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Aullando bajo la misma luna por sombra_larga

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Notas del capitulo:

En verdad lo siento, no tengo perdón, pero por una emergencia familiar me tuve que ir una semana, sin internet, y luego casi muero de gripa, me tuvieron que internar, pero ahora sí, aquí les traigo un nuevo capítulo.

Como recompensa prometo subir dos capítulos el lunes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 En verdad lo siento, no tengo perdón, pero por una emergencia familiar me tuve que ir una semana, sin internet, y luego casi muero de gripa, me tuvieron que internar, pero ahora sí, aquí les traigo un nuevo capítulo.

Como recompensa prometo subir dos capítulos el lunes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un pelirrojo caminaba de un lado a otro tenía un gesto preocupado en el rostro, mientras se mordía las uñas.

-quieres sentarte a comer-le dijo Arthur a su esposo- vas a hacer un agujero en el suelo-burlo, mientras hacia el intento de darle de comer a sus pequeños.

-¿Cómo quieres que me tranquilice?- exclamo con un mano en pecho-no sé nada de mi zorrito-

-yo creo que  ya es suficientemente grandecito para  cuidarse-

-como puedes decir eso- reclamo el pelirrojo-¿no viste como lo dejo en el viaje?-

-no creo que le ocurra algo malo-resoplo el otro-lo peor que puede pasarle es que le den una buena folla- dijo levantándose intentado abrazar a su esposo-

-¡no juegues con eso!-reclamo alejándose de él- tu no entiendes el dolor materno- dijo dramáticamente con una mano en el pecho.

-que eres ¿mama gallina?-burlo el esposo- deberías de encargarte de tus propios hijos- gruño, intentando que su pequeño no derramara su papilla.

-ven aquí mi amor- con dulzura el pelirrojo alzo al bebe de un año-pero dejando de lado eso, creo que Claude le hará bien  a Lucian- comento ya serio el doncel.

-tienes razón-concordó el castaño-hace mucho que no lo veía así-

-mm ¿cómo?-

-feliz-dijo con una sonrisa, que contagio a su marido.

En ese momento las puertas del comedor se abrieron, dejando entrar a un Claude con ojeras y despeinado. Traía un vestido sencillo de algodón de color azul y el  pelo lo traía en una rápida coleta.

-¿algo mas mi señor?- pregunto una sirvienta.

-no-dijo secamente.

-¡zorrito!- grito Nico saltando a sus brazos, quedando el niño en medio de ellos-¡mira te presento a Hugo!- dijo dejando al pequeño en las manos de Claude, que lo agarro como pudo.

En sus manos había un pequeño de ojos negros y cabello castaño, se quedaron mirando hasta              que el menor comenzó a llorar.

-mhg… Yo…- Arthur entendió la incomodidad del menor, por lo que tomo a su hijo-lo siento no soy muy bueno con los niños-

-no te preocupes-tranquilizo el mayor-con el tiempo se aprende-

El menor le dio una tímida sonrisa y tomo asiento a lado del pelirrojo.

-¿y bien mi zorrito, ese lobo malo te hizo daño?-pregunto con un puchero.

-¿lobo malo?-repitió divertido-¿está bien que le digas así?-

-es nuestro secreto- le dijo cómplice- ten sírvete lo que quieras- le paso a Claude un plato de cerámica, el peliblanco vio la mesa de duro roble, estaba plagada de deliciosos y diferentes platillos.

Con pereza el menor se sirvió de todo un poco, de repente a su vista se poso un vaso de cerámica lleno de leche.

-¿leche?-dijo olfateando el contenido, arrugo la naricita- no soy un niño-

-pero claro que eres un niño…niño- declaro el pelirrojo-¿Cuántos años tienes, 15?-

-para tu información tengo 16- dijo con orgullo el ojidorado- de todos modos, tú no eres mucho mayor ¿no?- un silencio cayó en el comedor, interrumpido por el ruido que hacían los niños.

El silencio termino por las carcajadas de Arthur, el castaño se secaba las lagrimas e intentaba acallar su risa ante la fulminante mirada de Nico.

-¿dije algo malo?- pregunto Claude, ya que no entendía que causaba tanta risa en el castaño y tanta molestia en el pelirrojo.

-no, nada, cariño- dijo tenso y con los dientes apretados el otro doncel.

