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Primera Letania por sugar-blood

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Notas del capitulo:

¡QUEDE! Están leyendo una obra de una próxima Licenciada en Historia. Muchas gracias por sus 'suertes' y felicitaciones. Bien, ahora vacaciones hasta agosto y a escribir. Solo espero que mi beta no se me esconda. Prometí subirlo ayer, pero el domingo no pude ir a por mi beta para que se fijase en mi ortografía y pues tuve que esperar hasta ahora, perdón por el retraso. Gracias por sus comentarios y por seguir aun aqui, espero que sea de su agrado, así que a leer.

Cap13. – Camisado.

Can't take the kid from the fight
Take the fight from the kid
Sit back, relax
Sit back, relapse again […]
This was no accident
This was a therapeutic chain of events
- Panic! At The Disco

Draco caminaba por los pasillos por la mañana, viendo a todos esos alumnos caminando de un lado para otro con esos broches con el lema “Harry Potter apesta”. Pensó que era una genial idea, tal vez si no le hubiera pasado lo de las vacaciones él lo hubiera hecho mejor… menos muggle.

Miró por lo corredores y luego salió al patio, ahí vio a Cedric Diggory con otros Hufflepuff riendo y con los estúpidos broches. Gruñó por lo bajo. No era su idea ir a buscarlo, pero lo creía necesario. El muchacho castaño no le molestaba para nada- tal vez porque se encargó de esconderse bien para no ser encontrado.-  y decidió que lo de los dragones tenía que ser sabido por el mayor.

Se acercaba cada vez más, las risas pararon y Cedric volteó la mirada a su dirección, lo observó sonreír  y el extraño brillo en los ojos castaños. El rubio solo frunció más el ceño.

— ¡Draco! — Saludó mientras se levantaba y se alejaba de sus compañeros. — Que bueno que te veo. No te he encontrado y yo quería... —

—Dragones. — Le dijo serio y en un susurro. Pero al ver que Cedric ponía una cara de no entender nada rodó los ojos y dijo de nuevo. —Esa será la primera prueba. Dragones. — Le explicó exasperado.

— ¿Hablas en serio? — Preguntó consternado el Ravenclaw.

—Estoy hablando muy enserio…—El rubio volteó para todos lados.

— ¿Krum y Fleur lo saben? —

—Claro que sí. — Le contestó ansioso.

Cedric sonrió y Draco lo vio como si estuviera loco. Acababa de decirle que la primera prueba eran Dragones, tal vez no saliera vivo de esta ¿Y el estúpido sonreía? Hufflepuff tenía que ser…

—Qué bueno que me lo dices. Estabas preocupado por mí, ¿No es así? — Cedric le dijo sonriendo pícaro.

Draco se sonrojó hasta las orejas, tal vez por enojo o por vergüenza. Esa no era su intención. O tal vez… ¡No! Ya tenía muchos problemas, no podía darse el lujo de flirtear. Aunque el hufflepuff no estuviera nada mal.

Iba a contestar algo ingenioso para que el tonto de Diggory dejara de sonreír, pero se quedó quieto al mirar sobre el hombro del otro. Harry estaba a unos metros de ellos y parecía que estaba enojado, pues observaba la espalda de Cedric como si le quisiera taladrar con la mirada, y recordó vagamente a su padrino pedirle que si veía a Potter le digiera que se dirigiera a su despacho. Vio una cabellera pelirroja que iba a la dirección de Potter, era Ron Weasley caminaba junto a Seamus Finnigan. Harry volteó para ver a sus compañeros a la cara y Ron puso cara de asco, mientras Harry solo le miraba con reproche. Por inercia hizo a un lado a Diggory y caminó con pasos largos hacia ellos. Tenía un muy buen oído y escuchó lo que se decían.

— ¿Eso es lo que piensas de mi? — Escuchó al pelirrojo decir.

—Te mereces un buen hechizo…— Contestó Harry.

—Inténtalo. — Amenazó Ron sacando su varita.

Ron aun no se percataba que Draco estaba atrás de él, y que también había sacado su varita, dispuesto a defender a Potter- sin saber la razón.-; pero antes de que cualquiera digiera alguna palabra, un hechizo salió disparado hacia Draco Malfoy que alcanzó a quitarse, provocando que solo le rozara el hombro, pues sus reflejos habían mejorado bastante. Pero eso no evitaba que el hechizo le hiciera medio efecto.

Algo en su cabeza le empezó a picar y también un poco en su parte baja. No podía ser. ¡No podía ser! Todos en el patio se quedaron quietos.

