Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Anécdotas de las estrellas por Tsuki16

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

En respuesta al desafío <>

(?) Cito: xD

"Tengo que contarles algo :'3 Me tardé un poquito más escribiendo el desafío porque cambié de historia. XD Al principio tenía una historia que ya llevaba 7900 palabras, pero no estaba conforme, sentía que había sido una historia muy presionada y no me gustaba  Y Ayer fui a la feria que llegó a mi rancho (?) y había algo que no había habido antes. ¡Un sensual puesto de una sensual librería! Casi muero de emoción, mi mamá me veía raro y el Señor que atendía sólo reía, porque se veía que me entendía x'D

Entonces convencí a mi adorada madre de que me comprara "La hora del Ángel" de Anne Rice -su escritora favorita-. Y así comencé a recordar viejos tiempos, viejos y buenos tiempos, cuando mi vida no tenía el drama que tiene ahora, cuando mi único placer era leer, y cuando yo quería escribir porque quería transmitir sentimientos y no por otra cosa. Entonces, pensando en eso, se me ocurrió una historia totalmente diferente a la que ya tenía, y tuve que escribirla, y decidí que usaría esta que acabo de escribir en el transcurso de ayer en la noche hasta esta hora que la acabo de terminar.

Y son menos palabras que las que ya llevaba en la otra historia, y tal vez no cumpla exactamente con el propósito del desafío, pero es una historia que "entra" y que me hace feliz, y si es así, no podría usar mejor fanfic que ese. 

Y entonces lloré, y no sé porqué XDD Pero hace mucho que no hacía algo que me tuviera enserio feliz con el resultado XDDD Así que tienen que dar una buena crítica porque esa historia fue escrita entre lagrimas XD Ok no, pero quería expresarme y eso."

 

Tsuki~

Notas del capitulo:

Siglos sin publicar aquí (?) xD

Pero ya, con esto les prometo que actualizo mínimo uno de mis hijos :'D 

Y bueno, espero que les guste tanto como a mí, como dije, este es uno de mis hijos más queridos <3 <--es una mala madre por querer más a unos que a otros.

Y pues disfruten : 3

 

http://esp.rt.com/actualidad/public_images/75c/75cca67c2ee1777d314584ebe1f82a23_article.jpg

 

 

Tsuki~

Anécdotas de las estrellas
Por: Tsuki

 

 

I

Lluvia de estrellas

 

Siendo una estrella había infinidad de cosas que no se podían vislumbrar «desde arriba», así como había también muchas que sí se podían ver; pero sin duda, la que más se veía y disfrutaban como con ninguna otra cosa era el amor.

Ah, el amor. Cómo les encantaba escuchar de aquél bonito sentimiento que podía hacer lo «imposible». Y qué si «ellas» lo sabían; habían visto infinidad de guerras causadas por éste sentimiento, habían visto muertes, incidentes trágicos, pero así también habían visto bodas magnificas, uniones de reinos, tratados de paz.

«Ah, el amor».

Esa noche, como muchas otras, las estrellas se reunían en lo que los «seres de abajo» llamaban lluvia de estrellas.

Se encaminaban con sus blancas vestiduras hasta la sabía, andando por un suelo que no existía; amaban visitar a la más sabía y brillante estrella, que era también la más vieja de ellas. Les contaba historias hermosas de todo lo que había visto, cuentos increíbles salían de sus labios, esa noche todo era perfecto: todo, todo, todo.

O bueno, para la mayoría.

—Ya. No más. Ya no quiero seguir escuchando estas historias de amor —habló uno de los cuerpos celestes más jóvenes.

—¿De qué hablas, Reita? —intercedió su compañero Tora—.Si esto ha sido una costumbre por años. No puedes simplemente romper esta tradición.

—¡No! —negó—. No puedo seguir escuchando esto sabiendo que nunca me enamoraré, que nunca sentiré ese bello ardor dentro del pecho, que nunca le diré esa clase de «te amo» a alguien. —Y esto era lo que aquél joven castaño creía. La razón era que ahí donde se encontraban todas las estrellas eran hermanas: imposible salir con una de ellas.

—Mentira —volvió a hablar la estrella anciana. Era un hombre que aparentaba no pasar de los cuarenta, su cabello castaño era largo y ondulado, llegándole hasta la parte baja de la espalda—. Yo creo que todas aquí habrán escuchado hablar de la primera estrella fugaz, ¿me equivoco?

—¿Qué tiene ella que ver aquí?—refunfuñó.

