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El Humo por PokeStand

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Notas del fanfic:

Antes que nada: no aseguro una continuación más allá del capítulo dos.

 

El texto del principio no me pertenece, es del último tomo de Death Note.

¿Vas a matarme?

¿Realmente piensas que está bien hacerlo?

Puede que sea justo que Kira sea arrestado... [...]

Pero...

El mundo todavía está podrido.

Todavía queda mucha gente podrida... que debe ser eliminada...

La gente aspira a la felicidad, todos tienen ese derecho.

¿Por qué un grupo de gente podrida tiene que arruinarlo todo así como así?

No es una casualidad.

Siempre va a ser así mientras exista gente podrida. [...]

El mundo ya había caído al punto más bajo posible... la gente estaba podrida...

La gente lo único que busca es la felicidad... pero si lastiman a los demás para obtenerla... ¿Merecen seguir viviendo realmente...?

El mal solo genera más mal, la gente maligna cada vez hace cosas más horrendas...

Los débiles se infectan de esa maldad y se pudren... llega un punto donde creen que eso esté bien...

La gente maligna y podrida...

Tiene que ser eliminada. [...]

Todos tienen derecho a ser felices, todos tienen que poder serlo.

Uno no puede obtener la felicidad embaucando, o usando la violencia, mucho menos asesinando... nadie tiene derecho de arruinar la felicidad del otro... Yo le mostré al mundo que tenían que considerarla felicidad de los demás y ayudar a que todos la consiguieran. [...]

El mundo está podrido... los gobiernos, la justicia, la educación... ¿Ya no queda nadie justo en este mundo?

¡¡Alguien tenía que hacer algo!!”

 

r13;Es como una película r13;Dijo el adolecente detrás suyor13; es tan emocionante como aterrador.

Se oyó un golpe seco y una exclamación sórdida. Probablemente alguien lo haya golpeado.

r13;¿Y eso por qué? r13;Se quejó.

r13;No podés pensar así...

r13;¿Por qué no?

Hubo un silencio en el cual el rubio se dedicó a tomar otro sorbo de café caliente y de mala calidad, a espaldas de aquellos dos jóvenes que discutían desde el punto en que la sociedad les inculcó la moral.

r13;Uh, nada. Mejor volvamos que ya deberíamos estar en el cole.

Lo siguiente fue ignorado por el Hernández. Terminó su café con la sensación de estar frecuentando demasiado los lugares de comida rápida que tanto odiaba. Es decir, el café que compraba en el chino a la vuelta de su casa sabía mejor. Agua de la alcantarilla sería probablemente más saludable.

Pero, necesitaba ese descanso, ese gustito entre dulce y amargo que le dejaba el café barato. Disfrutaba de los pocos ratos libres que tenía oyendo conversaciones ajenas de gente sin importancia. Enterarse de los problemas de los demás a veces podía ser divertido. Burlarse de ellos en silencio porque tu vida es mejor, suele subir el autoestima. Sin embargo, no era el caso del Hernández. Él sabía que compadecerse de las desgracias ajenas y compararlas con las suyas no lo haría mejor persona.

Arrugó el vaso de telgopor y lo dejó olvidado en la mesa mientras bajaba las escaleras del local. El cartel de abierto las 24 horas titiló sobre su cabeza al salir y respiró el aire fresco de un día totalmente rutinario. A paso lento, tomó el camino más largo hacia su trabajo, consiente que una de las avenidas estaría totalmente cortada.

Tal como lo predijo. ¡Cuatro patrulleros! ¡Increíble! Pensó que un simple crimen no llamaría tanto la atención. ¿Será porque siempre creyó que la policía es completamente inútil? Muchas veces se había preguntado por qué no había seguido una carrera periodística o policial si eso era su pasión.

Corrupción. Ésa era la respuesta. Odiaba demasiado ese accionar de las personas con poder y no quería ser víctima ni testigo de ningún caso de corrupción. Tampoco caer en ello, porque si era sincero consigo mismo, Hernández no es más ni menos que un ser humano común y corriente.

Como todo ser humano común y corriente, tiene sus secretos. ¿Qué haría una persona sin secretos? Morir de aburrimiento. La vanidad te obliga a ocultarlos, la curiosidad a descubrir los ajenos. La bondad a ayudar a quienes guardan secretos oscuros, la maldad a usarlos en su contra. ¿Qué sería del mundo sin secretos?