-no no, espera querido- interrumpió el castaño- no te preocupes Claude, yo te explico, aquí el señorito Nico- apunto a su esposo- tiene 280 años-

Claude lo miro atónito, nunca se hubiera imaginado que Nico fuera tan viejo, un leve sonrojo se expandió por sus mejillas.

-lo siento Nico- se disculpo avergonzado.

-¡no te preocupes mi zorrito!- grito apretando a Claude contra su pecho- ahora si tomate tu leche- dijo serio-tal vez no seas un niño, pero bajito si eres-

Tangándose el orgullo, Claude tomo la leche de un trago, refiriendo no hacer ningún comentario sobre su estatura, ya que era verdad, Nico a pesar de ser doncel era más alto que el por media cabeza.

 Una niñera vino por niños, los tres adultos desayunaron en silencio, hasta que el peliblanco  noto algo.

-¿Dónde está Lucian?- pregunto curioso- ¿no desayuna?-

-¿no durmió contigo?- pregunto extrañado Arthur.

-no en realidad- dijo algo incomodo el peliblanco.

-¿en realidad?-intervino Nico- mm, ya veo, una noche movida- afirmo.

Claude enrojeció hasta las orejas.

-jaja veo que tengo razón-

-bueno, ¿Dónde está entonces?- cambio Claude, la verdad es que se sentía un poco nervioso, ya que cuando salió del baño se encontraba solo, y no pudo evitar pensar en la tal Kira.

-lo más seguro es que este en el sauce durmiendo- murmuro ausente Arthur.

-¿sauce?- repitió Claude extrañado-¿Por qué dormiría en un árbol?-

Un tenso silencio cayó en la habitación, ninguno de los decía nada, y eso levantaba sospechas en Claude.

-porque Lucian es raro- dijo al fin el hombre obviamente cambiando de tema.

-así es- le siguió el pelirrojo- lo siento zorrito te casaste con un fenómeno-

El peliblanco miro de un esposo a otro, pero supo que no le dirían nada de momento. Con un suspiro siguió desayunando, ya tendría tiempo para una buena investigación.

 

-¿Por qué deberíamos seguir perdiendo a nuestros hombres?- replico un hombre humano, junto a él habían otros dos soldados temerosos-cuando no ganamos nada con esta guerra, que ni es nuestra-

Frente al humano, se encontraba  Vladimir, ataviando en un traje negro, con el cabello rubio cayéndole en los hombros, sentado en su trono de marfil decorado con miles de rosas de jade subiendo y enrollándose por los lados.

En su boca se dibujo una picara sonrisa.

-¿Por qué mi querido general?-soltó una risita- eso es muy fácil- se levanto del trono y camino a peso lento hasta el hombre-porque si no lo hacen asesinare hasta el último  humano que de pie en su reino- susurro en la oreja del general que tembló de miedo, para seguidamente morder violentamente su cuello.

El cuerpo cayo inerte al suelo de mármol, tiñéndolo de rojo carmesí.

-díganle a su rey que si para de enviar hombres- se dirigió a los otros dos soldados, a quienes les temblaban las piernas-acabara igual este- pateo el cadáver.

-¡si señor!- los pobres hombres salieron despavoridos del castillo.

Con un largo suspiro el rubio se sentó una vez más en el trono, alrededor suyo habían muchas mujeres rubias, casi albinas que seguían cada movimiento de sus señor.

-¿le sucede algo mi señor?- pregunto dócil una de las vampiresas.

-nada querida, es solo que la sangre de hombre sabe horrible-dijo con un puchero-¡quiero sangre de doncel!- hizo berrinche, una de las mujeres, de pelo platinado y ojos verdes se sentó en regazo del hombre.

-no se preocupe mi señor- consoló restregándose en las piernas- pronto tendrá a la perra de Lucian en sus brazo- dio un beso en comisura de los labios- mientras confórmese conmigo mi señor-

Vladimir dio una lamida al cuello blanco.

-creo que lo hare mi hermosa Anna- susurro antes de morderla, dejando que algunas gotas de liquido rojo cayeran.

-tómelo todo de mi- casi grito, extasiada.

 

 

Claude caminaba por los pasillos, acababa de desayunar e inconscientemente se sobaba la barriga, hasta que se detuvo a  la mitad del pasillo, y pensó más seriamente en esa acción, rápidamente quito la mano asustado.

Todavía no sentía nada, ni nauseas o algo que le indicara que estaba embarazado, lo más probable es que pasaran unos meses mas antes de notar algo.

