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Lucky Bastard por LadyLauren11

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Notas del fanfic:

Buenas, soy yo, publicando esta historia ridicula y sensual aquí.

La puse en este lugar porque...bueno, en realidad, es algo basado en un roleplay donde todos los personajes son mios y todos son originales...EXCEPTO UNO y ese vendría siendo el estupido y sensual Loki Laufeyson que ya saben de donde salió y si no saben, ¿donde han estado los ultimos dos años? cielos chic@s, salgan un poco de casa.

Lo publico porque no quiero que esté en el fondo de mi baul y será todo publico porque en realidad la historia se centa mas que nada en el crimen y las cosas policiacas de Ricardo y su humor sarcastico y no tanto en el hecho de que es un gay de closet y de lo realmente gay que puede ser Mr. Laufeyson.

No va en la categoria de Avengers porque la historia no es sobre él, es un personaje de apoyo, mas nada.

Además, Seikatsu no es una cosa que salió de mi mente sino que le pertenece a estos tipos : Animeseikatsu.foroactivo.com así que si quieren visitenlos y eso.

Notas del capitulo:

Ya dije lo que tengo que decir. Si tienen problemas imaginando como luce Ricardo físicamente, haganmelo saber y les dejaré una ridícula referencia. Por demás, si son fanes del humor negro, los chistes ácidos y los dramas policiacos, bienvenidos hermanos, sientense y dejenme entretenerlos.

Prólogo

Hay días que, sinceramente…
Muy pocas veces Ricardo tenía la oportunidad de dormir hasta tarde, tenía un horario de 24 x 48 y trabajaba en la unidad de víctimas por violación, pero como estamos hablando del señor Salvatore, Alias: Rambo, eran más las veces que rompía su horario de descanso para meter la nariz donde no le llamaban, que las veces que cumplía.

Estaba tan acostumbrado a ello que, allí, con la espalda pegada del colchón y la nariz apuntando al techo, en su sueño, estaba agitado: Tenía la sensación de que algo andaba mal, que algo terrible estaba por ocurrir, que en cualquier momento su teléfono sonaría.

Se levantó, giró la almohada para el lado frío y luego ya todo estuvo mejor.

Casi, el incesante y molesto sonido de su teléfono móvil se encargó de perturbarlo como era debido:
-Más te vale que sea algo bueno…-amenazó, con la línea que ya se sabía de memoria (y que nunca surtía efecto), esperando la otra línea que contestaba sus palabras todo el tiempo, pero con diferentes voces

-Tenemos una situación –habló el hombre joven del otro lado del teléfono y eso fue suficiente incentivo para que Ric colgara sin decir palabra, dispuesto a levantarse, asearse y ponerse el uniforme para salir a trabajar.

¿Era un problema que tenía que ver con él? : No

¿Era el más apto para la misión? : En comparación con los otros, Si

¿Tenía idea de que era lo que acontecía?: Ni la más mínima, pero no era como si eso fuese impedimento.

Luego de un baño fugaz, de llenarles los comederos a todos sus perros (vamos, el hombre tenía a toda la puta unidad de detección anti-drogas en la casa) se puso todo el uniforme, que por aquellos días era gris de camuflaje y botas militares más un chaleco antibalas con el logo de la policía y el nombre a la espalda, y salió muy relajado, como si fuese a hacer picnic al parque, con la pistola cargada en la cintura y silbando una de esas cancioncillas pegajosas que se escuchaban en la radio con frecuencia.

Hoy va a ser uno de esos días.

 

Capítulo 1: El tipo en la fuente

Ricardo tenía que reconocerlo: Habían veces en las que el cuartel parecía sacado de un episodio de los Simpson, donde todos se atiborraban de donuts y café, pero existían veces en las que todos se sentaban alrededor de una mesa vacía salvo por fotos y papeles y miraban la entrada con cara de estreñimiento, tal cual como si fuera un capítulo de CSI.

Las ojeras en la cara del pobre Rodrigo y las caras nada familiares del médico forense de turno y del imbécil de Clark Dickens (un novato del departamento de al lado que se creía (*Hércules Poirot) le dieron la señal de que se encontraba en el Set de CSI y que ya le tocaba decir su parlamento:

-¿Qué pasa? –Preguntó con algo sarcástico en la voz, pero era normal, ese era el tono usual de Salvatore- ¿De qué me perdí?

