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Primera Letania por sugar-blood

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Notas del capitulo:

Bueno, tantas cosas que contar después de esta larga espera. La más importante es que estaré subiendo este fanfic en el foro “las lagrimas del fenix”, publicare primero en el foro y al día siguiente pasara a fanfiction y amor-yaoi respectivamente. Así que si quieren leerlo antes que nadie, estén pendientes en el foro. Otra cosa es que actualizare después de mi graduación que será el catorce para ser exactos. Sin más que agregar, aparte de agradecer sus comentarios y suertes para mi examen de universidad- que el catorce me avisaran si quede o no- les dejo leyendo.

Cap12. – Louder Than Thunder.

What would it take?
For things to be quiet, quiet like the snow.
I know this isn't much, but I know, I could, I could be better.
I dont think I deserve it, selflessness
.
Find your way into my heart.

- The Devil Wears Prada

Draco se encontraba descansando cerca del lago. Había terminado sus tareas el viernes y podría disfrutar del fin de semana. Se aseguró de que Diggory no lo encontrara muy temprano en la mañana y ahora si lo invitara a salir. No es que odiara al mayor, pero ahora no quería lidiar con algo así.

También estaba el extraño comportamiento de Viktor Krum. El sí que le caía bien, era un gran estratega innato, inteligente pero un poco lento a la hora de entender costumbres inglesas. Había hablado con él unas cuatro veces y hasta le ayudó a realizar algunas investigaciones personales de pociones.

 Sus sentidos se aguzaron cuando sintió a alguien moverse cerca de él, pero no se molestó en inmutarse, creía saber quién era.

—Sal de ahí Magnus…— Murmuró molesto.

Pero cuando escuchó los pasos acercarse y volteó su cabeza con aire cansado, se sorprendió. No era el Magnus que esperaba.

—No soy mi hermano, Malfoy. — Le contestó una voz femenina.

Annika Magnus. Todos pensarían que era una niña que apenas cursaba el tercer año, inofensiva, inteligente, seria pero con grandes temas de conversación, toda una sangre pura. Draco la conocía muy bien. No en vano su exprometido era su hermano.

— ¿Qué vienes a buscar? No tengo ningún trato con ustedes. — Le retó.

La muchacha sonrió encantadoramente y sus cabellos rubios se mecieron con una leve brisa.

—Que grosero de tu parte, Malfoy. — Dijo con tono indignado sin perder la sonrisa. — Claro que aún tenemos tratos contigo. — Los ojos de la chica centellaron con algo parecido a la emoción y Draco dudó por su vida. — Solo quería mandarte los saludos de Madre y su aviso de una próxima visita. —

El rubio se quedó quieto y pensó que tal vez había escuchado mal. ¿Una próxima visita por parte de Agatha Magnus? Eso era imposible. El contrato matrimonial estaba roto y no había forma de que él pudiera casarse con Gustav.

—Bueno, tal parece que te deje sin habla. Le mandaré tus saludos a madre. Hasta luego, Malfoy. — Se despidió la chica con una risilla.

Draco tardó en procesar lo que le dijo la niña y cuando pensó realmente en aquellas palabras se levantó de un salto y se dirigió apresurado a las mazmorras. Su padrino tenía que saber aquello.

*/*/*

—Puedes decirme por favor, ¿Qué diablos haces aquí, Black? —

—Oh bueno, solo estoy aquí para molestar. — Le contestó tranquilo y con una sonrisa.

Severus estaba seguro que era cierto. ¿Qué otra cosas estaría haciendo Sirius Black en su laboratorio de pociones a esta hora del día un sábado?

—No te preocupes, solo esperaré a que venga Harry para decirle algunas cosas y me iré…— Sirius levantó su mano en signo de promesa. — lo juro. —

El pocionista gruñó de frustración. Bravo, una reunión familiar en las mazmorras.

Escuchó pasos de alguien acercándose y luego tocaron su puerta. Sirius dio el pase y su enojo creció más, ¡Que descaro! Aunque no le sorprendió demasiado proviniendo del desvergonzado Black. Una cabellera rebelde se asomó por la pesada puerta de madera.