—¡¿Cómo que qué tiene qué ver?! —Se levantó de aquél trono que solían prepararle para esas noches, fingiendo una dramática mueca de indignación, gesto por el cual todas rieron. —¿Qué no sabes que una estrella fugaz es inmortal?

—Claro que lo sé. Eso es realmente básico.

—Entonces es incomprensible que sigas pensando eso que piensas —negó y se volvió a sentar— ¿Has visto aquí alguna vez a esa estrella? ¡No! ¡Claro que no! No la has visto porque ella no está aquí.

El castaño arqueó una ceja.

—¿Cómo es eso posible?

—Ah… Pues si quieres saber, tendrás que escuchar otra de mis historias, jovenzuelo —sentenció, para después comenzar a narrar.

 

 

II

La primera estrella fugaz

 

—Su nombre era Ruki. Era una estrella hermosa, hermosa, óiganme bien. —Las señaló a todas, quería que se aprendieran bien la historia—. Sus cabellos eran de un rubio muy, muy, claro; sus ojos pintados de un increíble azul. Además de los labios carnosos y… —Esbozó una sonrisa—… y sus mejillas, amaba apachurrarlas entre mis dedos.

—¿Cómo? ¿La conociste?

—¡Claro que la conocí! —Se fingió indignada—. Si éramos muy buenos amigos. Pero no me distraigan… Eh, ¿en qué me quedé? ¡Ah!, ya recuerdo: Ruki no sólo tenía una belleza exquisita físicamente, también era todo un encanto por dentro. No conocí nunca una persona que tuviera desagrado hacia el pequeño —relató con una sonrisa en aquellos peculiares labios—. Ruki amaba el mundo, lo amaba como nunca he visto ni siquiera algún ser de abajo, que habitan en él, amarlo. Si había alguien que amara el mundo, ese era Ruki.

» Aquél pequeño, tenía el deseo de conocer no sólo esta área de la esfera azul, él no se conformaba con eso; quería recorrerlo todo. Pero el Señor de la Luna no estaba conforme y le exigía no volver siquiera a plantear eso. Ruki estaba triste, él en verdad estuvo muy triste, tanto que su luz no se veía, no de la misma manera en la que se debería de ver la luz de una estrella. Obviamente, pronto todas las estrellas se dieron cuenta de esto, y como Ruki era una estrella muy amada se entristecieron por su causa, de tal manera que comenzaron a perder también su luz.

 

—¿Es eso posible? —preguntó otra de las estrellas, pues nunca se había escuchado, en su época, algo parecido.

—Oh, claro que es posible —asintió— yo mismo lo vi y viví. Me partía el alma ver que alguien como Ruki, que repartía felicidad por donde pasaba, no fuera feliz. Sin quererlo todas poco a poco perdíamos luz. ¡La situación era terrible!

—¿Y qué hicieron? —preguntaron interesados.

—¿Qué hicimos? Nada. Nosotras no podíamos hacer nada, y si las cosas seguían así todas íbamos a morir. Ah, pero como dijo Ruki: «Por suerte los humanos sólo piensan en ellos mismos». Una de esas noches un gran e importante hombre, aquél que gobernaba sobre el Reino del Unicornio Azul, estaba dispuesto a ofrecer gran celebración en una oscuridad estrellada, por el nacimiento del futuro heredero, pero cuál fue su sorpresa al darse cuenta que las estrellas no estaban. O mejor dicho, que las estrellas no brillaban.

»Indignado, se fue a buscar al gran sabio del Reino, un hechicero al que solía pedirle consejos para gobernar. Le exigía que de alguna manera, volviera a hacer las estrellas brillar; éste, le decía que le era imposible, que el único ser que podía hacer tal cosa era el Señor de la Luna. El rey estaba más que enfadado, ¿cómo se le ocurría a esa «tonta Luna» no hacer nada? Así que le dijo al hechicero que arreglara las cosas, sino, el que la pagaría sería él.

—¡Eso no es justo! —negó Reita.

—¡Por supuesto que no lo es! —exclamó la estrella llamada Uruha, levantando sus manos en un ademán—. Aquél pobre hombre tuvo que viajar mucho para hacer el intento de hablar con nuestro Señor. Viajó kilómetros enteros para llegar al monte del alma, donde se rumoreaba entre los humanos, bajaba el Señor de la Luna a descansar. Ahí acampó por siete días, hasta que al fin, en medio de un gran resplandor, apareció nuestro Señor y le habló:

«He bajado sólo porque he visto que es tu propósito hablar conmigo. ¿Me equivoco?»