Cuando se alejó lo suficiente de la escena, de los policías, de la corrupción y la vanidad, la bondad y la maldad, a una distancia de dos o tres cuadras, sacó su celular. Fue directamente a internet, a su correo.

Asunto: (Sin asunto)

De: ElHumo@Hotmail.com

Para: M_Hernandez@Hotmail.com

Mensaje:

Pablo Zabala. Vendedor de bijouterie en la feria de la plaza de San Isidro junto a su novia. Muere el día viernes del día 21 del mes 12 del año 2012 a las 0.00 horas de la madrugada por asesinato. El caso no se resuelve. La novia, compañero de cuarto y ex novia son las sospechosas principales.

Ya lo había leído tantas veces... ese fue el primer mensaje. Luego vinieron los demás... Los mails le llegaban una hora antes de que los crímenes fueran cometidos y ni una vez habían tenido una sola predicción errada.

No le dio vueltas. Él sabía que no debía hacerlo.

Porque sabía perfectamente de donde provenían los mensajes aunque no tuviera ni una sola prueba para demostrarlo. Y muy dentro de él, le aterraba demostrarlo.

Guardó el aparato en el bolsillo. Ya no quería ver los mensajes, no necesitaba saber quién sería la próxima víctima. No quería tener la conciencia llena de voces que le gritaban que podía haber salvado a alguien. Él no podría haberlo hecho.

Sacudió la cabeza, intentando apartar esos pensamientos de su mente, encajonarlos bajo llave para que no pudieran ser encontrados.

Empujó la puerta del hospital, exhalando como si de un suspiro pudiera sacarse el peso que recaía sobre sus hombros.

r13;Hola, Martín r13;Saludó la secretaria con una sonrisa cansada cuando lo vió entrar al hospital.

r13;Hola, preciosa. Te ves radiante hoy... y todos los días también, pero hoy en especial. r13;Le guiña un ojo, agarrando unos papeles que tienen su nombre en letras grandes y colores aburridos.

r13;Ya empezaste... ¿Qué quieres?

r13;Que mala onda r13;Su tono fue el de un puchero, mas su expresión seguía siendo la misma, concentrada en las palabras que le indicaban qué tenía que hacer hoy y a qué pacientes debía operar. r13;Solo porque estoy de buen humor y se me dio por halagar a mi linda secretaria pensás que te voy a pedir algo. Eso es cruel...

La venezolana lo miró levantando una ceja, con cierto recelo.

r13;¿Y se puede saber por qué es que estas de tan buen humor? r13;Inquirió, ordenando su propio papeleo.

r13;Ya consiguieron suplente. En resumen; ¡Tengo mis vacaciones! Ja, yo creí que iban a tardar más...

r13;¿Vacaciones? ¿Te pediste una licencia por “estrés” solo para tener vacaciones? r13;Cuestionó casi indignada.

r13;Shh, que no se te escape... Es que sí estoy algo estresado... y trabajar en el hospital te da amigos doctores, y a veces cuando te deben favores...

r13;¿Encima el certificado es falso?

r13;Bueno, no “falso”, pero tampoco sufro exactamente de estrés...

r13;Ay, Martín... r13;Negó con la cabeza, volviendo a lo suyo.r13; No tienes remedio...

r13;Bueno, ¿Qué operaciones tengo hoy? r13;Preguntó para sí mismo firmando el último de los papeles, dejando todo sobre el escritorio de la chica.

r13;Hoy hubo bastante movimiento en el hospital. No te he dicho, ¡Trasladaron el cuerpo de un crimen para aquí! Así que, suertudo, hoy sí que es tu día. Todo el personal está ocupadísimo en la autopcia, hay puros médicos forences dándo vueltas... r13;Le contestó ella, contándole.

r13;¿El que se murió acá a la vuelta? r13;Inquirió.

r13;Sí, el mismo. ¿Cómo sabias? r13;María levantó la cabeza con desinterés.

r13;Está cortada toda la avenida... tuve que dar toda la vuelta para llegar r13;Le explicó.r13; Che, pero espués hablamos, ¿Dale? Tengo que irme.

r13;Claro, que tengas un buen día r13;Le dijo formalmente, ya que le daba lo mismo.

