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Primera Letania por sugar-blood

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Notas del capitulo:

Sinceramente estoy un poco decepcionada de mí. No me gusta dejar nada a la mitad y esto no será la excepción. Aun qué ahora mismo estoy un poco extasiada por nuevos fandoms en los que estoy, aparte la universidad y que ahora estoy comenzando a dibujar en forma digital. Así que tal vez haga algunos dibujitos para el fanfic. Bueno eso es todo, nos veremos en el próximo capítulo, que lo subiré en una semana y media o menos, pero no será un capítulo en sí, es como un extra antes de que venga el baile y eso.

Cap16. – La Célula Que Explota

Hay veces que no tengo ganas de verte
hay veces que no quiero ni tocarte […]
hay veces que quisiera ahogarte en un grito […]
Hay veces que no dejo de soñarte […]
hay veces que quisiera morir contigo […]
somos una célula que explota

- Caifanes

 

Draco se levantó de buen humor aquella mañana, pero pareciese que no podía durar mucho tiempo. Pansy lo había jalado junto a los Gryffindor para desayunar y él no se esforzó en evitarlo. Aunque le daba un poco de nervios que Gustav pudiera interceptarlo, de alguna manera supo que Potter y Pansy – hasta podía jurar que Granger- evitarían que se acercara y prefería mil veces el lugar con los leones que con aquellas miradas indiscretas de sus compañeros de Slytherin.

Se podría considerar que se la estaba pasando tranquilamente. Pansy hablaba sin parar con Granger mientras esta sólo sonreía por lo que decía, Weasley estaba dando miradas furtivas a la mesa de su casa- más precisamente a Blaise y pensó en hablar seriamente con él. Y por último tenía a Potter, que se había sentado a un lado de él. De esa forma todos lo rodeaban, evitando así que Gustav pudiera colarse a un lado de él y se los agradecía.

Todo iba de las mil maravillas, hasta que una lechuza dejo caer El Profeta en el largo comedor, cerca de su lugar. Le dio una mirada desinteresada y decidió ignorarlo, pero en la portada mostraban una no muy pequeña imagen con contorno de corazón donde salían él y Potter, abrazándose, en la carpa de la primera prueba.

Desesperadamente lo tomó y fue tan brusco que tiró en el camino su vaso de jugo de calabaza, llamando así la atención de los más cercanos a él.

—Maldita pe…— Siseó entre dientes el rubio.

Hermione limpio el desastre de la mesa antes de hablar.

— ¿Qué ha pasado? — Preguntó un poco preocupada.

Los ojos de Draco se movían rápidamente de un lado a otro sobre el periódico, tratando de tranquilizare, pero al ver que no solo esa imagen con Potter, si no otras donde se encontraba paseando con Viktor Krum por el campo de quidditch y una más en un pasillo saludando a Cedric Diggory.  No podía creer cuanto descaro para seguirlo y tomar esas fotos. Si, era cierto que hace tiempo le hubiera encantado tener reflectores apuntando hacia su persona en los medios de comunicación, pero no en ese momento y aun menos en la mirada de Rita Skeeter. Esa remedo de periodista de quinta.

Arrojo con desprecio el periódico y el primero en recogerlo fue Hermione que comenzó a leer.

—Draco Lucius Malfoy, un chico por demás ambicioso. No sólo conforme con la gran herencia que se la ha dado tras los devastadores sucesos que le ha tocado vivir, ahora parece tener una gran tendencia por los magos poderosos. Sus presas: Los campeones del torneo de los tres magos, Viktor Krum, Cedric Diggory y Harry Potter ¿Quién será el afortunado de tener al rico y aristócrata Malfoy? — Cuando Hermione terminó de leer todos miraban a Draco quien se cubría la cara con las manos.

—Eso es pura basura... — Dijo Pansy mientras su mueca de asco se desvanecía detrás de su taza de té.

 Nadie alcanzo a decir más cuando un chico de Gryffindor, menor que ellos y un poco nervioso, se acercaba a Ron y le extendía un paquete.

—Para usted señor Weasley…—

—Gracias. — Contestó el pelirrojo  mientras el chico se iba por donde vino.

Todos miraban atentamente el paquete enorme con detenimiento. Hasta Blaise observaba desde la mesa de Slytherin, al que se le veía una seño fruncido y una mueca de enfado.

—Es de mamá. —comunicó el chico del paquete mientras lo abría y sacaba su contenido. —Esto es un vestido…. —Susurró confundido.

—Ese traje es de los sesenta, por Morgana. —Dijo Pansy al borde de la risa, pero se aguanto cuando Hermione le dio un codazo.

—Toda una pieza de museo... —Comentó quedito Draco.

—Oye Gin, creo que es para ti. —

 Ginny miro horrorizada el traje.

—Es horrible, no lo usaría... — Le contestó la pelirroja.

