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Primera Letania por sugar-blood

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Notas del capitulo:

Hola a todos. No hay nada que agregar en este capítulo, creo. Solo agradecer por sus comentarios. Gracias y disfruten.

Cap4. – Crash

Don't know where I'm going.
Everybody's running,everybody's running.
Come back,after all is broken.
Everything is burning, no one is returning.

- Fit For Rivals

—Kreacher, ¿Has visto al Draco por aquí? — Sirius preguntó

—Kreacher vio al finísimo y respetable amo Malfoy en la biblioteca. — Contestó el anciano elfo con tono enfurruñado.

Había pasado unos días después del velorio de Narcissa. Draco seguía reticente y huraño, no le dirigía la palabra a Sirius y este no encontraba la oportunidad para disculparse pues, aunque le molestara, Severus tenía razón; no debió presionarlo de esa forma y en ese momento.

Se dirigió al lugar donde el elfo le indicó que estaba su sobrino. Se le hizo un poco extraño que Draco estuviera en esa habitación. La casa era igual de "malvada" que sus antiguos ocupantes y estaba recia a mantener ciertas puertas cerradas; la biblioteca no fue la excepción. Tardaron unos días pero al  fin lo  consiguieron, lo  malo era cuando la cerraban porque se batallaba para volver a abrirla y hacía falta bastante fuerza.  Draco no parecía ser de los muchachos con mucha fuerza física; así que supuso que la casa aceptaba a Draco.

Empujó con fuerza la puerta y la movió un poco como para que su cuerpo entrara. La puerta rechinó y crujió pero cedió al final. La biblioteca de los Black era enorme y llena de libros-la mayoría de estos sobre las artes oscuras-y fue de las mejores en su tiempo. Camino por los primeros estantes mirando las arañas pequeñas que tejían sus nidos y pensó en mandar a Kreacher a limpiarla. No tardó mucho en ver libros regados por el suelo, seguirles el rastro y encontrar a Draco.

Sentado en un sofá, se encontraba su sobrino. Sabía que el rubio estaba al tanto de su presencia pero este no se molestó en mirarlo. Recogió un libro del suelo y el título de Pociones vol. Cinco le recordó sus años en Hogwarts y su mala experiencia con pociones. No era muy devoto a la materia y la había pasado solo por la ayuda de Remus. Aunque Runas antiguas sí que la había pasado con honores.

— ¿Se le ofrece algo Sirius? — Preguntó Draco con hastió.

La voz del menor sobre saltó al pelinegro.

—Nada en particular. Solo quería saber dónde estabas—

—Bueno. Ya lo sabe. —

Draco aún estaba enojado. No era por las cosas que le había dicho Sirius, eso fue lo de menos. Pero por alguna extraña razón se sentía enfurecido con solo ver a Sirius y a Potter, quería arrancarles las cabezas como si ellos fueran los culpables de sus desgracias. Y ni hablar de las pociones de dormir sin sueño que se había robado del estuche que siempre llevaba su padrino. Solo él conocía la clave para abrirla. Pero es que hace días que no podía dormir por unas pesadillas que le rondaban en la cabeza. Todas terminando con la risa psicópata de Bellatrix. No lo soportaba, pero no faltaba mucho para que Severus se diera cuenta.

—También quería disculparme por lo que dije en el funeral. No era el momento adecuado. — Sirius tomó asiento en un sillón delante de Draco.

Draco movió los libros que estaban en su regazo y miró a su "tío" por un momento.

— ¿No cree que es un poco tarde para eso? —

—No me pude dar a entender. Quiero ayudarte, pero no sé cómo. —

—No tiene por qué hacerlo. No hay necesidad de eso, si necesito ayuda se la pediré a Severus. —

— ¡Por Merlín, Draco! Soy tu familiar más cercano…—

— ¡Eres un desterrado, no eres parte de MI familia! — Se levantó de golpe— Tendrás el apellido Black, pero no eres uno de nosotros, absolutamente no. —

"—Tu lo solventaste cuando le diste la espalda a esta familia por esos Gryffindor’s—"

El recuerdo de su padre le golpeó en todo su orgullo. Y estaba tan enojado por que Draco le recordó aquello que sentía sus entrañas arder del enojo. Algo burbujeante subiendo por su boca y queriendo salir en forma de palabras venenosas.

