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Primera Letania por sugar-blood

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Notas del capitulo:

Tal vez ponga a juego su sentido de juzgar a la gente. Empieza la verdadera historia chicos/as. Espero que les guste y gracias de nuevo por el apoyo en sus comentarios. 

Cap7. – From Yesterday.

On a mountain, he sits.
Not a gold, but of shit.
Through the blood, he can learn.
See the life that it turn

- 30 Second To Mars

Draco y Harry miraron el expreso de Hogwarts. Los ojos del rubio se movían atentos a quien se encontrara alrededor, con una chispa de miedo que trataba de menguar el mismo. No quería encontrarse a sus compañeros de Slytherin. Aun no. Por otro lado Harry buscaba a los pelirrojos o a Hermione, quería contarles lo del sueño y que le ayudaran a saber que significaba exactamente.

—Bien chicos…— Sirius miró su reloj muggle— Llegamos justo a tiempo tal vez los Weasley ´s y Hermione ya están adentro. — Miró a Harry significativamente.

El heredero Black presto más atención a Draco, quien miraba aun más intensamente el tren, dándoles la espalda a Harry y a el mismo. El castaño sintió el aire cansado de su padrino, a veces quería gritarle a Malfoy y exigirle que dejara de mortificar a su padrino, pero un sentimiento de culpa se instalaba en su pecho, pues después de todo no podía culparlo por algo que no pidió.

Malfoy volteó levemente hacia ellos mirándolos con indiferencia.

—Nos… vemos. — Dijo dubitativo el rubio.

Draco estaba a puto de dar la vuelta y alejarse rápidamente pero las manos de su tío en su hombro lo pararon y sorpresivamente fue abrazado. Sus ojos se abrieron lentamente intentando procesas la muestra de cariño. Nunca le habían abrazado justo fuera de la estación de tren, por lo general siempre era antes de partir que se hacían las despedidas en su propio hogar. Su pecho se llenó de un sentimiento extraño y las ganas de llorar le llegaron como un golpe seco. Se tensó un poco y rozó suavemente los brazos de su tío con sus manos, intentando en vano retar las cálidas manos de Sirius, pero solo consiguió que se pararan justo arriba de ellas.

—Cuídate Draco, nos veremos pronto. — Soltó Black sonriendo.

El rubio sólo atinó a mover su cabeza en afirmación y salir caminando a pasos largos fuera del campo de visión de Potter y su tío.

Sirius suspiró cuando vio desaparecer a Draco entre toda la gente.

—Bueno… hay que seguir intentando. — Sonrió mirando el lugar que había ocupado su sobrino.

Harry solo frunció levemente el seño pero inhaló y exhaló calmadamente antes de despedirse de su padrino con abrazo y todo. Se sintió bien el saber que alguien lo esperaría en un lugar que podía llamar hogar.

Subió al tren sin contratiempos y pasó por los primeros compartimientos, buscando a sus amigos. Miró adelante el cabello de Hermione y la cara de Neville, sonrió apresurando al paso, pero al acercarse escuchó un golpe de una caja cayendo en un compartimiento y su curiosidad le hizo girar la cabeza.

Se quedó de piedra mientras veía que dentro del compartimiento estaba Draco sentado, pero eso no era lo que le tenía estupefacto, si no el chico que le acompañaba parado frente al rubio. Era alto y con el cabello rubio cenizo, una sonrisa triunfante adornaba su cincelado rostro pálido. Lo extraño es que no lo había visto jamás y parecía de un año más grande que el suyo. Miró hacia Malfoy que mostraba su cara impasible mirando hacia el otro como si no fuera suficientemente bueno para estar en su misma pieza. La cosa que había caído parecía ser la maleta del chico extraño y se preguntó si estaría de intercambio, pero de lo que si estaba seguro era de que el rubio que conocía no estaba feliz de su presencia.

—Malfoy, por fin te encuentro…— Dijo entrando sin avisar, ganándose las miradas estupefactas de los dos rubios.

No sabía qué diablos estaba haciendo pero algo dentro del le decía que no quería al otro chico cerca del rubio, por una o por otra cosa, y no era de las personas que se detenía a pensar las cosas así que…

Malfoy revoloteó sus ojos y trató de respirar tranquilo.