«¡Oh, Señor de la Luna!» Hizo una reverencia en señal de respeto. «Mi Rey me ha amenazado con matarme si no hago que las estrellas vuelvan a brillar. Debe usted comprender que cosa como esa está fuera de mis limites, y que el único con el poder de hacer eso es usted».

«Ah, el asunto de las estrellas. Créame, caballero, estoy pensando en cómo solucionarlo».

»El hechicero observó muy bien al hombre frente a él. En su mirada se podían observar constelaciones, sus ojos eran como pequeñas esferas con galaxias dentro de ellas; su cabello era largo, castaño y lo llevaba en una coleta. Vestía de un blanco que excedía al de las nubes, era un blanco que no parecía real, era un blanco que se veía acorde al cuerpo del mismo, pues su piel emitía una luz tal como la de la Luna.

«Pediré tu ayuda, joven hechicero. Sé que el Señor del Sol estaría dispuesto a brindarme su ayuda, pero, como sabes, yo no puedo ir hasta él y simplemente hablarle; necesito que él recorra la mitad de la distancia. Ve y dile, dile que me es urgente hablar con él».

»El hechicero emprendió nuevamente el camino, esta vez hasta la montaña del sacrificio, donde la luz del Sol daba más potente que en todos los lugares por existir. Ahí acampó por cinco días, hasta que el señor del Sol apareció.

«He visto que quieres hablar conmigo, por esto he bajado».

«¡Oh, Señor del Sol! He venido a buscarle porque al Señor de la Luna le es urgente hablar con usted, y para que eso sea posible necesita que usted recorra la mitad del camino».

»El Señor del Sol aceptó puesto que era un hombre al que ya conocía, pues como ustedes saben, el Sol y la Luna antes fueron estrellas como nosotras, estrellas que se conocieron y formaron un lindo lazo de amistad.

 

—¿Y cómo es el Señor del Sol?

—Es un gran hombre. Su cabello es largo, ondulado y de un rubio muy hermoso. Posee unos bonitos ojos avellana, y su blancura excede a la del Señor de la Luna, tanto, que si un humano lo mira directamente por más de 10 segundos, podría quedar ciego.

»En fin. Sucedió que pocos días después ambos Señores se reunieron, creando lo que los humanos llamarían un eclipse. No sé exactamente qué es lo que hablaron, pues nos fue prohibido que escucháramos. Nuestros Señores llegaron a un acuerdo, llamando a Ruki hasta su presencia, entre los dos lo convirtieron en una estrella fugaz, de esa manera él podría recorrer el mundo a voluntad, y no sólo eso, sino que también le otorgaron la vida eterna, para así asegurarse de que un suceso como ese no volviera a pasar jamás.

»Todas estábamos felices, todas volvimos a brillar. Ruki cumpliría su sueño y si era así nosotras brillaríamos hasta que nos dieran la oportunidad, pero el señor de la Luna no estaba aún muy seguro de dejar a Ruki vagando por ahí, así que le dieron este mismo don a las estrellas más cercanas al pequeño.

—¿Y por qué a ti no?

—Ay, eso es parte de otra historia, pero dejémoslo en que al Señor de la Luna no le parecía correcto que yo dejara el área. Así que sólo le di mis mejores deseos a él y al resto de las estrellas fugaces que lo acompañarían.

»En recompensa al joven hechicero, nuestro Señor le dijo que le asegurará al Rey que él mismo lo había solucionado todo y que además le tenía una sorpresa. El hechicero así lo hizo. Volvió a su reino justo el día en que nació el heredero al trono, y en esa misma noche se hizo la celebración; las estrellas fugaces hicieron su primera aparición en la fiesta del príncipe, dejando a los invitados impresionados.

 

 

III

El viaje

 

—Se tardaron algunos años en volver, años en los que mi Ruki me había hecho mucha falta, ya que él sabía todo lo que yo sentía. Pero cuando lo hicieron llegaron contándonos infinidad de historias. Habían recorrido numerosos reinos, visto y oído cosas magníficas. Así fue como se creó la tradición de noches como estas.

 

«¡No lo creo, Uru! ¡Hay una especie de humanos que son gigantes!». Levantaba las manos en ademanes tal vez algo exagerados, pero así era él. Yo reía.

«¿Cómo que gigantes?», le pregunté interesado en aquella ocasión.

«¡Enormes! Más grandes que siete estrellas arriba la una de la otra».

