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Horóscopo Sexual por amorosa

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Notas del capitulo:

hola!!

hace mucho que no escribía (por falta de tiempo) así que espero me haya quedado bien este último capítulo.

Dedico este capítulo con mucho cariño a la autora de "Del odio al amor solo se necesita un beso" quien con sus palabras me dio ánimos para continuarlo pese a mi falta de tiempo libre...

Sin más, espero les guste.

 

En cuanto llegué a la casa de capricornio noté algo sumamente extraño. Un cosmos algo poderoso emanaba una muy fuerte cantidad de odio puro, cólera, ira… Esto era fuera de lo común por lo que si mis suposiciones eran ciertas, el que emanaba tales sentimientos vía cosmos debía ser nada más y nada menos que el caballero dorado de la décima casa del zodiaco.  No me importaba si ese caballero estaba furioso o no, lo único que haría con él sería pacha-manqueármelo hasta dejarlo completamente agotado, incluso más que una batalla o un simple entrenamiento.

 

Cumpliría mi capricho a como diera lugar por lo que primero tendría que calmar un poco al susodicho para después hacer de las mías. Completamente decidido ingresé sigilosamente al interior, encontrándome a un hombre de unos aparentemente 20 años, de cabello negro, corto y parado que me miraba fijamente con rabia, dolor, asqueado como si yo fuese la peor de las porquerías. No entendía en lo absoluto el porqué de aquella mirada tan acusadora como irritante… ¿Qué más daba? A mí no me interesaba nada más que follar agradablemente con ese custodio.

 

-¿Qué haces aquí?-oí que me preguntó con un tono frío, distante e indiferente.

 

-Vine a dar un paseo por este hermoso santuario, ¿por qué?-contesté con un dejo de “timidez”.

 

-Vaya, vaya… así que solo un “pequeño“ paseo…. Claro, después de hacer de las tuyas con mi amado Sísifo…

 

*Esto no me lo esperaba… sí yo hice mío a su amado, ahora estará más que furioso y en vez de acostarse conmigo va a querer matarme... Bueno, no es algo que no puedo solucionar…* Con mi mejor sonrisa (fingida), me acerqué a él y tomándolo por sorpresa lo besé en los labios apasionadamente, mordiendo lo más delicadamente posible su labio inferior para lograr que me corresponda pues su boca estaba estática, sus ojos abiertos como platos, su frente arrugada por el enojo y su mirada mostraba un odio y coraje únicos; incluso me atrevo a decir que ni a mi señor en sus peores momentos de rabia lo vi así.  Por unos momentos estuve así, esforzándome por ser correspondido hasta que en un último intento dirigí mi mano hacia abajo, con rumbo a sus pantalones pero, lamentablemente, esta vez no me salí con la mía, porque mi mano fue sujetada con fuerza, mis labios apartados de los suyos y empujado, tirado al piso, golpeado pero eso sí, yo también lo golpeé pero usando una mínima fuerza, haciéndome pasar por un humano común y corriente, como un estudiante debilucho que ante el poder de un caballero y más el de un dorado, era como un gusano inútil, una cucaracha que no valía la pena… No tienen ni idea de lo humillado que mi sentí, mi orgullo quedó herido y allí, mentalmente, decidí vengarme, juré derrotar a ese caballero en cuanto se iniciara la nueva guerra santa. Completamente adolorido, herido, quedé tirado en la salida del templo de capricornio, con la boca llena de sangre, completamente solo, tirado como perro herido, con el orgullo completamente destrozado, por el suelo... Alrededor de una hora estuve ahí hasta que alguien de hermoso cabello celeste, cara dulce y angelical, profundos ojos azules y mirada profunda me ayudó a levantarme y, con unas fuerzas que ni sé de donde sacaba, me llevó dos casas más arriba, pasando de largo el onceavo templo: acuario.

 

Al principio me dio un poco de cólera pero por la belleza de este misterioso personaje pronto lo olvidé y decidí disfrutar su compañía aunque el maldito dolor no me lo permitió del todo. No sé cuánto tiempo estuve inconsciente en la cama de ese hombre, en su casa y disfrutando de la suavidad del aroma a rosas y su lecho pero, cuando desperté lo hice asustado, sudando frío. Acababa de acordarme que estaba en el santuario sin permiso, que me había escapado y que ninguno de los otros espectros sabía de mi paradero… *Maldita sea!! Si hades-sama se entera de esto me matará de un solo golpe, sin derecho a ser revivido y mucho menos a pedir disculpas desde el mismísimo infierno!!*.

