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Beside you por vickytoya

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Notas del capitulo:

Hemos llegado al final, a todas aquellas personas que lo leyeron (dejando o no dejando review), y me acompañaron a lo largo de éste camino empedrado que significó BY para mi.

Muchas gracias.

Este capítulo le da sentido a todo el fic.

2,807 palabras para ustedes hoy.

12, 737 para ustedes por siempre.

Disfruten.

Beside you

“Tal vez… Solamente tal vez tú no quieras cambiar la historia, porque no sabes lo que un final diferente pueda albergar.”

—Ann Vonskamp.

“—Taekwoon hyung—lo llama el pequeño, es solamente un par de años menor que él y las autoridades juran que sus padres están en investigaciones turbias. Eso no le importa demasiado, pues su vecino siempre se ha portado bien con él.

— ¿Qué pasa Jaehwan?

—Mamá dice que nos van a separar para siempre.

Los ojos aleonados del mayor recorren al castaño—, para siempre es solo cuestión de tiempo.

—Hyung, ¿cree que si nos encontramos cuando seamos grandes podamos reconocernos?

—Te reconocería aunque estuvieras desfigurado.

— ¡Ya! No estaré desfigurado—le riñe y el mayor sonríe revolviéndole el cabello.”

La semana fue un infierno, Ken cada vez tenía más ataques de histeria, terminaba rompiendo lo que encontrara a su alcance, había vuelto a drogarse y a fumar, bebía el alcohol que le pusieran en frente como si fuera agua; ni hablar del comportamiento, cada vez que Leo se acercaba con cautela o intentaba tocarle, se volteaba a verlo con mirada desdeñosa y le gruñía, porque al parecer era lo único que sabía hacer desde entonces.

Una noche. Piensa Leo y suspira a ver el reloj.

Solamente una noche más.

Su tortura es peor que la mía, aunque yo quiera rendirme, él ya está destrozado.

—Así que vas a matarlos a todos, ¿no es así? —pregunta viéndolo cargar el arma con el único cartucho que habían preparado. La mirada del castaño se posa desdeñosa en la de Leo y el otro asiente, acercándose a él—. Aunque ya no me quieras más, aunque ya no me reconozcas… debo decirte que te amo Jaehwan, te amo tanto que me habría encantado no haberte orillado a esto. Esta noche se acaba todo y que vas a matarme.

—Claro que voy a hacerlo—murmura guardándose la pistola en la funda de su pierna.

—A todos.

Asiente— a todos.

Pasa a su lado y le pone la mano en el hombro— no podrás hacerlo.

—No me retes, podría empezar contigo—. Sus ojos brillan, el otro suspira.

—Eso estaría perfecto, nos quitaríamos de problemas y tendrías más tiempo para matarlos.

El silencio los cubre lentamente y la herida de Leo se abre cuando esto sucede, antes el chico frente a él, el chico que amaba le llenaba los silencios y le mataba las penas, ahora le llena de silencios y le da las más grandes penas.

—Tus ojos han cambiado, tú has cambiado, no sé si los sueños que antes tenías hayan cambiado también, pero Ken, hoy es el último día que tengo para poder verte, para tocarte… Para amarte y lo desperdiciamos, desperdiciamos el tiempo que nos quedaba juntos, lo lanzamos por la borda para hacer un experimento que falló. No te pido mucho más que cuando vayas a matarme te acuerdes de quién soy—traga pesado—de quiénes fuimos, juntos.

Ken no contesta y Leo asiente con comprensión.

No Leo, lo lamento. Si yo recordara quienes fuimos nos mataría a ambos y yo quiero matarlos a todos, así me cueste el hecho de que te he olvidado.

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—Hoy es el día—murmura N viendo el reloj de pared, sus ojos están ausentes y un dolor le sube por el cuerpo, esos dos eran sus protegidos y no habían querido aceptar esa protección—, eres demasiado testarudo Ken—murmura—eso los va a matar a ambos.

—No hay mucho más qué hacer.

—Me hubiera gustado hacer algo para salvarlos.

—Basta N— murmura Ravi, ha tomado un lugar en los altos pilares que rodean su pequeña fortaleza, lleva una oz entre sus manos y lo único que le hace resaltar del oscuro ambiente es su blanco cabello cortado asimétricamente por el flequillo.

—No puedo estar tranquilo-contesta súbitamente, posando sus oscuros ojos sobre la negra figura—, tal vez habría sido mejor que lo mataras la primera vez que lo viste. Nos habríamos ahorrado el sufrimiento.

