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Hope in the Darkness por XiaoBambu

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Notas del fanfic:

¡Hola! Pues, este es mi primer fic, llevo ya un tiempo escribiéndolo, tendrá algunos capítulos, planeo que no se alargue mucho y espero que les guste. Me atreví a publicarlo por ciertas cosas que vi de similitudes entre la situación actual de Heechul y Hangeng con mi fic :P

Bueno, aquí lo dejo :)

Quizás eran las dos de la tarde en aquella ajetreada ciudad, quizás no, en realidad no se sabía. La lluvia constante que caía desde hacía un rato en Shanghái hacía que todo pareciera menos estresante, menos grande. Las nubes espesas que cubrían toda la urbe no permitían saber la hora exacta, uno bien podría haber estado acostado en su cama, disfrutando un chocolate caliente en aquellas circunstancias.

El ambiente era distinto, relajado y a su vez, raro, como raro era ver esa llovizna incansable en pleno mes de octubre. Eso pensaba el muchacho que estaba parado detrás de la ventana de aquel apartamento. Llevaba ahí perpetuado más de lo que se conoce como una hora y no podía dejar de ver lo hermosa que se veía la ciudad desde aquel 15vo piso, como si esa lluvia purificara la ciudad. Si bien no lo hacía con la ciudad, su corazón si sentía ese efecto.

Los ojos se le cristalizaron y miró hacia arriba, tratando de obligar a las lágrimas a no salir y como temiendo que alguien lo viera, triste, cosa imposible en aquel lugar que solo estaba ocupado por él. Miró hacia abajo de nuevo y entre la neblina y el cristal empañado pudo divisar lo que quería: el mar. A lo lejos ese inmenso océano le sonreía, como si estuviera jugando con la lluvia a ver quién lo hacía sentir mejor. Después de su imaginación volada, se dio la media vuelta y salió del apartamento. Ese lugar raro a comparación de todos los demás.

Los otros departamentos estaban habitados por gente de la alta sociedad, y cómo no, el lugar donde se situaba ese edificio estaba justo en medio del distrito financiero de la ciudad, el más importante de China y uno de los más importantes del mundo. Todos quienes "vivían" ahí eran fríos, apáticos, calculadores. No dirigían un "buenos días"  a menos que uno lo hiciera primero. Sus moradas pues, eran el fiel reflejo de ellos, sombríos, alejados, solos. Menos el de Él, ese apartamento podría constituir una llama entre los hielos perpetuos del ártico, era acogedor, si uno al mirar por las ventanas no se perdiera 300 metros hacia el vacío, bien podría pensar que esa era una casa en medio de un pueblito apacible. Pero no, ese era su departamento, ese que amaba y odiaba en igual medida desde que lo adquirió. Su madre le había dicho que lo apoyaría de cualquier forma, así fuera yéndose a vivir a Hong Kong, a Taiwan, a Japón, a América o incluso a Corea, "Ahora no estoy promocionando eso, Madre" cortó  el chico riendo al oír la última posibilidad. Su madre bien notó que había un dejo de nostalgia en aquella risa, pero no quiso indagar, le gustaba ver su hijo sonreír sinceramente cuando hablaba sobre temas que lo habían hecho sufrir en el pasado y ella no causaría lo contrario.

 El chico salió con los ojos un poco dolidos de tanto mirar al horizonte y se dirigió al ascensor, solo se topó con una mujer apresurada que se dirigía a un recodo del pasillo y quien ni siquiera notó la presencia de aquel, "¡Qué bueno!" pensó, a pesar de ser siempre amable, en aquel momento no quería pensar ni hacer algo que lo alejara de los sentimientos que le acababan de aflorar unos momentos antes.

Ese día, ese nebuloso, frío y diferente día se cumplían dos años desde que lo vio por primera vez después de casi cuatro años de separación. No era de las personas que recordaran fechas con esmero, pero por alguna razón había momentos que hacían acto de presencia en el momento exacto para conmemorarlos, y aquello, justo aquel encuentro era uno de esos recuerdos. Y también representaba una de esas excepciones bellas, uno de esos momentos que los humanos jamás quieren olvidar, porque  había visto a esa persona después de haberla extrañado tanto, después de haber sufrido y vivido sin él y eso le llenaba de alegría el alma.

Cuando tomó aquella (para algunos) intempestiva decisión, él ya llevaba tiempo pensando, reflexionando, sabía que sería algo que tal vez en todo su vida lamentaría y aplaudiría en la misma medida pero también se había prometido no herirse ni lastimarse más por cosas que no le correspondieran y definitivamente permanecer y continuar con aquello era una de esas cosas.