 

r13;Damos por comenzada la reunión. r13;Habló el rubio en un español truncado. Su acento quedaba extraño mientras intentaba buscar las palabras correctas que no eran de su idioma natal. r13;Voy a ir directo al grano. Estamos tratando nada más ni nada menos que con un asesino en serie. Ahora prosigamos al perfil psicológico que la señora Sánchez nos va a presentar.

Manuel levantó la mano tímidamente.

r13;Señor Gonzales, ¿Tiene algo que agregar? r13;Preguntó el inglés.

Manuel se aclaró la garganta. Sentía los ojos de todos clavados en él.

r13;Sí. Usted acaba de decir que se trata de un asesino en serie, pero en ningún momento nos ha dicho cual es la serie que está siguiendo...

r13;Es una serie que consta de dos partes. La primera, muy común, lo menos original que te puedas imaginar: asesinar solo “a los malos” r13;Explicó el Artigas, haciéndo el gesto de las comillas con sus dedos. r13;Bueno, pero la segunda parte... r13;Éste negó, sin adelantarle nada al nuevo.

El castaño asintió. Era suficiente de lo que necesitaba saber por ahora.

r13;Pero lo que tiene de particular r13;Añadió la psicóloga Sánchezr13; Es que se me ha complicado bastante poder deducir su perfil psicológico. Lo único en lo que pude pensar es que... llamémosle A, por asesino... lo único que pude sacar de la personalidad de A es que es muy obsesivo. Obsesivo en cómo no deja ni un solo rastro, ni una sola huella en la escena del crimen. Obsesivo con la limpieza, si se puede decir, ya que no hay una sola gota de sangre fuera de lugar. Las víctimas no tienen relación entre sí, ni siquiera en los crímenes que cometieron por los que A los asesinó. Hay probabilidades que A sea un asesino psicópata. Estoy segura que A es alguien con buena educación y buena formación académica, muy cultural, y sus crímenes quizás se deban a un deseo de venganza por algo que sucedió en su niñez o adolescencia. Si analizo bien cada caso, cada muerte por particular, puedo sacar de esto que él, cuando jóven, se sentía frustrado por ser más inteligente que los demás. Esto es común, ya que...

Manuel dejó de oírla. Nunca le gustaba saber la parte hipotética de la infancia de los asesinos, ya que rara vez tenían razón. En cambio, la descripción llegaba a ser más acertada, pero nunca certera.

r13;Eso es todo lo que pude deducir. r13;Concluyó ella.

Todos los presentes reflexionaron sobre el caso en silencio, cada uno sacando sus propias conclusiones. Manuel era probablemente el único que fingía estar pensando. Se llevó una mano al cabello, para acomodarlo, terminando por entretenerse tironeando mechoncitos del pelo, mostrando su nerviosismo.

No es que fuera inútil, pero él era el único que no tenía acceso a toda la información, ya que recién había llegado al país y ya le habían encomendado este caso, donde nadie sabía qué hacer ni por donde empezar.

r13;¡7 muertos y ni una sola pista! r13;Gruñó de repente el peruano, rompiendo el silencio.

r13;Lo sé, estamos en una situación complicada... r13;Aceptó el rubio inglés de cejas pronunciadas, tratando de hacerse cargo de la situación.

r13;Tú viniste aquí desde Inglaterra para resolver el caso, “uno de los mejores del Scotland Yard” dijeron cuando te mandaron, ¿Y? r13;La rabia se reflejó en sus ojos. Estaba realmente enojado.

r13;Señor Prado, le pido por favor que no mezcle su vida personal con el trabajo. Sabemos que Francisco Burgos Torres era un viejo amigo suyo y ya se comprobó que el hecho de que haya sido víctima fue por su relación con los traficantes y fue solo una casualidad que ustedes se conocieran...

r13;A mi no me importa. Casualidad o no, resolveré el caso y pondré bajo arresto a ese tipo “A”, como les gusta llamar a ese pedazo de mierda... r13;Casi exclamó, con voz áspera y las lágrimas escociéndole los ojos.

r13;Bueno, pero no va a servir de nada. Solo hará que lo releven del caso. r13;Escéptico y cansado, Kirkland se puso de pie, tratando de pensar si olvidaba algo para dar como finalizada la reunión.r13; Ah... r13;Recordór13; ¿Quién de ustedes irá a traer los datos de la autopsia?

r13;Iré yo r13;Se ofreció Sebastián, con ansias de salir de aquel cuarto cuya aura de tensión y malos augurios lo estaban aplastando. Era inmensa la desesperación que se podía transmitir. En su rostro se veía claramente como se estaba lamentando de nuevo por haber escogido esta carrera.

r13;Ve, trae los datos cuanto antes...

r13;Sí, tengo un contacto en el hospital. Me lo entregarán en seguida.

