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Lo más difícil por AbigailMonrroe

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Notas del capitulo:

Traer una confesión del pasado no es fácil, menos cuando la otra persona es más fría y desinteresada que un témpano. 

 



La vida era difícil de muchas manera, bien lo sabía Paula que tuvo que luchar contra todo aquel que se le pusiera por delante, incluso consigo misma para lograr sus objetivos. El punto era que no lo hubiese logrado de no ser por la figura que se presentaba en el apartamento.
 
 
-Hey- le saludó desinteresada, dirigiéndose hasta la larga cocina que se instalaba en la esquina del amplio loft.
 
 
María José, alias Coté era su mejor amiga y la principal causa de sus pesadillas y retraso de su última publicación. Era una mujer libre por las noches y una trabajólica por el día, los fines de semana se la pasaba por algún rincón del Loft perdiendo el tiempo leyendo o tratando de resolver algún recuadro del sudoku. Era más alta que ella con un estilo bohemio que la hacía sentirse insegura de sus raíces vintage, al igual que era una persona fría y sin escrúpulos… bueno quizás ella tenga algo que ver con eso.
 
 
-¿Porqué tan callada?- le preguntó  junto a su café espumante, se sentó en su sillón favorito mientras se quitaba los tacos sin cuidado. Cómo odiaba que hiciera eso.
 
 
Pestañó evitando regañarla por el desorden que había provocado al dejar sus tacos en plena alfombra y sabía que ella estaba al tanto de sus manía con la limpieza, por lo que era aún más su enojo, pero al ver las largas piernas de su amiga sobre la mesa de centro lograban distraerle bastante, aunque esa también eran una de las cosas que más detestaba.
 
 
La estaba ignorando, Coté lo  hacía cada vez que ella permanecía en silencio luego de una pregunta casual. Le conocía lo suficiente como para saber que estaba pensando en algo y por lo involucrada que estaba en su vida sabía que ella imaginaba que quizás alguna idea para un afiche publicitario se creaba en su mente pero no. El único afiche publicitario que se creaba en ella y que era producto de su imaginación, era el de sus labios besando los labios manchados de  café y espuma de su amiga.
 
 
Miraba la televisión ensimismaba, la verdad es que si no la conociera creía que Coté se dedicaba a actuar como si no existiese y no como traductora, le salía tan bien que si se dedicaba a ello, ganaría mucho más de lo que esos garotos le ofrecían. Es más creía que ser ignorada debía ser el juego favorito de Coté y eso que ella apestaba en cualquier juego por muy simple que fuese.
 
 
-Me asustas, di algo- aunque su frase fue de extrema preocupación su cuerpo decía lo contrario, su mirada verde seguía pegada en la pantalla del televisor, viendo esa serie de doctores tan mala que ella tanto seguía.
 
 
Siempre fue impenetrable, aún cuando Coté le confesó sus sentimientos  seguía sin mostrar debilidad alguna, quizás fue por eso que le rechazó. Paula, creía que si aceptaba los sentimientos de su amiga, esta tendría aún más acceso a su mar de emociones, pensaba que sería más manipulada de lo que ya era. Pero se equivocó, aún rechazándola, aún continuando con esa amistad tan cínica, seguía entre sus garras. Seguía siendo manipulada.
 
 
La piel morena de Coté no pegaba con la suya y cuando esta la rozaba generaba un contraste tan hermoso a su vista que fue digno de ocupar un par de propagandas. La verdad es que el negro y el blanco nunca pasan de moda. Fue la única respuesta que pensó cuando Coté le preguntó el porqué tantos afiches monocromáticos, al parecer se lo había tragado.
 
 
Volviendo a la confesión. Paula tenía pesadillas cada noche recordando ese día en que ambas borrachas se dijeron un par de verdades, ella confesó seguir enamorada de su ex y Coté que era lesbiana y que se había enamorado de ella. Te romperé el corazón, le dijo en un susurro. Asustada de que si no decía nada, perdería  su mejor amiga. Excusas, al final terminaremos juntas. Siempre directa, aun rechazada no era capaz de mostrar alguna emoción y eso a Paula no le agradaba, si decía que le quería ¿porqué al menos no bajar la mirada? Si no pareciera que le estuviera insistiendo con la mirada a aceptarla. Pero ella siempre fue buena para llevar la contraria y luego de cinco años de esa confesión, seguía sin ceder, aunque ambas vivan juntas en el mismo techo. Compartiendo la misma cama.
 
