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Primera Letania por sugar-blood

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Cap8. – Can You Feel My Heart?

Can you hear the silence?
Can you see the dark?
Can you fix the broken?
Can you feel... 
Can you feel my heart?

- Bring Me The Horizon

— ¿Entonces qué haremos? — Preguntó Blaise mientras se sentaba en su cama.

—Nuestros padres nos exigieron cero contactos contigo, el señor tenebroso te tiene en la mira y en su lista secundaria de muerte. — Dijo Theodore Nott mientras se levantaba del cofre donde estaba sentado.

—Bueno. Tendremos que guardar las apariencias. No pueden arriesgarse de esa forma si los ven conmigo. Hay muchos de último año que ya tienen la marca y es seguro que sirven como espías…— Draco suspiró mientras caminaba de un lado para otro, con paso lento.

—Bueno, ya veremos qué podemos hacer más adelante. Por ahora hay que mostrar total indiferencia hacia Draco… Es hora de descansar, estoy un poco cansada. — Pansy comentó, levantados de una silla cercana a la cama de Malfoy.

*/*/*

—Entonces este año vamos a... —

Y Harry no escuchó nada más. Todos desayunaban en el salón antes de asistir a su primera clase. Miró hacia la derecha, vio a Dean y Seamus hablando con Gustav. El chico nuevo se había instalado en la habitación de la torre que pertenecía a los de su curso y le pareció un muchacho normal. Habló un poco de él mismo, su vida en Alemania, sus gustos. A todos les cayó de maravilla… ¿Cambiaría su forma de ver al alemán si les decía la relación que tenía con Malfoy? Tal vez si… además aún no se confiaba de Gustav, había algo que le molestaba en el brillo de sus ojos. Miró hacia la izquierda mientras tomaba un poco de jugo de calabaza. La hermana de Gustav estaba hablando con Ginny sobre quien sabe que cosas y reían. Tampoco confiaba en ella.

Su mirada se dirigió a la puerta mientras terminaba su jugo. Malfoy entraba por ella. Completamente solo pero con un aire aristócrata, levantando la barbilla como si nadie le intimidara. Pensó que eso se le quitaría al no tener a sus dos guardaespaldas al lado. Ninguno de la mesa de Slytherin lo volteó a ver mientras Draco tomaba su lugar de ayer en la mesa de las serpientes.

— ¿Ya vieron a Malfoy? Pensé que no se atrevería a venir de nuevo después de lo que les pasó a sus padres…— Lavender habló en un tono alto, como si quisiera que todos se enteraran.

Rodó los ojos, un poco molesto.

—Toda una semana se habló en el Profeta sobre el ataque a la mansión Malfoy…— Dijo Dean mirando a Harry como si esperara que les digiera algo. — Dicen que Sirius Black es ahora su tutor. —

—Vives con Sirius también, ¿No, Harry? — Apoyó Seamus.

—Sí. — Contestó incomodo el morocho.

—Y ya no tiene a su séquito de seguidores. — Apoyó Ron. — Tal parece que no son tan leales como se mofa el sombrero seleccionador. —

— ¡Oh por Merlín! Alguien le ha tirado una bola de avena a Malfoy. — Patil se cubrió la boca para no echarse a reír.

Harry dirigió su mirada a la mesa de Slytherin. Las risas de la mesa de las serpientes se hicieron escuchar, por lo menos de los de último curso. Vio a Draco mover sus labios y quiso saber qué diantres había dicho. Las risas cesaron al instante. Y las de todo el comedor también. El rubio limpio la bola de avena con una servilleta mientras se levantaba y el pedazo de tela era desechado en su plato medio lleno. Malfoy se fue con la misma imagen como había entrado, orgulloso y con la barbilla en alto.

Harry miró hacia la mesa de los profesores. Sirius estaba levantado, casi a punto de salir tras su sobrino y Severus tenía una sonrisilla en la boca, como si supiera que había dicho Draco para dejar a la mesa de Slytherin tan consternada.

—Pues no parece que ocupe tanta ayuda después de todo, ¿Verdad? — Dijo Harry mientras se levantaba también, dejando miradas aterradas en sus compañeros, una sonrisa de Hermione y otra mueca de medio lado por parte de Gustav.

*/*/*

—Pero primero, ¿Quién puede decirme cuantos hechizos imperdonables existen? —

Draco intentó guardar la calma cuando el nuevo profesor de DCAO le miró amenazante. Era sabido por todos que el profesor y auror Alastor Moody siempre estuvo tras Lucius Malfoy, tratando de descubrirle algo significativo para mandarlo derecho a Azkaban y sin un boleto de retorno. No desaprovecharía la oportunidad de ser un miserable con el Malfoy menor, por muy huérfano que fuera. Pero el rubio solo atinó a regresar la mirada desafiante. Claro que sabía cuales eran los maleficios pero no le daría el gusto de que respondiera.