—Buenos días, profesor Snape, Sirius. — Saludó un poco dudoso Harry. — ¿Me mandaste  hablar? — Se dirigió a su padrino.

— ¡Harry! Qué bueno que has llegado. Siéntate, siéntate. ­— Le ofreció. — Pero Severus, ofrécele algo a Harry, ¡Que mal anfitrión! —

El castaño miró a su profesor, quien apretaba un frasco con un ingrediente que desconocía y pensó que estaba a punto de echárselo encima a su tutor.

—No, no gracias, acabo de comer. — Dijo rápidamente.

Antes de que Severus pudiera protestar por las palabras de Sirius Black la puerta fue abierta de un portazo por un Draco Malfoy bastante agitado.

—Algo malo pasa Severus…— Dijo, pero guardo silencio al instante cuando observó que su padrino tenía visitas.

Sirius lo miró sorprendido, pero inmediatamente esa mueca pasó a un ceño fruncido.

— ¿Qué pasa Draco? ¿Qué está sucediendo? — Preguntó serio su tío.

Draco se quedó quieto y pasó lentamente la mirada en todo el saloncillo. Severus se acercó a él y lo hizo pasar, luego cerró la puerta y hechizó con un silencio las cuatro paredes. Miró a su profesor de pociones y este solo movió la cabeza, incitándole a proseguir.

—Los Magnus. — Esta vez fue Harry el que frunció el ceño, pero Draco ni lo miró. — Annika. Ella… su mamá vendrá. Ella me lo dijo hace un momento. — Dijo rápido y nervioso el rubio.

Severus se acercó a él y lo dirigió a la mesilla de té, donde lo sentó en una silla delante de Potter y le sirvió un té con unas gotas de poción tranquilizante. En su mente se dijo que el también necesitaba una. Agatha Magnus, era una mujer de temer, tan manipuladora y soberbia. Velasco Magnus, su difunto esposo era un completo imbécil, la mente brillante de aquella familia era Agatha, todos lo sabían. La mujer era una mujer fuerte y con ambiciones más allá de lo que una persona debería tener. 

—Maldita mujer. — Masculló Severus. Sus ojos siempre fríos, refulgieron como dos llamas chispeantes.

Sirius estaba confundido ¿Quiénes eran los Magnus? Había visto el primer día a los dos alumnos nuevos, pero no les prestó mucha atención, hasta tenía al muchacho en una de sus clases de Runas. Pero le pareció un chico normal.

— ¿De qué están hablando? — Preguntó Black.

Severus suspiró y puso los ojos en blanco.

—Black. Draco estaba comprometido. —Le informó cruzando sus brazos.

— ¡¿Qué?! — La boca de Sirius casi cae al suelo.

Recordaba vagamente que él lo estuvo alguna vez, pero al ser desheredado, ese compromiso se rompió. ¿Cómo pudo haber olvidado que los sangre pura comprometían a sus hijos?

—Con Gustav Magnus. No son de fiar. — Habló pensativo Severus. —Ninguno de ellos. La madre de los chicos es Agatha Magnus, es viuda y son seguidores del Lord. Hasta podría decirse que los tiene en alta estima. Demasiada diría yo. —

—Pero has dicho “estaba” ¿No? El compromiso ya no existe. — Le expuso Sirius.

Severus suspiró por segunda vez, pero esta era un suspiro de preocupación. ¿Para qué más vendría Agatha si no era para el compromiso?

—Se supone que al morir Lucius y Narcisa, el compromiso ya no existe. El papel se revoca. Pero está el hecho de que aquel matrimonio fue hecho por el Lord. Es sabido que entre estas cosas de los sangre pura no se mete el ministerio. La magia del-que-no-debe-ser-nombrado es muy fuerte y se maneja tan diferente…—Severus se acercó adelante de la chimenea.

—Debe de haber otra cosa que la traiga por aquí. Soy el nuevo tutor de Draco y eso debería de ser suficiente para que yo pudiera evitar que el matrimonio se evocara de nuevo. — Dijo con determinación Sirius.

