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TATOO por PERLITHA

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Notas del fanfic:

Esta es una parodia al estilo de los tres chiflados. Los 3 chicos no representan a ningún personaje en particular, de hecho para escoger sus nombres metí en una pecera los nombres de mis personajes favoritos y los saque al azar.

Había una vez tres chicos que no tenían nada que hacer en todo el día más que cosplayarse.

Para evitar el aburrimiento daban rienda suelta a la alocada imaginación de sus cerebros quemados y construían negocios para atenderlos ellos mismo. Lo malo del asunto es que por lo general no tenían ni la más mínima noción de cómo trabajar dichos negocios.

-¿Y, que haremos esta semana?- pregunto Seishiro mientras engullía un plato enorme de tallarines.

-Me gustaría que hiciéramos algo creativo.- propuso Ryuichi mientras dibujaba garabatos con una crayola rosa sobre papel.

Ambos muchachos miraron a Li, que solía hacer de líder de su club de cosplay.

El muchacho mayor hizo trabajar sus arruinadas neuronas mientras Seishiro cogía una crayola roja del empaque de Ryuichi y desconsideradamente se puso a rayar las paredes.

-Bueno, ya que hoy tiene tantas ganas de dibujar hagamos eso.- dijo con total tranquilidad mientras le arrebataba la crayola a Seishiro y procedía a empujarla por su garganta como castigo al vandalismo por las paredes.

-¿Seremos pintores?- pregunto Ryuichi aplaudiendo con felicidad.

-No, quiero algo mas creativo.- respondió Li mientras seguía haciendo a Seishiro tragarse uno por uno los 64 crayones de la caja.

-¡Mejor aun! ¿Qué se te ocurre?- Ryuichi no parecía importarle el perder sus crayolas, o por lo menos no hizo intento de ayudar al menor del grupo que ya tenia la boca llena de cera de colores.

-Bueno…- se terminaron las crayolas de la caja mientras Li miro a todos lados y como una extraña epifanía, tipo Jimmy Neutrón, llego a su cabeza el recuerdo del lunar en forma de estrella que tenia justo en su hombreo derecho. Era una marca de belleza hereditaria de su familia, pero por su rara forma muchos pensaban que era un tatuaje. –Hagamos tatuajes.- declaro.

-Ohh.- menciono Seishiro después de escupir tanta cera como pudo. –Se oye interesante.

Los tres desequilibrados sonrieron y se pusieron en marcha. Consiguieron un local y después de cómo media hora de clavar, soldar y pintar, terminaron de arreglarlo como un local de tatuajes. Estaban locos, pero eran rápidos.

-Bueno, ahora vamos a decidir que tipo de tatuajes haremos cada uno.- propuso Li y les dio a sus amigos varias hojas de papel.

Se pusieron a dibujar y en tres minutos mostraron lo que habían hecho:

Seishiro tenía un precioso retrato a lápiz del chico que había estado acosando hasta hacia dos días cuando le puso una orden de restricción.

-Muy bonito, tú te encargaras de los tatuajes de novias infieles.- asigno Li.

Luego mostró su dibujo: un gran dragón dorado adornado con caracteres chinos perfectamente escritos. La mayoría eran insultos.

-Yo hare los tatuajes con motivo oriental.- se ordeno a si mismo. No hay que olvidar que estaba loco.

Por ultimo,  con mucha emoción Ryuichi mostro su boceto. Li y Seishiro lo miraron, movieron sus cabezas casi tanto como la niña del exorcista, buscaron con lupa y hasta con microscopio, pero no lograron encontrarle forma a aquel manchón de colores.

-¿Qué es?- pregunto Li luego de rendirse.

-¡Es un conejito!- dijo Ryuichi aun sonriendo de oreja a oreja, como si fuera totalmente obvio.

-¿Y por que tiene aletas?- pregunto Li.

-Son sus pies.- respondió el mediano del grupo.

-¿Y por que tiene astas?

-Son sus orejas

-¿Y por que tiene alas?

-Por que el conejito tenia ganas de volar.

Li y Seishiro se miraron el uno al otro, además de la última respuesta, no habían entendido nada.