—Eso te enseñara a no encantar a nadie por la espalda. — Un Alastor Moody con una sonrisa retorcida se dirigía a un anonadado Draco.

Por instinto se llevó las manos a la cabeza y otra a su espalda. Palpó dos protuberancias que salían de su hermoso cabello platinado y una cola peluda y suave en su parte trasera. ¡Por Merlín no! Y gritó. Todos salieron de su trance, unos rieron y otros solo admiraban lo adorable que se veía Malfoy. Este último pensó que nada lo podía humillar tanto. Harry y Cedric se acercaron corriendo al desesperado Draco y lo levantaron del suelo, ya que la impresión de sus nuevos apéndices lo había hecho caer.

Guiada por los gritos, McGonagall apareció, seguida de Viktor Krum que estaba buscando a Draco y que ahora encontraba con esas lindas partes de hurón, la cola y orejas blancas y suaves. El rubio se escondió más entre Diggory y Potter. Enserio que su suerte era la peor.

— ¡¿Pero qué diablos está pasando aquí?! —Preguntó la bruja encolerizada. — ¡¿Qué ha hecho profesor Moody?! —

—Dando una lección. — Contestó como si fuera lo más lógico del mundo.

McGonagall sacó su varita y quitó a Draco su cola y orejas. Este, aun sabiendo que ya no las tenía, seguía avergonzado.

— ¡Alastor! Aquí nunca, usamos la transformación contra los alumnos. Severus y Dumbledore le advirtieron que se mantuviera a raya de la situación. — Le dijo la profesora moviendo peligrosamente la varita.

El profesor de DCAO gruñó en respuesta. McGonagall levantó su mentón y volteó mirando a los demás alumnos que se arremolinaban en el lugar.

— ¡A clases! — Les ordenó la bruja mientras se daba la vuelta y regresaba dentro del pasillo.

Alastor le dio una mirada a Draco y a los tres competidores que le acompañaban, frunciendo levemente el seño y también se fue en la misma dirección que McGonagall.

Draco aun seguía avergonzado y ese era el único sentimiento que lo mantenía pegado al suelo.

—Draco ¿Estás bien? — Preguntó Viktor Krum.

Tres pares de ojos lo miraron y el quiso desaparecer.

—Sí, estoy… bien. —

—Te vez mal. Te llevaré a la enfermería. — Dijo Potter, antes de que Diggory abriera la boca.

— ¡No! — Le contestó el rubio. — Sev…el profesor Snape te mandó hablar a su despacho. Ve, yo llegaré a la enfermería. —

Harry lo dudo un poco. No quería encontrarse a solas con Snape, no le apetecía para nada y le preocupaba Draco. Más aparte ese sentimiento que le apresaba el pecho al pensar dejarlo solo con Krum y Diggory, aun menos con este último, cuando los había seguido junto a Ron la primera salida a Hogsmeade, Cedric se veía bastante insistente con Draco. Los otros dos campeones le mandaron una mirada extraña, como si quisieran que se fuera a la de ya. Para su propio pesar, lo tuvo que hacer.

—Está bien…— Contestó a regañadientes.

Draco suspiró mientras veía a Harry irse del lugar. El rubio comenzó a sentir una tensión que emanaba cerca, y pronto se vio avergonzado por olvidarse de los otros dos chicos que se habían continuado ahí con él.

—Estoy bien. Si me permiten…— Les dijo intentando separarse del brazo de Diggory.

—Draco. — Le hablo Krum, arrastrando la ´r´ con ese acento suyo. — Te buscaba. Si estás bien, quisiera ir a volar contigo. — Le invitó.

Draco miró a Diggory quien no lo soltaba aun.

—Claro. — Contestó no muy seguro. —Am, Diggory… Me voy, nos vemos luego. — Le avisó para que le soltara.

No quería realmente decirle lo último, pues no esperaba verse con el Hufflepuff por lo menos en semanas. Pero sabía que ese era el camino más corto para lograr que lo soltara.

—Sí, está bien. — Le expresó Diggory mientras lo soltaba con cierta torpeza.

De nuevo vio la espalda de otro competidor del torneo retirarse. Cedric siguió por el lado contrario a ellos y Draco volteó hacia Viktor Krum.

—Vamos. — Le dijo el búlgaro con una sonrisa.

