Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Aullando bajo la misma luna por sombra_larga

[Reviews - 150]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 4  "esperando"

3 años después.

Un muy, pero muy sonrojado Claude salía de una de las habitaciones del castillo. El pobre sentía su cabeza a punto de explotar, con tanta “información nueva”. Tomo un poco de aire a mitad del pasillo, para luego continuar su camino hacia la habitación de su padre.

No sé cuánto más pueda aguantar esta situación. Estoy harto, cada día es la misma monótona rutina, además están las malditas clases, todo para complacer al “señor”. Maldito y jodido señor, maldigo el día en que lo pario su madre.

Mi vida hubiera sido perfecta, hubiera continuado con normalidad de no ser por él. De un portazo abrió las grandes puertas de madera. Ignorando a los guardias. Para encontrar a la “madre de la aldea” devorando la cara de su padre. A ella poco le importaba su presencia.

Pero para satisfacción de él a su padre sí. Con un suspiro el alfa aparto a su esposa de sus caderas.

-hola, Claude- se tapó con una sábana- veo que ya terminaste tus lecciones-

-si por lecciones te refieres a las pláticas de cómo ser una puta domestica- rezongo-si ya termine-

-no deberías tener esa actitud-le amonesto su padre-es para que seas un buen esposo-

-hazle caso a tu padre yo tome las mismas clases- intervino Maia, con una “dulce” sonrisa.

-eso lo dice todo- burlo. Le borro la sonrisa al instante. Claude uno.

-que dijiste mocoso-reto en tono fiero.

-creo que la edad ya te empieza a afecta Maia-

-ya dejen de pelear ustedes dos-regaño su padre-que se te ofrece Claude- desde su compromiso,  el alfa le cumplía hasta el más mínimo de sus caprichos.

-salir, por favor padre, quiero salir, solo un ratito-

-no-menos ese capricho. Desde el compromiso había estado encerrado, su casa se convirtió en su cárcel. Solo lo visitaba unas que otras veces su mejor amigo James.

-¡¿Por qué no puedo salir!?- le reclamo-¡estoy cansado de esta estúpida cárcel!-

-lo sabes muy bien Claude-suspiro el hombre- no es bueno que los otros machos vean tu cuerpo-

-si Claude, no es bueno-burlo Maia. La perra uno.

-aunque sea puedo mandar a llamar a James- se resignó, ya habían tenido miles de veces la misma discusión.

-claro que sí, de hecho creo que se encuentra en el despacho de su padre- el alfa se alegró, ya le estaba cansando de tener la misma discusión todos los días.

El menor se fue sin decir palabra.

 

James se encontraba en el despacho del beta, sentado con las piernas en alto, su padre había salido a entrenar a los nuevos reclutas, al ser su hijo el comenzó su entrenamiento mucho antes, por lo tanto él ya tenía un puesto como soldado.

Aburrido paso la mirada por el cuarto, no encontraba que hacer. De repente la puerta se abrió. Intento bajar las piernas, pero en un mal movimiento cayó de espaldas con todo y sillas.

-descansando otra vez soldado- pregunto una “fuerte” voz.

-lo siento mi señor, pero este pobre lacayo a estado toda la noche de guardia- le siguió el juego.

-eso no es excusa señor lacayo- una risita salió de esa hermosa boca.

Claude corrió hacia sus brazos, que lo recibieron gustosos, los enrolló por esa fina cintura que se empezaba a formar.

-hace mucho que no te veía James- murmuro la vocecita, contra su pecho.

-he estado ocupado trabajando-deshizo el abrazo para contemplarlo.

Claude se ponía más hermoso cada día, la antes redonda cara empezaba a tomar una forma fina,  el antes cuadrado cuerpo se transformó en uno lleno de curvas, y ¡oh dios mío! Sabía que Claude lo veía como un amigo, pero como no mirar su voluminoso trasero cuando subía corriendo delante de el las escaleras.

-es tan injusto-la pequeña y rosa boquita formo un puchero- porque tú puedes salir y yo no-

-ya te lo han dicho Claude- le reclamo.

-si si, pero no entiendo qué demonios tiene mi cuerpo-

“que es muy tentador” le quiso decir, pero sabía lo que pasaría, seguro le arrancaba las bolas.