—Tres señor…— Contestó sin levantar la mano Granger.

Lo que le siguió a todo eso fueron respuestas que nadie le pidió de Granger y miradas aun más despectivas del maestro hacia Draco. Llegó el momento de la práctica y Moody hechizó con un imperius a una araña haciéndola más grande de lo que era y paseándola en el salón. Draco pensaba que iba a vomitar o tal vez desmayarse por la risa de sus compañeros que martilleaba en su cabeza.

Las risas cesaron-gracias a Merlín, pensaba Draco- cuando el maestro la puso sobre la ventana.

—Muy divertido ¿verdad? — Dijo con una sonrisa de medio lado. — ¿Como quieren que muera? ¿Que se aplaste o tal vez que muera ahogada? Ya no es tan gracioso ¿Cierto? —

Moody dirigió a la- de nuevo- pequeña araña hacia su mano.

—Pero no es el único maleficio, ni siquiera uno de los peores. ¡Malfoy! — El nombrado dio un salto casi imperceptible y abrió los ojos de nuevo. — ¿Puede ayudarme?

Cruciatus. — Respondió impasible pero con un tono un poco ahogado.

—Oh si, el cruciatus. Muy doloroso. Ven, acércate. — Le pidió el profesor con un dejo de emoción retorcida.

Draco se levantó y el silencio que había en la sala se vio roto con el rechinar de la silla al moverse para pasar con pasos calmos hacia el profesor quien ponía a la indefensa araña en el escritorio.

—El maleficio torturador…— Susurró Alastor cuando Draco estuvo cerca.

— ¡Crucio!

Draco miró detenidamente a la arácnida que se retorcía en la mesa. Recuerdos de principio de verano le llenaron la mente, todos sobre las torturas y gritos que salían de la mansión. Gritos de hombres, mujeres y niños… Inocentes. Sus ojos se abrieron lentamente, procesando el dolor que tal vez estaba sintiendo el animal. Harry estaba a punto de levantarse para sacar a Draco de ahí. Parecía que el rubio estaba en la delgada línea de colapsar y quedar en shock.

Unos fuertes "Alto" y "Basta" se escucharon en la sala. Uno de parte de Hermione y otro de Pansy, esta última se levanto de su asiento cuando vio que Malfoy había detenido su respiración. Las dos con cara de desesperación. Por muy mal que Malfoy había tratado a Hermione, ella pensaba en que nadie merecía presenciar tal cosa.

— ¿¡No puede ver que le hace daño!? — Gritó Granger.

La respiración agitada de Pansy -que aún seguía de pie- era lo único que se escuchaba en ese momento.

El profesor salió de su letargo, deteniendo el maleficio.

Malfoy solo volvió a respirar y parpadeó varias veces, notando algo cálido bajar por su mejilla. Inconscientemente había empezado a lagrimear.

Moody se dirigió a Pansy con paso calmo, junto a la araña, la cual se mecía y convulsionaba en la gran y pesada mano del hombre.

—Tal vez… pueda mencionarnos el último maleficio, señorita Parkinson. — Le murmuró, pero toda la clase pudo escuchar por el denso silencio.

Pansy miró un punto en la mesa y pestañeó lentamente. Había sido estúpido haberse hecho ver como defensora de Malfoy, no pensó en las consecuencias que se vendrían para los dos. Debió de pensar en otra cosa antes de hablar.

—Ava…— No pudo continuar y cerró fuertemente los ojos. Era deplorable.

— ¡Avada Kedavra!—

El hechizo terminó con la vida de la araña, por el mismo Moody. Hermione tembló mientras cerraba igualmente los ojos. Pansy cayó de bruces en su silla. Harry y los demás en la sala abrieron las bocas, impresionados de que el profesor en verdad fuera práctico.

—Sólo una persona ha sobrevivido al maleficio asesino y… está en este salón. — Sin preocuparse de las y el alumno en shock que dejaba a su paso, Alastor se dirigió frente a Harry. —La clase termina por hoy…— Fue lo último que dijo el profesor antes de salir del salón seguido de todos los alumnos…

Excluyendo al trió dorado y a dos Slytherin. Draco seguía enfrente del salón mirando donde antes se encontraba la- ahora muerta- araña.