—Gustav no me ha hablado desde el expreso de Hogwarts. Tal vez venga por otra razón. — Draco trató de creerle a su tío.

Sirius sonrió a su sobrino por apoyarlo. No quería pensar en algo que pudiera dañarlo, ni a él ni a Harry. Pelearía con uñas y dientes si era necesario. Pero de algo estaba seguro, se le caerían todos los cabellos de la preocupación. Harry en el torneo y ahora Draco y un contrato matrimonial, eso era demasiado para él. Se percató de que una mirada se dirigió a él y observó que era por parte de Severus, quien le miraba con esperanza, como si intentara creer en que esto sobre la llegada de Agatha solo fuera por cosas sin importancia, como había dicho.

—Harry amm… Hagrid te busca. ¿Por qué no vas con Draco? Me dijo que ocuparías tu capa, así que pasa por ella. —

—Yo iré a mi sala común, no quiero ir con… el guardabosques. — Dijo un poco reticente Draco al recibir una orden.

—Haz lo que te dicen Dragón…— Susurro Severus desde su lugar, con la mirada perdida en la chimenea.

Draco nunca había visto así a su padrino. Con esa aura de desolación y coraje. Ni siquiera después de las reuniones del Lord. Así que se levantó cuando vio que Potter también lo hizo.

—Hasta luego Sirius. Profesor. — Se despidió Harry, quien hablaba por primera vez desde que llegó Draco, le pareció que esa no era su plática.

—Hasta más tarde. — Les sonrió Sirius que aun estaba en su lugar.

Draco y Severus no dijeron ninguna palabra de despedida. Después de que Harry cerrara la puerta y que quedaran solo, Sirius suspiró largamente y se acercó a Severus, quien no se percató de su cercanía, hasta que ya era tarde.

Una mano cálida se posó en el pequeño hombro del pocionista. Este solo cerró los ojos y siguió su hilo de pensamiento de la calidez que le daba aquel apretón.

—Todo estará bien Snape. Podremos proteger a Draco, los dos juntos. —

Y por primera vez en mucho tiempo Severus tuvo las ganas de abrazarse a alguien. Nunca había recibido apoyo en los momentos difíciles. Las bromas de los merodeadores, el rechazo de Lily, la muerte de su madre, los golpes de su padre, el dolor de unirse al Lord, la muerte de Lily y la de sus mejores amigos… nadie le había apoyado. Y pensó que Sirius también necesitaba ayuda. La traición de su familia y un amigo, su entrada en Azkaban, la muerte de sus mejores amigos-una desgracia que compartían, pensó- todo eso también lo tuvo que vivir solo. Como él. Después de todo no eran tan diferentes ahora.

Severus sonrió, y esa sonrisa se convirtió en risa, la risa a carcajada, y la carcajada en lágrimas. Sus fuerzas disminuyeron y casi cae al suelo de no ser por su acompañante, quien lo tomó de los costados y cayeron al suelo. Sirius lo miró serio al principio, tomándolo por loco, y luego fue inundado por los sentimientos de Severus, pero él solo rio, no llegó a llorar, ya no podía, tantos años llorando en Azkaban pareciera que le fue arrebatada aquella función humana.

—Ay Black…— Murmuró más tranquilo Severus, con una sonrisa en su rostro y aun siendo abrazado de esa forma extraña por Sirius. — Estamos corrompidos… ¿Qué podemos ofrecerles a esos dos niños? — Dijo con la mirada aun más vencida.

Sirius pensó que conocía la belleza. Pero cuando vio aquellos ojos color ónix, comprobó que no conocía nada aun. Eran negros como hondos pozos, pero algunos puntos brillaban de repente como estrellas. Eran hermosos.

—Vamos a protegerles. Porque es lo único que nos queda de nuestros amigos. Porque es lo único que nos queda a nosotros. — Le dijo con media sonrisa.

Se quedaron un momento así, semiabrazados. No se sentía para nada incomodo, no hasta que se dieron cuenta realmente que estaban en aquella situación. Sirius le soltó lentamente y ayudó a Severus a levantarse tomándole de los hombros. El pocionista se sacudió y evitó a toda costa mostrar su rostro al otro.