—Eso no es para mujer Weasley, es una túnica de gala de los 60´s, te lo acabo de decir. —Dijo exasperada Pansy.

Todos en la mesa estallaron en risas mientras el sonrojo de Ron le hacía pelea a su cabello. Cuando vio que las risas no iban a parar, se levanto y salió corriendo del comedor. Blaise, que había visto todo el numerito, se levanto de su asiento y siguió al pelirrojo, cosa que Draco noto con sospecha.

Ronald se fue hasta un salón en desuso. No podía creer que su madre le hiciera eso ¿Cómo se le ocurría?

— ¿Para qué quiero un traje de gala? —pensó en voz alta mientras se media el traje superficialmente.

—Para el baile de navidad, evidentemente. —le contestaron desde la puerta.

Ahí se encontraba un despreocupado Blaise Zabini, viendo con diversión al pelirrojo. Ron se dijo que tenía que dejar de hablar en voz alta todo lo que pensaba y que tal vez quería golpearse la cabeza.

 —El que se celebra cada que hacen un torneo de los tres magos. — Le siguió explicando.

Ron pensó un momento antes de sorprenderse. ¡Claro! Ese baile…

—Ni siquiera sé bailar…— Masculló mientras se miraba de nuevo al espejo.

—No te preocupes Rojo… tú serás mi pareja para el baile. No dejare que pases el ridículo, mi imagen se estropearía. — Le dijo acercándose felinamente el moreno.

— ¡¿Pero qué dices?! — Ron volteo rápidamente, topándose con Zabini muy cerca de él. — Definitivamente no iré contigo. — Volteó su rostro indignado y con un sonrojo.

—El problema aquí, es que no te lo pregunte. — Le susurró tocando los hombros de Ron suavemente y sonriendo galante.

— ¡Eres de lo peor Zabini! — Le grito el pelirrojo mientras se separaba violentamente y salía por la puerta.

En cambio Blaise miro como se iba el enfurecido Weasley con una sonrisa ladina en el rostro.

*/*/*

— ¡Uf! Estoy agotado…— Se dijo mientras se levantaba y secaba el sudor de la frente.

Neville Longbottom era un chico casi solitario, pues tenía buenos amigos, pero cuando se trataba de herbolaria, disfrutaba su soledad. En ese momento buscaba cerca del lago un hongo que necesitaba para completar un estudio que estaba haciendo y tomar nota en su bitácora personal.

— Estoy segura que la vi por aquí… debió esconderse. — Despotricó mientras hacia la tierra de enzima a un lado despreocupadamente.

— Te agradecería si tuvieras un poco de cuidado, Longbottom. — Alguien se quejó cerca.

Neville saltó sorprendido por la voz que le nombró. Pensaba que estaba solo y apresuradamente volteó a ver de quien se trataba.

— ¿Nott? — Preguntó confundido.

Theodore Nott.

Slytherin.

Amigo de Malfoy.

Bastante inteligente.

Era todo lo que su mente aportó al reconocimiento del sujeto.

—Pe… perdón. Estaba buscando algo y… bueno, creo que no… pero ayer si estaba… pero hoy no. —Neville quería esconder su cabeza bajo tierra.

Theo lo observo con una ceja levantada con sospecha.

— ¿Estás buscando esto? —Le preguntó mientras levantaba su túnica y le mostraba unos hongos que crecían en el lugar.

— ¡Si, justo esos! —Respondió acercándose rápidamente al árbol.

Pero Neville realmente no calculó a la hora de lanzarse contra los hongos, cayendo vergonzosamente sobre Nott, sus cabezas chocaron al intentar levantarse y el gryffindor sólo quería desaparecer.

—Discúlpame. —Dijo haciéndose a un lado, pisando los hongos en el proceso.

Nott sólo se paró del lugar y se sacudió levemente.

—Bueno, eres tú el que ha perdido la Flammulina velutipes. —Le respondió.

Neville se levantó rápidamente, observando que, efectivamente, había aplastado a los hongos que tanto había buscado.

—Maldición…— Balbuceó. —Pero que torpe… — Se volvió a agachar para ver si algo se podía recuperar.

—Déjalo. —Le dijo Theodore mientras se daba la vuelta.

El griffindor miro al otro con una mirada extrañada y el ceño fruncido.

¿Qué lo dejara? Es cierto que era un cobarde y tal vez torpe, pero ningún slytherin le diría que hacer.

—Conozco un lugar por los lindes del bosque prohibido en donde crecen. Además, en ese lugar los anillos de la  Flammulina están intactas. —

Observo atónito como el muchacho más alto recogía el libro, hacia un hechizo reductor y mientras lo guardaba en su túnica, le dedicaba una mirada.

—Vamos Longbottom, no tengo todo el día. — Le dijo con una mueca indescifrable pero no con un tono enojado.

Bueno, sólo permitiría que le ordenaran por esta vez.

