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Nacido de la nieve por Dancing notes

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Notas del fanfic:

Todos los clanes que se situan al norte son de lobos blancos, cabello niveo ojos claros, existen 6 clanes de los que se hace mención, pero básicamente dos son donde se desarrolla parte de la historia.

Luna Helada

Noche Roja

En el sur existen siete clanes, los habitantes tienen cabello gris, negro o castaño y consideran a los lobos blancos como entes míticos que solo viven en leyendas, aunque básicamente parte de la historia se desarrollara en uno de estos grupos.

Valle Obscuro

Mas tarde verré si puedo publicar algunas tablas con la información de los personajes para evitar alguna confusion :3

Notas del capitulo:

 

Imagen de los personajes--> http://i43.tinypic.com/2jdt7k.jpg

 

Nombre:Rihan Rohamir-13 años  Cabello- plata claro, Ojos grises. CLAN: LUNA HELADA-Norte

Nombre: Audrek Braizer-14 años Cabello- negro. Ojos- Jade. CLAN: VALLE OBSCURO-Sur

 

Lugar donde se desarrolla:

Sur-

Clan-Valle Obscuro

Zona- Bosque sombrío.

 

“No puedes correr para siempre” Repetía una y otra vez una vocecita en su interior “sabes que tienes que volver” sin embargo seguía avanzando tan rápido como sus piernas le permitían, quería huir, dejar atrás el dolor y la rabia, olvidarse de todo, pero por más que se alejaba, la desesperación lograban darle alcance no importaba donde se escondiera, siempre lo encontraba, el viento frío chocaba contra su rostro y cada que respiraba sentía como si pequeñas agujas se le clavaran en los pulmones y hacía varios minutos había dejado de sentir los dedos de los pies, aun así no quería volver. Rihan era un lobo, un lobo blanco del norte, hijo de Rakhare Rohamir, el segundo al mando del clan de La Luna Helada, el grupo más poderoso en las montañas, pero entonces… ¿Por qué huían? ¿Cómo pasaron a convertirse en las presas?¿Por qué tenía tanto miedo?

Una raíz escondida en la nieve le hizo trastabillar y no fue lo suficientemente rápido como para recuperar el equilibrio, dio un paso hacia enfrente seguido por otro y cayó colina abajo golpeándose con todo lo que cruzaba en su camino, rodó colina abajo en lo que le pareció una eternidad, el mundo le daba vueltas y podía sentir el sabor a sangre en la boca, no iba a llorar, no había llorado el día en el que él y lo que quedaba de su familia huyeron a mitad de la noche en medio del fuego y la confusión cuando el Clan de la Noche Roja atacó su hogar, tampoco pudo derramar lágrima alguna por su amigo Varok que murió a los pocos días por una infección causada por una herida en la pierna, ni siquiera se había permitido mostrar tristeza en esos cuatro meses de persecución; él era Rihan Rohamir y no podía ser débil, ya no era un cachorro, tenía trece años y era casi un hombre, no estaba en edad para berrear en faldas de su madre, aunque tampoco era como si estuviera viva, la última vez que la vio estaba rodeada de hombres vestidos de rojo que esperaban su turno para abusar de ella, había querido regresar, tomar la espada de su padre y cortar matar a esos malditos por la mitad, pero había tenido que huir como un cobarde, con la cola entre las patas, apremiado por su hermano mayor, lo odiaba, era algo que no le perdonaría jamás “Kadriaris nunca hubiera huido, tampoco nuestro padre” Pensaba con amargura, aunque para ser sincero ya no recordaba el rostro de su primer hermano ni el de su padre.

 

Se quedó tumbado sobre la nieve, las fuerzas lo habían abandonado, sentía sus piernas agarrotadas y un dolor agudo en la mano, intentó ponerse de pie nuevamente, sin embargo lo único que logró fue voltearse boca arriba, la nieve seguía cayendo silenciosa y fría, cubriéndolo lentamente en un manto blanco. Un cuervo grazno desde una rama cercana, batió sus alas y descendió en un amplio círculo antes de posarse sobre su pecho.

---Aún no estoy muerto--- Dijo con rabia en la voz al tiempo que daba un manotazo, pero el ave solo se alejó un poco para luego volver.

Rihan casi podía escuchar cómo se burlaba de él, los dioses también se reían en su cara como si les divirtiera su dolor, hacía unos cuantos meses todo era perfecto, estaba a unos días de participar en su primera gran cacería, cobraría su primera presa y sería reconocido como un hombre, ya no tendría que quedarse a recoger moras y nueces, tampoco tendría que limpiar las presas, cortar la carne, juntar la grasa ni encurtir las pieles, pasaría a ser un miembro activo de la manada y su padre se sentiría orgulloso de él.

Su padre se había marchado al norte hacía 5 años al lado del Líder y de los mejores guerreros de la manada a una guerra entre clanes, quedando solamente como guarnición algunos pocos cazadores demasiado jóvenes o demasiado viejos como para ir a pelear, eran el Clan de La Luna Helada, el clan más respetado y el que más apoyo y protección brindaba a otros grupos circundantes, nadie se hubiera atrevido a atacarles o eso habían creído, a unas semanas de que el Líder regresara triunfante, los de La Noche Roja habían atacado a traición.

Fingieron llegar con el propósito de compartir un enorme ciervo ganado en una cacería, además traían consigo cerveza y vino, nadie desconfió, eran clanes hermanos y el hijo más joven del Líder de La Noche Roja era el pupilo del Líder de la Luna Helada, criándolo como a un hijo más. Bebieron, bailaron, cantaron bajo la luna y a media noche cuando todos dormían o estaban demasiado borrachos para defenderse, atacaron, violaron y pasaron por la espada a todo aquel que intentó resistirse.