«Ay, enano, pero todo es más grande que tú». Le fastidiaba eso y es que era una de las estrellas más pequeñas. Aunque bueno, ya sabía yo que era sólo porque le tenía envidia, a mí me hubiera gustado ver todas esas cosas que él vio, pero nuestro Señor me había negado tal don.

»Las siguientes noches después de su llegada, todos nos reuníamos como ahora a escuchar sus magníficas historias. Hablaba sobre misteriosas criaturas que se escondían en los árboles, sobre mujeres que vivían en el océano, sobre las otras estrellas que habitaban en diversas áreas.

«… Y me han dicho que el Señor de la Luna nos quiere más, porque siempre se la pasa en esta área, pero Él ha llegado alegando que es porque somos más descuidadas» comentó una vez, mientras reía de manera hermosa, contagiándonos a todas.

»Me preguntaba si había algo que esa pequeña estrella no amara de la Tierra, me preocupaba mi suposición, ¿y si estaba sufriendo al no poder vivir en ese lugar?  Todas le miraban atentamente, entonces decidí preguntarle.

Cuando lo hice, él comenzó a reír.

«Uru, yo soy feliz siendo lo que soy. Además, los humanos son un tanto desagradables y sólo piensan en sí mismos. No me imagino viviendo ahí, de seguro intentarían capturarme, matarme o algo parecido». Desde luego que eso me hizo feliz. Y así pasaron más años.

 

 

IV

Hijas de la Luna

 

—¿Han escuchado ustedes hablar sobre el Señor del Trueno? —Asintieron.

—Parece que no le agradamos mucho —agregó una estrella llamada Omi.

—No le agradamos para nada y sólo por ser hijas del Señor de la Luna.

—¿Y qué hay con eso? No tiene nada de malo. Incluso es un gran privilegio.

—Lo es, lo es. Pero sucedió que por las mismas fechas, la Señora del relámpago había caído enamorada de nuestro Señor.

—Oh, eso debió enfadarle mucho al Señor del Trueno.

—Así fue. Estaba muy, muy enfadado. ¡Cómo se atrevía ese hombre a enamorar a su mujer!

—¡Pero si él no tenía la culpa!

—Hacedle entender eso al Señor del Trueno. Él no atiende a razones. —Negó un par de veces—. Decidió quitarle algo importante al Señor de la Luna, ya que según él, este había hecho lo mismo. Pero han de saber que nuestro Señor ni siquiera tenía conocimiento de que eso sucedía. ¿Y qué es importante para nuestro Señor?

—¡Nosotras!

—Exactamente. Digamos que por mala suerte, yo me encontraba justo en la mira del Señor ese. ¡Me perseguía a donde quiera que fuera!  Y justo una noche, por más que intenté escapar de él no se quiso dar por vencido. Lanzaba los rayos de su mujer acompañados de horribles sonidos, eran peores a los acostumbrados, eran como feos rugidos que comenzaban a darme algo de pánico. ¡Y uno casi me da! —Las estrellas hicieron una mueca de espanto—. Aunque no lo hizo, fui empujado por Ruki que ha de saber mi Señor de dónde salió. En cambio, aquél rayo de fuego había dado en esa pequeña estrella, y el impacto había sido tan fuerte, que salió despedida hasta llegar a la Tierra.

—¡Imposible!

—Posible, yo mismo lo vi.

 

V

La Tierra

 

—No sé si el Señor del Trueno se dio por vencido o qué sucedió, pero se fue de ahí, dejándome absolutamente solo.

»De inmediato enfoqué mi vista en el pequeño, estaba en medio de un bosque, con sus blancas vestiduras manchadas, e inconsciente. El gran impacto había hecho que un cráter se formara debajo de él. Tuve el deseo de ir, ¡pero no podía! ¡Eso era imposible! De hecho aún me cuesta comprender cómo es que Ruki pudo caer tan abajo.

Pensaba en qué hacer. Podía ir donde nuestro Señor, pero eso sería dejar a Ruki sin vigilancia, ¡no podía dejarlo sin vigilancia! No con todas las cosas que él mismo me había contado sobre los humanos. Entonces, pensando en los pros y los contras, tomé una decisión: cubriría con un manto de noche la luz de la estrella de ojos azules.

—¡¿Cómo?! —casi gritó Nao, otra estrella.

—¡Así como lo oyen! Si no lo cubría los humanos se darían cuenta de que era una estrella, y podrían hacerle daño.

—¡Pero así no lo iban a encontrar! Así no le verían desde arriba entre tantos humanos.

