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Hey, Yu por Marcianita

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Capítulo 18 – Girasoles

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Por un clavo se perdió una herradura, por ésta un caballo, y por éste el jinete, que fue capturado y muerto por el enemigo.

Benjamin Franklin

 

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Y bueno, ella estaba mal, obvio que estaba mal, la habían herido de gravedad, tras apuñalarla o… haber sido víctima de una bala – la gran verdad es que Lavi, no poseía ni idea de con qué se la hirió-, y a ello, ella, la mítica Alma, en vez de salir al exterior –o arrastrarse dado el caso-, para pedir ayuda, decidió tan solo esperar a su amado –Yu-, con la intensión de… tal vez despedirse.

Según relatos de Allen, ese plan no fue muy bien, ya que justamente la gran persona que era… Moyashi, al encontrar una de las puertas de los apartamentos abierta de par en par, y ver a dos sujetos curiosos correr como si su vida dependiera de eso, fuera del lugar; supo que algo iba mal. No los persiguió cabe decir, sino que entró y la vio ahí, tendida en el suelo, recubierta de sangre, y en su inconsciencia ella no paraba de repetir una y otra vez, un solo nombre. Allen al principio, reconoció, que pensó que ella no decía más que “tú”*, pero tras recordar quién era, no le fue difícil notar que no lo estaba llamando a él.

Por ende, Allen-chan y su gran corazón decidieron cargarla y pedir ayuda donde sea, pero una vez intentó levantarla, Alma –la tan mítica Alma-, abrió los ojos, y furiosa le pidió que no haga nada. Que ella ya sabía que iba a morir, y que no quería ver a nadie en ese momento que no fuera su esposo. Allen intentó contrariarla, pero… era difícil hablar con alguien que está más allá que aquí, y sin más, decidió llamar a la ambulancia, y asimismo tocó de puerta en puerta, para que alguien se contacte, con el hombre despiadado que lo golpeó ni bien instalarse en el lugar –a Lavi, le pareció eso un dato curioso, ya que no fue el único en ser recibido así-.

Extrañamente, la ambulancia tardó más que Kanda –Yu-, ya que éste apareció en un instante, y pasó de largo el bullicio general de los vecinos. Es comprobado por más de una fuente, que Kanda agarró de las solapas al albino, y le culpó de ser quien la agredió, pero… con todo el mundo a favor del chico, y para colmo más de un testimonio de la vista de esos dos extraños, no tuvo más que creer lo narrado –o al menos dejarlo de lado por ese momento-, e ir a dónde debía.

Al entrar, la vio. Fue inevitable. Así que él notó en un segundo que la belleza juvenil de la chica, se había transmutado en un semblante mucho más fúnebre. No había mejillas revestidas con un colorete natural, ni sonrisas que comen al mundo entero por su brío y facilidad. Las personas que estaban ahí intentando auxiliarla –entre ellas, Lenalee-, vieron el cómo, los ojos de Kanda mostraron una gran tristeza.

Alma, era una mujer fuerte, alrededor de su vida demostró que no necesitaba la ayuda de absolutamente nadie, y en ese momento a pesar de tener una batalla perdida, al verlo, encontró las suficientes fuerzas para sonreír –y eso era jodidamente difícil, cabe decir. Lavi admitía que hasta en un mal día es complicado, cuando te mueres de dolor, ya es una demencia lograrlo-, y tal como si fuera un cliché, lo último que dijo no fue nada más que el nombre de su marido.

De ahí vino la ambulancia… las disculpas, y…

 

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–        ¿Vas a tomar tu té?

Lavi pestañeó varias veces, antes de dirigir su mirada a –oh-, el vaso que estaba predispuesto en su delante, y claro, después su ojo se enfocó en nadie más que Yu. Sintió algo de timidez en abrir la boca, y decir algo –lo que sea-, ya que en sí, estaba pensando en el tema tabú –o al menos lo poco que logró saber en datos dispersos de otras personas-, de nadie más de quien estaba en la misma habitación que se encontraba –habitación que no era suya-. Y en realidad hasta le daba un poco de vergüenza, que justo esté seudo-investigando un tema, que en sí no debía de importarle en lo más mínimo. El viejo Panda, le dijo que saque cuanta información pueda de la gente de su rededor, y… Alma –la que enviudó a Yu, tras su muerte-, no era una persona, o… bueno, ya no, en sí, ella no era un tema que le atenía. Su defunción, la volvió algo sin relevancia para su oficio, pero… en cuanto a Kanda… él creía que con el japonés sí importaba, y de esa forma… esa historia antigua iba un poco con él. Los datos que podía sacar de Kanda, estaban a la par de ella, y… lo que estaba haciendo no era tan malo, ¿verdad?

