En ocasiones la sola idea de entrar en su habitación le provocaba ansiedad, tal vez ya se había acostumbrado a su presencia, después de todo podía afirmar que se conocían desde una temprana edad, pero aquel tiempo solo fue momentáneo, a veces no reconocía a la persona que se hallaba ante él, había cambiado demasiado, tanto en físico, como en personalidad, pero aun así su esencia parecía seguir siendo la misma. Si hacía memoria, podía llegar a recordar incluso el día exacto que se conocieron. Por primera vez sintió lo que de verdad se podía llegar a considerar un amigo pues debido a su posición nunca antes había contado con aquel tipo de afecto, el cual solo le brindaba el mayordomo de su hogar, el mismo que le enseñó a tocar el piano, tal vez la primera persona que le había enseñado el significado de la música y el sentimiento de esta.
Sus pasos eran cada vez mas lentos, como si por alguna razón desconocida la idea de entrar en aquel dormitorio le aterrase. ¿Cuándo comenzó a pasar eso? Se cuestionó en varias ocasiones Hijirikawa Masato a lo largo de los días. No era la primera vez que lo hacía, otras habían sido las ocasiones en las que en su mente trataba de descifrar la razón de aquel descontrol. Pero aun asi no obtenía respuesta, o puede que no quisiera tenerla. La simple idea de confirmar varias de sus sospechas le hacía sentirse incluso mas solitario que de costumbre.
No era momento de flaquear, siempre había sido fuerte y decidido. Entró en aquella habitación, pero para sin embargo su compañero no se encontraba como de costumbre recostado sobre su cama jugando a los dardos. Siempre era uno de los últimos en abandonar la biblioteca y normalmente Ren ya se encontraba en el dormitorio cada vez que regresaba, pero hoy era diferente. Extraño, sospechoso… ¿Por qué sin embargo le molestaba no verle allí esperándole como de costumbre?
Decidió ir a su mitad de la habitación para asi acomodar sus cosas y tras eso retomar sus actividades. Ya que había terminado su estudio diario practicaría caligrafía, eso siempre le relajaba, hasta incluso le hacía perder la noción del tiempo. No pasó mucho tiempo, quizás poco mas de una hora cuando pudo oir como la puerta se abría a sus espaldas, dando paso esta a un despreocupado y además bien acompañado Ren, quien como de costumbre era seguido por su multitud de fans enamoradas.
-Me han hecho pasar una tarde realmente agradable, pero me retiro a descansar. Hasta pronto, Ladies –fue automático, un gesto inconsciente, pero al ver como el rubio despedía a aquella multitud de chicas con un guiño acompañado de la sonrisa mas falsa que en él había visto su mano se puso tensa, tanto que la tinta comenzó a brotar desde el pincel hasta manchar por completo la hoja de papel que ante el se mostraba con abundantes borbotones.
-Ah… que cansado estoy, Hijirikawa ¿Sigues estudiando? …. ¿Hijirikawa? –volvió a nombrar al peliazul sin ningún resultado, parecía incluso mas rígido de lo normal, o al menos eso pensó para si Jinguji- Tsk.. pues no hables si estas de mal humor.
Ren sin embargo, aunque Masato no lo imaginase también tenía muy en mente lo complicado que era regresar de nuevo a esas 4 paredes donde la soledad, y a veces el silencio entre ambos les envolvía. En ocasiones le costaba entender como alguien como el peliazul podía haber cambiado tanto, era mucho mas frío, distante y reservado que antes. No supo muy bien porque pero el hecho de recordar aquella faceta tierna y dulce que su compañero de habitación transmitía años atrás fue capaz de hacerle esbozar una ligera sonrisa. Se podía decir que para él, Masato era distinto, los años habían endurecido su carácter, pero también habían hecho mella en su belleza… ¿belleza?...Si, desde el primer segundo en el que sus miradas se cruzaron cuando apenas tenían unos 7 años sus ojos solo pudieron verle a él, tan tímido y asustado entre aquella multitud su único deseo fue el de acercarse y envolverle entre sus brazos, protegerlo, cuidarlo, pero nunca fue posible.