-Tenemos un asesinato- contestó el muchacho de los lentes (ese sería Clark), como si le hubieran preguntado a él, aunque la mirada de Ricardo se posara en Rodrigo

-Uno feo –completó el latino, con su vocecita de niño recién salido de la universidad.

A decir verdad, Rod no llevaba más de un año trabajando con él, pero cada día le parecía que era más y más novato. Habían trabajado juntos en muchos casos pequeños, pero le parecía que ese mundo no era para el chico, al final, no todos se gradúan a los 16 y terminan dando tumbos hasta llegar a la policía. Era el más joven de allí, ahora solo tenía 20 años –recién cumplidos, para horrores de Ricardo- y cada vez que lo veía se reprimía las ganas de abrazarlo y darle un título en otra cosa que involucrara menos pistolas y más letras.

Nah, déjalo, ya le tocará

-¿Entonces…? Ya recogieron el muerto y hacen pruebas o que… posibles culpables…háblenme…

-Hay muchas cosas en el cuerpo, agente Salvatore – Dijo con voz pasiva el hombre de bata blanca y nombre indescifrable (¡Quien era ese tipo!) y Ricardo hizo vacilar su mirada de presente en presente, un poco hastiado de todo el misterio que rondaba al asunto y antes de que explotara, alguien decidió deslizar sobre la mesa una carpeta con fotos

Era un expediente médico y la pequeña foto de tamaño carnet de la esquina era el rostro de un muchacho joven de piel canela, que rondaba los 20 o 25 años y tenía unos ojos grises algo aterradores. Nombre: Jhon Surem, 1, 75, peso equivalente que le dio fastidio leer, edad entre los números que había tratado de adivinar primero, palabrería médica incomprensible, lo usual en una de esas carpetitas de manila amarilla.

Oh, había algo que lo diferenciaba de los demás, tenía un problemita en el corazón, más allá, tenía el perfil de un sujeto cualquiera con esa edad. Las fotos que estaban adjuntas, obviamente no eran del perfil médico, sino de esas imágenes tomadas en la escena del crimen y el cuarto de autopsias respectivamente.

Y si, eran horribles.

-¿Qué ra…?

Hubo más silencio en la mesa, mientras Ricardo miraba las figuras demasiado nítidas para su gusto: Las primeras eran fotos tomadas en la escena del crimen, que había sido nada más y nada menos que la fuente del parque, un sitio de lo más tranquilo, la sangre del muchacho se veía difusa mezclada con el agua de la fuente, lo que le daba una tonalidad rosada y enfermiza.
El chico estaba sentado, con la cabeza caída hacia el frente, los cabellos oscuros como el ébano le tapaban la frente y el rostro y lo único que se podía ver con claridad (lo que más llamaba la atención, es decir) eran las grandes marcas que tenía en el cuerpo, como si un gigantesco perro se hubiera enzarzado con él en una batalla y el pobre hubiera perdido.

Ricardo reconocía las formas de aquellas “mordidas”: Eran trampas de osos. Más allá, en el pecho del muchacho se veía claramente una figura difusa marcada con rotulador negro, algo parecido a una gota de agua con muchas gotas alrededor o bien podía tratarse de la imitación de una llama, no estaba muy seguro.

Las demás imágenes, sobre todo, las tomadas en el cuarto de autopsias, confirmaron lo que él veía en las primeras: una burda imitación de una llama en el pecho del muchacho, pero también aportaron cosas nuevas, como las marcas, ahora visibles bajo la luz blanquecina de la mesa de operaciones, que el chico tenía en el cuello, con forma de manos.

Signos de estrangulamiento.

-No entiendo –confesó Ricardo, mirando una y otra vez las mismas imágenes- Estas heridas son suficientemente profundas como para matar, ¿Por qué lo estrangularía? 

