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Aullando bajo la misma luna por sombra_larga

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Lucian sentía unas agradables caricias, que lo hacían mantener el sueño. Las caricias pararon, haciéndolo despertar.

-¡Lucian!- la dulce voz lo trajo de regreso. Frente a él estaba el doncel más hermoso que hubiera visto, un agradable calor se instalo en su pecho-¡Lucian necesito ir baño!- apremio el doncel.

Claude sentía la vejiga a punto de explotar, había estado un rato acariciando la cabeza de su esposo, hasta que ya no pudo aguantar la presión, pero por más que intento levantarse no pudo.

-¡ah sí!- el hombre reacciono levantándose algo atontado, con cuidado levanto al menor de la cama, agarrándolo bien en brazos lo llevo hasta el baño y se paro delante del orinal.

Un incomodo silencio cayo entre los dos. Bajo el cuerpo hasta que este quedo parado, lo agarro de la cintura y espero.

-no puedo- susurro el doncel rojo como tomate.

-¿qué?- no supo que mas decir.

-¡no puedo hacer si estás aquí!- grito nervioso.

Otro incomodo silencio, el peliblanco se rindió y sintiendo la cara quemar por su sonrojo dejo que todo “fluyera”.

Después de esa terrible escena Lucian dejo a Claude en la cama.

Ninguno de los dos dijo palabra, después de ese bochornoso momento Claude no podía recordar su enojo.

Lucian no tenía ni idea de que decir, por donde comenzar, merecía el verdadero odio de ese doncel, alzo la vista de su regazo y se mortifico al ver la venda cubrir su cabeza.

-lo siento- sabia que eso no bastaba, que podía hacer algo mejor, que podría decir un discurso por la suplica de su perdón, pero nada salió en ese momento, solamente esa común palabra para todos-lo siento tanto Claude-

Claude vio al hombre frente, lo odiaba en verdad lo odiaba por hacerlo sentir de esa forma, sintió su corazón derretir en ese momento, esos rojos ojos que le dieron miedo de niño, ahora lo miraban arrepentido y hacia que su pecho se inundara de una felicidad pura.

-mi nombre-

-¿qué?-

-nunca habías dicho mi nombre- aclaro la confusión del hombre.

-lo lamento tanto Claude Black-

Lagrimas cayeron de los ojos rojos, lagrimas que enternecieron al ojidorado.

-te odio tanto- la voz del doncel se quebró por un momento.

El corazón de Lucian se paro por un segundo y alarmado busco los ojos dorados, pero el doncel se tapo con las manos la cara.

-Claude yo…-

Una mano frente su cara no lo dejo continuar.

-te odio tanto, por hacer que te ame- confeso al fin el menor- te amo Lucian, te amo tanto que duele- hipo entre el llanto.

-yo también te amo Claude Black- el hombre se abalanzo contra él, apretándole contra su pecho, se sentía tan pequeño y frágil, ese pequeño que años se había abierto paso en el-te amo mocoso-

-no soy un mocoso- lloro contra el fuerte pecho, después de un rato y ya más tranquilo se separo de su esposo.

Y para sorpresa de Lucian, le metió una fuerte cachetada, que le cruzo el rostro, el shock era tal el hombre solo atino a sobarse su mejilla mientras lo miraba atónito.

-te amo Lucian- repitió el peliblanco- pero jamás ¡jamás me vuelvas poner una mano encima!- le amenazo antes de dar un beso en el cachete herido que ya estaba otra vez intacto y sin marcas- no te voy a hacer ninguna pregunta sobre ese ropero, y me disculpo por haber tocado lo que no era mío, pero no aceptare otro insulto o agresión-

El hombre asintió, temiendo a las futuras peleas con si consorte, porque con su propio humor explosivo y el de su marido, ¡ya se lo podía imaginar!

-ya pueden pasar- Claude miro con sorpresa como la puerta se abría y pasaba Arthur, entre sus brazos estaba Nico, con la mano de su esposo en la boca y otra agarrando sus manos contra su cintura, mientras lo alzaba del suelo.

Por la mirada de Nico estaba claro su opinión sobre su reconciliación con Lucian.

-¡maldito perro callejero aleja tus manos de mi zorrito!- fue lo primero que salió de su boca, mientras mordía el brazo de su esposo y corría a la cama, abrazando al peliblanco.

-¡no me vuelvas a dar un susto así zorrito!- regaño contra su cuello.

-lo siento Nico-se disculpo devolviendo el abrazo.

-nos diste un buen susto Claude- reprocho Arthur mientras se agarraba el brazo sangrante-¡cereza, me arrancaste un pedazo de brazo!-

-ni modos- contesto el pelirrojo sacando la lengua.

Claude rio, pero se detuvo al tener una punzada en el estomago. Vio la delgada mano del otro doncel en su estomago.