Salió del pasillo, encontrándose otra vez con el sauce rojo, miro hacia ambos lados, con cautela se acerco.

Ahí estaba, recargado contra las raíces robustas, Lucian dormía en su forma animal tranquilamente, el rostro lleno de paz y respiración pausada.

Despacio se acerco y con temor de despertarlo acaricio la enorme cabeza lobuna, el pelaje era inesperablemente suave.

El lobo sacudió ligeramente la cabeza, enseguida se alejo, preparándose para hacerse el desentendido.

Pero el lobo siguió durmiendo, Claude se relajo, alzo la cabeza para ver las más altas ramas del árbol. Por el robusto tronco, podía decir que era muy viejo, se pregunto que significaría, ya que al parecer habían construido alrededor de el, por lo que debía de significar algo.

Vio una vez más al lobo negro durmiente, para luego seguir su camino al cuarto.

Entro a la sala del trono, frunció el ceño al ver lo sucio que estaba, corrió las cortinas haciendo que callera una nube de polvo, cuando esa se disipo un poco, abrió los ojos enormemente.

Ante él se alzaba la vista del mar, nunca había visto el mar, era algo hermoso. En total había cinco ventanales, corrió todas las pesadas cortinas, descubriendo que desde ahí se veía todo el horizonte del mar, alzo la vista al sol, estaba en su punto más alto.

Vio el desastre que tenía su marido, “hoy va a ser día de limpieza” pensó Claude.

 

-ah aah mas ah- un pelirrojo gemía sonoramente- ah aahh Arthur-

Su esposo lo embestía suavemente desde atrás, el estaba a cuatro patas aferrándose desesperado a las sabanas del colchón bajo el.

-Arthur mas aah rápido- gimió, la mano de su esposo envolvió su erección y le dio un tirón –AH-

-jeje creo que mi cereza esta desesperado -susurro en su oído para luego darlo una mordida al blanco cuello-

El hombre acelero las embestidas, salía por completo y se enterraba con fuerza, haciendo que el blanco trasero escurriera sus líquidos por las delgadas piernas.

Dio una nalgada y luego otra y otra, mientras aceleraba el ritmo, Nico tuvo que aferrarse al suelo para no salir volando con todo y colchón.

-AH AH maaas ah- la saliva escurría de su boca- Arthur yaa ah ya no pueedo ah ah-dijo entre jadeos de placer, el hombre lo masturbo al ritmo de las embestidas.

-yo tampoco mi cereza- con una última estocada se vino dentro del estrecho pasaje de donde escurrió liquido transparente a la vez que el doncel se venía en la mano de su esposo.

El doncel se dejo caer pesadamente, de su trasero salió el semen de su macho, la respiración era errática y los ojos estaban nublados de placer.

Arthur lo devoro con la mirada, sentía su miembro empezar a levantarse.

-cariño si no te levantas juro que te volveré a tomar- el doncel alzo la vista y le regalo un picara sonrisa que emociono al otro, pero el pelirrojo jalo una sabana y se enrollo en ella.

-lo siento querido-se hizo a un lado para que el hombre se recostara- pero si seguimos así me quedare embarazado otra vez- se recargo en pecho lampiño de su esposo.

-¿Qué tiene eso de malo?- hizo un puchero, a él le encantaba su cereza con una redonda barriga- me gusta beber de tus pechos-

Solto una risa por el manotazo que le dio su esposo.

-claro como no eres tu el que tiene que parir- dijo molesto, se subió por completo en el cuerpo ajeno y recargo su cabeza en el pecho, viendo directamente los ojos miel- además, ¿y si quedo gordo?- aunque no lo pareciera, Nico era muy vanidoso con su cuerpo y aspecto, no le gustaba estar desarreglado.

El sexo era una excepción, ahora su impecable peinado, estaba revuelto a más no poder.

-pues mejor- bromeo el hombre- así tendré mas trasero para mí- dio una nalgada.

Otro manotazo.

-deja de hacer eso-regaño cariñoso por saber que aun gordo lo querría- ya te lo he dicho, las nalgadas solo están permitidas en el sexo-

-bueno, pero los apretones no- le dio un pellizco.

-deja mi culo en paz-

Pasaron un momento en silencio, solo escuchando sus respiraciones.

-¿crees que Claude logre cambiar a Lucian?-pregunto distraído el doncel.

