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No promises por NarutoYaoiLove

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Notas del capitulo:

Como os prometí, ¡Aquí os dejo mi Fic! 

Espero que os guste ^.^

 

 

By Naruto

 


Sus burlas retumbaban contra las paredes del pasillo y se clavaban en mis oídos como miles de cuchillos afilados.

Joder, otra vez no.

-¿Qué te pasa bicho raro? ¿No puedes cogerla?-

Parad… Devolvérmela…

-Menudo inútil, no sirve ni para recuperar su propia mochila.-

-¿Qué te pasa? ¿No me digas que esta noche te han dado tan fuerte que te duele el…?-

-¡Basta! ¡Cállate! ¡Dámela ya!- ¡Estúpidos orangutanes sin cerebro! Llevaban 10 minutos pasándose mi mochila entre ellos dos haciéndome correr como un estúpido en medio del pasillo del instituto. ¿Es que no se cansaban de fastidiarme? Estaba harto, muy harto.- ¡O sinó…!

 

-¿O sinó qué, maricón?-

Maricón… Parece que les había gustado llamarme así desde que descubrieron mi verdadera orientación sexual. Pero, ¿ A ellos que más les daba? ¿Qué mierdas les importaba mi vida? Por ser los mejores amigos del chico que me gustaba ya tenían que reírse de mi?

¿Reírse?

Ojalá solo fuera eso.

Desde que lo descubrieron no han parado de hacerme la vida imposible. Empezaron con hacerme la zancadilla por los pasillos y han acabado tirándome platos de comida en la cabeza en la cafetería del colegio y dejándome moratones por todo el cuerpo.

¿Porque no contraatacaba?

Simplemente porque ellos son más fuertes que yo y les tenía miedo. Mucho miedo.

- Yo….- Miraba hacia el suelo. ¿Qué debería decirles? Hiciera lo que hiciera no serviría de nada.

Suigetsu se acercó a mi sonríendo, riéndose de mí.

-¿Qué? ¿Nos asustaras con esa cara que tienes? O quizá… - Se detuvo de golpe y miró detrás de mí, hacia el final del pasillo, para después sonreír. -Vaya, mira quien viene por ahí.

Me giré con curiosidad para comprobarlo. Quizá solo fuese una trampa para después empujarme al suelo y darme patadas hasta vomitar, pero no lo era.

-S-Sasuke…- Creo que nunca seré capaz de pronunciar su nombre sin tartamudear, los nervios me podían. Sasuke Uchiha, el chico más popular, rico y atrayente de todo el instituto se acercaba hacia nosotros con un porte elegante y su típica expresión de indiferencia.

-¿Te están molestando estos dos?- Salí de mi ensoñación cuando Sasuke se detuvo frente a mí. Su simple presencia hacia que todos mis pensamientos se colapsaran en uno solo.

Él

Ni siquiera recordaba lo que me había preguntado.


-Ehh… N-No en realidad…- Cuando por fin contesté me ignoró por completo y se dirigió hacia el chico que tenía mi mochila, Neji Hyuga. Se la arrancó, literalmente, de las manos y vino hacia a mi bajo un silencio sepulcral. Lo que sucedió a continuación me pareció como si hubieran activado la cámara lenta: me tendió la mochila para que yo la cogiera mirando aún fulminante a sus compañeros. ¡Sasuke Uchiha me estaba defendiendo de sus dos mejores amigos! Era como un sueño, el típico sueño en el que el valiente caballero defiende a su amada de los terribles villanos, claro que la amada ahora era un “amado” y el caballero, en realidad era el diablo disfrazado de ángel.

Cuando fui a coger la mochila y a agradecerle lo que había echo por mí, la volcó de tal manera que todas las cosas que habían dentro se cayeron al suelo de su interior.
Miré mis lápices y mis libros esparramados por el suelo expectante. ¿Qué hacía? ¿No se suponía que me estaba ayudando?

O quizá…

Mierda Naruto, mierda.

-Ups, se ha caído.- dijo con clara ironía. Sus dos amigos se rieron a carcajadas ante mi frustración mientras la sonrisa de Sasuke se ensanchaba con pura maldad.

Me había engañado.

No era la primera vez, pero siempre acababa creyendo que de verdad quería ayudarme y luego, pum, me daba contra el suelo de bruces.

-Lo siento rubito, a veces soy tan torpe…- Rubito… ¿Por qué siempre me llama así? Claro, no sabía ni mi nombre. Solo hay algo más doloroso que la persona que amas te ignore completamente, y es que se ría de ti, que se ría de tus sentimientos en tu propia cara y que te trate como si fueras el insecto más insignificante de la tierra.