-Ok, entonces tú harás dibujos abstractos.- declaro el mayor.

-No, yo quiero hacer dibujitos tiernos.- respondió Ryuichi haciendo un mohín. –Quiero hacer conejitos y gatitos y maripositas.

-Bueno… como quieras.- si hubiera sido Seishiro el de la mala idea, Li le habría soltado improperios hasta cansarse y hacerlo llorar, pero Ryuichi le caía mucho mejor, así que lo dejo hacer lo que quiso para no herir sus sentimientos.

Abrieron oficialmente 30 segundos después y empezaron a caerles clientes.

Cada uno estaba sentado en un mostrador diferente (El de Li era el mas grande, por que era el líder, y por que el había comprado los muebles) y tenían su primer dibujo como muestra de lo que sabían hacer.

Esta de más decir que ninguno de los tres, jamás en su vida, había tocado una maquina de hacer tatuajes, pero eran la clase de personas que aprendían sobre la marcha, y después de medio día ya tenían dos largas filas de clientes, una iba en la dirección de Li y otra en la dirección de Seishiro.

El pobre Ryuichi era el único que no había hecho aun ningún tatuaje. Su dibujo de conejito asustaba a todo el mundo, hasta a Marylin Manson que paso por ahí casualmente.

-¡No es justo!- lloriqueo Ryuichi, como hacían los tres siempre que algo no iba como ellos querían.

-No te preocupes, ya llegara alguien que quiera que tú le hagas un tatuaje.- mintió expertamente Seishiro.

-Si, solo llevamos abiertos…- Li miro su reloj. -7 horas. No es mucho. En la inmensidad del universo.- hizo el intento de consolarlo, aunque no servía de mucho.

-¿Salimos a comer?- pregunto Seishiro cambiando de tema estratégicamente.

-Si, ya tengo mucha hambre, vayamos por sushi.- propuso Li, aprovechando para salir de aquella mala situación. –Vamos Ryuichi, pediremos de tu sabor favorito.

-¡No!- grito el chico enfurruñado. –Yo me quedare. Me quedare aquí sentado hasta que venga un cliente y me deje hacerle un tatuaje.- se cruzo de brazos y se aferro al mostrador.

Los otros dos se miraron resignados.

-Bueno. Como quieras. Te quedas a cargo.- Li sonrió. Quizás así se le quitara el berrinche a su amigo.

-Te traeremos algo.- prometió Seishiro.

Los dos salieron de la tienda esperando que al regresar Ryuichi estuviera de mejor humor.

El chico de hecho se puso peor. Cuando Seishiro y Li estaban atendiendo había enormes filas, cuando entraban los potenciales clientes y lo veían a el, daban media vuelta y salían corriendo.

-Exagerados.- mascullo con el tono maduro y escalofriante que solo solían utilizar cuando su locura pasaba de lo divertido a lo terrorífico.

Estaba a punto de rendirse y echarse a llorar de nuevo cuando la campanilla de la puerta le anuncio a un nuevo cliente, que milagrosamente no había salido corriendo. Debía ser un tonto. Perfecto.

-Buenas tardes.- dijo el cliente. Era joven y parecía muy confiado.

-Buenas tardes, sea bienvenido.- respondió Ryuichi con su mejor y mas inocente sonrisa. -¿Qué se le ofrece?

-Un tatuaje.- dijo como si fuera lo más obvio del mundo, lo cual lo era, ya que a fin y al cabo, acababa de entrar a una tienda de tatuajes.

Se trataba de un muchacho que sin duda no pasaba de los 15 años, aunque era alto y trataba, aunque inútilmente, de dejarse la barba, inexistente. Vestía muy desenfadado con unos simples jeans y una camiseta amarilla con un gran Smiley. Lo que mas destacaba era su sombrero de peluche, blanco y con manchitas negras de leopardo. Ryuichi pensó que era un accesorio muy bonito.

-Pero ¿Cómo que tipo de tatuaje le gustaría?- especifico saliendo de detrás del mostrador.

