Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reality shock. por Lucigarro

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Tengo que decir que este fanfic está en parte basado en la serie de la BBC Black Mirror y que constará tan sólo de 2 ó 3 partes. Espero que les guste.

Los cristales reflejan caras sin emoción alguna, sin sentimientos, sin pensamiento siquiera. Parecen reflejar cadáveres con un corazón que late por instinto propio. Esos cristales tintados cubren hasta donde los ojos alcanzan a ver. Y a nadie parece importarle. A nadie le importa no saber qué hay más allá de esos cristales que los esconde de un mundo mucho mejor que aquél, de un mundo en el que podrían triunfar, en el que podrían… ser felices. Viven porque así está estipulado, mueren porque alguna vez tienen que hacerlo. Sus vidas se han mecanizado hasta el punto de haber dejado de ser vidas. Sus ojos no brillan con la ilusión propia de una persona con sueños por cumplir, sus labios hace años que no se curvan formando una sonrisa. Su corazón no se acelera por otro motivo que no sea el ejercicio físico al que están sometidos. Sus vidas han perdido todo el sentido, y ellos lo han aceptado. Todos los corazones parecen latir al unísono, por un mismo motivo, todas las acompasadas respiraciones cubren sus cascos de vaho, pero no parece importarles. No les importa no ver porque no hay nada que ver. Han sido creados para uso y disfrute de otra persona, no para disfrutar de ellos mismos.  En realidad nadie está triste por la vida que lleva, porque todos piensan que esa es la vida que hay que llevar, porque no saben que hay vida más allá. Se creen seres únicos e incluso afortunados por llevar ese día a día. Pero en todo rebaño de ovejas hay un soñador.

19 años. Pelo y piel morenos, aunque nadie lo pueda saber. Nadie le ha visto nunca la cara, nadie le ha visto un milímetro de piel. Parece otro maniquí más, sin uso de razón, sin motivación. Pero eso es lo que lo diferencia de los demás. Aunque lo hayan intentado de todas las formas posibles, nadie ha conseguido que aquellas personas dejen de soñar por las noches. Y él ha soñado muchas noches un mundo que cree es desconocido para él. Un mundo en el que puede elegir lo que hacer, lo que decir, lo que pensar, lo que vestir. Un mundo en el que puede ser él mismo. Nadie, ni siquiera él mismo, cree que ese mundo exista, pero no puede morir sin haber intentado encontrarlo. Porque, aunque a veces se dude, son seres humanos, y los seres humanos son curiosos por naturaleza.

En realidad ninguna de aquellas personas se va porque no quiere. Nadie los retiene entre aquellos cristales negros… o eso piensan. No hay policías (al menos a la vista)  ni nada que se le parezca indicando lo que tienen que hacer, ni siquiera las puertas se cierran con llave para que no salgan de aquel recinto. Entonces, ¿qué es lo que los retiene allí? Ellos mismos se retienen. No creen que haya motivos para huir de allí porque tienen todo lo que necesitan para sobrevivir: comida, un sitio en el que dormir, ropa y agua. Pero siempre hay quien va más allá.

20 años, ojos vivos y voz dulce. Pero nadie lo sabe porque su casco modula su voz para que todas las voces suenen iguales. Él quiere ser oído. Él quiere gritar. Pero a nadie le importa porque, a simple vista, hay miles de personas como él. Pero no saben que debajo de aquel ridículo traje probablemente se esconda uno de los corazones más bondadosos que habiten aquel siniestro lugar. Y, como es lógico, los soñadores están destinados a encontrarse porque probablemente sus sueños no sean tan distintos.

 

Un día cualquiera de un año cualquiera.

Como todas las mañanas, la sala se llena de maniquíes que buscan su comida. Todos los días a la misma hora, todos los días el mismo procedimiento, todos los días la misma comida. Cada uno come en su habitación, porque para comer tienen que quitarse el casco. Y después de tanto tiempo con el casco puesto, les resulta vergonzoso mostrar su cara. Para ellos quitarse el casco es como desnudarse.

Como todas las mañanas, la cola para coger comida es larga. Pero les da igual esperar porque no tienen otra cosa que hacer y ese momento es lo más parecido a contacto social que les ocurre en su vida. Pero algo ocurre en aquel día cualquiera que lo convierte en un día concreto, en un día especial.

La cola avanza despacio y sin altercados. Los más madrugadores ya se llevan su desayuno a su habitación. Uno de ellos camina con prisa, y acaba tropezando, tirando por los suelos la comida. A nadie parece importarle, todo el mundo sigue en la cola como si nada hubiera pasado. La persona a la que se le ha caído el desayuno la recoge con prisas. ¿Por qué esa persona lo hace todo con prisa si allí no hay nada que hacer?

