Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Make me your bitch. por BlackMoral_Inc

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

No sé, se me ocurrió de repente. Ojalá les guste y disculpen los posibles errores.

 

Las luces de la habitación estaban apagadas cuando ella entró, lo único que alumbraba el espacio encerrado en aquellas cuatro paredes eran cuatro veladoras colocadas estratégicamente en cada esquina de la cama.

Cerró la puerta y caminó con movimientos felinos hacia el buró; los tacones que calzaba rompieron el silencio por un instante. Llevaba un vestido negro de algodón extremadamente ceñido que revelaban sus inexistentes curvas; sin embargo, el atrevido y amplio escote en su espalda resultaba más tentador de lo que se esperaba en ella. Sus piernas, delgadas, bien depiladas y cuidadas se descubrían por lo corta que era la prenda que lucía; sus senos se notaban firmes, aunque relativamente pequeños.

Se acomodó la corta, pero ondulada cabellera castaña hacia atrás luego de haber puesto sobre el buró el pequeño bolso que cargaba. Se giró, fijando la mirada en la figura masculina que aguardaba sentada en la orilla de la cama, mirándola fijamente.

Ella esbozó una media sonrisa en tanto que se recargaba en la orilla del mueble y colocaba las manos sobre éste; él siguió mirándola, pero ahora quería hacerlo más de cerca, por lo que se colocó de pie y caminó acompasadamente hasta su acompañante. Sintió el perfume femenino llegarle de golpe, algo dulce, pero nada escandaloso. Aquel olor lograba alterarlo de manera ingente.

La fémina se removió sensualmente frente a él irguiéndose orgullosa, altiva, con esa mirada displicente que a él le volvía loco y la hacía desearla con fervor.  

A través del silencio, la oscuridad y la calma, se comunicaron mediante miradas y sutiles gestos: ella se humedecía los labios ya brillantes por el lipstick transparente; y él, recorría su figura sin discreción alguna.

— ¿Cuánto tiempo más vas a mirarme solamente, Akira? —La voz grave y rasposa de la chica hizo que las fantasías que comenzaban a formarse en la mente del rubio frente a ella se esfumaran tan pronto como habían llegado, y le recordó que quien estaba frente a él no era mujer, sino un hombre. Un hombre enfundado en un vestido apretado y seductor.

—El tiempo que yo quiera, para eso te estoy pagando, para que cierres la boca y hagas lo que yo diga.

Aquella respuesta la hizo estremecer y tensarse como solo él lograba que lo hiciera. Su voz autoritaria y su expresión rígida daban lugar a la sumisión, a complacerlo cuando lo pedía y como lo pedía.

—Estamos perdiendo el tiempo y tengo más… ¡Ah! —Su rostro se giró bruscamente hacia un costado por causa de una bofetada que le propinó aquel hombre; ese ruin hombre atractivo

—Cállate.

—S…Sí, Akira. Sí. —La altivez con la que se había presentado en aquel lugar estaba abolida. Akira la miró como quien observa un delicioso postre que se desea probar y devorar sin ninguna culpa. La apretó contra el buró, haciendo que poco a poco se subiera en él y pegara la espalda al espejo que colgaba de la pared; le sujetó el rostro, apretando sus mejillas con una sola mano y provocando que ella separara los labios, soltando un etéreo suspiro. Se acomodó entre sus piernas, provocando que el vestido se resbalara hacia arriba sobre sus muslos, dejando estos más descubiertos y mostrando una sensual liga de encaje negra en su muslo derecho.  Con la mano libre, el rubio recorrió sin ningún  respeto el interior de sus muslos, provocando nuevos suspiros y que ella cerrara los ojos.

—Así me gustas, Takanori: callado y dispuesto.

El aludido abrió poco a poco los ojos en cuanto oyó su nombre, su rostro había adoptado un levísimo color carmín. Sus mejillas seguían siendo apretadas por la áspera mano del otro y sus labios entreabiertos inhalaban y exhalaban aire cálido y pausado.

