-...No...tú no Channie...tú no...-Sollozaba.
"¿Por qué?"
Una vez más. Una noche más.
"¿Por qué?"
Una. Dos. Tres. Cuatro...y a partir de ahí, perdió la cuenta.
Lágrimas. Más y más lágrimas, una noche más...
-...N-no...-Sollozaba-...Tú no....
"¿Por qué?"
Y ya no pudo más. Otra noche más, se derrumbó.
El llanto fue ahora incontrolable, pero silencioso. Silencioso para no despertar a nadie, para no preocupar a nadie, porque no valía la pena hacerlo.
"¿Por qué?"
Esa pregunta no paraba de repetirse en su mente. No paraba de preguntarse qué había pasado, por qué ocurría eso, pero nada, no hallaba ninguna respuesta a su pregunta.
Se encogió en posición fetal en la cama, mientras abrazaba sus piernas con fuerza, aumentaba el llanto y disminuía el ruido, pero poco pudo mantener esa posición porque le faltaba el aire.
El precioso gas que llenaba la habitación no le llegaba. No conseguía que llegase a sus pulmones, así que comenzó a abrir la boca y a respirar más fuerte para poder sentirlo dentro, pero nada.
Se ahogaba. A medida que pasaban los segundos sentía como se ahogaba cada vez más y profundos escalofríos le recorrían la espina dorsal.
Temblaba, no de frío en esa calurosa noche de verano, sino de miedo, de nerviosismo, de rabia, de desesperación...
Se levantó de la cama y caminó por la pequeña habitación, sintiendo todavía los escalofríos recorrer su cuerpo.
Le temblaban las piernas, se sentía débil, cansado, sin fuerzas y sin ganas. Sin ganas de vivir, sin ganas de esperar por algo que él creía que llegaría algún día, pero ya no tenía ganas de esperar más tiempo. Ya no tenía más tiempo.
Entonces lo vio, gracias a la tenue luz de la luna que se colaba por la ventana. Una pequeña ventana que se encontraba abierta para que entrase un poco de aire fresco a la habitación.
Un ser idéntico a él. Y lo observó:
El pelo oscuro que cubría su cabeza y la parte superior de su cara.
Unos ojos rasgados e hinchados.
Una nariz y unos labios temblorosos.
Siguió bajando su mirada hasta encontrarse con un torso. Un torso plano, con el que incluso podía llegar a pensar en algunas ocasiones que estaba bien, que era atractivo, pero en muy pocas ocasiones.
Unas piernas largas que ahora temblaban.
"¿Por qué?"
La pregunta volvia a aparecer en su mente y las lágrimas en sus ojos.
Apoyó la cabeza y ambas manos en el frío cristal con aquella pregunta en su cabeza.
Sus piernas le fallaron y se deslizó lentamente hasta quedar sentado en el suelo.
Fue entonces que supo que otra noche más, no dormiría.
***
-Buenos días cariño.
-Buenos días mamá.
-¿Has dormido algo?
-Lo de siempre-Contestó alzando los hombros para restarle importancia.
-¿Dos horas?-Preguntó preocupada.
Y eso era lo que odiaba. Odiaba preocupar a esa mujer. Odiaba preocupar a las pocas personas que lo querían, pero eso terminaría pronto.
-Tenemos que ir al médico, esto no es normal-Comentó en voz alta.
-No.
-DaeHyun-Suspiró ella-Llevas dos meses sin dormir, tiene que haber algo que lo impida y el médico lo descubrirá-Decía mientras le acariciaba su mejilla izquierda.
-Será una mala racha, o será por el calor que está haciendo por las noches.
-DaeHyun-Lo miró seria-¿Ocurre algo?
-No-Contestó rápidamente.
-¿Voy a tener que amenazarte para que lo sueltes todo como la última vez?
DaeHyun tragó saliva mientras la miraba a los ojos y recordaba aquel día.
-DaeHyun.
El aludido giró la cabeza hacia la puerta donde se encontraba su madre.
-Tenemos que hablar-Sentenció.
Él tragó saliva y empezó a recordar todo lo que había hecho días atrás por si había hecho algo malo.
-¿Qué pasa?-Preguntó asustado.