 

Las lágrimas brotaron de sus ojos grises y por más que intentó contenerlas solo terminó por llorar y gritar aunque sabía que por más lágrimas que derramara no cambiaría nada, lloraba por su madre y su padre, lloraba por sus amigos, lloraba por su hogar, hasta lloraba por la piedra con la que siempre se tropezaba cuando iba a sus lecciones de cacería, lloraba por todo, se sentía indefenso e inútil, no era un lobo… era un cachorro llorón que necesitaba el consuelo de su madre, necesitaba escuchar un “todo estará bien”, deseaba que aquello fuera un mal sueño y que al despertar todo estuviera en orden, podía ver a su madre con una sonrisa cariñosa mientras le acomodaba la ropa y le decía que pronto tendría que comprarle una nueva porque la que tenía empezaba a quedarle chica, podía escuchar los pasos apresurados de su hermano Reeve que acababa de despertar y se le hacía tarde para el entrenamiento, Khalser desayunaba tocino y huevos con algo de pan y café para pasarlos y esperaba a que diera la hora para salir a acompañar al príncipe a sus lecciones, finalmente como todas las mañanas su hermano Roth entraba acompañado de su mejor amigo Rhainer un orgulloso lobezno de Noche Roja para desayunar, mientras reían y se burlaban de todo lo que se les cruzara en su camino, Reeve los acompañaba a veces en los comentarios mordaces y Khalser se limitaba a negar con desaprobación de vez en cuando aunque a veces se le llegaba a escapar alguna sonrisa, pero sabía que todo eso había quedado en el pasado y no volvería jamás, estaba viviendo una fría realidad.

Con el dorso de la mano se limpió la sangre del labio roto y de paso los mocos que se le escurrían por la nariz, el cuervo graznó con lástima y se alejó, como si no valiera la pena perder el tiempo con él. Fue entonces cuando lo escuchó, unos chapoteos en el agua, movió las orejas para intentar oír mejor, alguien se acercaba, el miedo se apoderó de él ¿Los habían encontrado? Miró a su alrededor presa del pánico, el poco olor que llegaba a captar era desconocido y no estaban cerca sus hermanos, no había nadie para ayudarle, se había alejado tanto de la cueva que por más que gritara nadie iría en su auxilio, moriría solo en la nieve sin más testigos que los enormes árboles que le rodeaban, tanto había deseado la muerte y ahora que llegaba quería escapar de ella, el miedo le había hecho olvidar el dolor, se puso de pie y retrocedió con pasos torpes pisando hojas y ramas y haciendo un escándalo que solo estaba logrando atraer a su cazador, había olvidado todo lo aprendido en sus lecciones, en los entrenamientos se ufanaba de ser el mejor pero en esos momentos parecía un cachorro en el primer día de clases; los pasos se acercaban más y más sabían que estaba ahí, intentó echar carrera nuevamente pero volvió a tropezar y se dio contra un árbol, un montón de nieve que se encontraba en las ramas lo enterró.

Un chico apareció de tras de unos arbustos, cubierto de pieles, pareció preguntarle algo que no entendió. Rihan le miró con cierto alivio, tendría casi su edad además parecía estar solo y no tenía pinta de cazador ni siquiera parecía feroz, cuando se fijó mejor en él y para su sorpresa los ojos del extraño eran verdes como el jade y su cabello era tan negro como la noche, jamás, exceptuando a Arieh, había visto tan extraña combinación, en las Montañas Nevadas todos tenían el cabello blanco o gris claro y los ojos iban de gris a azul, rosado, morado, lila y en unos cuantos clanes había lobos de ojos rojizos.

No tuvo tiempo de seguir preguntándose cómo es que tenía el cabello tan obscuro igual que sus ojos porque cuando se dio cuenta ya lo tenía a unos dos metros mirándole con la misma expresión de desconcierto, tenía la cara de estar viendo a un fantasma. Bajo las orejas hacia atrás y empezó a gruñir en advertencia para impedir que se acercara más, el intruso retrocedió unos pasos y volvió a preguntar algo en un idioma que desconocía.

---¡Aléjate!---Amenazó Rihan tratando de parecer seguro de sí mismo se levantó en un movimiento rápido y se irguió sacando el pecho en un intento de verse alto e imponente ---No te acerques más o te lamentaras--- Movió la mano como si intentara alejarlo y ahogó un gemido de dolor, había olvidado cuanto le dolía.

Hubo unos segundos de silencio hasta que finalmente el extraño volvió a hablar.

--- ¿Tu estar herido?--- Preguntó con duda el chico de cabello negro -–Deja a mi ayudarte--- Continuó hablando de forma rudimentaria, aquel no era su idioma, intentó acercarse nuevamente y extendió las palmas para mostrar que no quería hacerle daño.

 

Rihan le miró con desconfianza, si algo había aprendido esos meses era que el mundo estaba lleno de enemigos y no se podía confiar ni en los aliados, mucho menos en los que se veían tan extraños como aquel, sin esperar más tomó impulso y se le echó encima al lobo azabache no se dejaría atrapar vivo, pelearía hasta el último momento moriría como un cazador, no como un cachorro llorón.

Notas finales:

Haru, Feliz cumpleaños atrasadisimos :3

 

Solo quiero agradecer a las personas que me han brindado su apoyo y comprensión y que leen en 3 minutos las cosas que escribo en toda una noche ¬¬ xD


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