 

En el castillo de Hades…

-Sí, si… destrúyelo…. Vamos, tengo que ganarle a este maldito que no se deja!!... ARG!!-gritaba nuestro poderosísimo dios del averno mientras peleaba contra Pandora en el juego de Play Station.

 

-Hades-sama, yo soy una experta, usted no me podrá ganar a mí, la diosa de los juegos de Play Station…jajajajaja…-reía como loca.

 

-Ahhhh!! Cállate, Pandora!! Deja de hablar y ponte a jugar que ya me falta muy poco para derrotarte!!

 

En la casa de piscis…

 

-¿Cómo te sientes?

 

-Ah, bien. Gracias.

 

-Lamento el desorden pero necesitaba buscar mis medicinas para curarte…

 

Aquello me dejó sorprendido. No sabía ni quién era este hombre tan hermoso y aún así, sin saber nada de mí, sin conocerme siquiera, me ayudó de una forma desinteresada a mi parecer y, de pronto, de la nada, un pensamiento surgió en mi cabeza: ¿Cuál era su nombre? ¿Cuántos años tenía? ¿Era también un caballero dorado?... preguntas como estas asaltaban mi cabeza sin piedad. Estaba a punto de preguntar y saciar mi curiosidad cuando fui interrumpido por su preciosa, delicada pero masculina voz:

 

-Por cierto, ¿Cómo te llamas? y ¿Qué hacías tirado a la salida de la casa de Capricornio?

 

-Yo soy Minos Matsumoto, un simple estudiante de astrología y pues, estaba tirado ahí porque me caí de las escaleras subí casi gateando con mis últimas fuerzas pero terminé ahí… *Espero que me crea porque yo para mentir soy una mierda literal…*… y tú cómo te llamas??

 

-Soy Albafica, caballero dorado de piscis…

 

Cuando lo dijo el mundo se detuvo por unos instantes... Un caballero dorado tan hermoso como él no podía ser lastimado nunca; además, tenía unas ganas irrefrenables de besarlo y probar su hermoso y delicado cuerpo pero, lo más extraño era que quería hacerlo con gentileza, incluso si me lo pidiera estaría dispuesto a dejarme tomar… Ahora que me acuerdo, cuando estaba en la casa de Virgo, tuve un sueño muy extraño con un bello chico con los mimos rasgos físicos que este hombre… ¿Acaso estaba destinado desde antes a ser ayudado por este lindo caballero? ¿Era mi destino conocerlo? ¿Sería mi destino acostarme con él?... Demasiadas preguntas pero ningún con respuesta certera.

 

-No pareces un caballero dorado-le dije sin intención de molestarlo más no funcionó. Su rostro se volvió sombrío por unos momentos y su mirada gélida se posó sobre la mía en un vano intento de intimidarme.

 

-Sí, ya lo sé. Parezco una mujer por mi belleza física por eso es que nadie cree que de verdad sea un caballero dorado… ¿Verdad?

 

-Esto… yo no quise decir eso. No lo pareces puesto que no llevas tu armadura puesta; además, tu belleza no es solo física sino también de alma… *No puedo creer que esté diciendo eso*

 

-¿Cómo puedes decir eso? Sí apenas me conoces

 

-Puedo asegurarte que así es pues solo una persona de buen corazón y belleza interna podría ayudar a un desconocido.

 

-…-Él no contestó. Simplemente desvió la mirada hacia un lado, evitando mirarme, escondiendo su rostro por alguna razón que yo desconocía.

 

-¿Qué sucede?-pregunté intentando saber la razón de su repentino comportamiento.