Las ansias de Draco volvían y su agitación no quería parar.

—Tenemos ideas diferentes sobre la familia pero por duro que nos cueste entender…—Sirius resopló, recuperándose. —tenemos que acostumbrarnos. —

Draco bajó su mirada y apretó fuertemente sus manos formando puños. El orgullo le carcomía por dentro y su mente quería explotar.

— ¿Y qué quiere que haga? ¿Qué sea igual de sumiso que Potter? —Preguntó venenosamente el rubio.

—No metamos a Harry en esto…— Sirius frunció el ceño.

— ¡Pero si usted es el que trata de "ayudarme" como si fuera él! —

Sirius resopló de nuevo.

—Solo coopera un poco, es todo. Andrómeda, Nymphadora y yo queremos ayudarte. —

Draco ya no quería discutir así que solo intento que su mente borrara la conversación que estaba teniendo con el obstinado hombre, recordando que no podía hacer nada por el momento, no mientras fuera menor de edad; y aunque lo quisiera negar, ocupaba a esos Gryffindor ’s para poder vengarse.

—Está bien. Si necesito ayuda se los haré saber. —

*/*/*

— ¡Snivellus! —

Severus rodó los ojos con cansancio y paró su caminata. Esperaba tener un respiro después de la pelea que tuvo con Draco por haber tomado sus pociones para dormir sin sueño. El chico colapsaría si seguía tomando aquella poción y le recomendó que durmiera durante el día mientras él buscaba una solución para las pesadillas.

Pero parecía que ni Hogwarts era un lugar apropiado para darse un respiro. Sirius lo había encontrado y ahora caminaba hacia él.

—Black… —Respondió con desdén. — ¿No tendrías que estar en la casa cuidando a Draco y a Potter? —

—Andrómeda llegó y decidí dejarlos solos. Quería preguntarte algunas cosas…—

—Es sobre Draco. —Afirmó Severus. —Te estabas tardando. —

—Sí, es sobre él. —Frunció el ceño Sirius mientras tomaba una pose despreocupada.

Snape resopló con cansancio.

—Vamos a mi despacho…—Severus se dio la vuelta para seguir su camino.

Sirius dudó un momento, tal vez debería ir con Dumbledore, pero el anciano le daba mala espina así que decidió mejor seguir a Snivellus como lo había planeado principalmente.

Bajaron hasta las mazmorras. Sirius recordaba haber pasado por aquellos lugares en sus años de estudiante, buscar hacer una bromita a los Slytherin no le hacía daño a nadie. Sonrió melancólico ante los recuerdos.

Cuando pasaron por la sala principal de la casa de plateado, Severus se detuvo en un cuadro y murmuró la contraseña.

—Pasa. —Severus le dio paso a su acompañante. —Y no toques nada. — Amenazó.

—Que falta de confianza Sev… — Masculló Sirius.

Severus cerró la puerta cuando los dos estuvieron dentro y sirvió el té mágicamente, mientras se sentaba en su escritorio delante de Sirius.

— ¿Qué quieres saber? — Preguntó sin rodeos Snape.

—Todo. Como le va en la escuela, que le gusta hacer, todo lo que pueda servirme. — Respondió Sirius mientras se acomodaba mejor en la silla.

—Bueno…— Invocó con su varita una carpeta y se la pasó a Sirius.

El ojigris abrió la carpeta y miró detenidamente los números y nombres de materias. Draco era un chico listo, como había esperado de un orgulloso sangre pura y no se impresionó por eso.

—Es el buscador del equipo de quidditch y es muy hábil con las pociones. —

—Como se puede esperar de un ahijado tuyo. —Se mofó Sirius. —Aunque… ¿no es un poco debilucho para ser buscador? — Preguntó extrañado.

Para ser un buscador se necesitaba ser bastante resistente, pues todos tenían los ojos puestos en ellos. Era eso o ser muy hábil y con buena suerte, como en el caso de Harry.

—Bueno, no es como si se atreviera a arriesgar su vida en cada maniobra. —Severus dijo con desdén mientras evitaba pronunciar el nombre de Potter, por poner un ejemplo. — Se ve que le gusta volar…—Tomó un sorbo de té.

Pareciera que el ambiente no se sentía tan hostil como imaginaron al principio. Cabía destacar que Sirius no confiaba en Severus, pero sabía que alguien que protegía a un niño como lo hacía Snivellus con su sobrino, no podía ser tan mala persona.