—Malfoy…—Habló quedito Harry mientras acercaba una mano al hombro del rubio.

— ¡No me toques! — Dijo un poco fuera de lugar Draco.

Malfoy salió corriendo azotando la puerta. Necesitaba ver a su padrino… y tal vez vomitar también.

— ¡Espe…!— Quiso detener Harry.

— ¡No! — Una Pansy Parkinson temblorosa se puso delante de él. —Necesita su espacio…. — Le dijo antes de retirase rápidamente igual que Malfoy.

*/*/*

Sin siquiera tocar entró corriendo al despacho de profesores. Necesitaba contarle a Severus sobre lo que había pasado y que le diera una buena poción para el dolor de cabeza. Buscó la mirada a su padrino, pero lo único que encontró fue a Sirius Black fumando un cigarrillo en la ventana que daba al campo de quidditch.

— ¡Draco! Me asustaste, pensé que eras algún profesor. — Su tío apagó su cigarrillo mientras se dirigía a su lado. — ¿Pasa algo? —

Error. Gran error. Tuvo que suponer que Severus no estaría ahí, si no dando clases. Pero ya era tarde. La adrenalina que le había llevado hasta ahí desapareció. Dejando a un tembloroso Draco Malfoy, desprotegido y cansado de hacerse el fuerte. ¡Justo de la persona a la cual no quería ver ni en pintura!

Sus piernas flaquearon y antes de caer Sirius lo tomó por los hombros y lo ayudó a sentarse en el sillón más próximo.

— ¡¿Qué pasa Draco, estás herido?! — Preguntó el mayor revisándolo con escrutinio.

—N-No…— Fue la respuesta entrecortada de Draco.

Un nudo se posó sobre la garganta del rubio. No quería llorar, no delante de Sirius. No quería quedar al descubierto. Quería ser fuerte y hacerles saber a todos que no necesitaba nada de lo que le arrebataron. No ocupaba su ayuda.

Sorpresivamente Sirius lo abrazó. No fue el medio abrazo que le dio en la estación. Este fue un completo abrazo en toda regla. El cabello de su tío le picaba en la cara. Sintió el nudo bajar hasta su estómago y hacer una revolución en este, hasta que no aguantó más, y mientras apretaba los brazos del mayor, se echó a llorar.

No quería hablar, no quería que supiera del terror que concebía. Del dolor que se había guardado dentro de él. Del abandono que sentía y del odio que le hervía la sangre, la voz de venganza que le gritaba su mente y el sufrimiento de su alma por no poder hacer nada.

Por otro lado, Sirius no abrió la boca. Se dedicó a acariciar la cabellera rubia de Draco. Sabía que algún día su sobrino llegaría a un punto de quiebre. Llevaba junto a él un mes y tenía que pasar tarde o temprano, aunque se asombró de lo mucho que pudo aguantar el muchacho.

Después de unos minutos sólo se escucharon los sollozos de Malfoy y Sirius no pudo quedar más enternecido.

—Me parece que te has retrasado un poco de tu siguiente clase…— Le dijo en un suave murmullo. Sabía que Draco ya no lloraría más.

Malfoy solo asintió levemente, adormecido de tanto llorar. Antes de retirar su cara del hombro de su tío se limpio las lágrimas. No quería que viera su cara de esa forma, era vergonzoso. Pero nada podía hacer, las cosas estaban hechas.

— ¿Te parece si nos vemos después de la cena? — Preguntó mientras Draco se separaba de él.

El rubio asintió aun limpiándose el rostro. Tenía que ir al baño a lavársela o usar un glamour para que su rostro no se viera tan mal. Se levantó del asiento y antes de retirarse miró por el rabillo del ojo a su tío, quien le regalaba una suave sonrisa. Murmuró un "Gracias" que fue correspondido por un "De nada" y se retiró a su siguiente clase.

*/*/*

Harry miraba a Draco, quien estaba sentado en las bancas de los costados de donde se encontraba el cáliz seleccionador. La comida había terminado hace poco y ahora muchos se dedicaban a utilizar su tiempo libre en lanzar su nombre por la copa. El rubio estaba ahí, con la mirada hundida en un libro, del cual Harry ignoraba el título.

—Lo defendió… ¿No se supone que ya no le hablaban? —Ron dijo mirando expectante el cáliz.