 

-No, no es nada…-respondió girando un poco su rostro y fue ahí cuando lo noté. Su cara estaba roja, sus mejillas ardían en candor rojizo, el rubor no podía ser más evidente debido a su pálida piel de porcelana. En ese momento me daban unas tremendas ganas de pararme y besarlo, tocarlo, abrazarlo, acariciarlo, recorrer con mis manos y lengua todo su divino cuerpo pero… no podía. Si lo hacía no solo me ganaría su rencor para siempre sino que también lo asustaría de por vida como para que jamás me quisiera volver a ver. Ya suficiente sería cuando por culpa de la guerra santa nos tuviéramos que volver a encontrar de un modo u otro porque aunque quisiera evitarlo, el destino de lo que futuramente pasará es incierto y más aún si se trata de lo que sucederá en una batalla que viene repitiéndose desde la era mitológica cada 243 años: La guerra santa entre a diosa Athena y Hades.

 

-Estas sonrojado, ¿verdad?

 

Mi pregunta lo tomó por sorpresa pues al instante su expresión cambió a una de alterado, nervioso y mucho más sonrojado que antes.

 

-¿Cómo lo supiste?...ah…no… eso no… YA VUELVO!!-gritó mientras corría a una pequeña puerta de madera que estaba justamente en una de las paredes de la habitación en la que me encontraba.

 

Esperé tranquilo durante 20 minutos pero no salía. La preocupación ya comenzaba a asaltarme así que sin pensarlo me acerqué sigilosamente hasta dicha puertita, con esfuerzo producto de las heridas logré girar a perilla muy despacio, lentamente, y ahí, frente a mis ojos, vi la más hermosa de todas las imágenes que en mi vida había visto: Albafica estaba de espaldas, completamente desnudo, su largo cabello cubría gran parte de su desnudez, tapando sigilosamente su lindo traserito y la deliciosa entrada que en medio de sus nalgas se escondía. La vista era tentadora en extremo pero prefería simplemente observarlo a acercarme y hacerlo mío; por alguna razón, no podía moverme por más que hubiese querido y para cuando me di cuenta, de mi boca escurría un fin hilo de saliva que ensuciaba parte de mi quijada y mi cuello… *Sin duda es la criatura más perfecta y hermosa de toda la tierra… si hasta parece un divino ángel caído dl cielo cincelado por los mismísimos dioses y como no si esa piel a simple vista parece de porcelana, su cabello celeste va en perfecta combinación con sus hermosos ojos azules, su boca tienta a cualquiera a besarlo, su cuerpo es delgado, delicado pero muy bien formado con el largo entrenamiento que debió recibir, su cintura cabría perfectamente entre mis brazos… en resumen… todo de él me encanta!!*

 

Para deleite mío caminó un poco y se colocó de costado, mostrándome ahora la perfección de sus piernas y muslos, su deliciosa entrepierna que ya me moría por probar, su cintura y parte de su pecho. Poco a poco se iba poniendo el resto de ropa hasta que quedó listo, completamente vestido y por increíble que suene envidiaba a la ropa que podía deslizarse y tocar aquella tentadora piel cuantas veces quisiera.

 

Cuando noté que estaba por salir, cerré la puerta lo más despacio que puede y corrí hasta la cama, lastimándome en el proceso pues una de las heridas que tenía en el pecho se abrió, ocasionando que un fuerte grito escapara de mi boca sin que pudiera evitarlo.  Al instante lo vi salir corriendo hacia la cama, preocupado, su expresión mostraba la más clara preocupación.

 

-¿Qué pasó?-preguntó mientras observaba mi cuerpo en busca de algún indicio.

 

-Nada, solo…-no terminé de hablar porque se dio cuenta de la sangre que manchaba las sábanas

 

-¡Dios mío!!-gritó al mismo tiempo que salía disparado hacia afuera. Al regresar traía consigo una aguja e hilo.

 

-Esto te va a doler pero tienes que aguantarlo. Voy a tener que coserte la herida, de lo contrario, morirás desangrado.

 

-Está bien… tú solo hazlo!!-exclamé decidido.

 

Todo iba bien, sentía dolor pero no tanto como me esperaba, creo que fue gracias a que era él quien estaba conmigo, a mi lado, haciendo tan difícil trabajo que pude aguantar hasta que terminó. Una vez concluida la tarea me regañó severamente como un padre haría con su hijo:

 

-¿Qué fue lo que hiciste para que la herida se abriera?... Te dije claramente que guardaras reposo y no hicieras ninguna clase de esfuerzo!!