Sirius también dio un amago de sacudirse. Que sorpresa más grande, podía ser tal vez el primer Gryffindor en la historia mágica que ha visto llorar a dos Slytherin. Todo un record.

—Creo que… me voy. Iré con Dumbledore a hablar sobre los Magnus, tal vez el tenga más información. — Dijo carraspeando Sirius.

—Sí, ve Black. Si sabes algo nuevo, avísame enseguida. Hasta luego. — Dijo Severus con un tono tranquilo, extraño tono si hablaba con Sirius Black.

Sirius se retiró rápidamente de la habitación del pocionista. Su corazón latía a mil por hora, podría decir.

En cambio Severus se quedó en el lugar donde se había levantado, sintiéndose tan ligero y desahogado. No lloraba desde lo de Lily. Y ahora lo había hecho delante de Black. Pero agradeció que no se burlara de él, había reído con él, pero no había llorado, eso estaba bien para él.

Recordó el diálogo de Black…

“—Vamos a protegerles. Porque es lo único que nos queda de nuestros amigos. Porque es lo único que nos queda a nosotros. —“

Y sonrió.

*/*/*

— ¿Trajiste la capa de invisibilidad?— Preguntó Hagrid cuando vio a Harry acompañado de Draco caminando hacia él.

El guardabosques, no tenía ningún problema con Draco. Sabía que alguien tan bocazas y molesto no podía ser normal. Siempre supo que Lucius Malfoy influía mucho en la vida de el menor; y como no, si los hijos imitan todo lo que los padres hacen.

—Sí, aquí la traigo. También viene Draco, espero no te moleste. — Contestó Harry mostrando la capa doblada adecuadamente. — ¿A dónde iremos? —

El rubio solo bajo la cabeza en forma de saludo, el cual el semigigante contestó sin problemas. Draco se extrañó por la enorme flor que traía el mayor en el pecho de la gabardina y el cabello siempre greñudo y seco, ahora peinado hacia atrás y más humectado.

—En un momento lo sabrás, muchacho. — Les contestó. — Ahora tenemos que ponernos en camino. —

Hagrid los encaminó hasta el bosque prohibido. Draco imperceptiblemente se pegó a Harry, recordando la horrible incidencia del primer grado. Algo que esperaba olvidar, claramente. Harry no hizo nada para alejar a Draco de su cercanía, hasta él se desplazo cerca de igual forma.

—Quiero que pongan atención. Es muy importante. — Les dijo.

Harry se dio cuenta de lo que Draco ya había visto al principio. Algo raro pasaba en su amigo semigigante.

— ¿Y esa flor? Espera… ¿Te peinaste? — Expuso con tono sorprendido.

— ¡Claro que me peine! Tú deberías hacer lo mismo…—Le dijo en un leve gruñido. Draco soltó una risilla y Hagrid le sonrió. —Si es que algún día lo logras. —

Harry frunció el ceño y golpeó las costillas de Draco, quien reía un poco más fuerte. Pero un bramido que no era humano hizo que todos se pararan por un momento.

Después de aquello una voz femenina los hizo regresar de su silencio.

—Hagrid…— llamaron con un acento extraño.

—Pónganse la capa. ¡Rápido! — Mandó Hagrid.

Draco y Harry se vieron un momento antes de que el niño-que-vivió los arropara a los dos y siguieran los pasos largos del guardabosques.

Bonsoir, Olympe — Fue lo que dijo Hagrid.

Los dos chicos bajo la capa miraron sorprendidos a Madame Maxime, arreglada tan elegantemente y tan alta como era.

— ¡Oh Hagrid! Pensé que no ibas a venir. Pensé que tal vez me habías olvidado. — Dijo la directora de Bauxbouton con el acento francés.

— ¿Cómo olvidarte Olympe? — Suspiró Hagrid soñador.

Harry sacó la lengua asqueado por el romanticismo del momento y Draco sonrió pícaro. ¿Qué cosas podían suceder en Hogwarts? Pansy se moriría por aquel chisme.

