—¿Qué te parece, hermano? ¿Cómo me veo?
—¡Por el amor de Odín! —exclamó Loki—. ¡¿De verdad piensas usar eso?! —preguntó después, sin poder dar crédito a lo que veían sus ojos.
—¡Por supuesto que sí! —rugió Thor, que al parecer, gracias a Tony Stark, ya llevaba unas cuantas cervezas encima—. ¡Será divertido! Y no tienes por qué estar celoso —añadió mientras buscaba algo en el armario—, también le encargué al Hijo de Stark uno para ti. Aquí está, ¡PÓNTELO! —vociferó el rubio con sus azules ojos brillando de expectación.
—¡¿Q—Qué?! —contestó Loki horrorizado, completamente ruborizado, observando lo que su hermano pretendía entregarle—. ¡Yo no pienso usar eso!
—Hermano, si vas a venir con nosotros tienes que usarlo. ¡No tendría caso que asistieras vistiendo tu armadura! Anda, apresúrate, los chicos nos esperan.
—Si tengo que usar eso, prefiero no ir, gracias. Creo que mejor me quedaré aquí
—¡Vamos, Loki, sabes que no puedo dejarte aquí solo. Estás bajo mi cuidado. Debo estar a tu lado siempre, ¿recuerdas? ¡Ese fue el trato!
—¡Me niego a usar eso! Déjame decirte además que deberías mirarte bien en el espejo. ¡Esa cosa es peor que tu armadura! !Te ves gordo y ridículo en ella, al igual que tus patéticos amigos!
Al escuchar sus crueles palabras, Thor decidió no aguantarlo más.
—¡Suficiente de palabrería! —bramó—. Y no es cierto, no me veo gordo! —tronó, dandose la vuelta para observar una vez más su tonificado trasero en el enorme espejo de pie. Después se volvió lentamente, y, con lo que minutos antes estaba entregandole a Loki en sus enormes manos y una pícara e inusual sonrisa dibujándose en sus labios, empezó a dirigirse peligrosamente hacia donde el pelinegro se encontraba—. Y si digo que te lo pongas... ¡Te lo pones! —sentenció, y sin darle tiempo de reaccionar tomó a Loki por la muñeca, empezó a sacarle una a una las prendas que componían su complicada vestimenta y finalmente, tras pataleos, mordiscos y jalones de cabello, consiguió meterlo en el disfraz que Tony, para la fiesta de noche de brujas que se realizaría en S.H.I.E.L.D., gentilmente se había «ofrecido» a buscar en su lugar.
Coulson casi tuvo que arrodillarse para convencer a Fury de que esta vez la fiesta anual de disfraces de S.H.I.E.L.D. fuera realizada en el Helicarrier, donde las indiscretas miradas y los paparazzi no pudieran alcanzarlos. Debido a su latente obsesión con superhéroes y trusas, los héroes de historietas y otros personajes de sus fantásticos mundos habían sido elegidos como tema central de la fiesta. Era por ello que Steve, dejando de lado su azul atuendo de rayas y estrellas, ahora personificaba a un héroe midgardiano imaginario que se hacía llamar el hombre de acero; luciendo un tanto avergonzado por la trusa roja que tenía que usar sobre el enterizo color azul, sin explicarse todavía cómo alguien —aunque fuera un personaje ficticio— podía usar aquello. Tony, vestido de negro de pies a cabeza, con una capa negra larga que asemejaba las alas de un murciélago, parecía realmente emocionado en su traje; mientras Pepper, vistiendo un enterizo negro de cuero que se cernía de manera perfecta en todos lugares de su cuerpo y Rhodey, en un horrible traje color rojo y verde, hacían las veces de sus super compañeros. Bruce, semidesnudo y tal vez burlándose de sí mismo, había decidido pintar todo su cuerpo de azul y vestir unos simples pantalones desgarrados que solo cubrían sus partes privadas. Natasha por su parte parecía una dominatriz: únicamente vestía una chaqueta color negra con un bodi del mismo color que dejaba ver sus largas y torneadas piernas, cubiertas por unas negras medias de red y como siempre sus altas botas de cuero. Y Clint, lucía como un extraño personaje salido de algún relato en lugar de un superhéroe: estaba vestido todo de verde, cubriendo su rostro con un pequeño antifaz que, al igual que al héroe de la historieta, de poco le servia para esconder su identidad; un pequeño y ridículo sombrero además descansaba en su cabeza, con su arco y flechas en su espalda que esta vez parecían ser parte del disfraz.
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Mientras se dirigían a la fiesta a bordo del Quinjet, todos parecían bastante animados. Incluso Thor con aquellas alas falsas enganchadas a su espalda, sus apretados leggins verdes y su falsa maza de plástico se estaba divirtiendo. Pero toda su diversión se esfumaba cuando observaba a su hermano.
Ahí estaba, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Observando a través del cristal el cielo nocturno de la ciudad, dedicándole de vez en cuando una mirada llena de reproche. Thor aún no podía comprender por qué Loki estaba tan incómodo y enojado. De hecho, el rubio creía que su disfraz era mil veces mejor que el de todos, y no solo eso, no sabía si era por el licor, pero de verdad su hermano en ese ceñido y corto traje se veía bastante bien.
—¡Porque la cara larga, cuernos de cabra? ¿No te gustó tu disfraz? —Stark como siempre fue quien abrió la boca—. Seguí al pie de la letra las sugerencias de tu hermano —dijo, conteniendo la risa que amenazaba con estallar en una sonora carcajada—. ¡Creo que esas pantimedias se te ven genial! Deberías estar orgulloso, ¡tienes mejores piernas que Natasha! Además, creía que te gustaba la magia... ¡A mí personalmente me encanta! ¡¿Por qué no nos haces un truco con tu sombrerito?! ¡Vamos sabelotodo, muéstranos tu conejito!
Clint y Natasha trataron de contener sus risas pero fue en vano. Bruce se cubrió la boca para mitigar el sonido de su carcajada. Steve lucía un tanto incómodo, mientras que Thor no podía terminar de comprender el comentario.
Loki por su parte ni siquiera se molestó en responder. Bajando un poco más el sombrero de copa alta y recostándose en el asiento, decidió no prestar a tención a sus estúpidas burlas y prepararse para la larga noche que se le avecinaba.
Oh bueno… a lo mejor con su tonto sombrero y su falsa varita se las ingeniaba para realizar un truco realmente sorprendente y con aquellos ridículos disfraces que tan orgullosamente vestían, Thor y los otros payasos que se hacían llamar super héroes terminaban apareciendo en la primera plana y titulares de todos los diarios, revistas y noticieros de Nueva York a la mañana siguiente...
Esa era una magnífica idea... Y la culpa esta vez sería exclusivamente de su bruto hermano por obligarle a ir vistiendo de esa manera, del odioso de Tony Stark por la broma del disfraz, y de sus patéticos amigos por burlarse y permitirle a Thor llevarle así hasta allí.
Sí, esa sería una buena venganza... Después de todo, aún era el dios de la travesura...