Me repetía una y otra vez que debía hacerlo, que aquella era la única oportunidad que tendría de estar a su lado… ¿Por qué todo lo que tuviese que ver con ese condenado rubito era tan difícil para mí? Como me gustaría saberlo…
Sabía que de nada servía culparlo a él, porque la situación en la que nos encontrábamos era culpa mía, solo mi culpa…única y exclusivamente por mi cobardía…
Aún recuerdo lo que había ocurrido, cuando ese maldito descarado había llegado a nuestras vidas…
Hace solo un par de meses Luffy se había convertido en el rey de los piratas, y por nuestra parte todos habíamos logrado cumplir nuestros sueños, incluido Sanji. El capitán nos había convencido de pasar un mes completo en una isla vacacional antes de separarnos definitivamente y, en cierto modo, poder decidir durante aquel tiempo que hacer con nuestras vidas de ahora en adelante.
Yo me encontraba feliz de saber que tendría un par de semanas más junto a ese fumador empedernido, aunque fuese solo como fuese como nakama. Hacia bastante tiempo estaba consciente de que me había enamorado de ese idiota, pero sabía que era un mujeriego y que apenas podía soportarme; así que había optado por la solución más fácil: huir de lo que sentía y mantener ocultos mis sentimientos de los demás.
O al menos, de casi todos. Robin había descubierto mi fachada hacía ya un tiempo, y me había apoyado a pesar de todo. Seguramente sin ella, no hubiese podido llevar esta situación con tanta facilidad como lo hago ahora.
Creía que el cocinero nunca podría amar a un hombre, pero eso había cambiado radicalmente hace dos semanas atrás. En el hotel que nos encontrábamos conocimos a un tal Chibuki, un chico de cabellera roja y ojos verdes que se había presentado como amigo de la infancia de Sanji.
O mejor dicho eso creimos hasta que esa misma noche, durante la cena, se le había declarado al rubio diciendo que su “amor fraternal” había pasado hace mucho a ser más que eso. Pero la verdadera sorpresa nos dio de lleno cuando el cocinero, sonrojado hasta niveles increíbles, había aceptado su propuesta y se había convertido en su novio.
Pero como no hacerlo, había dicho Nami días después, si aquel chico era perfecto: guapo, millonario, un chef profesional y trataba con amor y cariño a Sanji como nunca nadie lo había hecho…algo que yo nunca hice ni podría aspirar a ser…
Mi corazón se rompió en pedazos, los cuales fueron pisoteados cada vez que veía sus constantes demostraciones de cariño; a tal grado que más de una vez la morena había tenido que interceder por mí y evitar que me derrumbara por completo o que destrozara a ese maldito pelirrojo a puñetazo limpio.
La gota que había colmado el vaso había ocurrido justamente hoy, mientras Robin y yo nos dirigíamos a la piscina del hotel. Pudimos ver desde la distancia como Chibuki se arrodillaba frente a Sanji, pidiendo su mano en matrimonio…
Y he ahí el motivo del porque me encuentro frente a la habitación del rubio a estas horas de la noche, porque la arqueóloga me había convencido de venir, diciéndome que esta sería la última oportunidad, el último cartucho a quemar para poder estar con él o culparme por el resto que me quedase de vida…
…se nota que me conoce muy bien…
Toque algo inseguro la puerta, y segundos después el rubio la abrió, mirándome algo desconcertado y, porque no, también ligeramente asustado. Aun llevaba su traje puesto y a pesar de la contradicción que sentía por mi visita a aquellas horas de la noche, no dudo en hacer un leve ademan para que entrase a la habitación.
Entre, intentando pensar en las mejores palabras para confesarle lo que sentía. Después de todo, nunca había sido un hombre de muchas palabras, sino más bien de aquellos que actúan sin pensar en las posibles consecuencias…
-y bien, marimo ¿Qué fue lo que hice ahora, si se puede saber?-pregunto Sanji aun confundido, sentándose en un sofá e invitándome a imitarlo-
-solo necesito hablar contigo, es urgente-le respondí, intentando que el nerviosismo no se notase en el tono de mi voz- no es nada que hayas hecho, si eso es lo que piensas. Se trata de mi…me gustas Sanji, de verdad me gustas mucho…-sentí como las palabras se atoraban en mi garganta, mas seguí hablando, revelando todo aquello que por mucho había ocultado de él y de los demás- sé que no tengo derecho a confesártelo después de tantos años…después de haberte tratado tan mal y de que ahora tengas a alguien más pero… fui un cobarde…temía decirte lo que sentía, que me rechazaras…y perdí la oportunidad más importante que pude tener en mi vida por ello…aun así tengo que preguntarte, tengo que saberlo, por favor…¿Sanji…acaso tengo alguna esperanza contigo…? Sé que ese tal Chibuki es un tipo perfecto, que te puede ofrecer una vida llena de lujos y de dinero…un príncipe azul para cualquiera… en cambio yo no tengo nada de eso, soy un hombre sencillo que casi no tiene dinero…sé que no es mucho pero es lo único que tengo para ofrecerte, mi amor y mi corazón…serte fiel y protegerte pase lo que pase…solo soy un pobre espadachín que se muere por ti…-
Trague saliva con dificultad y cerré los ojos, esperando el más que seguro golpe que recibiría de su parte. Ya está, ya lo había dicho, ahora solo me quedaba esperar que me echara a patadas de su habitación por mi estupidez.
Abrí mis ojos, sorprendido al no sentir lo que había esperado: Sanji se encontraba abrazado a mi cuerpo, sentado sobre mis caderas mientras besaba mis labios con delicadeza. Correspondí aquel contacto sin salir de mi estupefacción, rodeando su delgado torso con mis brazos; haciendo aquel contacto aún más apasionado.
-¿Por qué…?-pregunte totalmente confundido, apoyando su frente contra la mía, dudoso de deshacer aquel cálido contacto-
-porque yo también te amo-respondió en un ligero susurro, sonriendo ampliamente-acepte la propuesta de Chibuki porque pensé que así podría olvidarme de ti, confiado de que el cariño que le tengo sería suficiente sin saber del error que estaba cometiendo…no te mentiré, hoy mismo me propuso matrimonio, pero le rechace… no sería justo para ninguno de los dos, solo nos utilizábamos mutuamente a pesar de que él estaba consciente de mis motivos y eso…eso sería demasiado egoísta...-desvió su mirada, mientras un tierno rubor teñía sus mejillas-y ¿sabes? acepto lo que me ofreces. No podría pedir nada más…-rio ligeramente, logrando sonrojarme esta vez a mí- me importa un carajo el dinero o los lujos siempre y cuando pueda estar contigo…porque puede que él sea un príncipe azul, pero yo soy la única persona en el mundo que tiene un príncipe verde…-
Ambos estallamos en carcajadas, sin poder evitar que un par de lágrimas escapasen de mis ojos por la alegría que sentía en esos momentos. Era correspondido por la persona que más amaba en el mundo, no podría pedir nada más.
Un par de semanas después nos casamos y, aunque nuestra vida no sea lujosa como la del resto de nuestros amigos, somos felices con lo que tenemos, con lo que somos. Que a pesar de vivir de forma modesta nuestra fama alcanza niveles increíbles, que me siento orgulloso de ser su “príncipe verde” como Sanji se ha acostumbrado a llamarme en los últimos años…que siempre y cuando mi rubio sea la “damisela” en apuros, no me importa ser su caballero de su cuento de hadas…
…porque después de ello siempre llega el “final feliz”, y espero que el nuestro no acabe nunca..
¿The End?