—Potter…— Dijo entre dientes.

— ¡Oh ¿así que tu eres el gran Harry Potter?! — El rubio cenizo había cambiado su cara completamente por una de gran asombro, su asentó le hizo ver que no era de ese lado de Europa. —Mi nombre es Gustav, Gustav Magnus. Un gusto. —Saludó el muchacho.

Harry notó los ojos de un color por demás extraño, un tono oscuro pero con trazos de color morado, no se fió ni por un momento del chico pero aceptó el saludo que le ofrecía.

—Un… gusto— Contestó mirándole con sospecha.

Se escuchó el sonido del tren que se ponía en movimiento en ese momento y la cara del chico se tornó sorprendida, como si acabara de recordar algo.

—Bueno, fue un gusto verte de nuevo Draco…—El chico resaltó el nombre que pronunció, dándole mucho énfasis. — Un gusto de nuevo Potter. — Se despidió, saliendo del compartimiento.

Un silencio se instaló entre los únicos ocupantes del compartimiento. Draco luchaba por no suspirar y hechizar a Potter. Harry solo se quedó pensando en quién diablos era el muchacho que acababa de conocer, pero sus respuestas estaban justo delante de él.

— ¿Quién era? — Preguntó el azabache.

— ¿Qué diablos te importa Potter? Porque no te…—

— ¡Oye! Prometimos que ya nos llevaríamos un poco mejor. Teníamos un trato, ¿no? — Harry habló mientras tomaba asiento enfrente del rubio.

Draco no puedo retener más el suspiro.

—No Potter, quedamos en que nos ignoraríamos. — Le respondió sobando sus sienes.

Antes de que Harry pudiera abrir la boca la puerta del lugar fue abierta dejando ver a una Hermione mirando curiosa.

— ¡Harry! Te estamos esperando. Neville te vio entrar y…—Miró cautelosamente a Malfoy. — ¿Interrumpo? — Preguntó.

Un "Si" por Harry y un "No" por Draco fueron dichos al mismo tiempo.

— ¿Hermione, Harry? — Ron irrumpió en el compartimiento. —Malfoy…— Saludó el recién llegado sin importancia.

—Weasley. — Fue la contestación.

Draco estaba a punto de correrlos a todos cuando se dio cuenta de que el trío dorado se estaba acomodando en los asientos vacios y acomodando algunas de sus valijas. Pero la mirada de Potter de querer respuestas sobre el chico que estaba antes ahí le hizo tomar la decisión de que no era conveniente estar solo.

Los Gryffindor ´s empezaron una plática que Draco estuvo ignorando completamente. Él rubio tenía cosas más importantes en que pensar, como el tener que enfrentar a sus compañero. Estaba seguro que estaría en la cueva del enemigo. Suerte que tenía a Severus de su parte. Retuvo la respiración para no soltar un bufido que se instaló en su boca. Ya no tendría amigos, complaces, compañeros. Tal vez Blaise, después de toda su familia no estaba aún con el Lord… Pero tenía que tentar el terreno antes de precipitarse a él. No se dio cuenta pero se quedó dormido antes de la primera hora de viaje con una mano cargando su cabeza y recargada en el porta brazos.

—Dormido hasta parece que no le hace daño a nadie. — Susurró Hermione cuando el silencio se instaló en el compartimiento.

—No te confíes Mione…— Le dijo Ron mientras bufaba.

—Sirius me dijo que Malfoy no ha estado durmiendo bien. Algo sobre unas pesadillas…—De pronto Harry abrió enorme los ojos, recordando el problema de su "sueño".

Después de explicárselo a sus amigos y que le recomendaron decírselo inmediatamente a Sirius se quedó con el recordatorio de hacerlo después de llegar a Hogwarts. Una hora antes de llegar a la estación de Hogwarts, Ron y Hermione salieron del lugar en busca de Neville y Luna que estaban en el mismo compartimiento, no podían esperar a contarse lo que habían pasado en las vacaciones, Harry les dijo que se quedaría vigilando a Draco, que así se lo había prometido a Sirius.

Unos minutos después de la salida de los chicos Draco despertó desorientado.