Agaché mi cabeza y miré al suelo resignado. En ese colegio los que mandaban eran los ricos. Los becados como yo solo podían aguantar las burlas de esos hipócritas malcriados, por mucho que le dijeras a un profesor que se estaban burlando de ti, nunca hacían nada. La mayoría de las famílias de los chicos eran poderosas empresas, y algunas de ellas pagaban parte de los gastos del colegio, así que no se arriesgaban a hacerles nada.

Sin embargo, más de un becado les plantaba cara y no se dejaba humillar...

-¡Dejarlo en paz, cabrones!- Cuando levanté mi mirada del suelo sorprendido por el grito, solo pude ver la espalda de Kiba delante de mi. No le veía la cara, pero por la forma que apretaba los puños sabia perfectamente que estaba furioso.

-Kiba- Lo llamé inconscientemente.

-¿Estás bien Naruto?- me preguntó sin girarse para verme.

-S-Sí.

-¡Naruto!- Me giré hacia el pasillo al escuchar el grito de Hinata, venía medio corriendo acompañada de Shikamaru. ¿De dónde habían salido?

- ¡¿Pero tu de qué vas, escoria?!- Gritó de pronto Neji. Tenía el pelo castaño y largo, bastante largo, demasiado. Cogió a Kiba del cuello de la camisa y lo zarandeó con fuerza.- ¡Quien te crees que eres para pegar a Sasuke, escoria!

¡Y tu quien te crees que eres para burlarte de mi amigo, idiota!- gritó Kiba empujando con fuerza al chico haciendo que le soltara.

-¡Basta!- Shikamaru se puso en medio de los dos, no porque quisiera, lo conocía y era el primero que odiaba a esos hipócritas, pero romperse la nariz no nos ayudaría en nada.

-¡Shikamaru apártate porque le voy a partir esa cara de niño mimado!- gritaba Kiba totalmente descontrolado, si seguía así podría aparecer uno de los profesores y entonces sí que nos meteríamos en un buen lío. A Sasuke le bastaba con soltar unos billetes y se libraría del castigo, pero a nosotros nos podrían expulsar de manera permanente.

-Basta Kiba, por favor es igual.- Parece que mi gritó funcionó, los tensos músculos de Kiba se iban relajando poco a poco. Dejó de revolverse del agarre de Shikamaru pero seguía mirando a Neji con un odio descomunal.

-Vámonos Kiba, déjalo.- Dijo Hinata cogiéndole del brazo. Kiba suspiró, se giró y se fue echo una furia hasta que lo perdí de vista al final del pasillo. Shikamaru le siguió, quizás Kiba se había relajado delante nuestro, pero era capaz de descargar su ira en otro sitio.

-¿Nunca te cansarás? El Sasuke de antes valía 100 veces más de lo que vales tú ahora, espero que algún día te des cuenta de una puta vez.-

- Ese Sasuke pasó a la historia y, si este no te gusta, te jodes y te largas, Hinata.-

Se miraron con desprecio unos segundos, unos terribles e interminables segundos. Parecía que se iban a matar con la mirada, sin embargo, Hinata se giró dándole la espalda y se agachó para recoger mis cosas. Las metió todas en la mochila y nos fuimos de ahí sin volver a mirarles.

*******************************************************************************************************

Me abroché el abrigo cuando sentí que el frió de la calle me congelaba el cuerpo. Kiba y Shikamaru no estaban ahí, seguramente ya se habían ido a sus casas, así que nosotros hicimos lo mismo. Las clases aún no habían terminado, todavía faltaban 3 horas pero no nos apetecía volver después de lo ocurrido.

Caminábamos en silencio, uno al lado del otro. No podía dejar de pensar en lo que había pasado. Hinata realmente estaba enfadada, pocas veces hablaba de esa manera, y mucho menos a Sasuke. No, no le tenía miedo, sino que aún tenía la esperanza que dentro de ese demonio estuviera atrapado su mejor amigo de la infancia.

-Hinata.-

-Dime.-

-Siento que por mi culpa te hayas peleado con él.-

-No te preocupes, tenía que decírselo.-

Me sentía mal. Mis amigos siempre se metían en problemas por defenderme. A Kiba una vez lo expulsaron una semana por pegarle un puñetazo Suigetsu la primera vez que me había puesto la zancadilla, pero aún así seguían defendiéndome de ellos. Era como el muñeco de porcelana que debían proteger, y ya estaba harto. Me había cansado de ser el blanco fácil para Sasuke y su banda, y sobretodo me había cansado de ser el muñeco de trapo con el que Sasuke puede jugar hasta romper. El vaso se había volcado y, con él, mi paciencia.