-no puedo creer que aún no lo sepas después de tu “clases”-

-ca-cállate- le dijo avergonzado hasta la medula.

-bueno y que estudiamos hoy en la escuelita- cambio de tema, hacía ya casi tres meses que su amigo tomaba clases para ser buena “esposa”. En todos los sentidos.

-no te lo voy a decir-negó el peliblanco- sé que te vas a burlar-

-por favor- suplico poniendo ojos de cachorro.

A James le encantaba hacer sonrojar al menor, y nada le avergonzaba más que hablar de las clases. Primero le habían enseñado como cocinar, luego algunas clases de cómo tratar a su esposo, ósea mantener la boca cerrada y asentir.

En la última lección, por lo que le conto habían empezado con las clases de biología.

-está bien, pero por favor no te rías que da pena- era tan tierno con ese sonrojo.

-si si, ya dime-

-bu-bueno-comenzó tartamudeando-me enseñaron como complacer-

-¿Cómo complacer?-pregunto apropósito.

-s si, m me di- dijeron q que era e el se se-

-¿se?-

-¡sexo oral!- termino gritando. Paro luego sentarse  y acabar ocultando la cabeza entre las piernas.

-ah-fue lo único que le pudo responder, no se podía imaginar a su amigo, simplemente no podía. Había imaginado que sería lago sobre su propio cuerpo, como los ciclos más fértiles de un doncel. Pero no se imaginó… eso.

-¿ah? Eso es todo lo que dices-replico el menor-te dije que era vergonzoso- murmuro aun con la cabeza oculta.

-tranquilo, es solo que no me imagine que el alfa llegara tan lejos- dijo sinceramente-con eso de que no te deja salir- se acercó para luchar un poco al tratar de levarlo.

Al parecer dijo algo que no debía, sollozos salieron juntos temblores, el pequeño se levantó para aferrarse a ese musculoso y gran cuerpo.

-estoy tan cansado- dijo entre hipidos-tan cansado de toda esta porquería-

-no te preocupes, siempre estaré aquí para ti- le consoló, acariciándole la espalda baja- siempre estaré aquí flojeando en el despacho de mi padre-

-gracias- dijo entrecortadamente-gracias, James, por ser tan buen amigo-

 

Los ojos me escocían por el llanto, pero ciento mi pecho menos pesado, James siempre oye mis quejas, a veces en un rinconcito de mi corazón desearía que él fuera mi prometido, todo sería más fácil.

Entro a mi habitación, y en un golpe de cruda verdad. Me doy cuenta de cómo he cambiado, todo por él. Mi antes desordenada e infantil habitación ahora es una ordenada y demasiado seria.

Donde antes había juguetes de madera, ahora hay libros y pergaminos, donde antes se encontraba una cama y colchones sin ningún sentido, ahora era una ordenada cama con las más finas de las sedas, y un enorme ropero de roble lleno de las más hermosas prendas.

Nada era igual. Todo había cambiado, en tan poco tiempo.

Con un suspiro se quitó la ropa, entro en el baño  donde le esperaba una tina llena de agua caliente. Entro con cuidado hasta que su nuca topo con la orilla.

Pensó en como seria su vida de casado, descendió su mano hasta llegar al plano estómago, no se imaginaba con una barriga de embarazo.

Solo tenía trece, no podría con la enorme responsabilidad de traer un niño el mundo. Que pasaba si cuando ya estuviera casado encontraba a su pareja, que se supone que haría. Tenía muchas dudas y confusiones.

Sabía que lo único que posponía la boda era la aparición de su marca de doncel fértil.

Cuando los cachorros nacían como niños se les trataba a todos por igual, cuando cumplían tres años se les hacia una simple prueba. Un médico les palpaba el estómago para saber si eran donceles o no, a diferencia de los varones un doncel tenía una especie de bulto en el estómago, un médico especializado lo sentía fácilmente.

A pesar de que los donceles eran un caso muy rara vez visto, era una prueba que todos pasaban.

Aun cuando detectaran doncel al niño, este no podría engendrar hasta tener la marca de doncel fértil. Ninguno la obtenía a la misma edad, consistía en un pequeño sangrado por el ano, algo como la menstruación en las mujeres, solo que  ellos la tenían un vez en la vida, después de eso solo desprendían un olor, para llamar a los machos, cada tres meses.