-Es más bien al revés –habló nuevamente el hombre mayor de la bata blanca- Tenía pequeños puntos rojos en ambos ojos, son coágulos de sangre comunes en las muertes por asfixia…lo que me hace pensar que las heridas de su cuerpo fueron hechas después de la muerte

Hubo más silencio en la mesa, entonces Rodrigo habló, porque si no intervenía en clase, no le salían puntos de apreciación: 

-¿…Qué hay de ese dibujo? ¿Quizás el asesino quiere dar un mensaje? Hay gente así de loca…oh, además, encontramos algo más en la escena del crimen

Ricardo se sorprendió un poco de que Rodrigo hablase en plural, entonces aquellas ojeras comenzaron a tener sentido.

-¿Te quedaste anoche? –preguntó con algo de incredulidad en la voz, ignorando por completo a los demás presentes en la mesa y también la bolsita de plástico que iba pasando el muchacho por la superficie lisa y gris, hasta él

Rodrigo asintió y puso un gesto de incomodidad antes de que Ricardo volviera sus ojos a la bolsita.
Y en la bolsita sellada había un papel blanco, como de notas, con el dibujo elaborado de un trébol de 4 hojas.

El pelirrojo entrecerró sus ojos azules para observar mejor la figura y sí, se trataba de un trébol de 4 hojas y de ninguna manera le parecía lógico. Aquel asesinato no tenía ni pies ni cabeza.
Se obligó a pensar:

-….Bueno, hay dos dibujos…pueden significar un lugar o un nombre –y antes de poder explicarse bien, dijo, como si quisiera meter miedo- No sé ustedes, pero esto tiene pinta de ser un asesino serial
Aparecieron las esperadas caras de horror, pero de conocimiento, no era como si esa clase extraña de modus operandi no fuese lo suficientemente perturbadora como para indicar que había una mente criminal tras ello. O quizás solo era una ex novia loca, siempre esperaba que fuera así.

-¿Un lugar? Como… ¿El sitio en el que va a atacar a su siguiente víctima?- la voz de Rodrigo era mínima

-Exactamente…o a lo mejor, un nombre, una pista para nosotros…si lo mato estrangulándolo y luego lo decoró con esas heridas horribles, está tratando de llamar la atención…

-Puede que sea uno de esos locos que pone su nombre por todo el cuerpo con indirectas y quiere que alguien trate de descifrarlas –dijo la voz atorrante de Clark en el fondo de la mesa y Ricardo solo quería patearlo porque sí

-Bueno, tú trabajas en lingüística, tú dime- la mirada de Ricardo pareció chocar contra los ojos ambarinos de Clark y la mesa se sumió en una especie extraña de tensión

-…El trébol de 4 hojas es el símbolo universal de la suerte…quizás quiere hacer una referencia a algún lugar del mundo o a alguna nacionalidad… o quizás si traducimos la palabra suerte a otro idioma nos diga algo…

-En japonés es “Kōun” creo…- dijo Rodrigo con dificultad- ¿eso es un nombre?

-No, pero es una locación –Clark miró con algo de desdén a Rodrigo y luego prosiguió- El más simple, en inglés, es “Luck”…

-Suena como a nombre de perro –comentó el medico con algo jocoso en la voz y quizás no lo supiera, pero ese era el comentario más fructífero que pudo haber hecho alguien en esa mesa

Ricardo comenzó a poner a trabajar las neuronas y enlazando perros, suerte y mordiscos dio con un nombre:

-Hay perros que se llaman Loki… ¿Qué sabes de mitología nórdica, Poirot? –Ricardo sonrió, con autosuficiencia, al ver la expresión algo plana que ponía el otro

-Haré mis investigaciones…discúlpenme…- y con una última mirada retadora, el desagradable Clark se levantó y se retiró al ala de la comisaría que le correspondía, rodeado de computadoras y muchachitos casi tan inexpertos como él

-Ya toda la información que se pudo sacar del cuerpo la vio, agente –comentó el médico con soltura, levantándose de su asiento mientras ponía sus manos en sus bolsillos- así que supongo que mi intervención ya no es requerida por el momento…tengo otras cosas que hacer, suerte con el caso –sonrió como los viejos suelen hacerlo y se fue también

Entonces en la mesa solo quedaron Ricardo y Rodrigo mirándose las caras respectivamente.