 
-Tu mamá me llamó. Dijo que no podrán venir este fin de semana, y que los disculpes- comentó ahora sí mirándola porque su programa ya había terminado- ¿Acaso hice algo mal?. Lavé la loza esta mañana- parecían un maldito matrimonio, uno en el cual la dinámica era la misma, solo que no habían besos, ni sexo de por medio.
 
 
Y se ahogaba ante ese pensamiento… hace cinco años cuando Coté le besó. Sintió todo aquello que nunca le demostró, recordaba que el aire se le fue por ese momento en que sus labios eran movidos por los de ellas y que el corazón dejaba de latir para caer desmayada en los brazos del enemigo. Cuando ambos cuerpos se rozaron, fue la gota que rebalsó su cordura, aunque haya sido en parte por el alcohol. Fue la primera vez que abrió las piernas tan rápido y no se arrepentía de ello. Porque ningún hombre le había hecho gritar y vibrar como ella. En cambió lo más probable es que ella si haya hecho gritar y ver estrellas a un puñado de chicas.
 
 
Y era eso lo que le detenía. Coté era codiciada incluso por las amantes del miembro masculino, las bien lesbianas, las jóvenes y las ancianas. Porque era tan sobreprotectora, tan inteligente y asertiva en sus entradas y comentarios, que más de alguna rezaba que fuese un hombre en cuerpo de mujer. Es más, en algunas intentaron disuadirla a que cambiara su sexo, se dió entre copas pero la cosa iba enserio.
 
 
Por lo que no podía dar un paso en falso. No quería ser tratada como las demás, ella descaradamente pedía ser única.
 
 
 -Te veo las bragas-
 
 
-¡Mentirosa!- gritó avergonzada para luego enfurecerse porque todo el trabajo conseguido se fue a la mierda, por ese estúpido comentario. Le siguieron las risas de la morena quien acurrucó la cabeza en su regazo.
 
 
-Pensaba que ya estabas haciendo los votos para el convento- bromeó cambiando los canales.
 
 
-Pues debería, contigo aquí al menos una debería salvarse- ironizó sus noches de juerga y paso por mujeres con solo esa frase.
 
 
-Hey, que la casa está limpia y me desinfecto una vez al mes- le contestó sin inmutarse. Maldita
 
 
-Deberías sentar cabeza- atacó. El matrimonio nunca estaría en los planes de Coté, antes muerta que en un altar. Su lema, le hacía reír.
 
 
-El matrimonio homosexual, no está legalizado aquí, cariño. Y no quiero pasar el resto de mi vida con una chica hormonal-
 
 
-Pero vives conmigo- se comparó.
 
 
-Tus cambios hormonales, se deben a que los hombres no han sabido tratarte. No te desesperes ya llegará tu príncipe azul-
 
 
-No quiero un príncipe azul. Ya perdí las esperanzas en los hombres-
 
 
-No seas caprichosa. Aunque así es mejor, pues cuando menos lo quieres, aparece alguien- en esos momentos ella no debería seguirle la corriente. ¡Tenía que ser más inteligente si quería entregarse a ella, aunque fuese en bandeja!.
 
 
El teléfono de Coté sonó y el lugar se llenó por un silencio tan incómodo. Esta se levantó y con una mirada de disculpas contestó.
 
 
-Hey…- su tono era más frío que de costumbre y no le culpaba. Su ex llamaba cada vez que podía, solo para hincharle los ovarios- Si estoy en casa. Claro que sigo viviendo con ella- no entendía cual era el motivo de darle detalles de su vida al enemigo- Contrólate mujer. No tengo que darte explicaciones y si te contesto es solo para que me dejes de hueviar, empieza el fin de semana y no quiero llamadas estúpidas- en esos momentos le gustaba que fuese tan rompeculos con sus palabras.
 
 
Ambas sonrieron al escuchar como Olivia seguía cacareando al otro lado de la línea, así que Paula pensó que era el momento oportuno para actuar.
 
 
-Hey, Olivia- le saludó quitándole el móvil a su compañera quien sorprendida le seguía- Si, zorra ¿cómo te va?- cómo había anhelado llamarle de esa forma y aunque no fuese su estilo y la cara de Coté se callera de la sorpresa se sentía bastante bien. Puesto que defendería lo que siempre fue suyo- Oh, espera hay algo que quiero mostrarte- no había escuchado ni un pío de lo que la chica le decía, y se concentró para entender el móvil de la chica, encontrando al fin el botón que buscaba- Mira, Olivia. Ten tu regalo de día de gracias- exclamó al hacer funcionar la video-llamada y luego le plantó un beso a Coté de esos que recordaba haber recibido en el pasado.
 