Al fin alguien decide acercarse a ayudar, y se agacha junto a la otra persona poniendo las cosas sobre su bandeja.

-Gracias. –Se oye la misma voz fría y robótica de siempre. No denota agradecimiento.

-De nada.

Aquel ‘de nada’ hace que toda la cola se gire. Incluso la misma persona que lo ha dicho se sorprende y se lleva las manos instintivamente a la boca, aunque el casco la cubra. Se ha escuchado su auténtica voz. La persona a la que acaba de ayudar lo mira, sin importarle ya la bandeja.

-¿Cómo has dicho?

La otra persona no se atreve a hablar de nuevo. No cree que sea buena señal que todo el mundo haya oído su voz… pero por otro lado llevaba esperando ese momento tanto tiempo… Se siente confundido. Y le gusta esa sensación porque es nueva en su vida. Se levanta sin volver a abrir la boca y se aleja despacio del tumulto de gente que lo mira a través de los fríos cristales negros que cubren sus caras. La persona a la que se le ha caído la bandeja la recoge estrepitosamente,  siguiendo a la persona que lo ha ayudado.

Ambos caminan durante un buen rato, recorriendo pasillos que no se diferencian los unos de los otros. De no ser porque las personas que allí viven se saben los caminos de memoria, daría la sensación de que están caminando en círculos. Parece que quien va en cabeza no haya notado la presencia de otra persona persiguiéndolo con afán, pero en realidad se ha dado cuenta desde el principio. Y no le molesta, de hecho le gusta. Tal vez por fin alguien le escuche de verdad.

Tras un rato, no importa si largo o corto porque allí no parece pasar el tiempo, quien va primero se detiene, y por consiguiente quien va detrás. Han llegado a uno de los infinitos salones que hay en aquel lugar.

La primera persona se sienta en un sofá, esperando a que la otra haga lo mismo. Y no tiene que esperar mucho para eso, quien le ha perseguido parece estar más ansioso por escucharlo que la otra persona por ser escuchado. Parece haber dejado la bandeja con la comida en algún lugar mientras caminaban. Comer puede hacerlo todos los días, pero escuchar una voz de verdad… nunca.

-Me has perseguido.

La otra persona asiente lentamente, aún fascinada por oír aquella voz tan distinta, tan… viva. No quiere hablar, sólo quiere escuchar esa voz, escucharla hasta que la otra persona se canse de hablar.

-Gracias por escucharme.

Esa vez la voz de aquella persona suena cargada de sentimientos, de emociones, incluso parece que esté ahogando un sollozo. Y la otra persona se pone ciertamente nerviosa, porque no sabe qué significa aquello. Nunca ha escuchado algo así.

-¿Por qué tu voz suena así?

-No lo sé. –Su voz sigue temblando, tal vez por ser la primera vez que alguien la escucha. –Debe de habérseme roto el modulador.

Debajo de aquellos trajes que no dejan ver un ligero atisbo de vida humana, ambos corazones se han acelerado por primera vez en sus vidas por otro motivo que no sea el ejercicio físico. Aquella voz despierta en ambos la esperanza de que haya algo más allá de esos cristales negros…

-¿Cómo te llamas?

La persona a la que hace un rato se le ha caído la bandeja se queda pensando. Es ridículo que se le haya olvidado su propio nombre, pero allí no hacen falta nombres, a nadie le importa quién seas porque en realidad son todos iguales. Al fin se acuerda de su nombre, o al menos se acuerda de un nombre, si no es el suyo, tampoco importa.

-Kai. ¿Tú?

A la otra persona parece ocurrirle lo mismo, pues tarda un rato en responder.

-Kyungsoo, me llamo Kyungsoo.

A Kai se le queda aquel nombre grabado en su mente, al igual que su voz. Es lo único real que ha ocurrido en su vida desde hace… es lo único real que ha ocurrido en su vida.

-¿Sabes tu edad?

A cualquiera que no perteneciera a ese mundo le sonaría extremadamente rara esa pregunta, pero en un lugar en el que no hay calendarios, no hay forma de saber cuándo sale el Sol ni cuándo se pone, y por tanto no hay forma de saber cuántos días pasan, lo raro es saber la edad.

Kai niega con la cabeza con pesar. No sabe nada de sí mismo en realidad. Es un desconocido para él mismo y hasta ese momento no se había dado cuenta.

-¿Tú lo sabes?