-Me llamo Trafalgar Law. Soy de la Familia Donquixote.- explico algo inseguro. Se suponía que debía ser “Tripulación Donquixote”, ya que eran piratas, pero Donquixote Doflamingo, su capitán (O “Joven amo”) insistía que ellos eran una familia. Y el era el hermanito menor. De cierta manera aquello le hartaba, pero era cierto. Baby 5 y el eran los “bebes” de la familia y así los trataban.

-¿Entonces quieres un tatuaje de un molino de viento?- especulo Ryuichi, con su inocencia de siempre.

-¡No es ese Donquixote!- respondió molesto. –Y tampoco quiero un flamenco, si esa iba a ser tu siguiente pregunta.

Ryuichi siguió sonriendo mientras se preguntaba interiormente si aquel tipo sabía leer la mente, por que lo del flamenco era presisamente lo que iba a preguntar.

-¿Entonces, que le gustaría?

-Pues, yo soy del Escuadrón “Corazón”, así que eso es lo que quiero, un tatuaje de corazón.- era un clásico.

Ryuichi sonrió, nada mas sencillo que un corazón ¿Cierto?

-Muy bien, quítese la camisa y siéntese ahí.- le indico. -¿Es mayor de edad?     

-Pues veras…- Obviamente no pasaba de los 15 años. –Tengo dinero.- respondió por fin.

-No importa, no averiguaremos.- rio Ryuichi. Era su oportunidad de hacer un tatuaje y no la dejaría ir por un tecnicismo.

Law hizo lo que le indicaron y se sentó en la mesa dándole la espalda a Ryuichi ya que era ahí donde quería su tatuaje.

-Quiero que me abarque toda la zona por encima de los omoplatos y que sea original.- específico, parecía emocionado al ser su primer tatuaje que no viniera regalado en la envoltura de un chicle y se quitara después de un baño.

-Claro, déjemelo todo a mi.- Ryuichi se escuchaba muy seguro de si mismo, aunque no tuviera ni la mas mínima idea de que hacer.

Fue por la maquina de tatuajes que le correspondía y la desempaqueto, ya que era la primera vez que la utilizaría. La observo con curiosidad y se pregunto cual era el derecho y el revés. Reviso discretamente el instructivo y vio que había varias piezas que debía ensamblar.

Lo intento, de veras que lo intento, pero simplemente aquello no se le daba bien. Cuando por fin creyó que la maquina estaba lista, apretó el botón de encendido y esta exploto.

-¡¿Qué fue eso?!- pregunto Law volteando a ver al “tatuador”, que había quedado con la cara manchada del humo residual.

-Nada, nada, problemas técnicos con mi maquina. Pero no te preocupes, no te levantes.- dijo haciéndolo sentar de nuevo. Trafalgar se sorprendió de que siendo mas delgado y bajito que el, aquel muchacho pareciera tener mas fuerza. Más bien era por la desesperación del momento.

Ryuichi tomo la maquina de Li, que ya estaba armada y preparada, debió hacer eso desde el principio.

-Listo, tú relájate y yo me encargo de todo.- dijo encendiendo el aparato, ahora sonreía mucho más. Se sentó junto a la mesa y acerco, temblorosamente aquel lápiz con aguja a la espalda del quinceañero.

“Despacio, despacio”, se repetía mentalmente Ryuichi unas quince veces por segundo. Por fin la aguja toco la espalda de Trafalgar que dio un pequeño saltito de dolor, lo que provoco que sin querer Ryuichi encajara la aguja de lleno.

-¡AAAh!- aquello había dolido y muchísimo, incluso mas de lo que grito.

-¡Eso te pasa por moverte!- replico el mayor, echándole la culpa a Law.               

-L-lo lamento, ya no me moveré.- prometió. -¿Q-que no deberías usar anestesia?- pregunto aun adolorido.

-¿Anestesia?- no tenia ni idea…-He… si, lo he hecho, creo que aun no te hace efecto.- mintió. Había dos problemas en aquello: 1) No sabía poner anestesia y 2) No sabía ni donde la guardaban. –Relájese y dolerá menos.- era todo lo que podía hacer.

Volvió a acercar la aguja a la espalda con mucho mas cuidado y contuvo el suspiro de alivio cuando, por suerte, no volvió a clavarla hasta el fondo.