 

r13;¿Y?

Sebastián frunció la boca, encogiéndose de hombros. Luego, bebió un poco de su té con leche.

r13;Nada. Seguimos en la misma.

r13;Ah... ¿La autopsia no dijo nada?

r13;Nada... ya me pudrí de hablar de trabajo... contame vos, ¿Cómo andás? Últimamente por el trabajo no tengo mucho tiempo libre para vernos...

r13;Sos vos el boludo que no se cruza a verme r13;Forzó una sonrisa. Por jebús, vivían en frente. Ignoró aquel detalle, contestando la pregunta.r13; Yo estoy joya, algo cansado. ¿Viste que logré que me den unos días? Voy a boludear hasta hartarme y de paso quiero hacer un curso.

El argentino hizo una pausa, bebiendo su estúpido café. Odiaba el café de este lugar. El mismo lugar. Y aún así, seguía bebiéndolo con tanta frecuencia...

r13;¿Curso de qué?-r13;Preguntó el otro rubio, mirando por la ventana del segundo piso hacia la cuidad.

r13;Para hacer cirugías más complejas. Es como una maetría... Así me pagan más.

r13;Pero vos estás bien económicamente... Tenés suerte. Por ejemplo, Miguel vino desde Perú con unos compañeros para investigar el caso y uno de sus amigos fue víctima. Como vino para acá no tiene mucha plata... y Manuel, el chileno, es nuevo y no tiene un peso el pobrecito...

r13;Qué mala leche lo del peruano. Y lo del otro también, supongo r13;Se había hecho el sorprendido, sabiendo de antemano quienes habían sido los asesinados. No hacía falta que su hermano se los nombrara para confirmar que ya no caminaban entre los vivos.

r13;El inglés me estresa mucho. Vino porque estaba en ese coso del Scotland Yard, como en las películas de... no sé, Sherlock Holmes... y como resolvió bastantes casos de crímenes lo mandaron para acá...

r13;Dijiste que no querías hablar de tu trabajo, boludo, y es lo que estás haciendo. r13;Le señaló Martín, terminándose el café.

r13;Cierto. Perdón, perdón... r13;El Artigas le sonrió con pesadumbre, desviando la mirada en seguida de los resplandecientes ojos verdes del contrario.

r13;Estás pálido. Andá a dormir a tu casa, estás hecho mierda.

r13;No puedo. Tengo que llevar el informe de la autopsia enseguida r13;Se puso de pie rápidamente. El tiempo pasaba volando cuando estaba con su querido hermano.r13; ¿Te acompaño al hospital?

r13;No, gracias. Me voy a quedar un rato más acá, todavía están con el tema del caso y hoy terminé rápido casi todo lo que me compete, así que...

r13;Ok. Me voy rapidísimo que me van a matar. r13;Se despidió, perdiéndose de vista entre las mesas de gente comiendo porquería, gente feliz sin preocupaciones.

Se quedó un rato más, observando desde la ventana el mundo como sí él no fuera parte de esa realidad. A través del vidrio, podía ver como historias se entrelazaban, como criminales morían y cómo criminales mismos los mataban. Todo era tan divertido como confuso. Y aterrador. Cómo había dicho ese pibe la última vez que escuchó una conversación ajena.

Un rato después, volvió al hospital, tomando de nuevo la ruta más larga para fijarse si la avenida seguía cortada.

No, no lo estaba.

Qué rápido se olvida la gente de los muertos.

Martín sacó su celular volviendo a revisar su correo. Ningún mensaje. Ya lo sabía.

Suspiró y deseó adelantar dos días, para poder tomarse sus preciadas vacaciones. Al menos le gustaba llamarle así, ya que no iba a descansar...

Cuando María le dijo con ese acento venezolano, que tanto adoraba, que se habían suspendido todos los turnos que no eran urgentes para darle importancia al cadáver que llegó esta mañana, el rubio casi salta de júbilo al enterarse de que tenía el resto del día libre.

Volvió a su casa, con la intención de echarse a dormir una siesta. Pero ni bien se sentó en su cama, algo le llamó la atención. Viejos libros de misterio y asesinatos.