Kyungsoo niega también. Nunca le ha importado no saber su edad, porque entonces pasaría a ser definido por un número. Y no quiere que la gente se olvide de que es Kyungsoo y es, a fin de cuentas, una persona.

Ambos se miran, sin poder ver más allá de los cristales negros que cubren la parte delantera de sus cascos. Por primera vez, a ambos les molesta no poder ver quién se esconde detrás de esa máscara de cristal negro.

-Te olvidaste el desayuno. –Dice después de un rato de silencio Kyungsoo.  No quiere que la conversación acabe tan pronto… a pesar de haber vivido aprisionado toda su vida, tiene demasiadas cosas que contar.

Kai asiente con la cabeza sin darle demasiada importancia. No quiere hablar, no quiere oír la fría voz de su casco después de haber oído aquella voz.

-¿Crees que alguien se molestará porque estemos hablando? –La voz de Kyungsoo vuelve a insuflar esperanza en el corazón de Kai, haciéndolo sonreír tras el casco.

-Nadie nos ha dicho nunca que no podamos hablar los unos con los otros. No es lo común, pero no nos lo han prohibido. De momento.

En el fondo todos saben que están siendo dominados por alguien superior a ellos, pero intentan hacer como que no, porque en realidad se han acostumbrado a esa vida. Y ese alguien se ha encargado de prohibirles a lo largo de los años hechos tan simples como comer delante de otras personas, entrar en la habitación de otra persona… etc. Pero nunca han dicho nada de hablar los unos con los otros.

-Probablemente se hayan dado cuenta ya de que mi modulador está roto y esta noche mientras duermo lo arreglen.

El comentario de Kyungsoo sienta a Kai como un jarro de agua fría. Como si después de mucho tiempo despierto hubiera conseguido dormir y alguien lo despertara de repente cuando apenas ha tenido tiempo de descansar.

-Siempre he querido que alguien me escuchara. –Kyungsoo empieza a hablar, sin inmutarse siquiera de que Kai se ha encogido dentro de su traje, probablemente llorando. –Toda la vida siendo otro el que hable por nosotros… me ha cansado. Me gustaría oír mi voz más a menudo. Me gustaría oír las voces de todo el mundo. Saber cómo es cada persona de verdad, poder adivinar su sexo y edad por su voz… me gustaría ir más allá de nuestros trajes. Me gustaría poder tener la certeza de que detrás de cada traje se esconde una persona y no un… robot, o lo que sea. Echo de menos tener una conversación entre personas. Es curioso, echo de menos algo que nunca he tenido.

Kai ha escuchado aquello con la boca abierta y el corazón encogido. Está llorando pero Kyungsoo no puede saberlo. Está sonriendo pero Kyungsoo no puede saberlo. Cada vez está más seguro de que su  sueño de un lugar libre es real, es real y tiene que luchar por ello. De repente un ligero atisbo de humanidad se apodera de él por un momento y se pone en pie, comenzando a quitarse poco a poco el casco.

-No hagas eso. –La voz de Kyungsoo suena tan cortante que por un momento parece que el modulador de voz haya vuelto a funcionarle.

A Kai no le importa lo que el otro le dice. Es consciente de las consecuencias que aquello puede traerle, pero no le importa. Se quita el casco completamente, sacudiendo el pelo para despegarlo de su sien, y mira a Kyungsoo. Lo mira con lágrimas en los ojos y una sonrisa en la boca.

Kyungsoo se pone en pie y estira una mano para tocar la piel del otro. No la toca de verdad porque lleva guantes, pero es… real. Aquella cara es real, es distinta, y aquellos ojos… los observa detenidamente. Se pierde en ellos. Puede ver cosas que ni en sus mejores sueños ha visto. Puede ver… humanidad. Y nota cómo una lágrima moja su mejilla y se estremece. No es la primera vez que llora, pero sí es la primera vez que llora por algo que no sea daño físico. Kai no se ha movido, tiene las mejillas completamente rojas porque es la primera vez que alguien lo ve, es la primera vez que muestra su cara. Su corazón late desbocado mientras las lágrimas corren por sus mejillas. La magia de aquel momento casi puede cortarse con un cuchillo.

-Eres… real.

Aquel… ¿piropo? hace que Kai sonría. Que sonría de corazón. Kyungsoo se acerca un poco más a él… y lo rodea con sus brazos, apretándolo con fuerza. Un abrazo. El primer abrazo de ambos. Kai aprieta a Kyungsoo contra él, y por primera vez… Kyungsoo puede notar el latido de un corazón que no es el suyo. A pesar del traje que lleva Kai y del casco que cubre su cabeza, los latidos fuertes de Kai superan toda barrera impuesta y Kyungsoo llora con más fuerza. Aquel chico es real…

-Gracias por ser real… -Kyungsoo habla entre sollozos, haciendo que por enésima vez aquel día el corazón de Kai dé un vuelco.