-Ayúdame a olvidarlo.- ella me miró, sorprendida seguramente.- Ya no puedo más, estoy harto de que me trate como si fuera basura. No quiero seguir enamorado de alguien que jamás me correspondería.-

Parecía que Hinata aun seguía sorprendida, se quedó mirándome como si fuera un perro verde y, de repente, sonrió. Todos los pelos del cuerpo se me erizaron y un escalofrío recorrió mi columna, esa era la sonrisa más siniestra que habíha visto en mi vida. ¿Qué mierdas se le estaba pasando por la cabeza?

- ¿Sabes? Las cosas van a cambiar. No te prometo que te olvides de él pero te aseguro que habrá un cambio radical. Solo aguanta un día más. Mañana acaban las clases y después vendrán las vacaciones de Navidad. Cuando regresemos al colegio, las cosas habrán cambiado.

-Que tienes planeado?-pregunté curioso, Hinata podía ser muy peligrosa cuando tenía una idea.

- Ya lo verás.- se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.- Ya hemos llegado, hasta mañana Naruto.- ¿Ya? ¿Tan rápido? Pensando en mis cosas se me había pasado el camino tan rápido que ni me había dado cuenta de que habíamos llegado a casa. Me giré y crucé a la calle de enfrente para adentrarme en mi casa y, por fin, descansar un rato.

Abri la puerta y la cerré al entrar. El frío desolador de siempre me azotó la cara con pesadez, suspiré y me quité las bambas para entrar a la cocina. Los platos sucios del desayuno aún estaban allí, así que lo fregué todo y, al terminar, cogí un tazón de ramen y lo calenté en el microondas. Subí las escaleras y me metí en la ducha para hacer tiempo hasta que el ramen estuviese listo.
Me quité la ropa frente al espejo, dos nuevos moratones me habían salido en el costado derecho de mi abdomen. Me pasé la mano por encima con suavidad.

Dolían.

Los tres del brazo izquierdo ya casi me habían desaparecido y el rasguño del antebrazo derecho estaba cicatrizando.

El agua caliente me relajó el cuerpo por completo. Hice una mueca de dolor cuando el agua rozó mis moratones y el rasguño, pero pronto dejé de notarlo. La tensión de mis músculos fue desapareciendo conforme la suciedad descendía hasta el suelo de la ducha. Me puse a pensar en lo que me dijo Hinata. Ducharme me ayudaba a reflexionar las cosas, era como mi momento especial de pensar en todos mis problemas o en las cuestiones de la vida. Sí, quizá estaba loco, pero inevitablemente todas mis dudas salían a flote en el momento en que mi cuerpo se destensaba por el calor del agua. ¿Qué habría querido decir Hinata con ese “cambio radical”? ¿Tenía pensado cambiarme de colegio? Quizá era lo mejor para mí, pero necesitaba sacarme la carrera para poder trabajar y ya me había costado conseguir la beca, así que esa opción quedaba descartada. ¿Se enfrentaría a ellos? Aunque lo hiciera tampoco conseguiría nada, así que eso tampoco serviría. ¿Ponerme una bolsa de cartón en la cabeza para pasar desapercibido? Nah, esa idea parece más de mi tipo que el de Hinata.

Cuando salí de la ducha me vestí y bajé en dirección a la cocina. Desde las escaleras vi a mi madre, diciéndome que la comida ya estaba lista y que me sentara para comer; con cuidado porque estaba demasiado caliente. Como siempre, no le hice caso y la engullí sin masticar quemándome la lengua al acto y ganándome una bronca de su parte. Mi padre estaba sentado ya en la mesa, dejó de leer el periódico e intentó relajar a mi madre riéndose y diciendo “Son cosas de críos Kushina, tranquilízate”. Ella paró, gruñendo en voz baja y sentándose con nosotros en la mesa. En seguida el enfado se le pasó y a los cinco minutos estabamos los 3 bromeando y riendo mientras comíamos un delicioso desayuno.

Poco a poco la imagen de mis padres se fue difuminando hasta desaparecer por completo, quedándome yo solo en la mesa con un profundo vacío en el pecho.

El microondas pitó de golpe y metí un bote del susto, la comida estaba lista.


Sentir los fideos bajar por mi garganta me produjo un escalofrío en el estómago. El ramen era lo único que me animaba cuando estaba deprimido o cuando intentaba alejar mis pensamientos de mi mente. Ramen. Rico y jugoso ramen. La comida de los jodidos dioses.

Tiré el envase a la basura cuando terminé, salí de mi casa y cerré la puerta mientras el frio del exterior igualaba la temperatura de mi piel con la baja temperatura que sentía en mi interior.

 

 

 

 

 

Notas finales:

¿Y?

¿Qué tal? ó.ò

No estoy muy convencida con mi forma de narrar... Me lío en algunas partes y no me explico demasiado bien T.T

 

¡Decirme si os a gustado, por favor!


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