Takanori, como lo había llamado el rubio, estuvo a punto de pronunciar palabra; pero sus labios se vieron ultrajados por los del contrario. Sintió como la mano que sujetaba su rostro se alejaba y cómo sus labios eran separados por la húmeda lengua de Akira, abriéndose paso hacia el interior de su boca para comenzar a explorarla. Sus movimientos, lentos, pero insistentes le hicieron perder la noción del tiempo y el espacio en cuestión de breves instantes, de tan solo segundos. Sus labios se volvieron una sola pieza, como un puzzle que encaja a la perfección, en un beso impetuoso, cargado de verdadera pasión.

La mano izquierda de Akira fue a parar hasta la espalda baja de Takanori mientras que la otra exploraba curiosa y traviesa el espacio que había entre las piernas del castaño. Lo apretó un poco más contra su cuerpo, volviendo aquellos roces más íntimos y causando que los gemidos de Takanori comenzaran a hacerse  presentes, más agudos y más audibles cada vez cuando el acercamiento entre sus cuerpos era más estrecho.

Los brazos del castaño se aferraron al cuello de su amante y sus piernas se afirmaron alrededor de su cadera mientras se dejaba devorar la boca, hasta que el beso tuvo que detenerse por la inoportuna falta de aire. Apenas tuvieron tiempo de tomar una breve bocanada de aire cuando sus labios volvieron a unirse en un beso más ardiente que el anterior. Ésta vez, una mano de la chica se aferró a la ancha espalda de él y con la otra sujetó su cabello, atrayendo más su rostro al suyo para obligarlo a profundizar el beso.

Pero él no iba a dejarse controlar. Se separó dando una mordida al labio inferior de Takanori antes, dejando a éste último algo descolocado, caliente y con la respiración agitada. Él señaló la cama con la mirada y ella obedeció su muda petición, poniéndose de pie y acomodándose el vestido. Nuevamente su mirada y su caminar tomaron fuerza; se plantó frente a él y agradeció haber elegido los tacones lo suficientemente altos para poder quedar a su estatura, pues sin ellos habría tenido que estirarse para alcanzarlo. Akira le rodeó la cintura y lo atrajo hasta él nuevamente con un movimiento brusco, haciendo que las piernas ajenas flaquearan y temblaran ligeramente; buscó su cuello con los labios y comenzó a recorrerlo con húmedos besos mientras el castaño buscaba la manera de deshacerse de la camisa  del más alto.

—Mmh, Akira… —Gimió ella. El halo magnético de uno se había envuelto con el otro, dando como resultado una reacción excitante y casi palpable. Fue quitando uno por uno los botones de su camisa, hasta dejar a la vista su bien formado abdomen. Sus cuerpos exudaban verdadero deseo.

—Es suficiente. —Le detuvo Akira, apartando los labios de su cuello—. No estoy aquí para hacer el amor, Takanori. —Le recordó mientras él mismo se retiraba la camisa manga larga que llevaba. Él, al contrario del castaño, parecía tan tranquilo…tan inmutable. Luego de su camisa, siguió su pantalón; el cual solo bajó lo suficiente para dejar libre su entrepierna. Takanori sonrió complacido cuando bajó la mirada y se topó con el pene semi erecto del contrario, lo que le indicó que el juego previo a la verdadera “acción” había dado el resultado correcto—. Chúpamela.

Pero el rostro del castaño se deformó en una mueca de claro rechazo.

—Akira, sabes que no me gusta hacerlo. —Estaba convencido, no iba a hacerlo. Pero el otro le sujetó la cabellera desde atrás, apretándola entre sus manos—. A-ah, deja…

— ¿Te pregunté si te gusta? —Tiró un poco más fuerte de su cabello, Takanori colocó y apretó las manos alrededor de la muñeca de él, intentando que lo soltara—. ¡¿Te pregunté si te gusta?!

—N…no.

— ¡No! Claro que no te pregunté, te dije que me la chupes. —El castaño se quejó por la brutalidad del más alto cuando le jalaba el cabello—. ¿Quién eres?

