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Beside you por vickytoya

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Notas del fanfic:

Segundo fanfic que escribo, no sé que vaya a pasar, me falta terminar la colección de One-shots de VIXX, pero éste es mi nuevo bebé, espero que les guste.

Notas del capitulo: Primer capítulo, no sé cada cuando actualice *se va a llorar a un rincón* pero espero que les guste y le den mucho amor.

Leo sacó el último cigarrillo y aventó la caja lejos.

Lo odiaba.

Sostuvo el objeto entre sus labios y lo encendió dejando correr ese único pensamiento por su cabeza.

La inundación de recuerdos era de esperarse cuando se encontraba de esa manera, cada vez que intentaba pensar en otra cosa, terminaba recordando el sonido de su voz o de su risa; la risa que le intoxicaba y le empujaba a ser una mejor persona. Suspiró maldiciendo, tenía que matarlo a pesar de haber sido su compañero de equipo por más de tres años.

¿Por qué él? Se preguntó mentalmente mientras estrellabas sin cuidado la parte trasera de su cabeza a la pared.

¿Por qué yo? Preguntó nuevamente mientras sus ojos se abnegaban en lágrimas.

Quería destrozarlo todo, matar a todos aquello que quisieran matarlo aunque él y tú fueran los únicos que quedaran al final.

Se levantó aplastando la colilla de cigarro que había consumido, deberías comprar más y drogarte hasta no poder reconocer a nadie para poder llevar a cabo la tarea. Deberías llegar un día sin que nadie lo supiera y atentar contra la vida de quién más querías (en caso de que pudieras hacerlo) y salir vivo para contarlo; después tendrías que comprar píldoras para dormir y un boleto de avión que con tus dotes de ladrón podrías cambiar al final.

Pero si no lo lograba tendría que ocultarlo y ser prudente para que nadie supiera que estaba a tu cargo, esperarías un año más (tiempo necesario para tramitar papeles falsos y poder encubrirlo), lo mandarías lejos y después de otro año dirías que cambio de localidad, darías una pista falsa tras otra con tal de que se olvidaran de  él. Cuando te cansaras regresarías y dirías que definitivamente lo has  perdido y lidiarías con sus estupideces otro año más antes de ir hacia él.

Ese eras tú, para tu desgracia ellos lo sabían.

Para su desgracia, solamente conocían una parte de ti.

Y a pesar de que le quedaba una tercera opción, se rehusabas a aceptarla. Sus palabras resonaron una a una en su cabeza otra vez “es él, o eres tú” y si supiera que jugaban limpio y que iban a dejarlo en paz una vez tú estuvieras muerto te habrías sacrificado solamente porque lo amabas. Pero no, sabías que los malditos, una vez tú estuvieras muerto irían tras él hasta darle fin a la existencia del menor.

—Los odio a todos—murmuró entre dientes viendo la sangre de resbalar por sus nudillos a borbotones. La lucha por querer sobrevivir le había hecho así y era más un bloque de hielo que una persona con sentimientos; hasta que llegó él.

Lo habían asignado a su división una vez llegó y habían dicho que era de los personajes más peligrosos que pudieras conocer, tú le viste de manera indiferente antes de asentir al jefe y le viste una vez más para saber qué tan cierto era lo que te habían dicho. El muchacho había sonreído de lado denotando seguridad, pero una vez salió el jefe el chico se había vuelto una masa de gelatina hasta que cayó al suelo con el rostro abnegado en lágrimas.

—Levántate—le habías dicho un par de veces antes de que sus ojos se fijaran en los tuyos y tú quedaras irremediablemente perdido en ellos—, vamos— habías intentado recordar su nombre, pero no habías podido hacerlo, así que decidiste inventarle un apodo. Después de todo tarde o temprano lo tendría—, vamos Ken.

Un brillo en sus ojos fue lo que captó en esa ocasión, ¿por qué Ken? Te había preguntado y tú habías contestado que era porque le recordabas a uno de los muñecos con los que jugaba tu hermana cuando era niña.

Realmente lo parecía, el cabello rubio y el cuerpo bien proporcionado, la actitud que gritaba un fuerte y claro “soy foráneo” aunque no lo fuera, le hacían parecer uno de esos muñecos. Aunque también estaban sus labios que te llamaban a besarlo y su singular nariz.

En fin, ese fue tu primer error.

El segundo fue alimentar a la fiera que se escondía en su interior.