Pero no sabía ni había pensado que alejarse también causaría heridas en su corazón. Sabía que sufriría, sí, que añoraría esos tiempos estar con sus amigos, sus hermanos, se preparaba para ello, pero el modo en que aquello lo golpeó fue más de lo que él se había imaginado.

Tan inmerso estaba en las lagunas de sus pensamientos que no se dio cuenta cuando la puerta del ascensor se abrió y un joven muy entusiasmado lo saludaba:

- ¡Señor Han! Que gusto encontrarlo ya aquí, me enviaron a buscarlo porque se adelantó la reunión. ¡Comienza en 30 minutos!

Todo aquello fue mucha información para un ensimismado joven Han. Sí, joven, el otro chico le llamaba con demasiado respeto (para su gusto) pues apenas era un par de años menor que él.

-¿Qué dices André?- preguntó todavía con voz alejada de la realidad

- Que su reunión comienza en 30 minutos, bueno en realidad menos ya que llevamos un rato aquí  hab...

- ¡¿QUÉ?! - eso fue más exagerado de lo que normalmente era exagerado para su  actitud - ¿Que la junta qué? - tomó a su mensajero arrastrándolo dentro del ascensor y apretando los botones con furia como si eso automáticamente hiciera que el elevador llegara al 1er piso.

- Que la junta se adelantó, ya llegaron las personas de la SM, son dos y se les ve un poco impacientes.

- Yo había pensado en dar una vuelta por el muelle antes de la reunión - dijo con una pizca de tristeza en la voz, para luego cambiar completamente de actitud - ¿Impacientes, esperando, temprano y sin previo aviso? ¿quién carajos se creen?

En realidad Han Geng no era muy adepto a maldecir, solo lo hacía cuando estaba muy molesto o estresado.

- Uno dijo que está impaciente por verlo

Un 'Mmmmh' emanó de las entrañas del mayor. Con pesadez y abrumado buscó sin un objetivo en específico las instrucciones de seguridad del ascensor. Pareciera que se estaba arrepintiendo de haber aceptado ese encuentro. Ya sabía que iría a encontrarse con las personas con quienes antes nacieron asperezas, si bien los problemas que había tenido no fueron con todos sino con una reducida minoría, ese tipo de 'situaciones' dejan marca en ambos lados del barco y los prejuicios y malentendidos nunca faltan, se quedan ahí, la mayoría de las veces para siempre. "Será algo incomodo" dijo para sus adentros después de haber finalizado la llamada en la que le habían hecho el ofrecimiento de la reunión.

"Tiing", el ascensor abrió sus puertas y ambos chicos salieron hechos una bala. El lugar a donde iban quedaba a unas 4 cuadras de ahí. Era un restaurant al que asistían casi siempre ejecutivos a realizar transacciones, cerrar tratos multimillonarios o llevar a cabo juntas transnacionales. Él asistía a menudo ahí, casi siempre que tenía tiempo y se encontraba en la ciudad, asistía ahí para alejarse un poco del veloz ritmo de la ciudad y de su vida, además de que los dueños eran extremadamente amables y buenos con él. Era una pareja de edad adulta que tenían una hija hermosa que a veces se encontraba ahí y platicaba con él sobre las cosas del mundo. Ya estaba encariñado con ellos de una manera difícil de deshacer.

Mientras caminaba rápidamente por la calle al lado de André, solo pensó en que al final de la reunión tomaría una cerveza fría y olvidaría todo lo que ingenuamente le podría llegar a suceder. Todo lo que había acontecido en ese pequeño lapso de tiempo había alejado de su pensamiento lo que le había sucedido más temprano en el apartamento.

Llegaron al lugar apresuradamente, él pasaba la mirada entre mesas llenas de gente, apenas dirigía su mirada al recibidor buscando al dueño para saludarlo cuando alguien, conocido y recordado de hace mucho tiempo le perturbó la mirada y el sentido del oído con su aparición repentina frente a él.

- ¡¡HANNIE!! - un grito con voz quebrada pero firme retumbó en aquel comedor haciendo que la gente se paralizase y observara la escena expectante - ¡Que felicidad volver a verte!

El joven abrazó al mencionado con una fuerza inconmensurable. Como si el mundo se fuera a terminar después de aquello.

 

Notas finales:

A quien lo lea, muchas gracias. Espero sus comentarios, críticas, etc. :P

Ya está listo el siguiente capítulo o/

 


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