-¿Por qué esa pregunta?- indago acariciando la delgada espalda.

-no se, pensé en como Claude dejo a Lucian-

-si, al parecer pelearon en el viaje-

-si lo note, pero se me hizo raro la reacción de Lucian normalmente estaría rabiando de furia-

-jaja también a mí, es raro en el, solo lo había visto así de confundido con ella-

-¿ella, te refieres a Sol?-

-sí, recuerdo esos días- conto con añoranza- a pesar de llevar cadenas parecía el hombre más libre del mundo-

-¿la amaba mucho?-pregunto precavido, ya que desde que conoció a Claude decidió que lo ayudaría a conquistar a Lucian.

-si-dio un suspiro- tal vez demasiado- bajo la mirada y se encontró con los ojos preocupado de su esposo-no te preocupes estoy seguro de que Claude lo conseguirá-

El doncel le regalo una enorme sonrisa.

 

 

Claude estaba cansado, más que cansado, estaba muerto, todo el cuerpo le dolía a horrores pero por otra parte le encantaba como todo estaba tomando orden.

Le había pedido a una sirvienta ayuda para limpiar, pero ella le había contestado que mientras no le dieran la orden directa por su señor ella no movería manos. Eso le había irritado hasta el alma, pero le daría el lujo de ver su enojo.

Por lo que simplemente busco escoba y trapo, ahora la sala del trono estaba con cortinas abiertas. Haciendo que entrara una rica brisa, había barrido y limpiado toso desde el trono hasta el suelo.

Ahora estaba en la habitación, había sacado todos los colchones, tiro toda la basura y trastes amontonados,  incluso descubrió un escritorio de roble escondido entre un montón de ropa al pareces nueva y un armario alto y ancho de madera, escondido tras una cortina llena de polvo.

Había sido una maravilla encontrarlo ya que no sabía qué hacer con su ropa y la de su marido, ahora los colchones tenían sabanas y fundas limpias se encontraban sobre una gruesa alfombra, el  escritorio estaba libre de ropa y encima y al alrededor estaban todos los papeles ordenados.

Estaba al fin terminado, había dejado el ropero para al final ya que sentía mucha curiosidad por él, estaba lleno de polvo y parecía muy antiguo.

Se quito el trapo de la cabeza y se soltó el chongo, estaba horrible, sudado sucio y despeinado.

Se acerco al ahora limpio armario, era muy bonito, de madera negra, en la puerta tenía grabados mariposas y soles, había muchos pasajes entrelazados, pero en una punta en la esquina derecha de abajo, la madera parecía arrancada y una mujer y hombre entrelazados con todo su cuerpo aparecían grabados algo diferentes, como forzados estaban en toda la parte de abajo, un lobo y una mujer corriendo por todo el borde.

Con la curiosidad palpitando al cien abrió las puertas, que cedieron después de unos cuanto intentos.

Era ropa y joyas.

Bueno era raro encontrar eso en la habitación de un hombre, pero se decepciono un poco, esperaba algo más.

Recorrió los vestidos dentro, eran de mujer, estaban muy bien cuidados, cinco en total, para su extrañeza encontró una armadura, en un rincón se encontraban tres espadas amontonadas y pequeños cuchillos se regaban por todo el piso del ropero. Había un agradable olor a rosas dentro, procedía de al parecer un pequeño frasco de cristal, un joyero de madera y pequeños pergaminos amarillos por el tiempo.

Algo le llamo la atención, entre los pergaminos había un pequeño paquete envuelto en papel y rodeado de una  cinta.

Lo cogió entre sus sucias manos,  abrió la cinta y lo desenvolvió, dentro había un hermoso  relicario, era ovalado, de metal pesado en medio un sol se grababa la cadena era al parecer de oro, lo abrió, dentro estaban escritas las palabras “yo seré tu sol y tu mi luna, nuestro hermoso milagro será nuestra estrella”.

Era muy hermoso, junto al relicario se encontraba una pequeña cadena, como para un bebe, y de esta se colgaba un anillo con un diamante incrustado.

Al parecer la cadena tenia igual una inscripción “mi estrella”.

Todo era muy bonito pero estaba algo sucio o tal vez era él. Decidió que era mejor darse en cuanto antes un  baño.

Dejo el ropero abierto y se llevo las joyas al baño para limpiarlas.

Notas finales:

Gracias por leer y sus comentarios.


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