 

-Este yo… yo…- No sabía que decir. Mi cerebro no ayuda a formular una mentira rápidamente y al ver que tartamudeaba me dijo:

 

-Está bien. Ya no importa.

 

Me quedé sorprendido pero con la amarga desazón de que al día siguiente tendría que marcharme  para no volver jamás.  Estaba seguro que a este caballero quería conquistarlo y no solo tener un revolcón de una noche o unas horas como la que tuve con los otros caballeros pero el maldito tiempo era muy corto y, si tan solo por un mes tuviera que quedarme, lograría ganarme su corazón para hacerlo mío y que él me haga suyo… Ya estaba maldiciendo al maldito tiempo cuando  su voz me sacó de mis pensamientos…

 

-Tendrás que quedarte hasta que te recuperes por completo… en especial la herida más profunda que tienes en el torso…

 

Sus palabras me causaron una alegría inmensa, desbordante, tanto que estuve a punto de pararme para agradecérselo pero una sola mirada suya me dejo en la cama, recordándome que no podía hacer ningún tipo de esfuerzo y por ende la pasaría aburrido las próximas dos o tres semanas.

 

***

 

El tiempo transcurrió muy rápido. Los días volaron y en un abrir y cerrar de ojos ya había pasado una semana desde que llegué a la casa de Albafica.  Durante estos días estuve recibiendo clases de Astrología privadas puesto que “mi” hermoso… sí, mi hermoso… se había ofrecido a darme clases puesto que estaba faltando a la universidad. Las clases eran muy aburridas para m gusta porque hablar de las estrellas, que el cosmos, que las galaxias, el sol, las constelaciones y todo lo demás, no me importaban en lo más mínimo, lo único verdaderamente interesante era las diferentes facetas que este hermoso caballero podía mostrar como, por ejemplo, cuando dormía conmigo, en la misma cama como cuidando de que no me levantara, como cuando reía de vez en cuando, como cuando se concentraba para poder enseñarme Astrología (lástima que yo no prestaba atención a la materia, sino que andaba más concentrado en él).  A la par que él me dejaba conocerlo y me mostraba parte de sí, yo también hacía lo mismo, dejaba entrevé lo poco de los sentimientos humanos que aún quedaban en mi corazón, le contaba sobre mis puntos de vista, sobre mis pensamientos, entre otras cosas y así pasábamos siempre ratos agradables estando juntos, solos y con una agradable amistad que no tardó mucho en convertirse en algo más.

 

Esta ya era la tercera semana y para entonces sentía que al fin había encontrado al amor de mi vida y lo irónico era que justamente en uno de los que se suponía tendría que ser mi peor enemigo por formar parte del ejército de Athena; un caballero dorado y no uno cualquiera, sino al más hermoso de los 88: Albafica de Piscis… Lo único malo era que no sabía si era correspondido, si mi hermoso solo me veía como un buen estudiante o amigo, o si simplemente no sentía nada por mí y solo esperaba que mi herida sanara para botarme a patadas que era lo más probable.  En cierta forma es curioso verme en este estado pues hace apenas unas cuantas semanas lo único que me importaba era follar agradablemente con los 12 caballeros y descubrir si lo que decía el “HORÓSCOPO SEXUAL” era verdad pero… ahora… estaba experimentando por primera vez el sentimiento llamado “amor” del que los humanos hablaban tanto o almenos eso suponía.

 

Confesaré que muy en el fondo estaba realmente feliz por ser el único que conocía las fortalezas y debilidades de Alba-chan, el único que verdaderamente lo conocía pero por otra parte me mataba la incertidumbre de que si Albafica sentía lo mismo que yo o no. Estaba seguro de que algo debía sentir pero no con exactitud si era amor o almenos la misma clase de sentimiento que yo albergaba en mi antes frío corazón. Harto de los constantes pensamientos decidí ser directo y preguntarle por lo que apresurado ingresé a la habitación donde me llevé una gran sorpresa: Alba-chan estaba de pie frente a mí, con una bata blanca que le daba un aspecto inocente, angelical aunque también provocativo. Su mirada era dulce, cargada de sentimientos y su rostro sonrojado lo hacía aún más hermoso y adorable de lo que ya era… sin duda alguna era una criatura dotada de una hermosura tanto física como espiritual. Sacudí mi cabeza como para despertar de mi ensoñación ante tanta belleza, caminé despacio y estaba justamente por preguntarle si es que me quería cuando sucedió algo completamente inesperado: Los labios de mi hermoso estaban sobre los míos, unidos en un tímido beso que me dejó asombrado a la par de feliz.  Tras separarnos, su rostro estaba aún más rojo y, sorprendentemente, el mío también; no sabía que me pasaba, quizás fuese el hecho de que había recibido un beso que estaba seguro no recibiría jamás, uno tan cargado de sentimientos puros, los más puros que jamás pude sentir.