Se relamió los labios, y decidió dejar la funesta idea del desperdicio de tiempo, y para colmo el error. Uno, que de momento tampoco mencionó a su mentor.

Sacando todo tipo de contradicción de su mente, logró sonreír.

–        ¿Es para mí? Siempre supe que tenías tu lado amable, Yu.

Kanda revolvió los ojos, y él sintió un piquete de emoción desconocida, que hizo que su sonrisa se tornase más pequeña, pero…

–        ¿Vas tomarlo o no, imbécil? Vienes a mi casa sin aviso, y para colmo te quedas viendo a la nada.

–        Oh, lo siento, es que estaba pensando, en… – se le ocurrió una idea –. En una historia de hace mucho tiempo.

Tras decir aquello, dio por terminada la conversación, y tomó lo que se le fue dado. Era té… té verde. A Lavi nunca le gustó mucho la bebida, ya que hacía que sus sentidos se relajasen, y de esa forma solía pasar varios datos por alto, y para colmo le embotaba a veces de forma tal que el sueño lo llevaba preso.

Pero como era algo que Yu hizo para él, pensó que era un deber tomarlo. La gran verdad es que la cortesía de parte del japonés, era algo que venía con muy poca frecuencia, y cuando la daba, en cierto sentido era como un regalo, uno del que habría que ser muy tonto para no tomar.

  Cuando saboreó su tercer trago, notó que Kanda no le dejaba de ver. Cosa que en sí, no era rara. Ya, él sabía, aceptó, y demás, que Kanda gustaba de él, y ahora que entre ellos se dio un trato de… amigos con derechos -¿ese era el término adecuado?-, notar esa mirada que creaba el impulso de quererse arrodillar, era un evento ya adherido a su rutina.

Lavi recordó, por milésima vez, que no mencionó nada de esto al viejo, y que tal vez, lo mejor era hacerlo. Preguntarle si era correcto seguir con este juego, o si por el contrario, debía terminar esta partida, antes de que se muera un peón, o en sí la torre. Perder la torre era una idiotez, pero Lavi creía que de momento tenía el control de este entretenimiento, y como Yu no… pues… el único con pérdidas no sería más que el japonés. A ello que no quería alertar a su mentor… no había otro motivo, pero…

Lavi levantó la mirada, y encontró a los ojos de Kanda aun persistentes en su figura, y dentro de aquella observación rigurosa, había un sentimiento, y una petición –orden-, que debía ser acatada. El pelirrojo ya lo sabía, a Yu le molestaba tremendamente que se quede callado por un largo periodo de tiempo –lo cual, era gracioso, ya que en sí también solía exasperarse, cuando hablaba demasiado. Pero… había logrado entenderlo, Kanda era una persona complicada-, y… era un deber abrir la boca, y preguntarle qué quería.

–        Entonces… Yu – tomó otro trago – ¿algo de lo que quieras hablar conmigo?

–        Que sería bueno que te quedases mudo, una vez de aquí en adelante ¿tal vez?

Asintió con la cabeza en ese momento, intentando ver si debía ofenderse, o tan solo reír. El agresivo sentido de humor de Kanda, en ciertos sentidos le gustaba.

–        Bueno, yo juraba que querías hablar de algo conmigo… supongo que estoy un poco loco.

–        Lo estás.

–        Ajá, está bien, digamos que te creo, o más bien omitamos el “digamos”, y te diré que te creo.

También había algo entrañable en su ceño fruncido, y… admitía que había algo malo en eso. Era simplemente raro.

–        No tengo nada que preguntar.

–        Bien… entonces hay que empezar un tema de conversación ¿Tienes algo de lo que quieras hablar?

En circunstancias normales el japonés, se hubiera negado, y para colmo le hubiera mandado al demonio. Pero ahora… fuera de lo planeado, enarcó una ceja y dijo:

–        Sigue con tu historia

–        ¿Cuál?

–        La que te hizo ver más idiota, de lo que eres.

–        Ah – sintió a su boca seca por un momento. No había manera de contarle, que estaba pensando en cómo murió su esposa. Mucho menos hacerlo en esa casa, donde había esa foto, donde ella sonreía con premura tal que la hacía ver tan… decidió improvisar –. A ver… hace mucho, mucho, pero demasiado tiempo, yo…

–        ¿Te estás inventando la historia?

Lavi rió, cuando vio que Kanda parecía tanto ofendido, como… extrañamente divertido. Tuvo de ganas de…

–        No ¿Cómo crees? Esta historia es fidedigna, solo hago memoria. En fin, hace mucho tiempo, pero en serio mu…

–        Ya, deja ese tema bastardo, y di lo que tengas que decir.