—Por eso mismo no le dejé de observar. Me senté en ese pedacito de nada y me dediqué a mirar lo que sucedería, por eso es que también sé la parte que sigue de la historia. Si tenía suerte, mi Señor me encontraría antes que el Señor del Trueno lo hiciera, o en el peor de los escenarios, antes que alguien le hiciera daño a Ruki.

»Un día entero y Ruki no se movía para nada, comenzaba a temer que hubiera muerto; luego, algo se escuchó entre los arbustos, me asusté, me asusté por él, y un poco más al ver que se trataba de un humano. El humano se acercó hasta el cráter, para después bajar con cuidado hasta donde estaba Ruki. Su gesto se mostraba sorprendido, debía de haberse preguntado qué hacía una persona en ese estado. De igual forma lo tomó con cuidado en brazos, y así comenzó a caminar. Mi expresión se relajó un poco al ver de cuál humano se trataba.

 

 

VI

El príncipe de las estrellas

 

—Aquél día de celebración en el que las estrellas fugaces habían aparecido por primera vez, lo había hecho también el pequeño heredero recién nacido. Le habíamos echado un vistazo de vez en cuando, ya que había sido algo hermoso para todas las estrellas, de hecho, hacíamos algo parecido cada que el joven cumplía años. Entre todos los reinos vecinos, y los no tan cercanos, que acudían a cada celebración le habían llamado el príncipe de las estrellas. Un gusto enorme para nosotros al saber esto.

»El príncipe era un buen chico. Su piel era blanca, blanca, blanca, y su cabello y ojos negros, negros, negros. El joven había sido llamado Aoi en honor a su reino, ya que todos creían que las estrellas le ayudarían a gobernar éste cuando llegara su tiempo. ¡Cuán amado fue Aoi entre los reinos!

»Tengo entendido que ese día Aoi se encontraba en el palacio real cuando de pronto vio como un rayo le pegó a una estrella, y esta salió despedida hasta caer en el bosque que rodeaba su hogar. Al ver que era una persona se impresionó demasiado, nunca creyó que la estrellas tuvieran forma humana, pero como ellas le habían ayudado toda su vida (porque sí, hacíamos cada cosa extraña para ayudar al príncipe), decidió ayudar a esta.

»La llevó hasta su habitación donde la recostó en su propia cama. Se dio cuenta de que estaba herida y llamó a uno de sus siervos para que le curara. Veló por el pequeño hasta que un día, después de cuatro días de inconsciencia, despertó. Se sentó en la cama y vio que el heredero dormía en una silla al lado de esta. En ese momento, me fijé bien en Ruki, quería ver que estaba bien y que nos quedaba para rato, y así estaba, su gesto demostraba absoluta confusión; de hecho tentó la cama un par de veces, pues como estrella estaba acostumbrado a caminar en la nada, a sentarse en la nada, y a dormir en la nada.

»Observó con detalle la habitación, después sonrió encantadoramente y se levantó de la cama, para comenzar a tocar todo lo que podía. Se emocionaba en sobremanera al darse cuenta que cada objeto tenía una textura diferente. Sonreía y no lo hacía cuando una le gustaba más que otra. Según él, sus pies descalzos se sentían de maravilla cuando tocaban la alfombra del suelo… Porque, claro que cuando volvió me contó todo lo que había vivido.

r13;Después de tocar todo lo «tocable» en esa habitación, volvió su vista al humano que dormía, se acercó a él y apachurró su mejilla. —Soltó una pequeña risa—. Cuando le pregunté el porqué, dijo que quería ver si se sentía igual a nosotros. —Las estrellas sonrieron fascinadas.

—¿Y así es?

Asintió.

—Pero son más fríos, sus cuerpos son más fríos que los nuestros. —Sonrió—. Al sentir el tacto el humano despertó algo sobresaltado, tanto que cayó de la silla. Ruki soltó una carcajada ante esto y el humano se quedó embelesado viendo al pequeño, más específicamente sus ojos. Como les decía, Ruki era dueño de los ojos más hermosos que he visto después de los de mi Señor; un azul más que irreal, un color azul que nunca vi en otro lugar más que ahí.

 

 

VII

Como nunca

 

—Ruki no paraba de agradecerle su ayuda al príncipe, y este no paraba de estar impresionado.

«Gracias a ti y el resto de las estrellas, que me han ayudado en toda mi vida».

»Ruki no sabía mucho acerca del niño nacido ese día, pero supo de quién se trataba al verlo a los ojos. Ojos negros como esos no se olvidan de manera fácil.