Lo sabía desde Hogwarts. Severus no era malo. ¿Entonces por qué fastidiarlo? ¿Tal vez para llamar su atención? ¿Por qué querer la atención de un grasiento Slytherin? Puso freno a sus pensamientos, tenía cosas importantes que preguntar aun.

*/*/*

Draco acarició suavemente las teclas color negro y blanco. Las yemas de sus dedos ensuciando con polvo acumulado de años, preguntándose cuando fue la última vez que usaron aquel instrumento.

Después de la visita de su queridísima tía y su cariñosa prima quedó hecho polvo. Nymphadora con las ganas excesivas de querer llevar a Draco al mundo muggle y Andrómeda apaciguando a su hija, pues percibía las pocas ganas de su sobrino por querer hacer tal cosa. Las damas se quedaron a comer con Harry y Draco y a la hora del té, cuando Sirius y Severus regresaron, las dos se fueron.

Después de eso Draco subió por las escaleras para dirigirse a su cuarto, pero algo llamó su atención. Al fondo del pasillo estaba una puerta, se veía bastante gastada y como si hacía siglos que no la abrían. La curiosidad pudo más que él y, sabiendo que no había peligro alguno, se adentró al lugar encontrándose un cuarto con un piano dentro de él.

Sus ojos grises destellaron con recuerdos.

Su abuela -paterna- le encantaba la música y por extraño que sonara, prefería tocarla ella misma, y junto con su padre lo guiaron por el camino de la música. Recordaba las manos de Lucius moviéndose violentamente sobre el instrumento, interpretando notas rápidas y hermosas. Y las delicadas manos de su antecesora, descifrando sonidos tranquilos, lentos y que le llenaban de paz. Cuando murió su abuela, su padre dejó de tocar el piano; pero él lo siguió haciendo, tratando de hacer música tan hermosa como su abuela. Pero nunca lo logró.

Miró con una sonrisa melancólica el instrumento. Jamás volverían aquellos tiempos. Con un movimiento de varita limpió toda la tierra acumulada y se sentó elegantemente. No sabía si podría volver a tocar como cuando era un niño, pero lo intentaría.

*/*/*

El ambiente a la hora de la cena era incómodo; lanzándose miradas fugaces de desconfianza.

—Mañana es el partido de quidditch, ¿Estás listo? —Preguntó Sirius mientras llevaba un bocado a su boca.

Draco miró confundido a su familiar. ¿El? ¿Con los Weasel?

—No voy a ir. —Respondió mientras volvía su cara al plato parcialmente lleno.

Harry se sintió aliviado con la respuesta. No podría batallar con las peleas que causaría si a Malfoy se le ocurriera aceptar. Severus rodó los ojos, Black podía ser inoportuno hasta en las horas tomar los sagrados alimentos. ¿Qué parte de no presionar a Draco no entendía?

—Bueno, solo iríamos Harry, tu y yo. — Insistió el hombre.

Sabía - gracias a Severus- que a Draco le gustaba el quidditch-como a cualquier mago respetable- y el equipo favorito de este, los búlgaros, jugaría. Entonces decidió que irían para que los dos jóvenes se distrajeran un poco.

—Si Severus no va, yo no iré…—

—Sabes que eso es imposible…—Replicó el padrino del rubio.

—Poción multijugos. —Cortó Draco mientras tomaba un poco de jugo de calabaza.

—Eso sería…—

—Vamos Snivellus…—La lengua de Sirius estaba a punto de quemarse, ¿rogarle a Snape? Ni en sus más retorcidos sueños.

Severus curvó levemente los labios. Eso si era inesperado.

—Oh bueno, podría ser…— respondió con tono burlón el profesor de pociones.

Sirius frunció el seño y se arrepintió de a ver dicho lo anterior.

Severus miró de reojo a Draco mientras se regocijaba internamente. Sabía que su ahijado tuvo la esperanza de ir al juego con su padre, como todos los años. Draco tenía la mirada perdida en el plato, como si pensara en algo muy profundo. Giró los ojos y pensó que no podía estar permitiéndose ser así de consentidor con el muchacho.

—Bien… Iré. — contestó cansino.

Severus pudo ver el pequeño atisbo de sonrisa en los labios de su ahijado.


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