*/*/*

La casa de Gryffindor salía con cara de espanto en el gran comedor después de las instrucciones de baile de McGonagall. Ron estaba tan rojo y mascullaba impropios a sus hermanos, quienes se burlaban de él. Harry también salió un poco crispado, pero miraba divertido la escena. Neville estaba un poco más atrás en sus propias fantasías.

—Oh Ron, eres un cisne que abre sus alas y está a punto de volar…~— Canturreaban George y Fred mientras se balanceaban de un lado a otro.

—No es divertido…— Les dijo mientras daban la vuelta hacia una de las salidas para ir al lago.

Fred y George siguieron a su hermano menor para seguir con todo el arsenal de chistes que tenían que decirle. Neville los siguió, riendo divertido cuando pudo despejar su mente. Harry  los hubiera seguido también, pero una voz lo llamó.

— ¡Hey Potter! —Gritó Draco caminando hacia la misma dirección que ellos. —Tu padrino quiere que bajemos a las mazmorras. Muévete. — Le dijo.

—Si, voy. — Le contesto, dando una sonrisa sospechosa al rubio.

Ninguno de los dos abrió la boca. Pareciera que a Draco no le importaba y Harry sólo caminaba con las manos en los bolsillos.

Justamente estaba pensando una locura. Pronto seria el baile de navidad. Era un elegido del cáliz de fuego y McGonagall le dijo que necesitaba una pareja para asistir, sí o sí. Estaba a punto de abrir la boca y pedirle a Malfoy algún consejo, pero llegaron a la puerta del despacho y Draco la tocó, no pasó mucho para que Sirius la abriera, entusiasmado.

— ¡Chicos! — Saludó Sirius con una sonrisa. —Vamos pasen. — Les ofreció abriendo la puerta.

Cuando pasaron a la salilla, Severus se encontraba con cara de pocos amigos mirando al heredero Black como si quisiera arrancarle los ojos.

— ¿Paso algo? — Preguntó Harry mirando entre Severus y Sirius.

—Bueno, como sabemos que el baile se acerca, quería mostrarles cómo se baila correctamente. — Les dijo jocoso Sirius.

— ¿Para eso me sacaron de la biblioteca? — Murmuró el rubio molesto mientras tomaba asiento frente a su padrino.

—Black, de eso se encargan los jefes de cada casa…— Suspiró cansado Severus.

—McGonagall nos acaba de impartir unas tutorías de baile. — Le dijo Harry mirando a su padrino.

Sirius resoplo y dijo:

—Minerva se quedó muy atrás en el pasado. Ahora existen otros pasos más nuevos, yo se los mostrare. — Sirius no dejo que lo amedrentaran.

Se acercó decidido hacia Severus, quien lo miro como un gato asustado ¿Qué le pasaba al loco Black?

—Necesito un ayudante Severus. — El pelinegro jaló al porcionista y lo levanto para tomarlo en posición de baile. —Eres bastante ligero. —Le comentó sorprendido.

—No sabes lo que estás haciendo Black…—Contestó Snape, apretando los dientes y temblando de la impotencia.

Sirius lo tenía muy bien agarrado y esto empezaba a incomodarle. Se daría un tiro si sus manos empezaban a sudar.

—Bien muchachos, tienen que tomar a su pareja suave, pero firme, de las caderas…—Les instruyó. —y su otra mano sólo acaricio dócilmente la contraria... —

Para ese entonces, Severus se comenzaba a tornar nervioso. Su respiración se comenzó a volver pesada y especuló que se desmayaría con la voz de Sirius, que con cada palabra que hablaba, un aire cálido rozaba su mejilla y le hacía temblar levemente. Estúpido perro.

—Ahora, tienen que girar, lentamente, si lo hacen rápido, su pareja no les podrá seguir el ritmo. —

Después de que dieran unas cuantas vueltas. Severus pudo soltarse de las garras del pelinegro, quien sonreía feliz a sus “alumnos”. Draco miraba a su padrino con las cejas alzadas, como pidiendo una explicación del comportamiento extraño que estaba presenciando. Harry sólo miraba con admiración a Sirius, como alguien que superaba la genialidad.

—Sí, sí, si… eso es todo…—Interrumpió a los presentes el pocionista. —Todos fuera ¡ahora! —Con las energías que le quedaban, Severus empujo a los tres a la salida, cerrando con candado su despacho.

Estando sólo pudo respirar tranquilo.

Afuera, se encontraba Sirius con una mano rascando su nuca.

— ¿Se habrá cansado? —Se preguntó.

Harry levanto los hombros, ignorando la fuente del comportamiento de su, de por sí, raro profesor. Draco soltó un gran suspiro.

—Son tal para cual…—Comento el rubio, resignado. —Adiós. — Se despidió.

Harry y Sirius miraron a Draco irse a la puerta de Slytherin, aún más confundidos todavía.


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