Ja. Jaja. La realidad era más complicada. Solo los casos imperfectos se resuelven, y resulta que no son para nada interesantes. La historia que todo el mundo quiere saber es la del crímen perfecto, la cual nunca será contada, ya que de un crímen perfecto no se descubre al asesino, sino deja de ser perfecto. ¿Y quién contaría la historia de la investigación si el crímen es perfecto?

Un buen asesino es el que no asesina. Porque la muerte que comete pasa tan desapercibida que se siente como si jamás hubiese ocurrido.

No era el caso de A, como lo llama su hermano, o mejor dicho, el de El Humo. Él era el único que lo sabía, de eso estaba seguro.

¿Por qué El Humo? Se puso a pensar.

Porque mata... en algunas personas es más rápido, en otras no. El humo se ve de un color grisáceo, oscuro, hasta a veces negro, mas luego desaparece. ¿A eso quería referirse? Quizas. Además, el humo nace del fuego, el fuego destruye, quema, incendia... deja heridas.

¿Un pirómano psicópata, asesino en serie? Martín rió sin gracia.

No, él sabía que no era un pirómano.

Además, ninguna víctima había muerto incendiada...

Mmm... tampoco es psicópata. Aún. ¿O sí?

A, o El Humo, piensa en sí mismo como alguien que imparte la justicia, ¿No? No. No lo hace.

Martín se dejó caer de espaldas sobre su cama, sin pensar en el futuro. Tampoco en el caso. Después de todo, no era de incumbencia.

 

Una llamada lo despertó. Atendió adormecido, refregándose los ojos.

r13;¡Martín!r13; La voz de su hermano se oía desesperada. ¿Cuando no?

r13;¿Si?

r13;¿Me haces un favor urgente? ¡Urgente!

r13;Sí, sí r13;El argentino bostezó, refregándose los ojos. En realidad no le importaba.

r13;Me olvidé unos papeles arriba de la mesa del comedor de casa, ¿Podes ir a mi departamento y traérmelos? Es importantísimo.

r13;Pero...

r13;Confío en vos. Gracias.

Y cortó.

Sebastián Artigas realmente parecía desesperado, tanto que no le dejó otra alternativa.

No quiere ir. No quiere ser testigo, ni sospechoso, ni nada en realidad. Él no quiere participar de eso, quiere ser el inevitable espectador. Invisible espectador. El asesino lo había elegido a él para que hubiera un testigo, uno que eligiera hablar, intervenir, o no hacer absolutamente nada. Pero no era tan divertido quedarse callado, tenía sus consecuencias. Comenzaba a ponerse paranoico, tenía mucho miedo de que descubrieran los mensajes que le llegaban. ¿Y sí lo confundían con el asesino?

Él quería quedar afuera.

Resumiendo el tema, el argentino no quería tener contacto con el centro de investigación. Mantenerse al margen, como una de las ocho millones de personas en el mundo que pueden ser tanto como el asesino o víctima era una mejor idea.

Se mordió el labio con molestia, puesto que ya estaba cruzando al departamento de en frente donde vivía su hermano.

 

Bisveó desde un costado, asegurándose de que no hubiera mucha gente.

Todos estaban adentro en el, lo que supuso, cuartel. Bueno, no. Le gustaba llamarlo cuartel, como lo hacía su hermano, aunque fuera una mierda con ambiente asqueroso donde solo se pasaban informes de gente asesinada. Qué divertido. No pensaba meterse ahí.

De todas formas, avanzó hacia la entrada general y le preguntó a un chico si trabajaba con Artigas. El jóven, con carita aniñada y razgos duros pero infantiles, ladeó la cabeza como si no reconociera el apellido o simplemente fuera un idiota. Se inclinaba mayormente por lo segundo.

No importa. Puso su mejor cara de galán, usando su rostro bonito para conseguir lo que quería. Sólo porque era necesario.

r13;Err... sí, trabaja conmigo r13;Respondió finalmente.

Acento. Chileno. Boludo.

Esas son las tres palabras que se le cruzaron por la mente. Era tan solo un estudiante, que probablemente no supiera mucho de la vida. Ignorante en su inocencia, extranjero en un país muy diferente al de él a pesar de compartir un lado. Dudoso y nervioso. Martín lo analizó en seguida, sabiendo que no era el tipo de personalidad con la que se sentía a gusto para tener un amigo, o lo que sea.