Ken no era lo que parecía, eso era cierto, pero jamás pensaste que podría matar a sangre fría sin ni siquiera pararse a pensar sobre lo que había hecho, hasta que por las noches se deshacía en lágrimas entre tus brazos, llorando la muerte de aquella persona que había investigado semanas antes de cometer el asesinato.

Se encariñaba demasiado rápido y hacía que las demás personas confiaran en él de la misma manera. Justo como lo hizo contigo, el problema es que nunca tuvo que matarte.

Te preguntaste que haría y sonreíste al pensar que él simplemente te mataría; sin lamentos y sin dejar rastro. Probablemente le doliera cuando llegara a casa y no tuviera en quién acurrucarse y llorar sin cesar o probablemente su mente maestra también inventara un plan para dejarte vivo para después ir hacia a ti.

No. Decidiste. Él habría muerto por mí, porque era lo que siempre había querido.

Morir.

Algo te pareció sospechoso entonces, ellos sabían que Ken quería morir y por eso lo habían dejado con vida, ¿por qué ahora se les ocurría que tú lo mataras?  Gruñiste de impotencia y lanzaste otro puñetazo a la pared de loza que se extendía sobre ti, solamente ibas a cumplir sus sueños, ¿cuál era el lío si al final él quería morir?

Bueno, eso era sencillo. Tú lo querías y no podías matarlo de esa manera, no podías matarlo de ninguna manera aunque el monstro en su interior chillara y lo desgarrará hasta encontrar el consuelo en la sangre  derramada a su propia causa. Pero ya no lo querían, no lo querían porque tú lo habías cambiado, porque ese gran demonio escondido en su piel había sido calmado con tus ojos, tus manos y tus labios en alguna ocasión que estabas a punto de olvidar, pero que él siempre que llegabas a casa cansado y con las manos ensangrentadas te lo recordaba.

 Te recordaba el significado cada parte de tu piel para él a besos y tú lo recibías gustoso en tu regazo, a veces jalando su cabello, en otras ocasiones venerando con tus manos la gracia de su rostro. Era por eso que siempre había algo de él en ti, era por eso que no podías dejarlo ir tan fácilmente, era por eso que te negabas a poner una bala en su cabeza.

Te viste las manos y suspiraste al tiempo que decidías que era demasiado tarde, y que sería mejor ir a casa, a disfrutar de las pocas semanas que te daban de tiempo antes de tener que poner sus manos en su piel para hacerlo sufrir, en lugar de hacerlo gozar.

Esa noche serías tú el que se refugiara en su piel, el que llorara en su regazo y el que suplicara un perdón que probablemente jamás llegaría.

—Lo siento tanto Jaehwan—, le dijiste al viento sintiendo aún las lágrimas correr por tus mejillas.

Entraste al deportivo negro y lo arrancaste, pero no ibas al apartamento todavía, tenías que empezar tus planes para sacarlo con vida del embrollo antes de que fuera demasiado tarde. Antes de que vieras por casualidad alrededor y te dieras cuenta de que tu única opción era matarle y seguirle a la tumba, porque simplemente no podrías vivir sin él.

—Estridente—murmuró a través de la pequeña ventana donde muy apenas podía ver los ojos de la persona detrás de la puerta.

El muchacho se hizo a un lado antes de dejarte pasar—. Taekwoon—siseo viéndote de arriba abajo, como sopesando la posibilidad de que fuera el siguiente—, ¿qué te trae por estos rumbos?

—Necesito ayuda Ravi—suplicaste hasta con los ojos y el muchacho supo que iba en serio y que sería una misión completamente secreta.

— ¿Qué es lo que quieres? — Presionó mientras veías entrar a Hackyeon con un atuendo completamente negro.

—No eres bien recibido aquí Leo—, habló el moreno y Ravi le volteo a ver con odio.

—Deja que hable Hackyeon, y no le llames así.

El muchacho se sentó a su derecha cruzando los brazos y subiendo las piernas en la mesa que adornaba el lugar.

Ellos tenían una discoteca y siempre que les quedaba un sabor amargo después de alguna misión iban ahí para drogarse hasta que no quedara recuerdo alguno de lo sucedido.

—Necesito que falsifiques unos papeles… Yo quiero salvarlo.

— ¿Quién es, que sea tan importante para exponerte? —Preguntó el chico de cabellos blancos mientras que el pelirrojo posaba sus ojos en ti con curiosidad.

—Jaehwan—masculló sintiendo que en cualquier momento podía terminar llorando. Él, el cuadro perfecto de frialdad y dominio, seguramente sería un espectáculo verlo llorar.