-¿Y qué hacías tú en la mesa? –preguntó el mayor con algo de brusquedad

-…dijeron que necesitaban a alguien que hubiera estado presente en el parque cuando sacaron el cuerpo, y se algunas cosas extras…igual soy tu compañero ¿No?

-Buena respuesta…pero te falta seguridad…-Salvatore se puso de pie entonces, de un salto y sacudió sus pantalones, como si hubiera estado comiendo- Andando…supongo que tenemos trabajo de campo que hacer

Pues sí, instrucciones no hacían falta.

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Hagamos un recuento de lo que le pasó al pobre Rodrigo: La noche del 22 del de Noviembre estaba cansado, el horario de 24 x 48 no le servía de mucho, si apenas podía mantenerse despierto durante 24 horas, imagínate por 48 seguidas. Tenía hambre y estaba junto a Dick Gumshoe (un sujeto tanto o más veterano que Ricardo) y trataban de conversar para que ninguno se durmiera en la patrulla, al menos hasta que llegaran a un sitio decente de comida chatarra donde pudieran saciar su hambre.
Pero entonces el comunicador del auto comenzó a chillar y por un momento creyó que iban a chocar. Cuando Dick levantó el parlante –estaba conduciendo también- la voz rasposa de un agente joven del otro lado les indicó que había una situación. Un cuerpo, reportado por una mujer histérica que era parte de la seguridad del parque, en la fuente del mismo.

Y estaba jodido, pues para llegar allí, había que desviarse del McDonalds más cercano con una vuelta de 180 grados. El muchacho quería llorar mientras veía la M preciosa y brillante alejarse y las luces rojas y azules de otras patrullas acercarse.

Los procedimientos fueron los mismos, cercaron toda la zona y esperaron alrededor de 500 días a que llegaran los forenses (bueno, ni tanto, solo hasta que amaneció de nuevo) y alrededor de las 4:45 am, ya llegaban, recogían toda evidencia de escena, parloteaban mientras bebían café y para el medio día ya el cadáver estaba en el laboratorio del cuerpo.

Sorprendentemente rápido, usualmente el trámite de pasar el cuerpo de un sitio a otro eran 500 días hábiles (¿Notaron que el McCombo del día era la hamburguesa favorita de Rod?), así que no tuvo que quedarse a dormir en una incómoda patrulla al día siguiente. Pero aún le faltaban otras 24 horas y a penas se soportaba a sí mismo, su aroma era demasiado masculino dentro de su uniforme.

En fin, iba a llamar a Ricardo el mismo 23 de Noviembre pero no le daba el cerebro y no tenían suficientes pruebas para una investigación de campo, tendrían que esperar para determinar la hora de la muerte y demás cosas referentes al cuerpo y eso no iba a salir sino hasta la mañana siguiente. 

A parte de esas cosas que el anciano señor de las autopsias les había dicho, Rodrigo sabía dónde vivía el chico y que estudiaba en Seiso.

-¿Entonces, al final no te comiste la hamburguesa? –Ricardo todavía no superaba esa etapa del relato

-Cállate y conduce –fue todo lo que contestó Rodrigo reclinándose en el asiento del co-piloto y tratando de dormir un poco.

Así que la siguiente parada del día era la casa del muchacho.

Cuando al fin llegaron, Ricardo no pudo evitar chillar en el oído de Rodrigo para que dejara de babear sobre la ventana y se levantara, esto desembocó en una pelea de la que Ric salió airoso con ayuda de su siempre útil pistola, tan bonita como amenazadora.

El muchacho vivía en un edificio pequeño, al que pudieron ingresar porque una señora muy amable abría la puerta y les dejó pasar. Había visto sus caras de niños buenos y no sus pistolas ni sus botas militares aterradoras. De esas que pisan cráneos durante los golpes de estado y las manifestaciones pero que hoy les dejaba caminar por ahí como lindas mariposas.

Tocaron la puerta del departamento correspondiente (total, era en el piso 1) y los recibió un hombre que sinceramente se veía mal. Era un tipo maduro, tenía barba de varios días y una botella en la mano. Su “Buenas” pareció más bien un gruñido, que pudo haber sido un “¿Qué?” o solo un “sdlkgj”. 

De cualquier manera, Rodrigo optó por el “Buenas”.

