EL REENCUENTRO
Adoraba a su novio, la manera en que se desenvolvía entre la comunidad mágica luego de todo lo ocurrido, la forma en que superaba todo estoicamente, inclusive cuando le lanzaba aquellas miradas amenazadoras cuando le creía capaz de engañarlo, todo en él era perfecto ante sus ojos y por eso, por eso no se explicaba cómo podía caer irremediablemente ante aquellas dos personas como si de un niño pequeño se tratara.
Sabía bien que su relación jamás habría sido aceptada por esos dos en otras circunstancias por lo cual agradecía a Merlín por esa segunda oportunidad que se les había dado al reencontrarse después de años de no estar en contacto, con excepción claro de acérrimas miradas furtivas con fingido odio, por lo menos de parte suya porque en el fondo, aun negándoselo, él lo sabía, sabía que no podía vivir sin él o al menos no sin verlo al menos una vez por semana.
-No estoy seguro-
-Vamos amor, será como siempre y será perfecto- le dijo acariciando su rostro.
-No lo sé, sabes cómo son ellos y si…-
-Draco- le llamo sujetando su rostro con ambas manos -no tienes por qué temer, son solo tus padres-
-Es por eso- respondio el otro notoriamente nervioso -Y sé cómo reaccionaran cuando nos vean-
-Va, estupideces, además yo estaré a tu lado para apoyarte- dijo tomándole de la mano y dirigiéndose hacia la entrada de Winchester.
La fiesta aún no estaba en su apogeo y tal parecía ellos eran los primeros en llegar para horror o tranquilidad de su pareja que ya no sabía cómo actuar.
Detestaba lo pomposo que eran los padres de este pero no podía negar que los entremeses estaban deliciosos por lo cual se moría por probar el plato principal, pues era bien sabido que los manjares servidos por los aristocráticos pura sangre eran los mejores de Inglaterra mágica.
Estaba ensimismado mirando ciertos cuadros a su paso cuando sintió un apretón en su mano, Draco, sin darse cuenta lo había hecho, llevándoselo consigo hasta cierto cuarto que el reconoció como un despacho.
-Sabes, la puerta no se abrirá por arte de magia- le dijo con la esperanza de que la abriera o retrocedieran para regresar a tomar uno de esos ricos entre meses del salón principal.
-Ellos…ellos están aquí- susurro el rubio sin despegar la vista de aquella puerta.
-¿Cómo lo sabes?-
-Los siento… ¿tú no?- pregunto el rubio ignorando que su pareja solo miraba sobre su hombro.
-A decir verdad, no-
-¿Crees que se molesten si entro?-
Y ahí estaba la pregunta que había estado esperando desde que llegaron a ese lugar y la respuesta que obviamente le daría a su pareja.
-Eso no tiene importancia, ¿quieres hacerlo tú?-
Su rubio bajo la cabeza de forma derrotada y se molestó por eso, porque su Draco no se dejaba vencer tan fácilmente, su Draco era altanero, orgulloso y un maldito hijo de puta y por eso lo amaba.
-¿Qué haces?- pregunto arqueando una ceja blanquecina.
-Pues ayudarte a terminar con esto- respondio el moreno tomando el picaporte de la gran puerta frente a ellos sintiendo casi al instante una mano sobre la suya.
-Lo haremos juntos…como la pareja que somos- enfatizo el rubio intentando de sonreírle sin éxito por el miedo tangible que sentía ante la perspectiva de verse nuevamente con sus padres.
La puerta chirrió un poco como si hace mucho nadie pasara por ella dejando ver una estela de polvo a su alrededor llamando la atención más de Harry que del mismísimo Draco que caminaba despacio por el gran estudio mirando con anhelo cada rincón de este hasta que su mirada quedo clavada sobre dos personas que bebían él te plácidamente hasta que les vieron.
El sonido de la fina porcelana haciéndose añicos en el suelo retumbo en el cuarto provocando un eco horrible para sus oídos y alarmando de sobre manera a todos los presentes.
-Dra…co- tartamudeo su madre que apenas se levantó de su asiento cayo de rodillas ante este -Es…es…-
-Ma…ma…dre- respondio con un nudo en la garganta el rubio avanzando despacio hacia ellos hasta que escucho un grito por parte de su padre que cojeaba con dificultada hasta donde se encontraba su varita.