«Oh, ya te recuerdo. Eres el pequeño heredero de Unicornio azul».

 

«No soy pequeño; para tu información tengo veintiún años», dijo. Igual Ruki le alegó y alegó que era pequeño porque él le doblaba la edad. Luego Aoi comenzó a contratacar diciendo que él era enano y cosas así. La mayoría del tiempo que estuvieron juntos se la pasaban «peleándose» por cosas sin un gramo de sentido.

»Después de algunas semanas, en las que Ruki se había recuperado por completo, el humano preguntó que si era hora de irse, a lo que Ruki le respondió que no sabía cómo, así que se quedaría un poco más.

»Yo seguía observando todo desde arriba, esperando que mi Señor llegara, pero como siempre, él estaba sólo cuando le apetecía estar; además, un día en la Tierra viene siendo una hora por aquí arriba. Así que, muy apenas, había pasado día y medio desde que yo estaba ahí sentado.

»No pude evitar volver a sentir envidia. ¡Ruki se llevaba la buena experiencia otra vez! Y yo sólo estaba ahí, velando por que no le pasara nada malo, viendo cómo sonreía cuan nunca lo había visto sonreír. Observando cómo disfrutaba con cada nueva experiencia.

»Aoi le estaba mostrando el mundo como él nunca lo había visto. Si Ruki amaba ver el océano, Aoi lo llevaba en un barco. Si a Ruki le gustaba un color, Aoi le compraba lo que el pequeño quisiese de tal.

»A Ruki le gustaban los delfines, Aoi lo llevó a nadar con ellos.

»A Ruki le gustaban las flores, Aoi le regaló miles de ellas.

»A Ruki le gustaban los animales, Aoi le llevó a que conociera los que hasta ese momento se habían descubierto (incluso le compró un perro).

»A Ruki le gustaba el mundo, lo conoció de la mano del príncipe.

»A Ruki le gustaban escuchar historias de amor, Aoi lo hizo experimentarlas.

»Fui testigo de cómo poco a poco, una estrella se enamoraba de un humano, tanto que ya no le importaba regresar.

»Recuerdo que yo mismo sonreía bobamente en esos momentos en los que Ruki veía asombrado alguna cosa mientras que Aoi lo observaba asombrado a él; luego Ruki volvía la mirada y al cruzarse con la del heredero ambos se sonrojaban y la desviaban. Su primer beso fue muy parecido de hecho.

»Fue una noche en la que estaban sentados muy cerca el uno del otro, observando un grandioso espectáculo de la naturaleza, uno que Ruki no había podido apreciar, puesto que cuando sucedía él sólo lograba ver luces pasando rápidamente a su lado; mientras que desde abajo, era colores contoneándose en un cielo obscuro: la aurora boreal nunca sería lo mismo desde abajo que a un lado.

Ruki sonrió bobamente, con esa bonita sonrisa que hacía que todos le miraran, y sucedió que Aoi lo observó también, y vio el reflejo de la aurora en sus azules ojos, y vio también que ambos tenían sentimientos que ya no se podían guardar, entonces, se acercó y lo besó.

r13;¿Han ustedes sentido un beso? —Todas negaron con los ojos cristalizados—. Yo creí que no era más que juntar tus labios con los de otra persona, creí que sólo era «una seña» para indicar que alguien era tu pareja. Ruki no me lo describió así, cuando lo hacía, me lo describía entre lágrimas, pero sonriendo, me decía que todo el mundo se detiene, que tu corazón se quiere salir de tu cuerpo, que tu respiración se acorta, que sientes que el mundo es tuyo pero que a su vez tú perteneces a alguien más. Ruki no me lo describía, Ruki intentaba describírmelo y yo veía desesperación en su mirada al no poder lograrlo, entonces él lloraba más y me decía que lo extrañaba, entonces él lloraba más y me decía que ya no era nada, entonces él lloraba más y poco a poco dejaba de brillar. —La estrella más vieja hizo una pausa al ver que todas le miraban sorprendidas, entonces se dio cuenta de que lloraba y de que se había adelantado una parte en la historia. Dejó escapar un suave suspiro, limpió las lágrimas con el dorso de su mano y continuó—. Si hay algo que Ruki amara entonces, eso era él. No la Tierra, no su vida, no a mí ni al resto de sus hermanas, ni siquiera nuestro Señor que le dio la vida. Ruki sólo lo amaba a él.

 

 

VIII

Si alguien conocía el amor

 

—Y sucedió entonces que comencé a odiar el amor. Ruki se estaba perdiendo a sí mismo. Ruki ya no sabía quién era, lo único que esa pequeña estrella sabía era que amaba a aquél humano.

