Haruka volvió a su departamento solo, era extraño caminar esas calles sin la compañía de Yuuki. Después de su encuentro en el bosque de campus no le había visto ni el cabello por dos días y ya se estaba cansando, necesitaba verlo y hablar con él, decirle que haría todo lo que estuviera a su alcance para cambiar y ser digno de despertar a su lado. En retrospectiva, Haruka había follado con tantas personas como libros había leído Yuuki y eso digamos… con un promedio de tres libros por semana nos daba un promedio de 12 al mes, por lo bajo y Dios sabía que él incluso había superado ese número.
Decidió ir al departamento de Yuuki para poder pedirle tiempo, camino en modo automático, había andado tantas veces ese camino que no necesitaba mirar por donde iba, llego al piso 4 doblo a la derecha y encontró la puerta con el número 0426, toco y espero la habitual mirada de pocos amigos que ponía Otome al recibir visitas, el cabello revuelto por ese tic de rascarse la cabeza cada vez que una historia lo atrapaba. Traía cosas para la cena, a ese despistado hasta se le olvidaba comer, por eso siempre estaba tan delgado. La puerta no se abrió, tocó nuevamente pero fue la misma respuesta, decidió forzar la puerta, tomo impulso y envistió la madera, entro como un huracán y se encontró con un panorama desolador, nada quedaba de las montañas de libros que estaba acostumbrado a esquivar, no había tazones de café por toda la casa, ni siquiera sonaba Bach. En realidad todo estaba vacío, le tomo varios segundos comprender, corrió a la habitación y abrió el armario, no había nada allí salvo las pastillas anti-polillas, se dejó caer en la cama.
-este maldito estúpido…- se sintió perdido, como si le hubieran arrancado el cerebro de cuajo. Por segunda vez sintió el peso de sus acciones, se sintió corrupto, lleno de maculas y defectos, su vista se nublo y comenzó a ahogarse, mierda, estaba llorando, se recostó en la almohada que Yuu solía abrazar por las noches, tenía la forma de sus brazos marcados, la impregnaba su olor, entonces vio el cajón de la mesa de noche entreabierta. Se incorporó rápidamente y tiro de la manilla, un sobre blanco tenía su nombre. Lo abrió de prisa y leyó
La puerta la pagas tú
En medio de la angustia soltó una carcajada amarga, ese listillo se las pagaría.
Haru… hay mucho que decir y ni con todos los libros que he leído encontré palabras para poder explicarte mi decisión, ni mis acciones de hace unos días. Además descubrí que soy un cobarde, no puedo darte la cara, si lo hago no me podré ir, tu siempre has sido mi debilidad, mi talón de Aquiles y la verdad estoy bien con eso, mientras seas tú, podría soportarlo… o eso me decía, lo cierto es que quiero ser para ti el único, no un número más y si me quedo posiblemente las cosas terminen mal, creo q ambos debemos crecer y pasar tiempo a solas para volver a encontrarnos con nuestra esencia, lo que nos motiva. Creo que si no digo esto ahora no podré hacerlo nunca… Te amo Haruka Tamaki, desde hace años, sentí tanto miedo al darme cuenta q no te miraba como a cualquier otro chico, cuando entramos en secundaria notaba cada cambio en ti, como tu rostro se volvía anguloso pero firme, como se ensancho tu cuello, cuando tu voz se tornó grave y cantarina como la de un poeta, te deseaba, no sabes cuánto, pero soy egoísta, si te tenia no podría hacerlo nadie más, pero también sabía que tú no estarías dispuesto a algo como eso, no solo por ser chicos (sé que también lo haces con hombres) así que me dedique a observar, esperar un cambio, pero es inútil si no haces algo por cambiar las cosas, mi papel de espectador termina aquí, me voy para vivir… me voy porque es lo único que puedo hacer para influir de forma radical en ti, si me amas… esto podrá cambiar las cosas, si estas dispuesto a poner tu corazón en algo, encontrar tu camino y algo por lo que luchar quizás podamos tener un futuro juntos, si no es así… bueno eso se verá después. Te esperaré en la lejanía.
PD: en el reverso del sobre hay un número, úsalo cuando estés listo, sólo en ese momento. Si lo usas y me estas engañando no habrá marcha atrás. Esperaré tu llamada aunque demore más de una vida.
Estrujo al papel con ambas manos, dejo caer la cabeza e intento calmar sus latidos, Yuuki Otome un gran hijo de perra que lo dejo en jaque y en el fondo de su corazón se lo agradecía.
En ese mismo momento un chico de cabello negro caminaba por las calles de Tokio en busca su nuevo departamento, recién llegado del extranjero y con una maleta llena de sueños veía feliz como el tiempo parecía volar en la cuidad. Llego donde la mujer que habían contactado de la agencia de viajes y bienes raíces quien le esperaba para entregarle las llaves de su nuevo hogar. Una vez dentro miró por el imponente ventanal las luces multicolores, tenía poco tiempo para ponerse al corriente, debía desempacar y preparar todo para la próxima jornada, ya había perdido casi una semana de clases y las reglas eran duras para los estudiantes de la facultad de ciencias, no habría trato especial por ser estudiante de intercambio le habían dicho. No quería ningún tipo de trato preferencial, ya estaba cansado de eso, lo único que deseaba era vivir la aventura de su vida. Tomo un café y reviso todo el departamento, era cálido y muy espacioso para ser sólo para él, ya se acostumbraría. Saco de la maleta sus libros de texto recién adquiridos, aún le costaba hablar con fluidez el japonés y más aún entender todo, le seria complejo estar al nivel de sus compañeros, pero sin dificultades la vida no tiene sabor.
-Muy bien Drocell, a ver cómo te las apañas con esto- se dijo a si mismo mientras se metía en la cama.