 

-Albafica, yo…

 

-shhh… no digas nada… yo…-rojo hasta las orejas- quiero entregarme a ti!!

 

Aquellas palabras me tomaron por sorpresa pero estaba feliz, eso significaba que Albafica si sentía algo por mí.

 

-Lo siento Albafica. Yo no puedo hacer eso porque…-no termine de hablar porque uno de sus finos dedos fue a posarse sobre mis labios haciéndome callar.

 

-Por favor. Yo de verdad quiero ser tuyo y pertenecerte solamente a ti porque… te amo… te quiero… te metiste en mi frío y solitario corazón sin darme cuenta, me conoces y te conozco. Tú eres el único en el que yo confío y al único que amo!!-exclamó exaltado, con lágrimas en sus bellos ojos por haber hablado desde lo más profundo de su corazón.

 

Conmovido al extremo me acerqué aún más y lo tomé entre mis brazos, abrazándolo de la forma más delicada posible, consolándolo y transmitiéndole el gran amor que guardo solo por y para él.

 

-Yo también te amo, mi hermoso Albafica!!-lo dije, lo grité mientras tomaba con mi mano su quijada y le obligaba a levantar el rostro con el solo fin de volver a besarlo, de volver a probar el dulce néctar de sus labios.

 

Lo besé repetidas veces mientras lo tomaba delicadamente entre mis brazos para llevarlo lo más rápido que pude a la cama, donde lo dejé, bocarriba, con sus bellos ojos mirándome con inocente deseo, con su boquita entreabierta pidiéndome que lo besara, con el rostro sonrojado, con pequeñas lágrimas rodando por sus mejillas… en resumen… todo lo inocentemente provocativo que podía llegar a ser. Sin perder el tiempo me coloqué sobre él despacio, cuidadosamente, admirando al ser divino que iba a poseer. Con dulzura lo volví a besar, lamiendo sus labios con mi ansiosa lengua, pidiéndole silenciosamente que me dejar explorarlo. Luego de unos minutos al fin cedió, relajando su cuerpo, abrió su dulce boquita, permitiendo el paso de mi lengua que se dedicó a explorar toda su cavidad, encontrándome con la suya y uniéndonos en una danza sensual de lenguas al principio de forma tímida pero después de forma un poco más apasionada. Estuvimos así hasta que el aire nos faltó y tuvimos que separarnos. Tratando de recuperar el aire, esperé unos momentos antes de besarlo por última vez y dirigirme a su cuello donde paseé mi lengua con antojo, causándole cosquillas, provocando que se riera un poco.

 

-Me haces cosquillas!!

 

-shhh… tranquilo mi amor…-susurré.

 

Acto seguido seguí recorriendo su cuello, mordiéndolo ligeramente, dejando notables marcas. Dirigí mis traviesas manos hasta el nudo de su bata, desatándolo en menos de un segundo, abriendo dicha tela y dejándolo desnudo, completamente desnudo ante mis ojos. Lo observé detenidamente y noté como volteaba su rostro a un lado en un vano intento por ocultar su vergüenza más no le dejé porque volví a tomar sus labios entre los míos y, mientras me deleitaba con aquellos adictivos labios, mis manos empezaron a acariciar lentamente su torso, su pecho, disfrutando de la suavidad de su piel, deleitándome con el temblor involuntario de su inocente cuerpo, encontrando en mi camino dos pequeños botones rosa, los cuales acaricié y peñizqué delicadamente, provocando que se curvara excitado y soltara mi boca, gimiendo dulcemente, como una agradable melodía para mis oídos, la más hermosa de todas las que había escuchado a lo largo de mi vida.