Kyungsoo se separa un poco de Kai para seguir contemplando su cara, y siente que podría mirarla durante horas, días… durante toda su vida. No sabe si es guapo o feo porque nunca ha visto una cara que no sea la suya… pero para él es única, maravillosa, perfecta. Vuelve a acercar su mano a la mejilla de Kai, secando torpemente sus lágrimas.

-No sé por qué lloras, pero no lo hagas más. –Puede parecer que Kyungsoo es un insensible, pero es que en realidad no sabe cómo comportarse ante una situación como esa. No sabe consolar porque nunca ha tenido que hacerlo.

-No puedo evitarlo. –Kai habla por primera vez desde que se quitara el casco. Kyungsoo no sabe qué decir al oír su voz, pues el modulador está incluido en el casco, y al quitárselo puede oír su voz real.

-Tu voz…

Kai se lleva las manos a la boca, con los ojos completamente abiertos. Siente más vergüenza por mostrar su voz que por mostrar su cara. Piensa que la voz es la forma que tiene el alma de hablar, que es lo más íntimo que tiene y que jamás pensó mostrar a nadie.

-No, por favor, habla… -La voz de Kyungsoo suena suplicante, y Kai asiente, preparándose para hablar… para hablar él mismo.

-No puedo evitar llorar. –Kyungsoo está esforzando por no romper a llorar al oír su voz. Es una voz grave pero cálida. Con sentimientos. Es una voz real… es una voz que Kyungsoo probablemente nunca vuelva a oír, y hace todo lo posible por recordarla, por grabarla en su mente.  –No puedo evitarlo porque es la primera vez que me ocurre algo así. Y probablemente sea la última. Eres lo único real que me ha pasado en la vida. Llevo días, o semanas, no sé cuánto tiempo, soñando con un lugar muy distinto a este. Con un lugar en el que puedo hacer lo que quiera, ser yo mismo, ser feliz… feliz de verdad. Creía que era simplemente eso, un sueño, y que por mucho que me gustara imaginarlo nunca se haría real… pero tu voz me ha abierto los ojos. Saber que las personas son así, con una voz llena de sentimientos, con una voluntad propia… me ha inspirado confianza, esperanza. Tu voz me ha hecho soñar más fuerte que nunca, me ha hecho sentir cosas que ni siquiera sabía que podía sentir… No sé explicarme con la claridad con la que me gustaría porque todo esto es nuevo para mí. Pero oír tu voz ha sido el baño de realidad que mi vida necesitaba para tener un poco de sentido.

A Kyungsoo le tiemblan las piernas peligrosamente. No sabe qué hacer ni qué decir y siente que va a enloquecer de un momento a otro. Coge una mano de Kai y la lleva hasta su casco, indicando que se lo quite. No le importa ya la vergüenza que vaya a sentir cuando su cara quede al descubierto. Necesita que Kai vea sus ojos, necesita ver su propio reflejo en los ojos de otra persona. Necesita que aquel momento sea lo más real posible.

Con manos temblorosas, Kai le quita el casco lentamente, intentando reprimir las ganas de soltar un sollozo fuerte. Cuando deja el casco de Kyungsoo a un lado y ve su cara… lo vuelve a abrazar. Con mucha más fuerza, con miedo a separar se de él. Ambos lloran descontroladamente y ambos sienten que de un momento a otro las piernas les van a fallar y van a caer al suelo.

-Eres… una persona.

Kyungsoo lo mira directamente a los ojos, apretando una de las manos de Kai entre las suyas.

-Acércate, por favor.

La cara de Kai se acerca a la de Kyungsoo, pegando sus frentes. No saben lo que es un beso, pero para ellos aquello es mucho más mágico que un beso.

-Eres real, eres real, eres real… -Kyungsoo repite eso entre sollozos mientras Kai ha acercando sus labios a los del otro, rozándose levemente. Probablemente quiera sentir la voz lo más cerca posible. Probablemente quiera sentir el alma de Kyungsoo a través de su voz.

-Somos reales, somos reales… -Kai susurra eso a la vez que Kyungsoo, haciendo que sus labios choquen con los del otro mientras las lágrimas de ambos se funden. Kai acaricia los labios de Kyungsoo con los suyos, sin llegar a ser un beso, pero igual o más significativo.