*/*/*

Pateó fuerte una estatuilla de aquél pasillo desierto. Ron Weasley estaba cansado. Presentía algo desde que comenzaron las pasadas vacaciones, con la llegada de un Malfoy huérfano y todo esto del torneo de los tres magos. Él sabía que Harry no podía meter aquella hojilla al cáliz, se dio cuenta de eso, pero era tan orgulloso. Oh y no olvidemos a Hermione y su ahora gran ‘amistad’ con Parkinson.

Se había mofado bastante al ver a Malfoy convertido en semihurón, claro que lo había hecho. Pero vio las miradas de la mayoría del alumnado presente, había unas de diversión y burla, pero la mayoría era de compasión y ¿Adoración? Tal vez lo que de verdad no soportaba era la ahora piedad que le tenían a Draco Malfoy. ¡Por favor! Como si fuera una completa víctima. Si, estuvo muy cruel lo que le pasó, pero sus padres se lo merecían por ser mortífagos. Los padres de Malfoy asesinaban gente desde la primera aparición del-que-no-debe-ser-nombrado y no se les hizo justicia. Tal vez aquella deidad que a veces nombraba Hermione hiciera posible aquella justicia ‘divina’. Y también estaba la palpable atracción que tenía Cedric Diggory y…

—Viktor Krum…— Suspiró mientras se dejaba caer.

Si, tal vez fuera un enamoramiento estúpido, de un niño a su deportista favorito. Pero de verdad como moría por que hablara con el cómo lo hacía con Malfoy, que lo observara volar en su escoba y lo elogiara, que riera de sus chistes, que pasearan por el lago.

— ¿Qué tiene Malfoy de especial para que Krum lo viera? — Gruñó inconforme y frustrado mirando su reflejo en la armadura reluciente que estaba frente a él. — Yo soy más lindo…— Murmuró inflando las mejillas en un berrinche bastante infantil.

—Claro. Y más aun con esa cara de niño enfurruñado. Ha puesto cinco knuts que si Krum te ve de esa forma, te querrá comer a besos. — Una voz indiferente, pero conocida le llegó de la izquierda.

—Zabini…— Nombró asustado.

¡Por Merlín! Ahora Zabini lo sabía. Sabía su secreto y daba por sentado que en aquella mente de serpiente se estuviera ideando un plan para dejarlo en ridículo. No quería ni imaginarse la cara de todos- y la de Viktor Krum- cuando llegara al gran comedor y todos supieran de su amor por el jugador búlgaro. Tendría que mudarse con Charlie a Rumania y vivir con Dragones el resto de su vida, por que no pensaba regresar a la civilización jamás.

—Oye tranquilo Weasley. — Le dijo el slytherin cuando vio que la cara del pelirrojo perdía color. — No diré nada. — Y le sonrió.

— ¿Y qué te hace pensar que voy a confiar en ti, Zabini? — Le contestó a la defensiva.

Blaise miró a Ron con una mueca de extrañeza, ceja alzada sensualmente y un atisbo de media sonrisa rondándole el rostro, Ron se sonrojó al pensar en la belleza exótica que emanaba Zabini. El último se agachó a la altura del pelirrojo con las manos en sus bolsillos.

—Pues tendrás que hacerlo, no te queda de otra. — Y le siguió sonriendo.

Ahora el sonrojo de Ron competía con el rojo de su cabello. Zabini ¡No! Le ponía nervioso, para nada, nunca. Ron intentó retirar de un empujón al otro, pero aun que él fuera alto, Zabini le ganaba casi por una cabeza, y casi ni se inmutó.

—Muévete…— Gruñó.

Blaise casi se ríe en toda la cara pecosa del otro.

—No quiero. — Le retó el moreno.

— ¿Qué quieres Zabini? — Le preguntó cansado Ron.

—Nada en particular. Estoy aburrido y topamos por el mismo camino, así que…— Le contestó indiferente.

—Viniste a molestarme. — El pelirrojo terminó la oración. —No estoy de humor, así que deja de meterte conmigo. ¿No te puedes ir con alguna otra persona? —

—No. Por si no te diste cuenta Pansy se la pasa con Granger, Theo no es un buen hablador y Draco está haciéndose el chulo con Diggory, Krum o Potter…— Ron arrugó el entrecejo y esto no pasó desapercibido por el moreno. —Oh ¿así que golpeé un nervio sensible? —El moreno fingió sorpresa.

—Eres un estúpido…—Gruñó en respuesta Weasley.

—Un estúpido que sabe tu secreto…— Sonrió maligno el moreno.