 

Dejé su boca y seguí el camino desde su cuello hasta su torso, donde volví a tocar sus pequeños pezones pero esta vez con mi lengua ansiosa y caliente; los mordí, chupé y succioné con delicadeza, arrancando más de un gemido de la boca de mi hermoso, quien se retorcía provocativamente entre las sábanas. Viéndolo en ese estado decidí no torturarlo más por lo bajé más, mucho más, hacia el sur, encontrando su ombligo, donde jugué e introduje mi lengua varias veces, ensalivándolo, escuchándolo gemir y jadear con fuerza en espera de lo que haría a continuación. Cansado de jugar, bajé mi rostro a la altura de lo que realmente deseaba probar y eso era el dulce y excitado miembro de Albafica. Sin darle tiempo a nada, pasé en reiteradas ocasiones mi lengua, lamiendo como si de la más dulce paleta se tratase hasta que finalmente lo introduje todo en mi cavidad bucal, de una sola, probándolo casi de cuerpo entero, ocasionando que su espalda se curvara aún más por lo nuevo de la sensación y que sus manos se aferraran con tanta fuerza de la sábana que parecía que iba a romperla.

 

Continué haciéndole sexo oral, excitándome cada vez más con su inocente comportamiento pero un extraño sentimiento de nerviosismo me albergaba, cosa que nunca antes me había pasado y la única razón era que amaba a Albafica, esa era la única e irrefutable verdad. Siendo así, seguí moviendo mi lengua y brindándole el máximo placer que físicamente se podía sentir, transmitiéndole en cada succión mis sentimientos, mi gran amor hacia él. Cuando noté que estaba a punto de terminar me detuve solo para levantar la vista y observar la más clara mueca de placer que podía poner una persona de la cual era su primera vez.

 

-Albafica, estás seguro de querer continuar?? Porque si no quieres, yo me detendré. No quiero obligare a nada. Yo puedo esperar-Ni yo mismo podía creer o que estaba diciendo pero era verdad. No deseaba tomar su cuerpo en contra de su voluntad, no quería obligarlo, lo único que quería era que él, por voluntad propia, dijera que si estaba seguro de querer entregarme  mí su virginidad.

 

-Sí, estoy completamente seguro. Quiero ser tuyo Minos, quiero entregarme a ti en cuerpo y alma…

 

-Te amo Albafica…-dije al mismo tiempo que abría despacio sus piernas tan solo para dar con  aquel lugar tan recóndito, donde nadie jamás había posado sus manos: su estrecha entrada.  Una vez que la encontré, bajé mi rostro nuevamente, hasta ese sitio donde me puse a lamer su entrada rosadita, causándole aún más vergüenza a mi amado pero era inevitable puesto que deseaba prepararlo bien para que no sintiera ningún dolor al momento de hacerlo mío.

 

De a pocos introducía mi lengua, dejando una gran cantidad de saliva ahí, disfrutando de los corrientazos de placer que asaltaban el cuerpo de mi hermoso, disfrutando de escuchar jadear constantemente, del exquisito sabor que tenía su piel y sobre todo aquel lugar que pronto poseería.

 

-ahhh… Minos…-gimió mientras yo lamía tres de mis dedos.

 

Lentamente introduje un dedo en su virgen anillo, causándole dolor y aunque se quejó un poco me dejó continuar. Comencé a mover mi dígito en círculos dentro de su cálido interior hasta que se acostumbrara para poder introducir los dos dedos restantes… Sin darme cuenta ya había retirado mis dedos y estaba a punto de entrar cuando noté en su mirada una chispa de miedo, aquel maldito sentimiento que interrumpía su primera vez haciendo verdaderamente el amor.

 

-Albafica, si tienes miedo, aún me puedo detener…-susurré comprensivamente, dispuesto a esperar en caso de ser necesario.

 

-Es normal el que tenga miedo pero de verdad quiero que o hagas…-me respondió ocultando su mirada.

 

-Sabes, mejor hay que detenernos aquí pues con tu miedo, podría lastimarte y eso es lo que menos quiero…-dije después de besarlo. Estaba a punto de ponerme de pie cuando me detuvo cogiéndome de uno de mis brazos.