No es como si tuviera muchos amigos.

No es como si quisiera tenerlos.

r13;Ah, bueno. ¿Serías tan amable de hacerme un favor? r13;Y sonriór13; ¿Le podrías llevar estos papeles a él? Tengo entendidos que son muy importantes...

El castaño bajó la vista a los papeles y exclamó un “ah, la autopsia”, antes de agarrarlos torpemente.

r13;Yo se los llevo, no te hagai problema.

r13;Muchas gracias...

r13;De nadar13;Auriculó el chileno, pero Martín ya se había marchado.

 

Manuel seguía con vista en la puerta y los papeles en la mano, aunque habían pasado diez minutos desde que el rubio se había ido.

Así que era el hermano de Sebastián Artigas. Cuando conoció a su compañero, pensó que su belleza no la encontraría en ningún lugar. No belleza en sí, sino la excentricidad, la elegancia de su ser, su inteligencia, la forma correcta de gesticular y de modular cada palabra pegaba a la perfección con sus hebras rubias pálidas y sus ojos color miel.

Ahora que había conocido a su hermano, todo eso era nada. No sabía nada de él, pero parecía tan inteligente como Artigas, y era incluso poseía una hermosura inigualable. Era hermoso. No tenía el cabello tan claro, lo que le daba vitalidad a su imágen, a pesar de que aparentaba ser algo mayor que el Artigas. Y sus ojos. Había quedado embelesado con sus ojos verdes. Había visto el infinito de un estallido entre colores.

Sí, Manuel no podía quitarse la poesía de la cabeza. Conformaba parte de su alma.

r13;¿Llegó mi hermano? r13;La voz apurada lo sacó del ensueño extraño que estaba teniendo. De hecho, casi lo asustó.

Apretó los papeles sin darse cuenta, antes de relajarse y entregárselos.

r13;Hum... r13;Le extendió la bolsa.r13; ¿Qué es?

r13;¿Cómo se llama tu hermano?

r13;Martín. ¿Por?

r13;Curiosidad. Se me olvidó preguntarle. Vamos.

Se dirigieron a la sala de reuniones por segunda vez en el día. No se sentía de ánimos para trabajar, mucho menos ahora que se sentía poético. Era como si esos ojos le hubieran abierto el flujo de inspiración, justo en el momento en que debía concentrarse en su trabajo.

Ahora se venía la parte tediosa, y en su opinión, algo complicada.

r13;Gonzales r13;Lo llamó Itzel, con unas hojas en la mano r13;Tú que eres el nuevo, ¿Ya viste alguna de las fotografías tomadas de las escenas del crimen?

r13;De éste no, pero si le preocupa que me pueda traumar o algo así, ¡Ya vi muchas de esas! Por algo me especialicé en este tema. Ya poh no creai que me sorprendo fácilmente.

r13;Mmm... eso se puede discutir.

Ella forzó una sonrisa, tan solo de compromiso. Lo invitó a sentarse a su lado, y Manuel se acomodó en la silla.

Le pasó la primera foto. A Manuel se le hirió el orgullo, porque luego delo que acababa de decir, le dieron nauseas.

r13;¿Mata a solo personas malas pero hace esto? r13;Preguntó sin poderlo creer realmente.

r13;Tampoco es el primero. Es lo que algunos asesinos podrían llamar “una obra de arte”. Pero sí, es como tú dices, si lo miras en retrospectiva, no tiene gran sentido...

r13;Lo mires por donde lo mires no tiene gran sentido r13;Contestó.

El cuerpo de quien había sido la primera víctima estaba desnudo. Su piel se exponía a la luz tenue que entraba por la ventana de ese 21/12/2012. En su cuerpo, perfectamente escrito, decía en inglés “Es sabido que los rubíes absorben el color y, lo expongas al color que lo expongas, va a seguir rojo. La sangre no. La sangre también suele ser negra.” Todo escrito en el cuerpo, con letra perfecta. ¿Con qué? No, con sangre sería muy común. Una hermosa caligrafía delataba que probablemente fue hecha con un cuchillo. La piel estaba rasgada con precisión alarmante, dejando a la vista el mensaje enrojecido que, a pesar de lo hinchado del cuerpo, se leía a la perfección. El mensaje comenzaba un centímetro, según el pie de foto, medido a regla, desde la clavícula, terminando a un centímetro del sexo, también a una distancia de un centímetro. Continuaba debajo, como si el cuerpo fuese una hoja con renglones. En ningún momento la letra variaba, estaba perfectamente calculado.