-Buenas tardes…Soy el Agente De Cáseres y éste es el Agente Salvatore, somos oficiales del centro…nos gustaría hacerle algunas preguntas sobre el muchacho Jhon Surem… ¿Usted es?

- Su padre… -contestó el hombre desganado y por primera vez algo de lo que salía de su garganta sonaba humano y sorprendentemente, amable- …claro, todo lo que deseen, si puedo ayudar…

-Muchas gracias…-La voz de Rodrigo sonaba como la de un psicólogo y por breves instantes Ricardo se lo pintó en una sala amueblada y cerrada, hablando con el mismo hombre, pero recostado en un Diván.

-Bueno, protocolo… ¿su nombre?-preguntó Ricardo lo más delicado posible

-Víctor Surem, señor –la botella acabó parada en el suelo

-¿Puede contarnos lo que pasó? Cualquier detalle es esencial –Rodrigo cumplía bien la función del policía bueno

-¿…Lo que pasó? Desde… ¿dónde?- el hombre parecía un poco perdido y algo asustado, por encima de la ligera bruma del alcohol

-Bueno, tenemos entendido que el chico desapareció entre el 18 y 19 de Noviembre…-Rodrigo trató de usar su tono más amable, mirando a Ricardo de cuando en cuando- ¿Sabe que estaba haciendo? ¿Dónde estaba él?

-El 19 –contestó el hombre, con un recuperado tono de confianza en lo que decía- No lo sé, cuando volvía tarde, me decía que era porque corría, si hacía otra cosa nunca lo supe…pero siempre llegaba a casa, sin importar la hora, por eso me extrañó. Llamé a la policía la mañana del….20, creo, no sé, les dije que mi hijo no había vuelto a casa…me hicieron preguntas extrañas: Que si me llevaba mal con él, si teníamos algún problema, me preguntaron si éramos de este país…

-No lo son –dijo Ricardo y no fue con un tono de pregunta, era más bien una afirmación de algo obvio- ¿…él era de aquí, al menos?

El hombre los miró con algo parecido a ira contenida (¡Tema sensible!) y cuando Ricardo empezó a fruncir el ceño, el hombre suspiró, derrotado:

-…Somos de *Apón, pero lo traje aquí cuando era muy pequeño y lo crié como si hubiera nacido aquí…pero supongo que ahora no importa, ya no pueden decirle nada…

Ambos asintieron con pesar, con caras de que lo sentían y que era triste perder un familiar, pero ninguno tenía ni la más mínima idea de donde quedaba Apón. A Clark le esperaba una travesía por Google cuando regresaran. Esperaron en silencio a que el relato continuara:

-Supuse que quizás estaba molesto conmigo o algo por el estilo…no fui el mejor padre pero nuestra relación no era tan mala, no hablaba mucho conmigo, pero era porque el chico era reservado, en realidad, que yo supiera, no hablaba mucho con nadie. Él quería estudiar derecho y yo no me interpuse, era lo menos que podía hacer por él, dejar que hiciera lo que quisiera…ya iba a terminar, realmente no le faltaba mucho…-silencio, su voz se quebró un poco, carraspeó y se recuperó para terminar- ...y pues, me dijeron hace ayer lo que habían encontrado en el parque…ya no sé qué hacer, supongo que en otra vida fui un dictador o algo por el estilo…

Rodrigo rodó los ojos hacia Ricardo durante unos breves instantes y tomaron la decisión de que ya era hora de irse, que no se podía sacar más de aquel pobre hombre.

-¿Van a revisar las cosas de él? ¿O algo así? No sé… ¿quieren café? Te ves realmente cansado- y cuando habló, se refería a Rodrigo

Claro, el latino iba a decir que no, pero Ricardo se le adelantó:

-Si usted no desea que revisemos las cosas de su hijo…lo respetamos, pero el café estaría muy bien, creo que mi compañero va a desmayarse…muchas gracias, no lo molestaremos más…

Con su mejor sonrisa compasiva, Ricardo logró que el sujeto se fuera confiado a la cocina y fue cuando se puso de pie, incitando a Rodrigo que se parara también.