-¿te duele?- pregunto serio.

-un poco-confeso sobándose el vientre-¿Qué tengo?-

La cara de todos era seria.

-¿no se los has dicho?- reclamo el pelirrojo a su esposo.

-¿Qué no me ha dicho?- el doncel lo voltio a ver, la preocupación  se tiño en su rostro, abrió la boca pero nada salió.

-es mejor dejarlos solos- intervino Arthur antes de que su esposo digiera algo.

-pero Arthur…-

-no Nico, vamos a ver a los niños- el doncel asintió a las palabras de sus esposo. Le dio un beso en el cachete y salió de la habitación junto a su esposo.

Claude volvió la vista a su marido, que seguía sentado en la silla junto a la cama.

-¿Qué sucede Lucian?-

-Claude yo…-se tomo un momento y agarrando su mano entre las suyas lo soltó- estas embarazado-

No supo que decir, nunca pensó que fuera tan, rápido.

-¿Claude?- llamo Lucian, temeroso de su reacción.

-el bebe-

-¿sí?-

-¿el bebe está bien?- la preocupación lo invadió, al recordar el charco de sangre entre sus piernas, se abrazo el estomago intentando sentir algo.

Lucian soltó el aire que ni sabía que retenía, vio su consorte agarrarse el estomago intentando saber si estaba bien, con ternura le dio un beso en la sien, intentando calmarlo.

-tranquilízate, está bien- se levanto de la silla y tomo asiento en la cama junto a su esposo pasándole un brazo por los hombros para acercarlo a su pecho.

-¡pero vi sangre entre mis piernas!- Lucian se sintió un miserable al saberse el causante.

-fue un pequeño desprendimiento de placenta, pero ahora estas bien, vas a sentir un poco de dolor durante unos días-dio un beso en la blanca coronilla-ya todo está bien- suspiro recostándolo consigo en la cama-

Por primera vez desde hace mucho, los dos, Lucian y Claude se sintieron seguros y con una tibia felicidad inundando sus pechos.

Estuvieron un rato así, acostados en la cama, oyendo el ruido de las olas romper contra las rocas y la brisa marina colándose entre las cortinas.

-¿Cuántos días estuve dormido?- Claude rompió el silencio, acostándose completamente en el pecho de su esposo, mirando esos rojos ojos, que lo observaban con intensidad.

Era fácil moverse entre ellos, no sentían alguna tensión extraña, era como si toda la vida hubiera tenido que ser así.

-tres días- respondió acariciando la liza cabellera que se esparcía por la cama.

-con razón- ronroneo ante las caricias de su esposo.

-con razón que-

-con razón mis tripas se están comiendo entre sí-

Lucian miro la cara de su consorte antes de soltar una carcajada.

-entiendo tu indirecta cariño, ahora pido que traigan comida-

Se iba a levantar pero la estupefacta cara de su consorte lo detuvo.

-¿tengo a la cara?-

-oh dios mío, Lucian puede sonreír- rodo por la cama y se sentó agarrando las mejillas del hombre sintiéndolas raposas-pensaba que no tenias músculos en la cara, pero ahora veo que si-

Soltó una risita y se levanto de la cama, ahora que ya sentía las piernas.

-¿A dónde vas?- pregunto el hombre todavía con una sonrisa en la cara.

-necesito un baño caliente-

-¿quieres ayuda?-sugirió malicioso Lucian.

-no creo que puedo desnudarme yo solito- decreto el doncel moviendo las caderas camino al baño- espero tener un manjar cuando regrese-

-así será su alteza-

-puedes retirarte lacayo- ambos se dedicaron una sonrisa, antes de desaparecer por sus respectivas puertas.

 

Mientras tanto en otra parte del castillo una mujer peli azul se arreglaba frente a un enorme espejo. Esparcía rubor por sus mejillas mientras los fríos ojos miel recorrían su figura intentando encontrar algún imperfecto.

De piel bronceada y liza, el cabello rizado y azul caía por sus hombres hasta media espalda, enormes pechos que eran tapados por la tela de satín violeta que se pegaba a su figura como una segunda piel, arrecadas y gran collar de oro adornaban su persona.

-disculpe mi señora-una sirvienta interrumpió su labor frente al espejo- el señor la llama para que revise al consorte real-la última frase la dio casi escupiendo.

La mujer sonrió con malicia, ella misma se había encargado de tener a todas las hembras de la manada principal a su favor.

-claro, en un momento voy-

-si mi señora- la sirvienta se retiro con todo el respeto posible.

La mujer se levanto y dio un último retoque a su maquillaje, su señor no la podía recibir desarreglada, sabía que por ahora no podría hacer nada, pero era cuestión de tiempo para realizar la primera jugada.

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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