 
-¡Hija de puta, sabía que te la comías en secreto!. Ya verás cuando te vea, enana. Te sacaré los ojos y te los pondré en el culo, para que veas que soy generosa. ¿Escuchaste? ¡Hey!…-  y cortó la llamada, la verdad es que el único sonido que quería escuchar era los provocado por los labios de Coté.
 
 
Ambas suspiraban entre sus labios y Coté no perdió el tiempo en acorralar a su amiga en la pared. Debía tomar precauciones si no quería que se le escapara como siempre, pero al contrario de situaciones pasadas, Paula se agarró fuerte de su cuello, es más estaba comenzaba a mover su cuerpo intentando entrelazar sus piernas.
 
 
-Espera…- susurró Coté confundida- No juegues conmigo, cariño- volvió a susurrar luchando con sus ganas de volver a devorar los labios de la más baja. Porque no volvería a tolerar otro rechazo, con lo mucho que le había costado recuperarse, aunque la otra no lo supiera.
 
 
-¿Te parece que estoy jugando?- le contestó entre palabras rozando su largo cuello con su pequeña lengua.
 
 
-No me provoques… sabes de lo que soy capaz- le advertía sujetando fuertemente las caderas de su pesadilla.
 
 
-¿Y de qué eres capaz?- preguntó inocentemente retándola con la mirada- De lo único que sé que eres capaz es de ignorarme. ¿Es acaso tu pasatiempo preferido?-
 
 
Ok, ahora la rompe ovarios estaba entre sus brazos y la verdad es que no le sentaba para nada.
 
 
-Tal como lo es para ti rechazarme- sentenció seria quitando los brazos de Paula de su cuello retornando al sillón.
 
 
El plan había fallado, pero Paula estaba lejos de dejar las cosas como estaban y se reusaba a que pasaran cinco años más para reunir el valor nuevamente.
 
 
-¡Pero ahora no te estoy rechazando!- le escupió desesperada- Estoy aquí…- el valor se le fue al ver que Coté se volteaba desencajada por la nueva faceta en su personalidad tranquila y predecible.
 
 
-Estabas jugando. Quería vengarte de Olivia, te dejé. Fin. Volvamos a nuestra rutina- ahora era ella la que no quería. Aunque en el fondo sabía que se merecía ese rechazo por las innumerables veces que había jugado con sus sentimientos, ya sea por culpa del alcohol, la soledad o la pena. pero aún así no se dejaría vencer.
 
 
-Solo remarqué lo que era mío- sentenció. Coté bufó, como odiaba esa frase.
 
 
-Yo no soy tuya y de nadie- remarcó molesta.
 
 
Era una batalla campal, entre la mirada penetrante de Coté molesta por su comentario y la de ella aprueba de cualquier arrebato del alma libre de su amiga.
 
 
-Al final de cuentas terminarás conmigo- comentó elevando sus hombros tratando de verse desinteresada.
 
 
Coté cambió su expresión. ¿Acaso ella recordaba esa frase? ¿Acaso ella recordaba todo lo que había sucedido esa noche?.
 
 
-¿Qué… es lo que recuerdas de esa noche?- preguntó curiosa y excitada a la vez.
 
 
Paula sonrió de medio lado algo arrogante quizás, demasiado. Ahora era ella quien la manipulaba   

 
 
-Recuerdo...- comenzó lento mientras se acercaba a ella- Que no era dueña de mis facultades- relató sin quitarle la mirada- pero no me sentía para nada incómoda con eso. Recuerdo tu cuerpo sobre el mío- le describió subiendo sus manos por los desnudos brazos de la chica, provocando descargas electricas y una desconexión temporal con su lógica- tu fuerza y sabiduría en mi piel- continuó rozando hasta llegar a sus hermosas clavículas- y que decir de tu aroma. ¿Te he dicho antes que adoro tu olor natural?- preguntó coqueta mientras rozaba el punto delicado de Coté. Su cuello- Pero lo que más recuerdo y extraño, es el sabor de los labios- terminó susurrando casi tocando los labios de la otra. 
 
 
Coté, no caía en si misma. Había soñado tanto con ese momento que ahora solo podía mirarle embelesada por su imagen seductora y sus palabras estimulantes. La verdad es que esto era mucho mejor de lo que había imaginado. 
 
 
-¿Qué, no vas aventarme en contra de la pared?- preguntó desafiándola nuevamente. Ella solo rió. 
 
 
-Cariño, aventarte contra la pared sería lo mínimo que haría- sentenció tomándola entre sus brazos elevándola llevándola hasta la habitación que por fin compartirían juntas. 
 
 
 
Notas finales:

Dejen sus comentarios!! :DD


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