-¿Qué te pasa? Insensible…-fue lo primero que susurró el otro- Podemos tomar café afuera, el tipo está destrozado y tú…

-¿Qué te pasa a ti?-fue lo que contestó Ricardo (y valla que Rodrigo odia que le contesten una pregunta con otra pregunta)- Observa a tu alrededor y dime que te llama la atención, a lo mejor podemos sacar algo más de aquí

Comenzaron a mirar de aquí para allá nada disimuladamente, mientras el café se hacía y el hombre permanecía en la cocina, probablemente esperando a que el brebaje estuviese listo.

En fin, recolectaron información de la más básica: No eran pobres, de eso no cabía duda, nadie tiene un plasma en la sala y otro en la habitación (se veía de refilón, desde la sala), era un departamento con una cocina enorme (esta si se veía desde afuera, perfectamente) y por demás, estaba decorado con varios cuadros cubistas y jarrones de esos que dan la impresión de que si los tirabas, el dueño de la casa iba a aventarte por la ventana.

Pero también habían fotos distintas de una familia completa y feliz, conformada por un padre, un niño pequeño que tenía las formas de su progenitor pero el rostro de la mujer que lo abrazaba con cariño del otro lado de la imagen. Ahí la conmoción y la culpa que se veía en los ojos del hombre, era seguro que había perdido a su esposa y ahora a su hijo.

No le quedaba nada.

-Muchas gracias por todo…no se preocupe, encontraremos al responsable y le haremos pagar –dijo Rodrigo, en un tono tan dulce que parecía que no hablaba de venganza, una vez que terminaron de tomarse las pequeñas tazas de café

-Eso espero…-comentó el hombre desganado de vuelta y se dirigió a la puerta, para abrirle a los oficiales

Ambos salieron y Ricardo no pudo evitar sentirse pesado y triste por el hombre, una pobre señal de empatía. Cuando la puerta se cerró y ellos volvieron a la patrulla, listos para hablar acerca de sus avances, el capó del auto se hundió y el vidrio delantero se fragmentó ante el peso de un cuerpo ajeno.

La alarma se disparó como loca antes de que ellos pudiesen encender el motor y el grito aterrado de Rodrigo hizo eco por todo el callejón.

-¡Maldita sea! –Gritó Ricardo al cadáver de Víctor Surem tan cómodamente recostado de su preciosa patrulla- ¡No podías hacerlo luego!

-¡Ricardo! –Lo regañó Rodrigo antes de que el pelirrojo sacara la pistola y se desahogara con el cuerpo sin vida frente a él

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Ahora que el tipo estaba muerto, los oficiales podían sacar toda la información que quisieran del lugar, pero eso tardaría al menos un día, Rodrigo y Ricardo tuvieron que irse directamente al cuartel porque al muchacho se le había quitado el apetito con semejante escena y como ya no podían usar la patrulla porque era parte del escenario, tuvieron que salir del sitio a pie.

Cuando llegaron, para las 2 de la tarde, la primera hora la pasaron contándole a todo el mundo lo que había pasado y riéndose un poco de ello (había que ser cínico y los muchachos del cuartel tenían un Master en desfachatez) y para las 4 de la tarde todo el mundo regañaba a Rodrigo y lo mandaban a irse a casa y a tomarse el día.

El pobre había estado 3 días dando tumbos sin parar, se lo merecía, dormir por el resto del día y el siguiente, para estar en óptimas condiciones para la siguiente guardia.

Ese día, le tocaba a Ricardo quedarse a dormir, ya estaba lo suficientemente animado como para cuidar el cuartel de noche y le apetecía un juego de cartas con Dick Gumshoe.

Les recuerdo, amigos míos, que esta historia acontece hace 5 años del tiempo actual, por esas épocas, lo menos que habían eran mafias y los “maleantes” eran unos carteristas y vendedores de droga. Ni siquiera el cuartel de policía era tan grande, habían casi que otros 3 en la ciudad y por las noches, no acontecía demasiado, por eso era que algunos simplemente se quedaban jugando cartas y hablando de tiempos mejores.

Para las horas más altas de la noche, se había formado una especie de casino pequeño dentro del cuartel y todos apostaban el poco dinero que traían encima en una buena mano de Póker. Al final, como casi siempre, ganó Harrison y las primeras horas de la madrugada las pasaron riéndose y tratando de descifrar como demonios lo hacía.