Ron se hundió en su lugar, tomando en sus manos sus piernas y haciéndose un ovillo. ¿Por qué no solo le caía algo en la cabeza y moría?

—Tú ya no eres amigo de Malfoy, ¿Cierto? — Preguntó ausente el oculto pelirrojo.

Zabini se sorprendió por la pregunta, ¿A qué venía? Antes de contestar volteó a ambos lados del pasillo y cerciorándose que nadie venía se sentó al lado de Gryffindor.

—Bueno…— Blaise tomó una pose de niño chulo. — Somos amigos, pero ahora mismo no podemos simplemente hablarnos como si nada hubiera pasado, nuestras vidas correrían peligro. — Le explicó, no sabiendo la razón.

— ¿Por… el-que-no-debe-ser-nombrado? — Susurró Ron.

—Sí, tal parece. —

— ¿Lo extrañas mucho? — Preguntó Ron mientras alzaba un poco su cabeza para ver la cara de extrañeza del moreno. — A Malfoy. —Aclaró.

—Claro. — Le vio sonreír con añoranza. — Es mi mejor amigo después de todo. —

Ron frunció de nuevo el seño. Era un estúpido. Blaise había tenido razón. Tenía un don para cagarla y no pensar antes de actuar que podían hacer una competición y el perdería por arruinarla. Era tan obvio que Harry no tenía nada que ver en lo del cáliz, como si no lo conociera… Pero lo había arruinado y tal vez perdería a su mejor amigo por una estupidez.

Se levantó de un salto y Zabini le miró aun más extrañado. ¿Y ahora qué le pasaba? Ron tenía una sonrisa enorme y sus ojos destellaban.

— ¡Gracias Zabini! — Le gritó el pelirrojo mientras se iba corriendo por el pasillo a los dormitorios.

Blaise solo pudo observar el rayo rojo que salía disparado a quien sabe dónde.

—De nada rojo. — Suspiró con una sonrisa.

*/*/*

Harry llegó a la puerta del despacho de su profesor de pociones bastante cabreado, tocó la puerta de una manera no muy suave. Pasaron unos cuantos segundos y comenzó a desesperarse y estaba a punto de repetir la acción pero la puerta se abrió, dando paso a la cara nada simpática de Snape.

—Potter…— Arrastró el apellido y lo miró con fastidio. — Pase. — Le ordenó haciéndose a un lado.

El Gryffindor entró con pasos enérgicos al lugar. Severus suspiró y rodó los ojos. El no estaba para aguantar adolescentes con problemas emocionales pero…

—Dígame Potter, ¿Qué piensa hacer con su dragón? — Preguntó Severus mientras caminaba a su escritorio. —Siéntese Potter…— Le dijo para acomodarse en la silla de su mesa.

No tuvo que ver realmente al niño de oro para saber la cara extrañada que le estaba dirigiendo.

—Escúcheme bien. Cedric Diggory a tu edad ya hacía todo tipo de hechizos sin fallar. — Miró extrañado como Potter cambiaba su extrañeza por una de enojo e incomodidad. Raro. — Le puedo asegurar que Fleur Delacour es todo menos delicada y Viktor Krum es un tonto musculoso pero Karkaroff no lo es. Todos tendrán estrategias que lograran explotar sus habilidades. — Miró atento la mirada concentrada de Potter.

La cabeza de Harry daba vueltas. ¿Cómo iba a poder pasar la primera prueba? No tenía ninguna habilidad que le pudiera servir, ¿O sí? Si tal vez atraer problemas fuera una habilidad…

—Tranquilo señor Potter. — Le dijo Snape mientras le sonreía de manera siniestra. — Le dará una jaqueca si sigue tratando de idear un plan. — Bromeo ácidamente mientras veía el seño de su alumno fruncirse. — Por increíble que parezca, usted tiene una habilidad, usted es el jugador más joven de Hogwarts en cien años, un gran volador. —Terminó Severus con un mal sabor de boca.

Ahora mismo la cara de Harry era un poema, ¿Severus Snape, su profesor más odiado, le estaba haciendo un cumplido? ¿Qué le estaba pasando al mundo?

—Profesor…—Trató de sacar las palabras adecuadas sin hacer enojar a su profesor al hacerle ver un error del plan. —Gracias pero, no dejan usar escobas en el torneo. —

Vio al pocionista rodar los ojos y un suspiro exasperado se escuchó.

—Claro que no Potter, pero somos magos. — Le habló como si fuera un niño pequeño. — Te dejaran usar la varita. —

Y extrañamente, el hombre le sonrió.


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