Se tumbó en su cama, mientras tomaba los dardos que sobre la cómoda se hallaban para asi lanzar estos en un ángulo completamente certero, justo en el centro, sin pensar siquiera de donde provenía la actual molestia de Masato.
“¿Cómo puede ser tan indiferente?” Se cuestionó asi mismo Hijirikawa mientras observaba de reojo y con disimulo la aparentemente tranquila figura de Ren mientas tanto este jugaba lanzando sus dardos certeros.
A pesar de ser consciente de que no tenia motivos para sentirse irritado no podía evitarlo, aquella sensación nuevamente en su pecho se volvía insoportable cuando el espacio entre ambos era tan reducido, solo con la presencia de Ren era asi… desde hacia años asi había sido.
-Hijirikawa, ¿pasa algo? –la voz de Ren esta vez le hizo reaccionar, aunque no con el tono que le habría gustado, ya casi no recordaba como se oía su nombre en aquella voz, solo se trataban por su apellido, pero en eso el mismo también era responsable. Se habían distanciado ambos, nada quedaba de aquella amistad que en un principio de sus vidas les uniese, era momento de aceptarlo.
-No…no pasa nada –Mentir, de la forma mas tranquila y pausada era lo único que le quedaba, no podía permitirse verse débil ante Jinguji.
Aquella respuesta aun asi no resultó en absoluto convincente para el rubio, tal vez su amigo de la infancia no era el mismo, tal vez ya no se conocían tanto como antes, pero su mirada parecía completamente ensombrecida, y eso le preocupaba, muy a su pesar. Sabía que no podia hacer nada, después de todo ya no poseían tanta confianza, de hecho dudaba siquiera que si volvía a preguntar el otro le respondiese, no sería la primera vez que nuevamente el silencio les rodearía.
No dijo nada mas, tan solo se levantó de la cama y se encaminó en dirección al baño dispuesto a darse una ducha, seguramente el agua le relajaría, lo necesitaba.
El otro por su parte al ver la puerta cerrarse tras Jinguji se levantó, sintiendo asi como sus piernas ligeramente temblaban por la estricta y recta postura que anteriormente debió tomar y sin ninguna otra preocupación se dirigió al escritorio para asi dedicarse a ordenar los apuntes que necesitaría al día siguiente en las clases y que esa misma tarde se había encargado de elaborar en la tranquilidad de la biblioteca, actividad que demoró unos minutos, los mismos que su compañero necesitó para una vez terminar con aquella apacible y tranquila ducha salir del baño, tan solo vistiendo un pantalón holgado y una toalla sobre sus hombros secando su rubio y largo cabello.
Era como una hermosa visión…
Irreal
Perfecto
Demasiado brillante para sus expectativas. Y solo por un segundo, envidió a todas aquellas corderas que con facilidad caían en las garras de semejante lobo.
Aquella mirada no pasó desapercibida para Ren, llegó a parecerle que Masato se sentía sorprendido, algo fuera de lo común, desde el primer que habían iniciado el curso se había dedicado a pasear con esas fachas por la habitación, pero de alguna manera, el saber que el peliazul había posado sus ojos en el le hizo avivar una pequeña llama de esperanza.
El saberse descubierto no causó el mismo efecto en el chico de apariencia tradicional, de forma contraria le hizo parecer nervioso, aunque ni el mismo quisiera dejarlo ver. Decidió apartarse, darse media vuelta y mirar directamente en el interior de su armario, lo mejor sería cambiarse y dormir, mañana sería otro día mas.
Aunque lo que menos esperó fue la reacción de Ren, quien en un impulso avanzó hasta cruzar la mitad de la habitación, la cual pertenecía al peliazul para asi, al encontrarse tras el rodear con sus brazos su estrecha cintura, apoyando su frente en el hombro de este.