»Y vi cómo él también le amaba, vi cómo el sentimiento era tan reciproco que Ruki brillaba dese su interior aún con un manto de noche sobre él. Vi cómo se unían en un acto carnal al que los humanos solían someterse cuando amaban a una persona. Vi la sonrisa de Ruki como nunca antes la había visto, vi sus ojos más hermosos que los de mi Señor, vi lo que era la felicidad.

r13;Pero no todo era tan bueno. Ruki comenzó a brillar tanto que pronto el Señor de la Luna se dio cuenta de que había una estrella en la Tierra. Entonces él vino hasta a mí y se enfadó conmigo porque yo se lo había ocultado, entonces le dije que él nunca comprendería lo que era amar a una persona de verdad. Él me dijo que tenía razón y yo lloré, lloré porque toda mi vida había estado enamorado de él, y nunca sabría lo que eso significaba. Lloré porque ni siquiera sabía que era capaz de llorar. —La estrella comenzó a derramar lágrimas nuevamente mientras seguía contando la historia, pero esta vez no se detuvo ni se preocupó en limpiarlas. —Entonces mi Señor bajó hasta la Tierra y entre lágrimas y pelea por parte de Ruki, lo trajo de vuelta. Y todas las estrellas se enteraron de lo que había pasado, y Ruki fue castigado por tener tal contacto con un humano, pero a él no le importó. No le dolieron los azotes, ni tampoco las crueles palabras que el que fuera como su padre le dedicó, a él sólo le importaba estar con Aoi, y sufría al ver que el heredero lloraba, y sufría al ver que príncipe intentaba llamarle, y le intentaba responder, pero sus palabras no le llegaban.

»Entonces Ruki también lloraba, entonces todas las que no me habían visto llorar a mí ni a él hasta ese momento se sorprendían, porque ni siquiera sabían que teníamos la capacidad de hacerlo. Pero se supone que tampoco teníamos la capacidad de amar de esa manera, ¿qué estaba pasando entonces?

»Volvió a pasar lo que antes había pasado, todas vimos triste a nuestra estrella guía, y todas comenzamos  sufrir. Y así no brillábamos tanto y así nuestras luces no se veían. El Señor de la Luna dijo que esta vez no importaría, que si moríamos las estrellas de esta área él crearía más, como siempre hacía cada vez que le llegaba la hora a alguna.

—Y ahí fue que Ruki y yo le dijimos que lo odiábamos, y nos sorprendimos, porque vimos que teníamos la capacidad de odiar. Él se enfadó, y nos dijo que éramos unas malagradecidas, que todas las estrellas éramos unas malagradecidas. Pero no era así, él era el mal agradecido, porque nosotros le habíamos ayudado por años a iluminar la noche y él nos estaba dejando morir. —Ahogó un sollozo, le costaba hablar así, por lo que esperó un momento para seguir hablando. Algunas de las estrellas jóvenes tenían lágrimas en los ojos, tales como Reita, que se daba cuenta de que era capaz de muchas cosas. 

—¿Y qué pasó después?

—El Señor del Sol nos hizo una visita. Y habló con mi Señor frente a todas las estrellas. Le dijo que debía de hacer algo puesto que Ruki en sus viajes, ya había conocido a todas las estrellas, así que no era un problema del área, era un problema del mundo. Nuestro Señor se sorprendió, había estado tan ocupado castigando a Ruki que no se había dado cuenta de que todas las estrellas estaban muriendo, y de esa manera le sería imposible crear nuevas.

»Le pidió consejo al Señor del Sol y éste le dijo que la única manera era la misma solución que la vez anterior: dejar a Ruki ser feliz. Y así nuestra visita le dio un nuevo don a nuestra estrella, que sería el vivir y envejecer al lado del humano, con la condición de que cuando éste muriera Ruki volvería, para así no hacer tristes a las estrellas con su muerte también.

—Y todas vimos cómo Aoi se deshacía entre lágrimas cuando Ruki apareció una noche frente a él, cómo lo besaba y cómo le decía que lo amaba. Fuimos testigos del gran amor que se tenían y los dejamos vivir. —Esbozó una sonrisa—. Y pasaron años antes de volver a tener Ruki frente a nosotras, y cuando así fue, él ya era otra persona. Él ya no nos hacía sonreír cuando pasaba, cuando le hacíamos una reverencia, porque se había ganado nuestro respeto, él sólo nos brindaba una sonrisa fingida y se iba. Ruki vivía alejado de todas y no podíamos hacer que fuera lo contrario. Pero yo no me rendiría tan fácilmente, no cuando ese enano y yo habíamos crecido juntos.