–        Está bien, está bien. Bueno, yo andaba por ahí, haciendo mis cosas, y entonces mientras… yo estaba en lo mío, vi a un hombre… – su celular en ese momento sonó, pero en vez de contestar, prefirió poner su mirada en Kanda, quien estaba irritado. Este último había tenido ciertos altercados mudos con él, por nada más que llamadas a deshoras, y que haya dejado lo que sea con tal de contestar. Yu solía mirarlo, como si hubiese pateado a un perrito sin compasión alguna. Botó un suspiro, su mentor, no le haría nada si no contestaba solo una vez –. Y ese hombre era pequeñito, pequeño, tan… tan… pero tan…

–        Deja tu maldito dramatismo.  

Asintió, pero en su fuero interno, se lamentó porque la historia se le iba de las manos, y lo peor es que lo que sea que saldría le daba un poco de miedo. Otro punto en contra, es que una vez la llamada hubo terminado, todos sus sentidos se vieron innegablemente atraídos a un punto determinado. Tomó lo que restaba de su té, para despejar su mente.

Tenía sueño.

–        La cuestión es que era pequeño, ahora no me debe llegar ni a la rodilla, bueno… tal vez miento, supongo que es un poco más alto, pero no creo que mucho – Kanda estaba por perder la paciencia –. Bueno… yo lo vi, pero no por cualquier razón, sino… resulta que yo sin querer llegué al final del arcoíris.

–        ¿Tú hombre pequeño es un maldito enano?

Volvió a reír y sin anticipación alguna.

–        Sí, algo así. Yu, ya debes suponer lo que pasó después ¿verdad?

–        Te dio la olla, o… te estafó por imbécil. 

–        … Digamos que me dio la olla. 

Lavi ya lo dijo, tenía sueño, y su mente estaba persistente en un solo punto, y… estaba enfermo, y no contestó una llamada a lo mejor urgente, y joder él…

Se levantó y sin pensarlo dos veces, acabó en unos cuantos pasos, por estar frente a Yu. El japonés le vio, y no increpó queja alguna, para cuando de forma precaria se sentó en sus faldas, y pidió por su boca.

En realidad Kanda nunca se había quejado. Lo suyo –ya iba una semana y media de eso-, de momento se había vuelto un ritual a puertas cerradas. Nadie tenía por qué enterarse de lo que pasaba. No convenía a ninguno que eso ocurriese, además…

–        Mierda. Oh, Yu, eso va a dejar marca – se acarició el cuello y aun sin verlo, supo que tendría otra prueba de lo que pasaba entre ellos, lo bueno es que usaba bufandas a diario, y… que en realidad eso no le importase mucho. No mientras los ojos de Yu le vieran así (tal como en ese momento), y que el dolor punzante haga aumentar más su libido que desvanecerlo. Lo besó de nuevo, y sintió bajo su peso la dureza del miembro palpitante  –. ¿Hoy tienes que trabajar o algo?

Kanda se hundió en nueva cuenta en su cuello, y sintió la calidez de unas manos en la espalda, que trazaron lentos patrones en su piel. Lavi ahogó un jadeo entre sus labios, y ya sin pensarlo mucho, abrió la bragueta de los pantalones ajenos, había algo que venía pasando con insistencia por su cabeza, y hoy… a lo mejor, era hora de probarlo.

–        ¿No?

–        Cállate.

–        Yu, qué pasaría si…

La puerta sonó, y tanto como el celular fue ignorada, pero… cuando los toques fueron consecutivos, y no tuvieron tregua, y para colmo… detrás de ésta se escuchó un: “¿Yu-kun, estás ahí?”. Ambos se separaron.

Kanda estaba pálido, y Lavi… Lavi…

–        Oh, mierda. 

Notas finales:
  • Hay que recordar que ellos están en Inglaterra, y por ende, hablan Inglés. Yu, puede sonar demasiado similar a “you” –tú-. A ello viene la confusión de Allen.

PD: Quisiera poder escribir en inglés… oh, bueno.

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Episodio con muuuuy poco contenido, ya que en sí, todo el episodio se desarrolló en un solo escenario, pero… en mi caso me siento contenta, ya que me pareció que di a entender cosas que se necesitaban, ya saben este es el proceso de Lavi, y como tal debe ir a su manera.

En lo demás, pues… qué decir, yo quería hacer esta historia para el 14 –mi cumpleaños-, pero este episodio, que es tan poca cosa tendió a complicarse, tanto así que no es mentir, decir que tuve tres intentos anteriores a este, y que uno de ellos ya estaba cerca de llegar a su fin, pero… no me convenció.

Ya saben, los comentarios son bien recibidos –muy bien recibidos, cabe decir-, y…

¿A alguien le gustó el episodio? 


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