-Hijirikawa… ¿Qué nos pasó? –murmuró el de rubios cabellos , en un tono de voz abatido, con pesadumbre, aunque especialmente con ternura y posesividad, misma que se transfirieron a sus manos las cuales estrecharon el cuerpo algo mas pequeño que el suyo hacia si mismo-
El otro por su parte permaneció estático, no podía creer lo que estaba ocurriendo… Ren le estaba abrazando.
-Masato… ¿piensas seguir sin dirigirme la palabra?
Masato… le había llamado nuevamente por su nombre, algo que no pensaba que volviese a pasar.
-Jinguji, suéltame –dijo tratando de zafarse de aquel agarre aunque su corazón asi no lo quisiese pero su razón se lo demandase. No podía permitir esa cercanía, no sabia ni lo que el mismo sería capaz de hacer si aquello continuaba-
Una sonrisa amarga se esbozó sin embargo en el rostro del mas alto, a pesar de haber intentado acercarse de nuevo, el otro le apartaba, no podía mas, si no lo hacia ahora estaba seguro que iba a estallar. Con fuerza tomó el brazo del peliazul, provocando que este se girase bruscamente hacia él, para asi una vez tenerle frente a él, sin pensar demasiado en sus actos inclinar su rostro hacia el del otro, besando aquellos temblorosos labios. El primer beso de Masato, para Ren la primera vez que besaba a alguien que realmente le importase sin necesidad de ser un Don Juan, solo siendo aquel niño que años atrás en busca de diversión se acercó al mas solitario del lugar dispuesto a ofrecerle su amistad y protección.
Un beso robado, pero lleno de pasión, lento pero seductor. Para Masato aquello era Ren en estado puro.
Las manos del peliazul se posicionaron sobre el pecho de Jinguji en un intento por separarle de su cuerpo, y a pesar de que su fuerza no fuese mayor que la del mas alto puso su empeño en distanciarse, no debía pasar, seguramente solo se estaba burlando, estaría jugando con él tal y como lo hacia con todas aquellas chicas que con desesperación soñaban con tener al rubio entre sus brazos. Ante aquel intento de defensa Ren intento presionar el cuerpo de Masato contra el suyo, pero le resultaba realmente complicado retenerle, el peliazul no era un chico tan débil como su delicada apariencia lo parecía. No quería dejarle ir, pero una fuerza mayor que la del empujón que Masato en un principio le proporcionaba le hizo ladear el rostro. Una cacheta en su mejilla.
-¡No soy ninguna de tus chicas! ¿Qué pretendes Jinguji? Déjate de bromas estúpidas.. –murmuró con firmeza y al mismo tiempo seriedad Hijirikawa, debía mantenerse así, a pesar de que aquel beso le había tomado por sorpresa no podía flaquear, algo muy contradictorio, pues aunque sus ojos trataban de expresar frialdad sus mejillas ardían y su respiración aun se mantenía alterada.
-No estoy bromeando contigo –dijo aun con una de sus manos acariciando su propia mejilla golpeada, le había golpeado con fuerza, incluso mas que la última vez en la que casi estuvo a punto de ser expulsado de la academia – No iba a tratarte como a ninguna de ellas, Masato…
-No quiero que te acerques…-en un ágil movimiento el peliazul se deshizo del agarre del rubio sin siquiera voltearse a mirarlo a medida que avanzaba en dirección a la puerta, no quería mirarle, si lo hacia sabia que volvería a rendirse ante él, ¿Enamorado? Desde que tenia memoria, desde que solo eran unos críos que jugaban sin ningún tipo de preocupación, tal vez era el hecho de tener que reconocerlo lo que mas le molestase, no entendía como alguien así podía ser capaz de provocar tales emociones en su ser, pero tras aquel beso pudo comprobar que como sospechaba Jinguji era la persona por la que sus quebraderos de cabeza no cesaban.
No hubo mas palabras, Hijirikawa salió del dormitorio que compartían seguramente para alejarse de él. Si antes las cosas estaban tensas Ren no quería ni imaginar que pasaría a partir de ahora, estaba enfadado, pero al mismo tiempo sentía como su corazón se encogía y dolía. El rechazo de Masato era sin duda su mayor tristeza.