—Y-yo…

— ¡¿Quién eres?!

— ¡Tu perra! —Gritó, cerrando fuertemente los ojos—. Agh…tu perra, Akira. Soy tu puta perra.

—Exacto, eres mi perra. —Sin soltar su cabello, lo fue empujando hacia abajo, hasta que Takanori fue cediendo entre quejidos y cayó de rodillas al piso—. Abre la boca… —Presionó su pelvis contra la cara ajena, pero el otro giró la cabeza, haciendo que el pene de Akira le rozara una mejilla. Estaba duro, caliente—, ¡abre la boca, puta! —Volvió a tirar del cabello y tras un quejido sonoro, Takanori abrió la boca. Apenas había separado los labios cuando la erección de Akira había ocupado totalmente el espacio en su cavidad; el grosor y la dureza le hicieron dar una arcada a la primera embestida. El rostro del rubio se crispó de placer puro, su mano siguió sujetando y halando la cabellera castaña de su chica.

Mientras Akira le follaba la boca sin contemplaciones, Takanori se le aferraba a las piernas con las manos pues su cuerpo se tambaleaba de atrás hacia adelante debido a las penetraciones tan bruscas de las que su boca era víctima. Daba arcadas profundas, cerraba los ojos y apretaba los párpados; encajaba sus cortas uñas en las piernas de Akira y abría lo más que podía la boca mientras que su lengua se movía torpe contra la extensión que tenía dentro.

El rubio lo manejaba a su antojo, usaba su cuerpo como se le daba la gana y eso, sin duda, era lo más excitante. Después de todo, Takanori estaba ahí, dando el servicio que Akira había requerido: los servicios de una puta. Eso era Takanori esa noche, una vil puta; un juguete humano con el que se podía hacer y deshacer.

De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por un movimiento abrupto que lo dejó tirado de espaldas en el piso; Akira se había separado, dejando aquel falo erguido y húmedo exhibiéndose con orgullo frente a Takanori. Sin duda, el rubio no encajaba dentro del típico estereotipo de los asiáticos que marcaba fielmente que todos, todos la tenían pequeña.

La propia erección de Takanori ya se marcaba en su ajustado vestido y sus mismos ojos destellaban la urgencia que tenía por ir más lejos.

—Párate.

El castaño obedeció, tambaleándose gracias a los tacones. Apenas se había levantado cuando Akira ya lo había empujado bocabajo en la cama. Takanori tragó en seco y se aferró a las sábanas con las manos. Su respiración se hizo más pesada y volvió a agitarse; cerró los ojos cuando el rubio le levantó el vestido hasta dejar descubierto su trasero. Akira sonrió de lado al ver la lencería femenina que llevaba puesta.

—A-Akira… —Le llamó ella, con un tono de voz tan agudo que al más alto se le antojó provocativa, como el de una verdadera mujer.

—No te has portado tan mal, putita. —Murmuró él al tiempo que se inclinaba hacia el pequeño, pero respingado trasero de su amante. Con los dientes tomó la orilla de encaje de las bragas y las fue bajando de esa manera, provocando un estremecimiento en todo el cuerpo ajeno cuando sus dientes rozaron las nalgas de Takanori.

—A-ah, Akira… —Apretó las sábanas entre sus manos cuando sintió que por fin la ropa interior había sido retirada—, métemela ya.

—Con calma, bebé. No seas ansiosa. —Otro estremecimiento se hizo presente en el sumiso Takanori cuando su amante se había referido a él como a una chica. Sintió las tibias, hoscas y varoniles manos de Akira jugar con sus nalgas, apretándolas y separándolas a su antojo.

El castaño comenzó a restregarse contra el colchón con la intención de poder aliviar al menos un poco la necesidad de su entrepierna mientras gemía muy bajo, el acto hizo sonreír al otro y lo incitó a estimular con la yema de los dedos la entrada de su desesperado compañero.