»Una noche lo encontré sentado cerca de nuestra área, así que me acerqué hasta él y me senté a su lado.  Él me dirigió una mirada rápida y luego la volvió hacia abajo, veía fijo el lugar donde se encontraba el cuerpo del que fue un gran Rey. Ya entendía, me acerqué un poco más y lo abracé. 

«Lo siento, Ru», susurré. Entonces él rompió en llanto y me abrazó también. Y estuvo mucho rato así, y quise saber que mi hermano había sido feliz. Así que se lo pregunté.

«Como no tienes una idea», me sonrió entre lágrimas, entonces quise saber más. Le pregunté qué era el amor, qué se sentía un beso, cómo era ese acto al que llamaban «hacer el amor»; le pregunté cómo había sido su vida y él me lo contó todo.

—Me dijo lo que significaba decir «te amo» y me confesó también que solía pensar que esa era una palabra enorme, que era lo máximo. Decir «Te amo mucho» no tenía sentido alguno; dijo que después de conocer a Aoi se dio cuenta de que no era así, que puede llegar a ser tan grande el sentimiento, que ni siquiera un «te amo hasta el infinito» era suficiente. Alegó que a veces se desesperaba porque no podía expresarle a Aoi lo mucho que lo amaba, y que el heredero reía al velo tan frustrado y desesperado. Y así me di cuenta de que nuestra estrella ya no brillaba como antes, y no me había dado cuenta porque tenía una profunda envidia al saber que Ru si había sido feliz, que a Ru si lo amaba la persona que quería.

»Y poco a poco, la primera estrella fugaz dejó de brillar. La que se suponía era inmortal, dejó el cosmos para estar en otra vida con la persona que más había amado. Pero no nos pusimos tristes, al contrario, nos dio alegría el saber que iba a estar de nuevo con el príncipe.

—La vida de Ruki era observar el mundo que amaba, era ir por el mundo como lo que era, una estrella fugaz, algo que había conseguido también con ese gran amor. Siempre me quedo pensando en cuánto amó Ruki a Aoi que dejó la eternidad y la oportunidad de seguir viendo lo que amaba para estar con él. —El castaño sonrió genuinamente—. Entonces, el punto era que claro que podemos amar. Somos capaces de muchas cosas como estrellas, y no hay que dejar que el gruñón de Kai-sama nos diga lo contrario. —Se levantó del trono y comenzó a caminar para retirarse, los ojos le dolían de haber llorado y sólo quería dormir.

—Oh… Un momento —habló la joven estrella llamada Reita— ¿Kai-sama sabe que estás enamorado de él?

—Esa es otra historia, Rei.

—¿Y qué hay de la Señora del Relámpago?

—Y esa es otra.

—¿Y cómo el Señor del Sol pudo llegar hasta aquí si al principio sólo podía la mitad del camino? ¿Y cómo es que ahora también eres una estrella fugaz?

—Y otra y otra, ¡pero, qué exigente! Eso ya se los cuento después. —Hizo un ademán de que no importaba para después utilizar su don e irse de ahí en una gran rayo de luz.

—¡No estoy conforme! —refunfuñó cruzando los brazos.

—Hey, Rei-chan. —Se acercaron Tora y Omi hasta él, mientras el resto de las estrellas se iban— ¿Piensas lo mismo que nosotros? —Sonrieron socarronamente.

—¿Vamos a buscar al Señor del Trueno? —Les devolvió la sonrisa.

—Exactamente —afirmó Omi, con una gran sonrisa.

Tonto el que se perdiera del amor.

 

 

Tsuki~

 
Notas finales:

Ah... Ya ni me acuerdo qué debo de poner aquí LoL

Bueno, empezaré con agradecerle a Shiu San por ayudarme <3 I love you (?) Ok no xD ... Pero sí xD

Y a Akii Siixth por dejarla que me ayudara (?) 

Y luego a GekitetsuNikki por alentarme, y a SadikRockGirl por hacerme saber qué ella también se distraía con el rol xDD Así no me sentía taaaaan mal .w.

Y también a mi mamá por no mandarme a dormir temprano la noche que lo escribí XD ¡Te amo, mami! xD

Y eso... Creo xD

Bye Bye~

P. D.: Amen mi fic (~ouo)~

Tsuki~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).