—Pero Leo me habría odiado, sabes que desde que lo vio por primera vez como rastreador sintió la atracción... Estaban destinados a ello; a caer uno por el otro.

—Y a morir a manos del otro también.

Los ojos de Ravi revolotean nerviosos por el lugar—, ¿por qué dices eso?

— ¿Los has visto? Los dos desaparecen al mismo tiempo.

Ravi suspira— ¿Y tú?, ¿vas a estar bien?

El mayor asiente.

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—Mentiras—murmura Hyuk cuando Hongbin le da las noticias.

— ¿Por qué dices eso?

—Cualquiera podría notar que esa información es falsa—elabora la respuesta con las palabras previamente escogidas. Aunque podría jurar que la voz en su interior las ha susurrado, como siempre lo hace.

Hongbin suspira acercándose al menor— te quiero—se atreve a conjurar, adornando el silencio con los ensortijados colores de su voz y de repente Hyuk no siente a los demonios enredándose en su cuerpo, tampoco la conocida oscuridad viajando por sus venas.

Lo ve con ojos grandes ante el descubrimiento y desea aferrarse a él, pero a la vez tiene miedo. Ese brusco miedo de hacerle daño.

—Yo… Hyung— su voz se ahoga junto con sus pensamientos, sus sentidos están a alerta; saca una de las dagas que carga en su pierna izquierda y hace que el mayor se ponga detrás de él. Hongbin nunca le había visto así, esa actitud defensiva del menor le estremece, ¿qué tal si siempre ha querido proteger a alguien que no necesita protección en absoluto?

Le ve lanzar el brillante objeto a la oscuridad envolvente, lo próximo que escucha es un desgarrador grito, el menor voltea a ver a Hongbin y luego suelta un gruñido antes de encaminarse por su arma. El mayor le sigue de cerca, esperando una explicación para lo que ha sucedido, sin embargo la pregunta no logra abandonar sus labios.

Pero ahí está, flotando en el ambiente, esperando por la respuesta. Una respuesta que llega con un murmuro ahogado y el menor jalándolo para que corra en la dirección contraria a sus pasos—, están aquí— explica sin dejar de correr— todo va a empezar ahora.

Paran cuando llegan a un almacén, el menor recorre el lugar con familiaridad—, ¿cómo…?

El menor lleva su dedo índice a sus labios, “no hables, ellos podrían encontrarnos”, los ojos están perdidos y su postura sigue siendo defensiva, ellos tienen su daga, ¿qué va a pasar si lo relacionan? Suspira y se deja caer en el piso cuando sus sentidos dejan de mandarle señales aleatorias de su entorno.

— ¿Quién eres? —Pregunta Hongbin con mesura.

El menor lo ve— soy Hyuk…

— ¿Qué eres? —Rectifica y ha dado en el blanco, puede ver el ceño del menor hundirse con preocupación.

—Soy la persona que vino a matarlos a todos.

— ¿A todos?

—A todos Hongbin… A todos hasta que llegue alguien más.

—Ellos… ¿Ellos están buscándote?, ¿por eso te reclutaron?

El menor niega con la cabeza— ellos aún no lo saben.

— ¿Vas a matarme también?

La pregunta queda suspendida en el aire, atosigando a los fantasmas del menor—hoy no…

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—No te olvides de ir con Hongbin.

Ravi asiente ajustándose el atuendo que le cubre hasta la nariz, debe ser tan silencioso y rápido como N le ha enseñado a ser desde que eran niños.

—Wonsik…

El menor voltea a verle en cuanto escucha el nombre salir de sus labios—. No vuelvas a llamarme así—, le reprocha y el moreno sonríe.

—Solo quería decirte que te amo—, se acerca al menor y le planta un beso en los labios, le agarra de la espalda como si no quisiera dejarlo ir pero termina alejándose lentamente. Ravi no ha podido reaccionar ante lo que ha sentido.

—Somos nosotros—murmura y el mayor asiente.

—Lo somos Ravi—. El menor asiente, el mayor le sonríe—, voy a proteger a Hongbin.

Cuando el menor cruza la puerta una figura se desprende de la oscuridad— Hyung…

—Lo sé, te estaba esperando—el moreno le da la espalda como una invitación muda a que siga sus pasos y al ingresar a la habitación iluminada bajo la tenue luz de la lámpara de keroseno las armas impuestas en las paredes brillan.

— ¿No vas a luchar?

—No tengo por qué hacerlo.

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Las grandes sombras se reúnen en la oscuridad ante el divertido pensamiento de Leo. Recuerda lo que le dijo a Ken la primera vez que estuvieron ahí.