Decidió dejar de pensar tantas cosas ya que solo le daría una migraña.  Salió de la tina y se envolvió en una esponjosa toalla.

Se seco bien el pelo, tendría que cortarlo un poco, ya llegaba hasta su cintura. Con un bostezo se acostó, desnudo, si a él también le gusta dormir desnudo.

-que informes me tienes hoy- preguntaba un hombre ya algo mayor, de cabellos largos y rubios atados es una elegante cola, su anguloso rostro portaba una nariz aristocrática junto con unos grises ojos.

-nada aun mi señor, según mi informante el niño aún no ha dado muestra de la marca-

-entiendo- dio un sorbo a la copa que tenía en la mano- puedes retirarte-

El soldado se fue dejando a Vladimir Tepes solo en su despacho, no sabía cuánto más tendría que esperar, no es como si el tiempo significara mucho para él. Pero estaba ansioso, si esa era la palabra. Desde hace mucho que su mascota favorita había escapado, empezando este juego entre ellos.

Así veía esta guerra, como un juego, uno peligroso pero divertido.  Antes de todo eso, admitía que le gustaba el control que en el aquel entonces tenía, pero esto del gato y el ratón le gustaba más, y más cuando ya tenía la carta vencedora.

Bueno, pronto la tendría y disfrutaría su premio.

 

Unos dorados ojos intentaban abrirse, sin éxito, podía ver como todo empezaba a tomar color con los rayos del sol que empezaban salir tímidamente.

Con una enorme flojera se arrastró desnudo al baño, donde dos mujeres lo esperaban. Ya sin importarle mucho su desnudes se metió lentamente, la mayor de las mujeres le empezó a lavar el largo pelo, mientras que la más joven con un notorio sonrojo le lavaba la espalda.

-¿eres nueva no?- observo, siempre a las nuevas les daba vergüenza al principio

-si mi señor-el sonrojo creció en la cara de la muchacha al haber sido descubierta por su pequeño señor-lo siento, pero es que me da algo de pena-

-no te preocupes a mí también me daría pena-intento consolar con una sonrisa.

-gracias, señor- contesto con una pequeña sonrisa.

-deja de hablar y lava más rápido, nuestro señor tiene muchas cosas que hacer-

-aahh, porque tenías que recordármelo vieja- rezongo.

-porque esa es mi tarea mocoso- le contesto igual, la más joven se sorprendió ya que nadie tenía permitido hablarle así a la futura “reina”.

El verdadero nombre de las “vieja” era Clara, una mujer ya mayor, de cabello castaño y ojos azules, meses atrás se le había encargado la tarea de niñera. La verdad es que no había podido evitar encariñarse con el mocoso, y sentirse un poco culpable por haberlo juzgado como los demás.

-bueno ya sal antes de que quedes como una pasa-

-si si- se envolvió con una toalla para luego sentarse en la cama mientras Clara sacaba la ropa de su armario.

Cuando era pequeño se ponía lo primero que encontrara, o lo que no oliera tan mal.  Ahora, al parecer la vestimenta apropiada para un doncel, eran túnicas de seda, algunas con broches elaborados o con bonitos botones. Ósea vestidos como las mujeres.

-ten, esta es nueva- Clara le paso una túnica gris con toques de blanco, abotonado por la espalda.

-Me ayudas- le pidió a la joven- ¿Cómo te llamas? - pregunto con dificultad, el maldito vestido, como decía él estaba muy entallado. Vio de reojo a la joven, tenía el cabello rojizo y los ojos castaños.

-mi nombre es Bonelli- contesto con algo de timidez, nunca pensó que Claude fuera así, todos en la aldea decían que era un niño mimado y molesto.

Bonelli termino con el último botón en la espalda baja- ya está mi señor-

-gracias, y dime Claude por favor- dejo su pelo caer en una trenza- vieja tenías que escoger esta túnica tan apretada, no poder respirar bien todo el día-

-no seas quejica y baja de una vez a desayunar que todos esperan-

-como si me esperaran- bufo abriendo la puerta y yendo directo al comedor.