No aconteció la gran cosa sino hasta las 8:30 de la mañana del 25 de Noviembre.

Ya todo se había llenado de agentes de nuevo y Ricardo tuvo la mala pata de cruzarse en el pasillo con el idiota de Clark de lingüística, y de paso de tratar de tirarle el café que llevaba en la mano.

Usualmente Clark no salía de su ala si no era por café y el resto de las primeras horas de la mañana lo había visto saltando de aquí para allá con carpetas de todo tipo. Ricardo se encerró en la que era su oficina, revisando sus cosas de la unidad de victimas por violación (ya saben, las carpetitas de manila amarilla de las niñas vivas y traumatizadas que no querían presentar cargos contra el profesor/cura /tío sádico de turno) y cuando vio que no había la gran cosa, fue cuando aconteció la gran cosa.

En uno de los salones de interrogatorios había muchas personas amontonadas. Principalmente tipos que se reían, pero cuando Ricardo se abrió paso y entró, para chismosear, las que estaban pegadas del vidrio/espejo eran las secretarias del ala izquierda, todas mirando como si no existiera mañana.

La escena era de lo más disparatada: Un hombre alto (casi tanto como Rodrigo), pálido, con el cabello negro y un par de impresionantes ojos (¿azules? ¿Verdes?) le gritaba cosas que no se escuchaban por las paredes insonorizadas a un oficial que le doblaba en masa muscular, pero que estaba al otro extremo de la mesa, casi agazapado, como un niño siendo regañado.

-¿Quién es él? –preguntó Ricardo s a una de las secretarias chismosas que se pegaban del vidrio

-Se llama Loki…Odinson, creo

-Sí, este es Odinson –secundó la otra, que estaba junto, sin mirar otra cosa que no fuera al aludido

-¿Loki? ¿Es un sospechoso? –Ricardo empezó a atar cabos, mirando de refilón hacia afuera, donde reposaba Clark en el borde de una mesa, tomando café y charlando con el agente Harrison- ¿Lo mandó a buscar el cabrón este?

-Sí –contestó la primera secretaria, algo risueña y cuando la acción dentro de la sala se disipó y el oficial de la puerta tenía intenciones de escoltar al hombre desconocido hacia afuera, todos pegaron una carrera hacia sus respectivos puestos para aparentar que nunca habían estado chismoseando

Excepto, claro, Ricardo, que vio la puerta abrirse y se enfrentó a esos ojos verdes llenos de ira y faltos de compasión.

Y aquí, amigos míos, pueden constatar que Ricardo Salvatore sintió miedo por una vez en muchos años. Porque Loki era una de esas cosas que no sabía si conviene adorar o temer.

No hubo palabras, Loki se quedó de pie en el umbral de la puerta observando a Ricardo como si quisiera desintegrarlo con la mirada y Ricardo lo miraba de vuelta solo con curiosidad y un brillo interesante en los ojos. Cuando el oficial de turno hizo amago de tomar del brazo a Loki para guiarlo a la salida, el sacudón que este se dio, como si el otro fuese radioactivo, estaba lejos de ser gracioso.

En cualquier momento podía escupirle ácido corrosivo en la cara y correr lejos, pero se tranquilizó y no lo hizo. En su lugar, se fue caminando con aires de Diva, a grandes zancadas fuera del lugar, por el pasillo y casi hasta la puerta cuando de repente, Ricardo se le pegó atrás y llamó su atención con solo perseguirlo.

El hombre se dio vuelta con tal lentitud que Ric se encogió un poco de hombros sin querer hacerlo y tuvo que mirar hacia arriba (el tipo era un rato más alto que él, aunque estuviese encorvado):

-¡Espera! Diablos, ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? – la voz de Ricardo era casi jocosa, tal vez por ese el hombre que tenía en frente lo quería abofetear

- ¡Y a ti que rayos te importa, cenutrio! ¿No estabas asomado en el maldito vidrio viendo el espectáculo? Lo único que yo sé es que soy culpable por llamarme así…-cada palabra tenía una entonación y una fuerza específica, como balas tiradas a matar

Hubo silencio por parte de Ricardo (aún procesaba que le habían llamado cenutrio) y cuando reaccionó, una sonrisa se formó en sus labios.