r13;¿Qué significa la frase? r13;Preguntó, dándole vueltas en la cabeza.

r13;No lo sabemos. Tenemos suposiciones pero, puede significarse cualquier cosa. Desde un acertijo hasta una frase que le gustó al asesino y quiso escribirla, darla a conocer. Es bien sabida la frase de los rubíes, pero ¡Ah! Me pone impotente no poder sacar nada de esto. Debes ver los demás, por más horrorosas que te parezcan.

r13;¿Hay más frases? r13;Inquirió, aceptando las otras seis fotos que le alcanzaban.

r13;No. El resto son... dibujos. Habilidosos dibujos.

r13;¿Sobre...?

Ella se estremeció. No obtuvo respuesta, mas pudo verlo enseguida con sus propios ojos. El de la segunda imagen correspondía a la siguiente muerte.

La creación. Eso lo supo en un santiamén. Un hombre y una mujer, una serpiente enrollada entre los pies de la pareja. Adán y Eva, dedujo. Manzanas los rodeaban, como si cayeran del cielo, como si lloviera la fruta prohibida. Todo dibujado con un objeto punzante y una mano experta en el pecho del cadáver. Lo curioso, y desagradable a la vez, era que cada manzana era puramentre roja. Debajo de la imagen indicaba que algunas manzanas eran apuñaladas, profundas heridas que luego fueron decoradas para parecerse a la fruta, mientras otras eran simples recortes de piel.

Dejó rápidamente esa foto y pasó a la siguiente.

Monstruos. Con dientes afilados y ojos saltones, un dibujo bastante infantil y hasta tenía un toque caricaturizado. Se asqueó, le daba verdadera impresión verlos ahí, dibujados. ¡Eran cuerpos, por amor de dios! La cabeza le daba vueltas.

Los mounstros se fundían los unos con los otros, sin muchas lineas que dividieran una criatura de la otra, lo que creaba una imagen abstracta de ojos mirones, garras desgarrantes y lo que parecían ser escamas.

La cuarta era completamente diferente. El cuerpo colgaba de una de las vigas del techo, como si se hubiese suicidado. El cuerpo tenía quemaduras, como si lo hubieran marcado con un cigarrillo, pero los círculos eran mucho más grandes. Por ahí habían usado algo parecido, quién lo supiera. A Manuel se le revolvió el estómago al ver el cuerpo tironeado desde el cuello en el aire, con tales quemaduras. Tal vez no estaba tan preparado para esto como presumió. Debajo de la foto, decía que los círculos tenían el mismo radio que los centímetros que los separaban unos de otros. ¡Maldito psicópata obsesivo!

La quinta tenía un dibujo de salvajes. Caníbales comiéndose animales. Algo parecido a partes de persona estaban desparramados por el resto del cuerpo, como si eso ya se los hubieran comido. Había algunas plantas, como si le delimitaran el dibujo en un cuadro grotesco.

Basta. Solo faltan dos fotos más, trató de darse aliento.

La sexta imagen era un hombre con corona, un hombre horrible y deformado con expresión asquerosamente macabra. No tenía ojos y sonreía de manera cínica. Manuel se estremeció. Qué asco. Y como si fuera poco, el cadáver tenía en su mano derecha una corona, y en la izquierda un bastón dorado.

La séptima, la última, se trataban de hombres uniformados pero de símbolos que no supo reconocer. Estaban en perfecta fila, extendiéndose por todo el pecho, estómago, llegándo a alcanzar una parte de los muslos. ¿Militantes, quizás? ¿Militares? ¿Un intento de representar nazis?

