Lo primero que notas cuando despiertas es el sabor a whiskey rancio en la boca y el palpito en tu cabeza, te duelen los músculos que se rozan contra la sabana, estas desnudo bajo ellas y eso te hace recordar.
Tiene 31 años y acabas de follar con tu hermano, bueno no sabes si follar es exactamente la palabra porque no ha habido penetración, el recuerdo es borroso pero estas seguro que hubo besos ansiosos y un climax turbio, así que puede llamarse follar con tu hermano.
Ese hermano que te ha cuidado desde que tenías 6 meses de edad y tu mamá fue asesinada en el techo de tu habitación. El mismo que fingía que habia comido cuando no quedaba nada y te daba los últimos restos de lucky charms, el mismo que te enseño a atarte los zapatos y a escribir tu nombre porque tu papá estaba muy ocupado aprendiendo todo sobre la cacería.
El mismo hermano que has deseado desde que tenías 15 pero por el que saliste corriendo en cuanto tuviste oportunidad porque a lo mejor tu lo veías a él, pero sabes que el no te veía a ti, al menos no así. No con el deseo y la desesperación de querer ser el único para él.
Y eso te lleva a un pensamiento aterrador ¿Quién lo inicio? Acaso tu, seguramente y el no se negó, porque nunca te ha podido negar nada cuando insistes demasiado. Porque tiene una maldita compulsión por velar por ti, por hacer lo que le pidas. Y entonces sientes que pierdes el aliento y la sangre se te congela.
Porque Dean simplemente no sabe decirte que no y siempre cede aunque le cueste la vida y la cordura.
De pronto sientes el nudo en la garganta y los ojos aguados, y sabes que Dean tiene razón cuando decía que eras una nena (en los viejos buenos tiempos).
Pero duele pensar que lo has podido forzar de alguna forma, porque sabes que nunca ha sido reciproco, que incluso en sus mejores épocas juntos su lazo no ha pasado de amor fraternal, irracional hasta lo suicida tal vez, pero nunca más que fraternal.
Entonces tocan a la puerta y aprietas los ojos, que no has abierto, sientes que una lagrima se desliza, porque ahí esta la razón, o una de las razones por las que sabes que en realidad ha sido un error y tu culpa.
Por que quien toca a la puerta es Castiel, el jodido angel, corrección ex angel del Señor, que saco a Dean del infierno, que hace que su sonrisa aparezca , que lo sana en más de una forma, a quien Dean escogió como hermano, y probablemente como algo más. El que es para tu hermano lo que nunca serás tu.
Y si, no puedes evitar el sabor amargo de tu boca.
Tocan de nuevo, Dean se remueve y entras en pánico. Tienes que salir de ahí y solo hay un lugar al que huir, no es como si fuera posible evitar la situación incomoda pero puedes fingir, fingir que nada ha pasado. Si llegas a la ducha entonces podras cerrar los ojos, ahogar el recuerdo y será uno de esos temas de los que nunca hablaran.
Abres lo ojos y sin detenerte te pones de pie, tomas tus bóxers pero sigues de frente. Oyes que Dean se mueve de nuevo, pero cierras la puerta antes de tener que enfrentarlo. Parpadeas frente al espejo alejando las lagrimas y abres la ducha para no escuchar los murmullos de afuera.
Esperas que cuando salgas Dean se habrá ido a hacer el desayuno con Castiel. Una costumbre que han adoptado desde que el angel dejo de serlo y se volvió humano. Una rutina de ellos, porque tu eres un inútil en la cocina, por eso y no porque duela verlos, es que siempre bajas tarde, mucho, para llegar y no encontrar a nadie. O bien te dirigues directamente a la biblioteca porque no tienes hambre.
Y sacudes la cabeza, por eso sabes que solo ha sido un error y te dispones a enterrar el recuerdo lo más profundo que puedas, convencerte a ti mismo de que ha sido otro sueño, mandarlo al archivo de “temas tabu” que nunca se tocan.
Solo te queda una resaca y bilis en la boca, atas el recuerdo y lo hundes muy profundo en tu memoria mientras enjuagas tu cabello.
Te quedas un rato, el suficiente para que se enfrie el agua y tu piel se haya arrugado. Cierras la llave. Te envuelves en una toalla y te paras tras la puerta. No escuchas sonido, respiras profundo y abres la puerta. No hay nadie.
No sabes si eso te alivia o te rompe el corazón, un poco de ambos.
Tomas tu ropa, te vistes rápidamente y sales del cuarto cruzas el pasillo hacia el tuyo y cierras la puerta.
Tienes 31 años y piensas que estas muy viejo para esto, para sentir vergüenza por haberte acostado con alguien, para huir de tu un sermón con tu hermano. Piensas en una vida donde pudo ser diferente, tal vez antes de que Dean fuera al infierno, antes de que tu cayeras en la caja.
Luego sacudes la cabeza, no tiene caso pensar en eso, después de todo solo ha sido un sueño.