—Pues si te fijas bien…. — Hermione le apunto con la mirada una parte apartada donde se encontraban el ex séquito de seguidores de Malfoy. — Parkinson no se encuentra con ellos…. ¿Tal vez también la excluyeron? —

Cedric y algunos Hufflepuff entraron haciendo alboroto alrededor del castaño buscador, quien los hiso a un lado para poder hablar con el solitario Slytherin. Harry frunció el ceño imperceptiblemente, sin querer. Miró los labios moverse y deseo -por segunda vez en el día- leerlos. Miró la risa de Cedric danzar un momento delante de Draco, quien lo miraba calmado, con un poco de desdén y sonrió de medio lado por eso, era obvio que Draco no le prestaría atención a un Hufflepuff. Borró la sonrisa al momento de darse cuenta en que pensaba. El castaño se retiró del rubio y depositó el papel con su nombre en el cáliz, ganándose alabanzas y aplausos por los miembros de su casa.

—Quisiera entrar al concurso…— bufó Ron mientras miraba con envidia a Cedric.

—Yo no…— Susurró con una sonrisa Harry.

La conversación fue detenida por la entrada de los gemelos y su fallida poción para envejecer. Todos estaban alrededor de los idénticos hermanos que peleaban en ese momento, pero la entrada de Viktor Krum detuvo cualquier movimiento.

Pasó junto al director del instituto Durmstrang. Con aire frío y duro. Todos lo miraron callados, el buscador de los búlgaros se acercó al cáliz y depositó con calma el papel con su nombre mientras volteaba hacia Malfoy, quien había levantado la mirada de su lectura para ver lo que había causado el detenimiento del alboroto causado por los gemelos Weasley 's. Sus miradas se conectaron por un breve momento. Una mirada significativa para Draco, un destello se formó en los ojos de Krum, tal vez curiosidad.

Harry miró lo ocurrido extrañado.

*/*/*

Después de que la cena terminara estaba parado ahí. Frente al dormitorio de Sirius Black. Le había dicho que su habitación estaba en el retrato de Don Quijote y ahora estaba delante de él. Un señor ya entrado en edad- casi como Dumbledore- estaba arriba de un caballo viejo y decrépito, vestido de armadura y con un arma oxidada empuñada en su mano.

—Necesito…hablar con Sirius Black. — Dijo serio y respiró profundo.

El hombre del cuadro miró hacia abajo- pues hasta en el cuadro era demasiado alto- y observó perplejo al rubio.

—Oh ¡Visita! ¿Sabes quién soy? —Antes de que pudiera contestar, el cuadro abrió de nuevo su boca pintada. — ¡El gran Don Quijote de la Mancha! ¡Soy un aventurero!… cabe destacar que muy diestro en la magia también. — Dijo lo último un poco enfurruñado.

Antes de que continuara su discurso fue cortado al abrirse su cuadro.

— ¡Draco! Qué bueno que viniste. Por favor, pasa. — Le invitó su tío.

Draco dudó un momento pero entró. El lugar era acogedor, más grande que el cuarto de su padrino. Delante de la chimenea estaba una mesilla con él te caliente y algunas galletas.

—Algunas personas estuvieron hablando mucho sobre la clase de Defensa de hoy. — Expresó Sirius mientras con la mano le invitaba a sentarse.

Draco frunció el ceño y respiró hondo. Ya no tenía caso seguir huraño con su pariente-si, ya se dio por vencido al intentar hacerse creer lo contrario.- necesitaba aliados si quería salir vivo del embrollo en el que estaba metido. Cuando rompió a llorar junto al hombre mayor que él, se dio cuenta de que quería hacer las cosas por su cuenta y eso no funcionaría, solo estaba firmando su carta de muerte.

—Bastante explícita. — Comentó con tono frío el rubio.

Harry había llegado pasada la media hora de la comida y le había dicho lo que había pasado. Tal vez debió decirle a Dumbledore que le hiciera saber a Moody –advertirle, más bien era la palabra- de que no se metiera con Draco.

—Draco… —expresó con calma Sirius mientras serbia el té. —A pesar de todo lo que pueda decir Moody de ti o… de tu familia tienes que tener algo claro en tu mente…— Observó como Draco miraba la chimenea y sorbía del té que le ofreció. — El mundo no se divide en gente buena y mala, todos tenemos luz y oscuridad dentro de nosotros, lo que importa es la parte a la que obedecemos, eso es lo que realmente somos…— Terminó de decir el hombre mientras también tomaba de su té.

Después de lo dicho se quedaron en silencio. No era un silencio incómodo, más bien era relajador. Al terminar el té Draco se despidió más tranquilo y se fue directo a las mazmorras, tal vez pasaría a ver a Snape y contarle un poco también.

Notas finales:

Es el capítulo más largo hasta ahora. Espero que lo hayan disfrutado. Gracias por su comentarios y nos vemos pronto. 


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