 

-No, por favor, no te vayas… no me dejes aquí solo… yo… TE AMO y si estoy nervioso es porque tengo miedo pero sé que tú nunca me lastimarás…-murmuró con la voz entrecortada, apunto de llorar. Sin poder contenerme lo abracé fuertemente, protegiéndolo de todo y de todos.

 

-Te amo Albafica. Confía en mí por favor. Jamás haría algo que te lastimara!!

 

-Yo también te amo…-me dijo mientras nuestros labios se volvían a unir en un cálido beso lleno de amor verdadero.

 

Tras separarnos, volví a acomodarme sobre él, en la misma posición en la que estábamos antes, me acomodé entre sus piernas y antes de penetrarlo, volví a recorrer todo su cuerpo con mis manos con la intención de relajarlo bajo mis caricias; cuando lo sentí más tranquilo, separé un poco más sus piernas, acerqué mi miembro a su intimidad y entonces, despacio, lentamente, entré en su cuerpo, deteniéndome de momentos hasta que se acostumbrara al grosor de mi entrepierna, excitándome al máximo por la calidez y estrechez provenientes de su cerrado y virgen anillo.

 

-ahhh…due-duele…-gimió apenas. Su rostro mostraba dolor y sus ojos presentaban lágrimas que rebeldes, caían por sus mejillas sin que su dueño pudiera controlarlas.

 

-Tranquilo… relájate…-dije tratando de tranquilizarlo, darle confianza para seguir.

 

Durante aproximadamente 5 minutos esperé pacientemente a que el momentáneo dolor desapareciera hasta que él mismo me dio la señal para que empiece a moverme y así, siguiendo sus órdenes, lo hice. Mi vaivén era lento al principio pero después era más y más fuerte. Entraba y salí con fuerza de su cuerpo y con cada arremetida le transmitía mi amor, con cada estocada quería pertenecerle por completo a él y hacerlo mío al mismo tiempo… *Nunca antes experimenté esto. Esta es sin duda la primera vez que NO tengo solo sexo sino que hago el amor…* fue lo último que pensé antes de terminar en su interior, marcándolo como mío, todo mío y solo mío.

 

El orgasmo nos dejó nublados, agotados, con el corazón latiendo a mil por ahora, con la espiración agitada que poco a poco fue tomando su curso habitual. Completamente relajados nos dejamos caer sobre la cama. Albafica estaba a mí costado así que y aproveché para abrazarlo y susurrarle un último TE AMO antes de que ambos cayéramos rendidos en los brazos de Morfeo…

 

En el averno…

-No sean ociosos y pónganse a jugar conmigo que estoy dispuesto a derrotarlos a todos!!-exclamaba Hades muy creído ya que venció a Pandora (la supuesta “diosa” de los videojuegos).

 

-Venga, Hades-sama, ya es hora de dormir que mañana tiene una reunión importantísima en los Elíseos-argumentó Aiacos.

 

-Sí, es verdad!!... además, nadie quiere jugar con usted si ya sabemos que es un experto que a todos pulveriza-dijo Lune con sorna.

 

-Eso no importa…-con rostro amenazante-… QUEL QUE NO QUIERA JUGAR CONMIGO LO MANDARÉ SIN REGRESO A YOMOTSU…jajajajajajajaja…-gritó Hades con una sonrisa maquiavélica.

 

En la casa de piscis…

Ya no podía seguir durmiendo. Me desperté a eso de las tres de la mañana y mientras veía a mi hermoso niño durmiendo plácidamente entre mis brazos, me preguntaba si es que alguien había notado mi ausencia pero, conociendo al señor Hades, lo más probable era que nunca se diera cuenta si su vida eran los videojuegos…Así que no había nada de que preocuparme, podría pasar el resto del tiempo antes de la guerra Santa con mi hermoso y, aunque sabía que cuando me viera como un espectro de Hades, me odiaría desde el fondo de su corazón por haberlo engañado, me dedicaría a disfrutar de su amor y compañía hasta que ese maléfico día llegase…

 

Y así fue como terminó mi travesía por casi todas las doce casas, donde no solo descubrí que el HORÓSCOPO SEXUAL en algunos había acertado y en otros no; sino que también encontré el verdadero amor…

 

Fin

 

Notas finales:

ojalá haya sido de su agrado.

cuidense mucho

nos leemos pronto.


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