“Hay sombras en la oscuridad.”

Recuerda la mirada y el comentario inteligente del menor: “no las subestimes, las sombras son reinas de los lugares más abismales, prefieren un buen lugar tenebroso que el lugar más luminoso de la tierra.”

Bueno, él solo quería ayudar. Sólo quería hacerlo más llevadero, que lástima sintió cuando escuchó el mordaz comentario.

—Hoy eres parte de las sombras—murmura Leo viendo hacia el frente.

Los trajes oscuros los proveen de una elegancia que no necesitan, pero si esa será la tela que les amortaje la prefieren sobre unos simples jeans, las botas de combate y la típica cazadora de cuero que usan para salir a trabajar, no es necesario ser rastreador para saber quién está al borde del barranco por el cual saldrán volando.

Ambos dan un paso al frente, los lustrosos zapatos centellean a pesar de la escasa luz.

“— ¿Te fijas en sus zapatos?

El menor asiente—, ¿qué quieren decir los zapatos?

—Es fácil saber quién de los dos se rindió por sus zapatos.”

Ésta vez ambos brillan y el líder los ve con la sonrisa escurrida como tinta pálida en su rostro.

“— ¿Por qué?

—Los que se rinden vienen de corrida sin importarles su aspecto, ¿qué más da si voy a morir? Prefiero vivir un poco más antes de ir al matadero.”

Se ponen uno frente a otro, los ojos de Leo están expectantes mientras los de Ken brillan con sed de sangre.

El menor acaricia la pistola con las yemas de sus desnudos dedos, la siente fría y dura, pero conoce sobre armas y sabe que en cuanto la accione se derretirá entre sus manos cual chocolate en pleno verano. Leo, por su parte, suelta un suspiro inaudible y desenfunda el revólver, utilizándolo para apuntar al pecho de su amante.

— ¿Por qué? —Pregunta el más joven encontrado entre las sombras.

— ¿Cuál fue su delito? —Formula el líder ésta vez.

—No encontrar la posición adecuada, vivir a base de mentiras en una relación que nunca debió existir. Nuestro delito fue ablandarnos el corazón y desear vivir en un mundo diferente—recita Leo con los ojos puestos aún en los destellos rojos de los orbes del menor.

—No importa ya—murmura Ken entre dientes— ese es el delito más estúpido que he escuchado en lo que llevo aquí.

— ¿Cuál fue tu delito Jaehwan?

Sonríe ladino, paseando la lengua entre sus labios con apariencia oscura—querer matarlos a todos—. La conmoción vive en forma de murmullos entre las filas.

—El único que terminará muerto eres tú.

Entonces Taekwoon se da valor, haciendo que su voz llegue a todos, resbale entre los resquicios de cada murmullo para que puedan saber su mensaje—voy a matarlo—comenta como si estuviera hablando del tiempo y el menor se voltea para divisarlo mejor.

¿Qué acaba de decir?

Lo que para Ken es la confusión más grande de su vida, para Leo fue la mejor opción, el arma sigue apuntando al menor y la mano de éste último tiembla al apuntar la suya hacia el mayor.

¿Qué fue lo que hice mal?

Ken nunca se ha sentido tan débil en su vida.

¿Por qué va a matarme?

Leo lo ve, hay confusión y dolor en los ojos chocolate del menor.

¿Por qué…?

—Porque te amo—murmura—porque he visto tu sufrimiento y tus ataques, y yo no quiero que vivas así, a cambio tú vas a matarme a mí, porque no puedo concebir la vida sin ti; porque desde que te vi por primera vez resolví que te quería a mi lado… Porque después de todo lo que hemos pasado estoy resuelto a morir así, porque morir a tu lado es la mejor opción que tengo en mi vida.

—Yo no quería esto—contesta el menor sintiendo la fragilidad circundar su cuerpo, le hace caer de rodillas ante la mirada de los demás, se dobla por el dolor y le da una mirada triste a Leo.

—No Jaehwan, no debes flaquear ahora—le habla con voz dura, sus ojos viajan rápidamente por la multitud que observa el espectáculo que los chicos ofrecen, deben dejar de hablar y empezar a actuar.

Ken levanta la vista, las lágrimas le invaden el rostro y Leo lo recuerda, es un vago recuerdo, pero está ahí. Es la segunda vez que ve llorar a Ken así, la tercera vez que ve la lluvia y el último suspiro de su existencia.

“—Yo nunca he usado un arma.

—Vas a aprender.”