Los ojos de Ravi se abrieron en demasiado, si hubiera sido otra persona habría aceptado sin chistar, pero se trataba de ese puto demonio asesino. Ese demonio que una vez estuviera muerto él, Ravi, no temería más por su hermana. Por otro lado, tenía que aceptar que desde que esos dos iban juntos a ese lugar siempre lo había visto amigable y le había parecido un buen chico.

Tenía que matar especialmente mujeres.

Ningún hombre muerto por su culpa, solamente miles de nombres de chicas.

Y eso… Eso hacía que lo quisiera ver muerto.

—Yo… Taekwoon, no creo poder hacerlo, lo siento.

—Por favor—. Suplicó una vez más y ésta vez fue Hackyeon quién asintió y tomó el lugar de Ravi.

A pesar de que los dos trabajan en ese lugar y tenían prácticamente las mismas funciones, Hackyeon era el maestro del engaño. Una vez que alguien estaba en sus manos, nadie podría encontrarlo ni aunque tuviera un rastreador.

—Yo lo haré, pero lo quiero fuera del país en cuando lo tengamos listo.

Al muchacho de cabellos negros no le quedó de otra más que asentir obedientemente.

—Y que te quede claro Taekwoon, esto no es gratis, así que tendrás que pagarme luego.

—Como sea líder—. Le contestó y él le sonrió de lado.

—Esa es la única razón por la que voy a ayudarte Taekwoon, que te quede claro. Nuestro pasado pronto quedará ahí, que es donde debe de estar, y tú serás un traidor al clan.

Pero eso no era cierto.

Hackyeon lo ayudaba debido al amor que vio en los ojos del muchacho al hablar sobre Ken. Su clara condición había sido para mantener a Ravi contento y a la hermana de éste segura.

Habían jurado proteger a sus familias alguna vez, y él no había podido proteger a la de Leo, por eso se había visto arrastrado a ayudarle. Se sentía en deuda, y él odiaba sentirse en deuda; otrora el chico de cabellos castaños y labios gruesos no se veía tan malo y se le notaba en los ojos que quería a Leo incluso más de lo que el aludido lo hacía.

— ¿Qué es lo que voy a deberte? —Le preguntó al líder y el muchacho se encogió de hombros dando media vuelta.

—No lo sé león, vuelve dentro de dos semanas por el pedido; tendrás que traerlo para hacerle el cambio de imagen también.

Asintió aunque no lo estuviera viendo.

Después bajó la vista hacia Ravi que lo veía estupefacto y le sonrío.

—No debes temerle, él no es una mala persona.

—Fíjate bien de quién estás hablando Taekwoon, él es el que mató a tu hermana.

Golpe bajo y había dolido. Había dolido porque era verdad.

—No importa lo que él haya hecho Ravi, que te quede claro que eso ya se lo perdoné hace tiempo, como Hackyeon te perdonó que no hayas hecho nada para salvar a su familia—. El veneno empezaba a correr por sus venas y estaba demasiado acostumbrado a canalizarlo y dar golpes peores.

Ravi alzó una ceja—se te olvida un pequeño detalle Taekwoon…

—Basta Ravi, no tiene sentido. Además nuestro león está enamorado, ¿cuándo lo habías visto enamorado?

Ravi volteo a ver a Taekwoon con el dolor en sus ojos.

—En dos semanas entonces, Hackyeon. Hasta luego Ravi, ojalá el dolor se nos pase pronto.

Le saludaste y saliste de ahí con la cabeza en alto, esperabas sentir angustia y furia, esperabas sentir desesperación y unas inmensas ganas de llorar, pero nada de eso estaba en tu cuerpo, todo se había ido disolviendo poco a poco en el tiempo que habías pasado dentro, haciendo una fórmula mágica para curar las heridas que habías encontrado haciéndole el amor a Jaehwan.

—Todo saldrá bien—le comentó a su auto antes de llevarlo hasta el apartamento que compartía con el muchacho al que, estaba más que seguro, salvarías.

“Día 1” escribiste en una libreta y luego pusiste la fecha del siguiente día.

“Tenemos tres semanas Jaehwan, te estoy dando un día más… Vamos a sobrevivir”. Pensó viendo la luz encendida del departamento.

Notas finales:

¿Y bien?, ¿qué les pareció? Espero que les haya gustado *sonríe*

Y si les gustó, ¿qué tal si me dejan un bello review de esos que dan ganas de escribir?

 

Victoria.


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