 

2 años después.

Un Claude de quince años caminaba por el castillo, robando suspiros de paso, dos años habían hecho mucho en el joven. La antes redondeada cara ahora era  una delgada y con suaves facciones junto con la aun respingada naricita, el cabello blanco caía en las formadas caderas y todo eso junto con los enormes ojos dorados, rodeados de unas espesas pestañas.

En fin se había  convertido en una belleza, una que todos deseaban o bueno más bien los que la alcanzaban a ver, ya que Claude aún no se le tenía permitido salir.

Entro en una de las habitaciones, donde le esperaba una mujer ya algo mayor de ojos azules y cabellos cafés, con una que otra cana.

-buenos días Clara-

-buenos días Claude-la mujer no pudo evitar suspirar, la verdad era que extrañaba al mocoso rezongón y parlanchín. Desde hacía ya mucho que Claude cambio, nunca nadie supo el porqué, solo paso.

-que planes tenemos para hoy- pregunto sentándose elegantemente en el cojín enfrente de la mujer.

-en cualquier momento puedes tener el sangrado, así que hoy te hablare de la “ceremonia” después de boda-

El joven asintió- después de todo lo que me han enseñado de inocente ya no tengo nada-a veces salía el ramaso de su verdadera personalidad.

-es cierto- ese comentario logro sacarle una sonrisa a la mujer-supongo que sí. Bueno, veras, para empezar la boda se tiene planeada para que coincida con el celo de nuestro señor.

Al no recibir ningún comentario continúo.

-esa noche yo y Bonelli te vamos a ayudar a prepararte, lo más probable es para ese momento nuestro señor no esté en sus cabales. El celo de un macho es diferente, ya que ellos se tienen que desahogar, pueden aguantar hasta cierto punto,  para cuando acudas a su habitación ya será madrugada, por lo que estará impaciente.

“Luego de la ceremonia el macho te reconocerá solo a ti para su celo, aunque no estamos muy seguros, ya que nuestro señor puede ser diferente. El caso es que cuando llegues solo te dejes hacer, un macho puede ser peligroso cuando está en celo y se le niega algo. No sabemos en qué forma te tomara, lo más probable es que en la animal, así son más fértiles. Tendrás que quedarte con el los siete días, nadie podrá entrar. ¿Alguna pregunta?”

-sí, cuánto dura el celo de un macho- todas las lecciones que tuvo eran más que nada sobre su cuerpo. Hablaban muy poco sobre el otro género.

-generalmente solo un día, depende de tu pareja, ese es otro punto puede que al juntarse se active tu celo también-

-entiendo, ¿que pasara luego?-

-irán a la manada principal, lo mejor es hacerlo rápido, ya que podrías estar cargando ya al cachorro-

-entiendo- la verdad es que hace mucho que se dejó de lamentarse, decidió enfrenarlo, después de todo lo único que tenía que hacer era dar un heredero. Aun se sentía inseguro ya que no sabía cómo se sentiría con un bebé no deseado dentro de él, el mismo había sido uno, no quería que su hijo creciera del mismo modo.

Se levanto sin decir palabra, camino tranquilo por los pasillos, oyendo como sus hermanastros corrían haciendo ruido. Se pasó una mano por el vientre, vio por la ventana de piedra a uno de sus hermanastros, un lobezno brincaba de aquí allí, claramente divertido.

Se pregunto si así se vería su hijo, su cachorro, un pequeño lobito que dependería de él. No sabría como seria su forma animal, puede que negrito como su padre, pero él nunca se transformó en lobo, los lobeznos nacían humanos y a los tres o cuatro años mostraban por primera vez su forma animal. Con él nunca paso eso.

Tal vez no lo querría a la primera, pero se esforzaría en ello, amaría al cachorro.

Sin poder evitarlo se imaginó a un bebe con pelito negro y ojos dorados.

Vio a su padre a lo lejos cargando al cachorro, los pares de ojos dorados se conectaron entre sí. Ambos sabían que lo único que esperaban era el sangrado, eso era lo único que faltaba.

Con un suspiro alejo la mano del plano vientre y siguió con su camino, muy pronto perdería lo plano para dar paso a una barriga.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).