La blanca mano del menor se aferra al arma, accionando el gatillo al mismo tiempo que el mayor, la mano guarda el calor producido por aferrar la pistola y en su memoria, el primer momento en pasar anunciando su fecha de caducidad consta de una lágrima brillante y solitaria adornando el rostro del mayor.

¿Por qué llora? Se pregunta una y otra vez en el tiempo que su corazón le da de más para vivir, bombeando la sangre que queda por su cuerpo, latiendo con más fuerza y rapidez, intentando seguir vivo. Detente ya, ¿no ves que todo es inútil? Él también está muerto… Yo lo maté…

“Cuando todo termine será como aferrar un chocolate derretido… Chocolate derretido, ese es el color de tus ojos.”

En el rostro pálido y casi sin vida de Leo se dibuja una sonrisa. Al menos fuiste tú por última vez, tal vez puedas recordar que yo te amé, toda la vida.

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El sólido estruendo de ambos disparos resuena por todo el lugar, Hyuk y Hongbin se sobresaltan al escucharlas antes de verse, en los ojos de uno se remueve el temor, mientras los otros brillan momentáneamente.

—Falta alguien más—comenta con voz ahogada Hyuk.

Entonces Ravi entra con paso lento al almacén, viendo con ojos grades a los otros dos, comprendiéndolo al instante.

—Deberías estar con él—murmura el menor, teme que si alza la voz alguien pueda escuchar más de la cuenta—, ¿por qué has seguido sus palabras?

—Hongbin…

—Hongbin está bien, lo estará por un tiempo.

—Hakyeon… ¿él está muerto ahora? —La desesperación lo apresa haciéndole la respiración pesada, no necesita una respuesta del niño al lado de Bin, porque lo sabe, lo sabe desde que entro en el almacén y los vio a los dos vivos, haciéndose compañía—. Lo odio—las palabras le resbalan con la misma facilidad de las lágrimas— prometió que no volvería a dejarme solo…

—No es tu tiempo—comenta Hyuk—no puedes morir aún, pero a él le queda un resquicio de vida, no podré mantenerlo mucho tiempo así que si quieres verlo por última vez debes irte ahora.

No necesita más palabras, los pasos silenciosos se funden con el ambiente y esa noche él forma parte de las sombras también. Un borrón blanco, un sueño negro; igual que la vida se debate con la muerte sobre cuál es más oscuro.

Sabe a dónde ir en cuanto llega al gato negro.

—No peleaste—le reclama, N voltea su cabeza hacia la voz del menor y sonríe con las fuerzas que le quedan.

—No tenía oportunidad de todas maneras. Ven Ravi—. Le pide y en cuanto está al lado del desvaído moreno, éste le acaricia la mejilla—. Lo siento—murmura.

—Eres un idiota Hakyeon.

—Pero siempre me amaste así.

—Y te sigo amando—murmura suavemente—, te amaré hasta que desaparezca igual que tú.

—Nos volveremos a encontrar.

—No quiero encontrarte si vas a volver a dejarme—la voz le sale contenida, las lágrimas no dejan de brotar de sus ojos y sus dedos trémulos y largos veneran los pocos momentos que le quedan de vida.

—Tienes que proteger a Hyuk… No iba a dejarte solo…

— ¿Cuándo lo supiste?

—Cuando Ken pisó el lugar para el maquillaje.

—Te amo—. No quiere perder más tiempo en charlas inútiles que él mismo ha creado.

—Yo también te amo—. El mayor sonríe y la vida se le va.

El menor se abraza al cuerpo sin vida llorando sobre él, sintiéndose tonto por no haberlo previsto antes, por no haber intentado salvarlo… Por no haber estado con él.

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—Ha terminado por hoy—el menor cae exhausto en los brazos de Hongbin e inconscientemente las lágrimas recorren su rostro también.

“La segunda vez que vi la lluvia, ésta nublaba sus ojos e invadía su rostro, tomando su palidez, convirtiéndola en poesía al encontrarse haciéndole el amor a su rostro.”

Notas finales:

Gracias por leerme.

Si han llorado al leerlo tanto como yo al escribirlo, les invito a que me dejen un review.

Pido perdón por todo lo que hice pasar a los personajes y a las personas que lo leyeron. Los largos periodos de espera impuestos por los sentimientos a los que no quería llegar, las muertes dolorosas que propicié en este final.

A pesar de todo, debo decir que el final hace que este fic valga la pena para mi.

Muchas gracias por llegar hasta aquí.

Los leeré/me leerán en otra ocasión.

Victoria.


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