Ambos permanecen así, con las frentes pegadas y los labios acariciándose, durante un tiempo que a ambos les parece demasiado corto, cuando algo los devuelve a la realidad… a la realidad falsa de la que por un momento han logrado salir.

-458645, ve a tu habitación.

Ambos se separan rápidamente y se vuelven a colocar los cascos estrepitosamente, esta vez llorando de miedo. Se han arriesgado demasiado.

458645 es Kai. Aprieta con fuerza la mano de Kyungsoo antes de irse corriendo, dejando al otro solo en mitad de aquel salón.

-139859, ve a tu habitación.

La megafonía vuelve a sonar, haciendo que las piernas de Kyungsoo tiemblen tanto que éste caiga al suelo. 139859 es él, y sabe para que lo han llamado.

Su mente no puede pensar con claridad debido al miedo que siente y, sobre todo, por la preocupación de saber que a Kai le va a ocurrir lo mismo.

Está delante de su habitación. Suspira profundamente antes de poner un pie dentro de ella.  Nadie sabía de dónde salían, pero ahí los tenía, a dos ‘policías’ si es que se los puede llamar así, en su habitación. Con un traje exactamente igual que el suyo pero de otro color.

-Quítate el traje.

Kyungsoo enmudece al oír aquello. No es la primera vez que comete un error y aparecen dos policías en su habitación, pero nunca le han pedido que se quite el traje…

-No…

Uno de los policías le da un puñetazo en la barriga, haciendo que Kyungsoo se encoja de dolor y se le corte la respiración por un momento.  Éste comienza a quitarse el casco, poco a poco… sintiéndose morir. Si con Kai había sido medianamente fácil mostrarle su cara, con aquellas dos personas estaba siendo realmente difícil. No quiere mostrar que es real ante esos dos desconocidos… no tienen derecho a ello. Sólo Kai tiene ese privilegio. Pero el dolor de su barriga es demasiado acuciante…

-Míranos.

Kyungsoo levanta la cara lentamente, con los ojos enrojecidos y procurando aguantar las lágrimas.

-El mono.

Kyungsoo niega con la cabeza, haciendo que el mismo policía que antes le da una patada en la barriga ahora le dé un fuerte puñetazo en el ojo. Siente cómo sus nudillos se clavan en su cara, hundiendo su ojo dolorosamente mientras las lágrimas comienzan a correr, mezcladas con sangre. Kyungsoo ahoga un grito de dolor mientras cae al suelo.

-El mono. –Repite el otro policía con aquella fría voz que tantas veces ha oído Kyungsoo a lo largo de su vida.

Kyungsoo se desviste lentamente, dejando caer el mono al suelo. Debajo del mono lleva unos pantalones cortos y una camiseta de manga corta, pero para él aquello es peor que desnudarse. Se siente tremendamente pequeño (en realidad lo es) sin ropa delante de aquellos dos hombres que llevan el mono. Por primera vez Kyungsoo se da cuenta de que el mono da un aspecto temeroso a quien lo lleva. No puede evitar que un par de lágrimas caigan temerosas por sus mejillas mientras ambos policías se acercan a él.

-¿Vas a volver a mostrar tu cara en público?

Kyungsoo no sabe qué responder. Tiene demasiado miedo y está demasiado confundido como para saber cuál es la respuesta que quieren oír. Nota la mano enguantada de uno de los policías chocar fuertemente contra su mejilla, dejándosela enrojecida y con un dolor insoportable. Tiene toda la cara dolorida, y nota cómo la sangre brota lentamente de su ojo que, poco a poco, se está amoratando.

-¿Vas a volver a mostrar tu cara en público?

Kyungsoo niega enérgicamente con la cabeza, temiendo llevarse otro golpe.

-Si vuelves a mostrar tu cara en público, te haremos pasear tal y como vas ahora mismo delante de toda una sección.

Kyungsoo asiente lentamente, escondiendo su cara entre sus manos. Uno de los policías le da una patada en las costillas antes de abrir la puerta de la habitación con el casco de Kyungsoo en la mano.

-Ya te lo devolveremos en unos días.

Kyungsoo llora, encogido en el suelo, mientras comprende que va a tener que pasarse unos días encerrado en su habitación.  Nota cómo el pecho le arde al respirar, cómo la sangre sigue cayendo por su cara y cómo su ojo se hincha lentamente. Y llora aún más cuando se da cuenta de que lo que más le duele no ha sido el puñetazo en el ojo, ni la bofetada, ni los dos golpes que se ha llevado en la barriga, sino el hecho de saber que Kai, en alguna parte de aquel lugar, está como él y van a pasar días para poder volver a verse… si es que algún día se vuelven a ver.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).