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¿Quien eres? por shawolminkey

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Notas del fanfic:

-----------ACLARACION-----

 

este fic no es de mi autoria, ni es otro fic es un libro que me encontre en internet y esta buenazo jejeje es una adaptacion , no les dire el libro sino hasta el final para qe no lo busquen por internet y vean qe rollo...y aquellas qe logren identificarlo les pido que porfavor no revelen el nombre...

 

Notas del capitulo:

INICIOS~

Prólogo 1

 

 

 

Minho se sentó al lado de su abuelo, Choi Taesung, en el porche delantero de la cabaña en la que éste vivía. Sólo tenía diez años, pero sabía con exactitud por qué el anciano no vivía con su familia. Porque el padre de Minho,Joong Ki , se avergonzaba de él.

 

—No es más que un jodido coreano —gritaba enfurecido Joong Ki horas después de visitar a su padre—. Presume de ese acento irritante como si fuera algo de lo que estar orgulloso.

 

Dios librara a Minho de hablar con aquel acento, aunque lo practicaba cada vez que su padre no estaba presente.

 

A Joong Ki no le gustaba ser coreano. No le gustaba que la gente supiera que lo era. Si pudiera enviar a su abuelo lejos, Minho estaba seguro de que lo haría. Pero Choi Joong Ki no podía obligar a Choi Taesung a que hiciera nada. Aquel anciano era tan sabio como las montañas y los acantilados, y tan terco como ellos.

 

—Minho, muchacho, mira esa puesta de sol. —Taesung le señaló los majestuosos colores que cubrían las montañas—. Es casi tan bonita como las que tenemos en Japon. Casi.

 

—¿Por qué no vuelves allí? —le preguntó Minho, consciente de la nostalgia impresa en la voz del anciano—. Papá dice que tienes suficiente dinero para vivir donde quieras.

 

Observó el rostro surcado de arrugas de su abuelo. La brillante mirada chocolate era muy parecida a la de su nieto y más brillante que la de su hijo, sin las motas verdes que tenía la de éste.

 

El anciano sonrió; una extraña, triste y pequeña sonrisa.

 

—Porque mi Erin está aquí. —Señaló el pequeño cementerio, el lugar donde estaba enterrada la abuela de Minho, Choi Erin, junto a los dos hijos que habían perdido en Vietnam, sus tíos, Riordan y Taesung Jr., y la hija que había muerto de fiebres, Edan, la tía de Minho.

 

—¿La abuela no quiere que te vayas? —Minho frunció el ceño. Su abuela estaba muerta, ¿cómo le iba a importar?

 

—Oh, mi Erin me sonreiría igual allá donde fuera. —El anciano esbozó de nuevo aquella pequeña sonrisa—. Pero si me separara de ella, sentiría esa distancia en mi alma, ¿entiendes?

 

Minho negó con la cabeza.

 

El abuelo suspiró.

 

—Tienes ojos coreanos, muchacho. Un día de estos, esos ojos verán por ti, y sentirás como si el corazón se te fuera a salir del pecho. Es la feroz mirada , Minho. Cuando ames, cuando ames de verdad, ten cuidado, muchacho, porque esos ojos inmensos que tienes no son sólo el espejo de tu alma, sino del alma de la mujer a la que ames. —El abuelo miró la tumba de Erin—. Y cuando se pierde el corazón de esa manera, es imposible abandonar los lugares donde están tus mejores recuerdos. Si tuviera que irme, no podrían enterrarme junto a tu abuela.

 

El anciano dirigió la mirada a Minho, y éste sintió una opresión en el pecho al pensar que algún día tendría que enterrar a su abuelo en aquella tierra dura y desolada.

 

—La feroz mirada coreana —murmuró el anciano unos instantes más tarde—. Mi padre me advirtió igual que ahora te estoy advirtiendo yo a ti, muchacho. No pierdas a la mujer que ames, pues perderás una parte de tu alma si lo haces. Es el legado de esos ojos.

 

Minho frunció el ceño. Lo que decía el abuelo no tenía mucho sentido y decidió que le preguntaría a su tío Siwon sobre ello cuando volviera. Su tío todavía recordaba a su abuela. Tenía cinco años cuando ella murió, un poco antes de que naciera Minho. Y en ese momento, estaba pasando el verano en Houston con el mayor de los tíos de Minho, Jaejong, y su familia.

 

—Entonces, ¿mis ojos son malos? —preguntó Minho finalmente.

 

—No, no son malos —suspiró su abuelo—. No son malos en absoluto, muchacho. Te darás cuenta un día de estos. Uno de estos días, ya verás. Esos ojos coreanos ven lo que nadie más ha visto. —Clavó la mirada en su nieto—. Quien tenga tu alma, tendrá tu corazón. —Dio una palmada en el pecho de Minho—-. Y podrá incluso ver a través de ti.

 

—Entonces ¿papá no tiene ojos coreanos? —Los ojos de Joong Ki estaban matizados con motas verdes. Nunca le había visto con el gesto relajado y gruñía sin parar.

 

La preocupación se reflejó en la cara de su abuelo.

 

—Tu padre es un buen hombre —afirmó repitiendo lo que siempre decía.

 

—¿De veras, abuelo? —Minho pensó en el bebé que había en casa. El diminuto bebé que su abuelo decía que era su hermano. El recién nacido del que Choi Joong Ki  renegaba—. El pequeño Taemin debería tener también un padre.

 

El abuelo puso la mano sobre la cabeza del niño y le dijo suavemente:

 

—Nada es cómo pensamos, muchacho. No todo es blanco o negro, sino que existen infinidad de matices grises. Tienes que averiguar el por qué de las cosas, no sólo fiarte de lo que ves.

 

—Porque él no nos quiere —susurró Minho, aceptándolo como sólo los niños podían aceptar esas cosas.

 

El abuelo asintió con la cabeza.

 

—Los tonos grises, muchacho. Recuérdalo. Siempre hay algo que no sabes y que no puedes ver. A veces el amor no es como pensamos que debería ser. Sólo recuerda eso y todo irá bien.

 

Minho creció buscando los matices grises. Luego maduró y se convirtió en un SEAL, y los matices grises se perdieron en su mente, aunque sabía que seguían estando allí. Siempre en un lugar diferente, siempre moviéndose. Hasta el día que vio el infierno. Y las cenizas del infierno. Y aprendió que había matices que jamás hubiera podido imaginar que existieran.

 

 

Notas finales:

Continuen 


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