-Eso me gustaría saber a mi DaeHyun, ¿Qué pasa?
El pequeño la miró confundido, pero en el fondo sabia a que se refería.
-Que te ocurre DaeHyun, llevas un tiempo extraño.
Él siguió mirándola igual.
-Llevo tiempo observando cómo tus ánimos disminuyen día a día y como intentas aparentar que estas bien con una falsa sonrisa, pero a mí no me engañas DaeHyun. En un principio pensaba que eran cosas pasajeras, pero el tiempo pasa y sigues igual, incluso puedo decir que peor.
DaeHyun dejó de mirar a su madre y empezó a sentir como las lágrimas se agolpaban en sus ojos, amenazando con salir en cualquier momento. Y odiaba eso. Odiaba que aquel tema le hiciese daño hasta el punto de llorar.
-¿Te has enfadado con tus amigos?
Una pequeña sonrisa sarcástica apareció en su rostro, pero su madre no la vio, aunque si veía las lágrimas que el pequeño se aguantaba.
-¿Te has enfadado con tu novia?
-Yo no tengo nada de eso.
-Bueno, puede que ahora no, pero no quiere decir que en un futuro no la tengas.
El pequeño permaneció en silencio.
‘‘¿Novia? ¿Qué novia? Si nadie se me acerca...''
-¿Entonces qué pasa?-Preguntó ya desesperada-¿Por qué has dejado de ser tú? Y no me vengas diciendo que no pasa nada porque no es verdad y todo el mundo lo dice.
-¿Todo el mundo?
-Sí, todos. Tu padre, tu hermano, tus profesores...todos DaeHyun, y ya me cansé de ver cómo te hundes y de esperar a que vengas a mí y me digas que te pasa.
DaeHyun volvió a quedarse en silencio, apretando los puños de rabia.
-Te has enfadado con alguno de tus amigos o algo...porque ya no sé....
-Deja de mencionar eso-Susurró.
-¿Entonces qué? ¿Estás bien con ellos?
-¡Deja de mencionarlos! ¡Yo no tengo amigos!-Estalló y las lágrimas empezaron a caer.
Ella se quedó callada, sorprendida ante el grito del pequeño.
-¡Si fuesen mis amigos me ayudarían en vez de meterse conmigo!-Gritó histérico.
-¿Se meten contigo? ¿Es ese el problema DaeHyun?
-¡Déjame en paz!-Gritó de nuevo.
Se levantó de su cama e intentó irse de la habitación.
-¡No, de aquí no te vas hasta que me lo cuentes todo!-Amenazó ella.
-¡No! ¡Déjame!
Después de aquella discusión su madre fue a hablar con los profesores, pero ¿De qué había servido?
Si si, durante un tiempo dejaron de meterse con él, pero ¿Y qué? ¿Qué importaba si estaba solo? ¿Si no tenía a nadie?
-¿Tengo qué hacerlo de nuevo?
-Haz lo que quieras-Contestó cortante mientas se dirigía a la puerta.
-Jung DaeHyun-Lo llamó.
El aludido se giró. Nunca lo llamaba por su nombre completo.
-¿Qué?
-Siéntate-Ordenó.
-¿Para qué?
-Siéntate.
-No voy a sentarme-Dijo y retomó su camino hasta la puerta de salida, pero su madre lo agarró del brazo.
-Mírame DaeHyun.
El se giró y la miró. La diferencia de estatura era la suficiente para que tuviese que bajar la mirada.
-Mírame a los ojos y dime que no pasa nada, entonces te creeré.
Después de unos segundos meditando su propuesta la miró.
-¿Qué pasa DaeHyun?
-No pasa nada mamá-Contestó seguro.
-Vale-Y lo soltó.
Al fin el dolor que había pasado durante todos esos años había servido para algo. Se había hecho fuerte, era más fuerte y también, mentía mejor que antes.
Porque sí, porque se acababa de dar cuenta en el momento en el que le contestó a su madre sin que le temblase la voz, sin que las lágrimas le empañasen la vista que le había mentido y que llevaba haciéndolo desde que él, desde que HimChan, lo traicionó hace ya nueve meses. Y desde aquella se prometió a si mismo que nunca, jamás volvería a confiar en nadie porque eso, no le traería más que dolor.
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