— ¡Ahh, Akira! —El cuerpo de Takanori comenzó a moverse inquieto contra la cama. El rubio se había tomado el tiempo para acariciar el estrecho agujero entre sus nalgas con los dedos; y después de ello, lo hizo con la lengua—. Mmh…a-ah, así. Más, Akira, más… —Apretó los dientes y se retorció de gozo cuando sintió la húmeda lengua de su experto amante adentrarse en su ano. Pero intempestivamente el rubio se detuvo y eso hizo gruñir al más bajo, giró la cabeza para ver de qué se trataba y en su rostro se reflejó el asombro tanto como el miedo al darse cuenta lo que pretendía el otro.

Akira había tomado una de las velas que iluminaban la habitación y ahora inmovilizaba las piernas del otro al sentarse sobre ellas.

—Quédate quieta.

—A-Akira… Akira, ¿qué vas a hacer? —Quiso girarse, pero el otro se lo impidió.

— ¡Quédate quieta! —Con una mano separó las nalgas de su compañero y con la otra, inclinó la vela y dejó caer la cera caliente en el espacio que había entre ellas.

Naturalmente, Takanori comenzó a patalear, forcejear y moverse desesperado mientras jalaba las sábanas y trataba de deshacerse del cuerpo que lo tenía inmovilizado. Le ardía horrores. La cera resbalaba entre sus nalgas, quemando su piel y volviéndola de un tono rojizo.

— ¡Detente! ¡Akira, ya…para! ¡Ah, para! —Sus ojos se humedecieron, aunque sin llegar a derramar una sola lágrima. Se quejó y gimoteó, pero poco a poco el ardor disminuyó, aunque no desapareció.

—Shh, tranquila. —Susurró, viendo con indulgencia fingida el cuerpo que ahora yacía quieto debajo del suyo. Volvió a inclinarse hacia su trasero y lamió de nuevo aquella entrada, retirando con la lengua la cera seca.

—M-mm, Aki, arde. —Volvió a quejarse, aunque a esas alturas ya había comenzado a disfrutarlo.

—Quítate el vestido. —Exigió mientras él seguía con su tarea de quitar la cera. Takanori, como pudo, se deshizo del vestido. Akira se detuvo cuando vio la prenda caer por un lado y se acercó a la espalda del castaño para desabrochar sin ningún problema el sostén del mismo color que el vestido. Takanori se sonrojó de golpe por la acción de su amante, pero no dijo nada; en cambio, solo se retiró el sostén relleno con senos artificiales, hechos de silicona. Se sintió morir de vergüenza, así que enterró la cara en el colchón.

—Y…ya.

—Ahora flexiona las piernas. —Le indicó, dándole unas palmadas a su trasero. Takanori obedeció, dobló las piernas como Akira lo pedía y apoyó la cara en el colchón nuevamente; dejando a la vista su trasero levantado y su ano enrojecido y sensible.

Antes que cualquier cosa, el rubio se dedicó a admirar la posición en la que estaba su compañero. Los tacones que llevaba aún puestos le parecía de lo más sexy, al igual que la liga de encaje alrededor de su muslo; había tenido tantas ganas de verlo vestido de esa manera durante bastante tiempo y le hubiese encantado que el momento durara más, pero no podía contenerse más. Se había estado aguantando las ganas de tirarse sobre él, abrirle las piernas y metérsela hasta que él mismo sangrara.

Así que, dejando de lado su fuerza de voluntad, y ya habiendo dilatado tan solo un poco con la lengua el ultrajado acceso de su compañero; tomó su virilidad con una mano y la guió hasta la entrada de Takanori y lo dejó ir hacia adentro sin pensarlo mucho.

Takanori ahogó un grito de dolor cuando lo sintió entrar sin previo aviso y de una sola estocada, clavó las uñas en el colchón mientras se mordía el labio inferior para no ser escandaloso. Dolía y ardía demasiado, pero Akira no se andaba con contemplaciones, no se detenía, había comenzado a moverse de adentro hacia afuera de él como si no hubiese un mañana.