Sus manos se dirigieron a su cara, desperezándose. Aun se sentía cansado y pesado, un poco entumido. Todo estaba en silencio y Harry no sabía que agregar, parecía que Malfoy había olvidado su presencia.

—Eh Malfoy…—Llamó la atención del rubio.

El nombrado dio un leve brinquito, recordando al instante en donde estaba.

—Diablos… me quedé dormido. — Masculló para sí mismo. —"Y con los leones presentes." — en su mente agregó.

— ¿De dónde conoces a ese tal Magnus? — Preguntó como el que no quiere la cosa.

—Era mi ex prometido…— Susurró Draco mientras se tocaba los ojos con las manos intentando despertar completamente.

Demasiado tarde se dio cuenta de lo que había dicho. Estúpido, estúpido, estúpido. Estaba tan dormido que su boca respondió sin más, sin darse cuenta de las consecuencias que eso acarrearía. Pero al fin y al cabo se tenían que enterar.

Gustav Magnus era su prometido, los padres de este y los suyos estaban de acuerdo. Gustav venía de una familia mágica alemana, la más rica del país. Era por obvias razones que se enlazaría con Draco, más que eso, la familia Magnus estaba en la mira del señor oscuro y los tenía en muy alta estima, se podría decir que más que a los Malfoy ´s.

— ¿Tu… prometido? — Preguntó confundido Harry.

— ¿Estas sordo Potter? Ex prometido. El contrato de mis padres fue roto cuando murieron. — Dijo quitándole importancia.

—Parecía un poco extraño. — Potter expresó como si intentara recordar el cambio de expresión del raro joven.

Antes de que Harry pudiera sacar información Ron llegó jalándole fuera para llevarlo con Neville al cual tenía una historia muy buena que contar de sus vacaciones. Salvando a Draco de más preguntas que no quería contestar. Gustav no estaba ahí solo por un capricho de su familia. Estaba ahí por otra cosa y tenía que decírselo a Severus. Tal vez corría peligro…

*/*/*

Aplausos se escucharon en el gran comedor al finalizar la selección de casas de los más pequeños. Albus se levantó iniciando una plática sobre la reunión de tres escuelas para el torneo de los tres magos, causando unos poco murmullos en las cuatro casas, aun que ya se sospechaban que algo pasaría con la llegada de ese barco y la carroza jalado por pegasos.

Las primeras en llegar fueron las jóvenes de Beauxbatons y su directora Madame Maxime, las encantadoras chicas cautivaron a todos en general. Los segundos fueron los bruscos pero asombrosos alumnos de Durmstrang y su director Igor Karkarov sorprendiendo a todos con la llegada de Viktor Krum ganando la emoción de Ron en la mesa de Gryffindor, los hermanos gemelos pelirrojos empezaron a corear bajito la canción que habían compuesto para su hermano en el torneo de quidditch sobre el amor de su pariente menor por el jugador búlgaro. Ron los hizo callar y bajar la voz cuando el buscador pasó a su lado.

—También me alegra presentar a los nuevos profesores que impartirán este año. — Volvió a hablar Albus cuando una quinta mesa fue puesta en el comedor y aun no entraba la cena. — Sustituyendo a la profesora Babbling, el nuevo profesor de Runas Antiguas, Sirius Black. — Presentó el director.

Todos retuvieron el aliento mientras la figura de Sirius aparecía de detrás de la mesa de profesores por la puerta de la derecha. Harry se levantó un poco de su asiento, mientras Draco contenían la respiración con mirada aterrorizada, Severus rodó los ojos al ver el porte de Black, sonriente y rejuvenecido, lleno de energía. Los gemelos Weasley fueron los primeros en aplaudir y hacer alboroto, todos siguieron su ejemplo, excepto los Slytherin 's que estaban un poco confundidos.

—También el nuevo profesor…—

Antes de que Albus pudiera decir cualquier nombre. La figura empapada de Alastor Moody hizo acto de presencia por la puerta principal. Todos miraban al recién llegado con un poco de miedo.

—Buenas… noches. — Saludó con su tono rudo de siempre.

—Alastor Moody, el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. — Sonrió el anciano director.

A Draco le recorrió una extraña sensación de terror. Pensaba que iba a empezar a hiperventilar pero respiró hondo y se compuso inmediatamente. Parecía que todos querían causarle daño y nadie le ayudaría. Ya no más.

