado atravesar la capa de cuero del líder, haciéndolo caer de rodillas a la tierra, deteniendo el paso de su compañera para regresarse a recatarlo.

 

-¡¡Padre!! –Gritó la joven, dispuesta a volver para ayudarlo.-

-¡No! –Gritó llevando una de sus manos a su hombro y apoyando su peso en su pierna para levantarse.- ¡¡No te detengas, sigue corriendo!! –Ordeno mientras trataba de recuperarse, respirando con dificultad. La joven dudo en acatar lo que le ordenaban, viendo a espaldas de él el tumulto de fieros guardias acercarse.-

-¡Pero padre!

-¡¡Que corras te digo!! –Contesto molesto mientras lograba ponerse de pie.- ¡Corre y no voltees! –Dijo al fin de pie, arrancándose la daga que le habían aventado.-

 

La joven no muy segura retomo su carrera hasta lo que se alcanzaba a ver como una carrosa esperando dentro de ella un adulto rubio, que extendió su mano para que la chica subiera.

Una vez que ella había entrado, el rubio golpeo la madera de la carreta y gritó:

 

-¡Avanza! –Ordeno.-

-¡¿Pero y padre?! –Gritó alterada.-

-Estará bien…

-¡Pero está herido!

-Descuida, ahora nos alcanza… -Dijo seguro viendo al asesino continuar corriendo tras la carreta mientras pasaban por un portal con antorchas encendidas a lo alto de columnas de piedra.

 

Habían llegado al punto seguro para ellos, y el cementerio para quienes los perseguían…

 

De nuevo, una mala sintonización cortaba las escenas. Las regresaba y adelantaba, quedando por momentos en blanco y otras más realentando los movimientos de todos los sujetos.

 

De pronto, todo quedo en una completa blancura. Silencio total y sin ninguna vista.

 

 

*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*:-:*

 

-Eh… ¿Rebeca…? ¿Qué ha pasado?

-Un error al tratar de acceder a la memoria… Descuida, ahorita lo arreglo…

-Vale… Espero…

-Yo, ya no entiendo nada…
-¿A qué te refieres Shaun?

-¿Ezio tuvo una hija? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Con quién?

-Creo que tengo tu respuesta a eso Shaun…

-A ver… dímela Rebeca…

-Al parecer nos brincamos un punto importante en la memoria en Venecia. Después de que Ezio se había enfrentado con Rodrigo, hay… algo que marco la diferencia entre la memoria pasada y la de ahora…

-Déjame ver si entiendo, ¿tendremos que regresar a Venecia para luego poder acceder al “futuro” de Ezio?

-Técnicamente… Deja ver si puede ser después de la confrontación…

-Mejor no hay que perder tiempo, regresa hasta el punto anterior y desde ahí partimos hasta llegar a la actual…

-Estoy de acuerdo con Lucy…

Bien, regresaré a la memoria anterior. ¿Listo Desmond?

-Sí…

-Aquí vamos…

Notas finales:

Espero les haya gustado, subiré en cuanto vea algunos coments.

Besos! Gracias por leer :D

 

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