Pero el dolor pasó pronto, aunque el ardor por la quemadura de la cera permanecía. Takanori comenzó a retorcerse de genuino placer y a seguir los movimientos de su amante, aunque no pudo evitar perder el ritmo en ocasiones pues Akira parecía ir y venir con más fuerte, y entrar todavía más profundo cada vez.

Los gemidos del castaño comenzaron a hacer acto de presencia, y estos fueron acompañados por los de Akira, aunque eran más bajos y más graves. Takanori no podía hacer mucho en la posición en la que estaba, así que se optó por masturbarse; entregarse al placer que el otro le producía y a las necesidades de su cuerpo que dictaban que lo quería más adentro, que lo quería una y otra vez hasta que no pudiera más.

Hasta que el final llegó. Se unieron ambos en un devastador orgasmo que bien había valido la pena esperar. Exhaustos pero complacidos, se dejaron caer en la cama, rindiéndose pronto ante el cansancio y permitiendo que el sueño los envolviera.

*

Cuando Takanori abrió los ojos y se movió perezosamente en su lugar, un ardor y una punzada le hicieron recordar dónde estaba y porqué estaba ahí. Parpadeó rápidamente para aclarar su vista y se descubrió siendo abrazado posesivamente por Akira, quien dormía plácidamente. Sonrió al rememorar los hechos de la noche pasada y los vestigios de ellos regados por la habitación (el vestido, el sostén, los tacones que al final había logrado quitarse antes de dormir, la camisa de Akira…).

Se mantuvo en silencio, contemplando a su amante mientras dormía y acariciando delicadamente su rostro, hasta que comenzó a despertar entre bostezos y quejidos por la luz que apenas se colaba entre las persianas de la ventana.

—Buenos días, Aki.

—Buenos días, Ru. —Contestó él con toda amabilidad. Sus rostro, contrario a lo que parecía reflejar anoche, expresaba embeleso cuando miraba al castaño—. ¿Estás bien?

—Claro… ¿por qué habría de no estarlo?

—Creo que me pasé un poco anoche. —Murmuró con vergüenza. Takanori le sujetó las mejillas, las acarició y luego besó los labios ajenos con afecto.

—Me encantó. Como siempre, Aki, en verdad que me encantó. Además… Ambos habíamos acordado que sería así, ¿recuerdas? Que íbamos a celebrar nuestro primer año juntos de esa manera, con algo diferente… Solo quería complacerte y cumplir una de tus fantasías.

—Complacerme… —repitió y meditó unos instantes—, ¿pero y tú?

—Yo lo disfruté como nunca, joder. Fue incómodo tener que ir a comprar ropa de mujer y tacones, ¡y encima ponerme pechos! —Rió brevemente antes de continuar—. Pero fue perfecto, Aki. Me gustó que me trataras así, aunque no esperaba lo de la cera. —Nuevamente soltó una risita, pero luego sonrió a sus anchas y se montó sobre las caderas de su pareja, aunque esto le supuso un nuevo acceso de ardor en el trasero—. Nh…

—Te lastimé, ¿verdad? Ru, lo siento, yo no quería…

—Shhh —Le mandó callar mientras se inclinaba hacia él. Deslizó las manos por todo su pecho, acariciando y rasgando superficialmente su piel con las uñas—, no te disculpes. Eres un bruto, pero eres mi bruto y me vuelves loco.

— ¿Y tú?

— ¿Yo qué?

— ¿Tú qué eres? —Sonrieron al mismo tiempo por la pregunta, ambos sabiendo cuál sería la respuesta.

—Bueno, Akira, yo soy tu perra.  —Contestó, uniendo sus labios a los de él en un profundo beso. Y a ese le siguieron otros más que terminaron siendo una repetición de la noche anterior.

Notas finales:

Se agradecen sus comentarios. Responderé los que me faltan después.

 

 

¡Hasta pront! (Bullyng a Ruki♥) (?)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).