—Una última cosa antes de empezar con el banquete. — Volvió a hablar Dumbledore. — En una rara y especial ocasión, alumnos del instituto Heidelberg tuvieron que trasladarse a Inglaterra y han sido trasferidos a Hogwarts, por favor, denle una cálida bienvenida a los hermanos Magnus. —

Los aplausos fueron recibidos mientras los susodichos aparecían por la puerta principal. Los jóvenes sonreían a todas las mesas. Rubios los dos, Gustav era mucho más alto que su hermana. La muchacha parecía ser de la edad de Ginny Weasley, con su cabello largo y rubio y suelto con una diadema, con los ojos parecidos a los de su hermano solo que los de ella se miraban agotados pero risueños.

—Magnus, Annika. Para Tercer año.— Mandó llamar la profesora McGonagall nombrando a la chica.

La muchacha se dirigió con su sonrisa a la silla donde la profesora le puso el sombrero.

— ¡Gryffindor! — Gritó la vieja cofia.

Un aplauso fue escuchado por parte de los leones mientras recibían a su nueva compañera.

—Magnus, Gustav. Para cuarto año. — Nombró de nuevo la profesora.

El chico pasó con aire confiado y con una sonrisa de medio lado que derritió a la mitad de las chicas del lugar. Al ponerle el sombrero un susurro inentendible por parte de los dos se escuchó.

— ¡Gryffindor! — Fue el último grito antes de los aplausos.

De nuevo el chico fue recibido igual que su hermana. La cara desencajada de Draco era un poema, o eso pensó Harry al voltear a verlo. El rubio no podía creerlo, algo planeaba su ex prometido, y nada bueno era. Si venía con su hermana quería decir que toda la familia estaba aquí. Bueno, según supo, su padre había muerto hace cinco años atrás, pero su madre seguía a los servicios del Lord. Algo tenían en mente los Magnus y tenía que saber qué.

*/*/*

La cena fue por demás incomoda para el rubio, por una vez en su vida deseaba que nadie le notara. Las miradas de la mayoría de la mesa de Slytherin estaban puestas en el, ya que no estaba en su puesto habitual en medio de la mesa, si no que ahora se situaba casi al empezar donde los chicos de primero estaban ubicados. La mirada de las otras mesas consistía en Cedric Diggory, Viktor Krum, Harry Potter y las miradas ocasionales de Gustav. Quería hundirse en la mesa.

Antes de retirarse a sus dormitorios el director les presentó el Cáliz de fuego y cómo funcionaba para los participantes, que serían solo mayores de edad. Después de esto todos se dirigieron a sus respectivos dormitorios, algunos inconformes por saber que no participarían en el torneo.

*/*/*

Estaba delante de la puerta de su dormitorio. Dos cosas le esperaban adentro. Una, ser rechazado y expulsado por sus compañeros. Dos, aceptado y reintegrado. Trataba de que su mente no se fuera por las ramas pensando en un final feliz, se dijo que había entendido por la fuerza que eso no existía.

Su mano se dirigió al picaporte abriendo la puerta sin prisa. Dentro del cuarto se encontraban Blaise, Vincent, Gregory, Theodore y Pansy, todos sentados estratégicamente para ver directo a la puerta, a su llegada.

—Buenas noches…— saludó tranquilo y con la barbilla en alto mientras entraba,

Cerró la puerta tras de sí y se dirigió a su cama para abrir su baúl. Quería cambiarse e ir a dormir.

Sintió movimiento tras de él. Unos brazos tras de él lo apretaron suavemente. No pudo mas, quería resistirse al ser consolado pero se sentía correcto desahogarse ahí y ahora, dejó que los brazos inconfundibles de Pansy lo apretujaran aun más y se hizo un ovillo en aquellos brazos mientras empezaba a llorar.

—Tranquilo querido, ya estás en tu hogar…—Le susurró la pelinegra.

Cuanto necesitaba aquello, sentirse en casa. Más pasos se acercaron a él, pero solo unas manos se unieron en su regazo. No eran efusivos ni tan cariñosos pero era lo que el necesitaba, solo apoyo.

—Estamos contigo, Draco. — La voz calma de Blaise habló por todos en el cuarto.


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