— ¿Qué querías mostrarme? — Preguntó Madame Maxime. —Cuando hablamos te escuche tan… exaltado. — Habló en tono meloso la dama.

—No te vas a arrepentir, ¡Créeme! — Le dijo Hagrid emocionado.

Hagrid tomó de la mano a la directora y la condujo a unos arbustos cercanos. Y de nuevo aquellos alaridos se escuchaban cercanos.

— ¡ C'est magnifique! — Emocionada, Madame se acercó un poco más.

Fuego salía de tres grandes cajas, donde hombres corrían de un lado a otro amarrando por ahí y por otros lados, tratando de contrarrestar la ferocidad de los animales atrapados.

Los muchachos debajo de la capa se quedaron quietos. Tan quietos que se olvidaron de que estaban en el bosque prohibido. Draco estaba tan maravillado, le encantaban los dragones, criaturas feroces pero poderosas, no por nada su madre le puso aquel nombre en honor a la constelación. Harry en cambio ató cabos más rápido, pues él no estaba para nada maravillado. La primera prueba debería de ser aquellas criaturas ¿Qué querían? ¿Matarlos?

— ¿Podemos acercarnos? — Preguntó bajito la semigigante.

La mujer sin esperar respuestas se acerco más.

Draco estaba tan ido en sus cavilaciones que dio un leve respingo cuando Harry quitó la capa de su cabeza.

— ¡¿Dragones?!— Gritó. —Es la primera prueba. ¿Es enserio? —

—Tranquilo Harry. Son solo criaturas incomprendidas. — Expuso Hagrid.

—Incomprendidas y furiosas…—Masculló Draco al ver caer las paredes de una caja y ver a un colacuerno húngaro removerse en su jaula.

El dragón dio una larga llamarada en el lugar donde se encontraban ellos, Harry y Hagrid se movieron para atrás, pero Draco sabía que la llama no llegaría tan lejos, así que solo se quedó en aquel lugar.

—Toda la razón. — Dijo Hagrid cuando la llamarada paró. —Ron casi se desmaya cuando lo vio. —

Harry miró a él guardabosques y lo examinó dudoso. ¿Ron? ¿Su amigo Ron? Draco solo rodó los ojos.

— ¿Ron lo vio? — Preguntó Harry para estar seguro.

—Claro, su hermano Charlie los trajo de Rumania. ¿Ron no te lo dijo? — Le explicó y pregunto Hagrid.

Draco se golpeó la cabeza mentalmente. Aun que no se lo digiera, sabía que Potter aun estaba un poco sensible con el tema de sus amigos, y no lo admitiría tan fácil, pero también él se preocupaba un poco. Quería que la comadreja se disculpara con Harry y le besara los pies- no tan  exagerado, claro- y pidiera clemencia. Draco siempre tan dramático. Pero enserio que Ron Weasley se pasaba de imbécil, fíjate que dudar de tu propio amigo…

—No lo hizo. — Movió la cabeza negativamente Harry.

Hagrid sabía que había hablado de algo en un momento no muy adecuado al ver la cara de él Malfoy menor.

—Ni siquiera me habla…— Contestó por último.

Él guardabosques no dijo nada más. Harry se excusó con una tarea de redacción, para poder irse y Hagrid no lo retuvo más tiempo. Draco, naturalmente le tuvo que seguir.

Harry no habló el resto del camino hacia las mazmorras, donde se supone dejaría a Malfoy. Cuando llegaron a la puerta, se destaparon y se miraron un momento.

—No pongas esa cara, por favor. — Le dijo Draco en un murmullo.

Potter tenía en el rostro una mueca como si le hubieran matado a su mascota.

—Todo saldrá bien. Weasley es idiota, pero se dará cuenta que nada de esto es tu culpa. Los dragones también serán fáciles. —Animó un poco el rubio, aunque se sorprendió-y asqueó- por lo que dijo. — Todo termina bien para el chico de oro. — Le sonrió de medio lado antes de entrar por el cuadro murmurando la contraseña.

Harry se quedó un momento quieto en la entrada.

—Gracias, Draco. — Y sonrió tontamente. 


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