Misivas demoníacas
Capítulo 1: Primera Carta
Se detuvo frente aquel hotel donde compartía una habitación con su amo. Su señorito a pesar de ser un demonio, seguía con aquellas órdenes exigentes y exorbitantes… esta vez… traer una copia original del libro “ El retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde.
Leer fue uno de los pasatiempos que su Conde había adquirido para no sentir la eternidad sobre sus hombros, entendía el peso de ésta y por ende intentaba ignorarla con diversas actividades.
La eternidad no era fácil de asemejar y no se esfumaba el día de mañana, o el día después de mañana, o el después del después de mañana… ¡No!, la eternidad tal vez pudiera comprarse con el rezo cristiano que decía “ por los siglos de los siglos, amén”; si, aquella era una forma agradable de explicar la eternidad a la cual estaban sujetos.
Suspiró y finalmente ingresó al hotel, tocó la puerta de la habitación y con un característico “ permiso”, ingresó.
- ¿Bochan? Aquí esta su encargo… - dijo mientras miraba en toda la alcoba, sin ver rastros del menor. - ¿ Bochan?
Comenzó a buscarlo y no lo encontró en ningún rincón de la instalación, cuando iba a salir en su búsqueda, logró ver en una pequeña mesa un papel doblado. “ La carta de un secuestrador”, pensó al instante, pero al abrirla y ver que la grafía era de su Conde, comenzó a leerla.
Londres … ya no importa la fecha.
Sebastian… mi vida ha llegado a un punto sin retorno, infinito, en el cuál sólo puedo mirar al pasado para recordar que aún existo.
No puedo evitar mirar mi vida como el Conde Phantomhive, muchos recuerdos de venganza vienen de ella. Tampoco puedo olvidar la vida provisional e ilusoria que me diste para contaminar más mi alma… eso fue bastante vil, característico de un demonio de tu clase.
Jugaste una vez más con mis sentimientos, con lo poco de aprecio que le tenía a mi mayordomo… no al demonio que estaba tras de él.
Me pregunto si ahora que soy un demonio podré hacer las mismas cosas que me hiciste… buscar a alguien ingenuo, aprovecharme de su debilidad y quedarme con su alma… será algo que deberé descubrir en esta existencia demoniaca.
Por eso mi querido mayordomo demonio, es necesario separarme de ti y seguir mi camino “sin ataduras”…
PD: Es mi última órden… jamás te aparezcas frente a mí.
Atentamente,
Conde Ciel Phantomhive.
Apretó la carta en sus manos, arrugándola por el enfado… su amo siempre realizaba hazañas que él jamás consideraba o esperaba; aquel pequeño siempre le llevaba un paso adelante.
Sonrió ante aquello, por eso era sin duda su hermosa y exquisita alma, y así sería por toda la eternidad… solo suya.
Se inclinó como usualmente lo hacía cuando Ciel le daba una orden, a pesar de que su amo no estuviera allí, su cuerpo le exigía cumplirle honra a su ausencia. Miró hacia el frente y después susurró:
- Yes, my lord…