-¡Cissy toma tu varita, tómala!-
-Pero es…es Draco-
-¡El ya no es nuestro hijo!- grito con repudio el aristocrático hombre provocando la ira de Harry que solo freno el impulso de golpearlo por el hombre que amaba y agarraba en esos momentos su brazo.
-No tiene por qué ser tan duro- escupió Harry de la misma forma que lo hacia su adorado novio cuando se molestaba con uno de sus amigos.
-¡Maldito mestizo, esto es tu culpa, todo esto es tu culpa!- gritaba el hombre que arrastraba su pierna lisiada sobre la alfombra para llegar hasta su lujoso escritorio.
-Mama…soy yo…madre-
-¡No te le acerques!- gritaba su padre en medio de insultos que el ignoro por completo porque en esos momentos lo único que ocupaba su mente era aquella mujer que le diera la vida y que incitada por el veneno de su esposo ya levantaba su varita temblorosa en su contra -¡Cissy por Merlín y todos nuestros ancestros lánzale un difindo! ¡Lánzaselo, hazlo, hazlo antes de que sea tarde hazlo!- gritaba desesperado el hombre más pálido de lo que alguna vez lo recordara el mismo Harry y que ya alejado de su amado rubio se lamia los labios.
-Es…es Draco- gemía la mujer entrando en pánico -es…mi bebe…¡Es mi bebe Lucius!, ¡mi bebe!- chillaba despavorida la pobre al ver la sangre de su sangre a solo un par de pasos de ella.
-¡No te le acerques más engendro!- vocifero alcanzando al fin su varita el mago y apuntándola en su contra para lanzarle la primera maldición que se le venía a la mente arrojándolo lejos de la mujer que amaba para rematar aquella infame acción con otra maldición que le haría desaparecer de la faz de la tierra -¡Bombarda!-
-¡Nooooooooooooo!- grito la mujer interponiéndose entre la maldición y su hijo que por pura suerte no termino dándole cuando Harry cayó sobre Lucius arrancándole la varita de un mordisco, mientras el hombre chillaba de dolor ante la horrible escena que presenciaban sus ojos.
-¡Déjala, déjala!- suplicaba al ver como su hijo se ponía de pie solo para acercarse a su madre con aquella expresión que nada bueno auguraba -¡Maldito seas, déjala!- suplico casi desgarrando su garganta y arrancándole uno peor al sentir como le era desgarrada parte de esta por unos feroces dientes que eran acompañados por una macabra mirada Avada Kadabra.
Sabía que aquello no había sido fácil para su novio, no como cuando fueron a visitar a los Wesley o como cuando Neville les abrió las puertas de su hogar o inclusive cuando le invito a pasar una agradable noche en compañía de una atolondrada tía Petunia que no creía lo que veían sus asquerosos ojos, más aun asi, jamás se imaginó que todo aquello lo dejara sin apetito alguno, sobre todo cuando tenían tan grandioso festín ante sus ojos luego de días sin tener algo digno para saborear solo para ellos dos.
-Draco-
Nada, su novio estaba absorto ante el cuerpo que yacía sobre la alfombra.
-Amor, tienes que comer algo- pero el parecía no escucharle y continuaba con la mirada perdida sobre aquella mujer que le diera la vida -Draco ni te imaginas cuan delicioso esta esto-
-No hables con la boca llena- soltó el rubio algo molesto por la falta de educación de su novio -es de mala educación, ¿Acaso no lo sabes?- dijo viendo por el rabillo del ojo como el moreno sonreía ante sus regaños.
-Perdón amor, no volverá a ocurrir- le respondio dándole un buen mordico a su porción de carne.
Draco negó con la cabeza al ver eso, dándose por vencido, pues Harry siempre seria Harry y no había nada que hacer al respecto.
Harry vio satisfecho como su novio se acercaba hasta donde se encontraba, arrodillándose a su lado para sostener parte del botín entre sus manos y darle un mordisco cuidadoso, recordándole una vez más lo siútico que era al probar cualquier tipo de bocado, aun si este era la desagradable cara de Lucius Malfoy.
FIN.