Ya había analizado a Loki de pies a cabeza, la forma en la que sentía amenazado por todo denotaba, o que era nuevo en la ciudad o que tenía un problema neurótico. Sus rasgos y acento no eran del sector, así que era extranjero sí o sí y por el nombre, suponía que era de por allá bien lejos….

-Me caes bien… ¿Eres Noruego, no?

-…-el moreno solo frunció el ceño, confundido, suspiró derrotado y asintió lentamente- Ajá…

¬-Ven, creo que podemos hacer un buen negocio…- y con una sonrisa, Ricardo lo llevó a su oficina

Durante los minutos siguientes, Ricardo trató de sacarle información básica al otro, seduciéndolo con café recién salido de la máquina. 

Bueno, sí, en efecto ese era Loki Odinson, tenía tan solo un año más que él y era de Noruega, había llegado tan solo hacía unos cuantos días y ni siquiera había desempacado cuando lo sacaron del departamento. Ricardo se ofreció a ayudarle con la mudanza pero Loki no le prestó mucha atención, hasta que Salvatore le ofreció decirle por qué lo habían traído allí y los ojos del moreno adquirieron un brillo felino por primera vez durante el tiempo que llevaban conociéndose.

Ricardo se encargó de soltar sobre la mesa la serie de fotos del muchacho en la fuente y en la sala de autopsias, para que Loki las examinara, para su sorpresa, con una cara impasible y algo incrédula. Solo un poco.

Según la lógica de Ricardo, si el asesino estaba haciendo referencia a la mitología nórdica, lo más lógico sería que un nórdico pudiera resolver el enigma.

-Esta es la cosa más estúpida que he visto en mi vida…-soltó Loki con autosuficiencia, luego de mirar el papel con el trébol, metido dentro de la bolsa plástica- Buscan a un tipo que se hace llamar Loki…obviamente les dio un nombre para que cuando los medios de comunicación les pregunten, puedan ponerlo en las primeras planas de los periódicos. Igual que el Zodiaco, igual que Jack el destripador…Loki.

El vaso de café vacío terminó despreocupadamente sobre la bolsa plástica con evidencia y Ricardo no se alarmó porque el mismo hacía eso cuando estaba solo observándola. 

-El papel y el cuerpo tienen dos símbolos diferentes, por lo que si el papel simboliza “Loki”, entonces el cuerpo debe simbolizar otra cosa. La criatura que representa el fuego en la mitología nórdica es Fenrir, un lobo, de ahí las mordidas. Es lógico porque Loki y Fenrir tienen una relación directa, Loki es el padre de Fenrir, ahora, tiene bastante sentido porque a Fenrir lo confinaron a una isla…de allí a que metiera el cuerpo en una fuente con agua, así se mantenía al fuego controlado para que no se expandiera… Enigma resuelto, ¿me puedo ir?

Ricardo estaba totalmente pasmado, lo único que salió de su boca luego de aquella revelación fue:

-¿…Por qué? ¿No quieres seguir ayudándonos? ¿Tienes algo más que hacer?

-¿No tienen un lingüista aquí? – fue la respuesta mordaz en forma de pregunta que recibió a cambio

Ya veía porque a Rodrigo le molestaban tanto las preguntas/respuesta.

Ricardo mantuvo la mirada y solo sonrió un poco.

Loki captó el mensaje y suspiró:

-Se me acabó el café – fue todo lo que dijo, con voz derrotada

-Ya te sirvo muchacho…no te preocupes –rió el pelirrojo, golpeando el hombro del moreno sin consideración- …este puede ser un buen negocio para ti, ya lo verás…

Notas finales: *Hércules Poirot: Personaje ficticio de las novelas de Agatha Christie, detective en cuestión de los crímenes representados en sus novelas.

*Apón: Isla ficticia al sur de Grecia. Apón en algunos dialectos significa “Perdido”

Eso fue todo, si les gustó, haganmelo saber a través de un RW pls! Sino, igual.

Nunca había publicado en esta seccion pls be gentle

Gracias por leer!

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