Las únicas mujeres que habían sido asesinadas eran la segunda y la quinta. El resto eran hombres.

r13;Traumatizante, ¿Eh? r13;Dijo su compañera.

r13;Bastante. Déjame pensar, esto tiene una relación...

r13;¿En serio? Yo ya tengo el cerebro tan quemado por el perfil psicológico que ya no quiero pensar. r13;Se quejó.

r13;Es la vida. Empieza por la creación y va pasando generaciones...

r13;Sí, de eso nos hemos dado cuenta, pero hay algunos que no sé que tienen que ver. La primera, la tercera y cuarta son un misterio. También la última. Dios, esto va a volverme loca.

r13;La cuarta creo que representa... la extinción. Sí, la extinción de los dinosaurios, que son esos monstruitos... con los meteoritos, ¿Puede que las quemaduras sean los meteoritos? ¿Entonces por qué Adán y Eva? Ellos son de la biblia, pero la teoría de los meteoritos es científica...r13;Razonó Manuel.

r13;Es... una idea interesante r13;Meditó ella, observando nuevamente las fotos.r13; Sí, puede que tengas razón con lo de las fotos tres y cuatro. Iré a planteárselo al resto. r13;Se puso de pie, suspirando, agotada.r13; ¿Qué chingados...? ¡Mira que hora es! Agh, debería estar en mi casa descansando, no aquí.

r13;Ve tú, yo les digo r13;Ofreció Manuel, fregándose los ojos.

r13;¿En serio? Ah, eres... ah, muchísimas gracias r13;Dijo ella, desapareciendo por la puerta, dejando el cansancio flotando por el aire como para quien quisiera suspirarlo.

No le alcanzó a decir de nada ya que la mexicana se había ido. ¿Era lento o todo el mundo estaba apurado?

También debes dormir, Manuel, se dijo al fregándose los ojos otra vez, con sueño. Pero primero lo primero; el trabajo.

 

Asunto: (Sin asunto)

De: ElHumo@Hotmail.com

Para: M_Hernandez@Hotmail.com

Mensaje:

Daniel de Irala. Político, en el senado, en la Capital. Muere el día martes del día 12 del mes de febrero del año 2013 a las 15.00 horas de la tarde por asesinato. El caso sigue abierto. No se resuelve. El ex novio es sospechoso. Martín Hernández lo sería, pero presenta una coartada.

Martín frunció el ceño. ¿Por qué tenía que ser su amigo? Sí, él sabía por qué.

Marcó el número que sabía de memoria rápidamente. Un tono. Dos tonos. Tres tonos. Varios tonos. Contestador. Llamó otra vez.

La inquietud no era nada comparada con la angustia que comenzó a sentir. Fue como una buena patada en el estómago. Se quedó sin aire por unos segundos al darse cuenta de lo que iba a ocurrir.

Llamó mil veces, hasta que alguien respondió.

r13;¿Hola?

r13;Soy yo, Martín.

r13;Ah, Tincho, ¿Cómo estás?

r13;Bien, bien. Te llamaba porque estoy preocupado.

r13;¿Por? r13;Se oía divertido, alegre.

r13;¿Cómo que por? Me quedé pensando en lo que me dijiste. No podés estafar a toda esa gente así como así saliendo impune, te puede pasar algo...

r13;Awww, ¿Estás preocupado por mi? Estaré bien. No es la primera vez que lo hago. Esta gente está acostumbrada a que los estafen y yo necesito el dinero. Sabes que mi madre está internada. No haría esto si no lo necesitara.

-No lo necesitás. Podés resolverlo de otra manera...

-Sí, lo necesito. También te necesito a vos. r13;Hizo una pausa, vacilandor13;. Vení esta noche. ¿Si?

r13;No puedo. Hemm... pero voy mañana, a saludarte. A la tarde. r13;Dijo triste, mirando el suelo.

Quizá si convencía a Daniel, el asesinato no se consumaría...

r13;Dale r13;Se oía feliz. Como siempre.r13; Te espero con mate y chipás.

r13;Sí.

Se despidieron y Martín se mordió el labio, gesto nervioso e infaltable en él. Si no podía evitar la muerte de su amigo, ¿Qué más podía hacer? Darle el gusto de ir a visitarlo, de sonreírle y darle falsas esperanzas. Sí, eso se oía prometedor.

Mentira.

Sonaba asqueroso.

Era terrible.

Apagó el velador con cierta nostalgia, recordando a los que ya no estaban y los que ya no iban a estar. Porque si no los recordaba, nadie lo haría.

La gente es muy hija de puta como para ir a un cementerio y poner rosas en todas las tumbas, pensando en la vida que cada individuo tuvo. A nadie le interesa.

Y a Martín tampoco.

Aunque, de vez en cuando, le gusta recordar a los muertos. Lo hace sentir vivo.

Pero nunca puede estar seguro durante cuánto tiempo lo estará.


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