La deslizo como había visto que Li y Seishiro lo hacían, tratando de dibujar torpemente un corazón que estaba quedando muy chueco.

“Cuidado, cuidado”, se repetía de nuevo mentalmente, mucho mas rápido.

No le sirvió de mucho ya que la aguja se le descontrolo y acabo haciendo una zigzagueante y profunda línea curveada por todo en medio de la espalda.

Se horrorizo al ver lo que había hecho ahora si estaba en problemas.

-¡¿Qué ha sido eso?!- pregunto Law que mordía un pedazo de su camiseta para aguantar el dolor.

-¡Nada, nada, nada!- insistió Ryuichi corriendo de un lado a otro sin saber que hacer.

-¡¿Qué paso?!- que el tatuador corriera histérico por toda la tienda no podía ser una buena señal.

-Es solo que necesitas mas anestesia.- dijo finalmente y sin que Law pudiera siquiera esperarlo, Ryuichi le golpeo fuertemente la cabeza con un enorme madero que había encontrado por ahí tirado.

Trafalgar quedo noqueado y tirado sobre la mesa con sangre escurriéndole del lugar del golpe.

-¡¿Qué hice?! Ahora estoy en más problemas.- se desespero aun más. –No, no, está bien así, eso me da mas tiempo.- tenia que haber algo que pudiera hacer para remediarlo.

Estaba tan concentrado que no escucho a sus dos amigos cuando estos entraron.

-De seguro ya se le paso el coraje.- menciono Li.

-Si, se pondrá feliz cuando se coma este sushi.

Ambos se detuvieron en seco luego de cerrar la puerta a sus espaldas.

La imagen que contemplaron era más que perturbadora:

Un quinceañero, medio desnudo sobre una mesa, con la cabeza ensangrentada y Ryuichi al lado de el, con un madero ensangrentado en una mano y la aguja para tatuar en la otra, visiblemente desquiciado.

-Ryuichi ¿Qué estas haciendo?- pregunto Li impactado.

-¿Y por que no me invitaste?- replico Seishiro, pensando como siempre lo peor.

-No es lo que piensan chicos…- Ryuichi soltó las cosas y se hecho a llorar mientras les contaba entre sollozos lo que había sucedido. -¡Y ahora no se que voy a hacer, lo he arruinado todo y miren como deje al pobre Law-chan!

-No te preocupes Ryuichi, nosotros te ayudaremos.- lo consoló Li. Ya viéndolo desde aquella perspectiva la cosa no estaba tan mal.

Los otros dos cerraron puertas y ventanas, como si ocultaran un verdadero asesinato y luego se pusieron trajes de cirujano, con cubre bocas y guantes, sacados de quien sabe donde. Seria una operación delicada.

-Aguja para tatuar.- ordenó Li, como todo un cirujano, mientras Seishiro, que actuaba de instrumentista, le pasaba el aparato.

Ryuichi, vestido de enfermera, se comía las uñas con ansiedad, esperando que su amigo pudiera reparar su mas reciente locura.

-¡No escatimes con la tinta negra!- vocifero el mayor, iba a necesitar bastante para cubrir aquel garabato mal hecho.

El instrumentista se apresuro a recargar la tinta.

-Esponja, aguja nueva, otra lámpara.- ordenaba Li sin parar mientras los otros dos iban de un lado a otro de la tienda consiguiéndole cada cosa. –Sushi.- ordeno de repente.

-¿Y para que quieres eso?- pregunto Seishiro en un extrañísimo momento de lucidez que quizás no se repetiría en años.

-Acabo de descubrir que tatuar a presión me da hambre.

El menor no cuestiono mas y le paso la caja de sushi, que Li engullo uno tras otro.

-Está hecho.- declaro por fin después de una hora.

Los otros dos se acercaron cuidado a contemplar la obra maestra.

-Oh Li, es tan genial que podría llorar.- dijo Ryuichi, literalmente lloriqueando por la emoción y se lanzo a besar a Seishiro, por que Li era hetero.

Law despertó un rato después, cuando los tres muchachos ya habían limpiado toda la evidencia y sonreían tan inocentemente que daba la ilusión de que un arcoíris podría iluminarlos en ese momento.

-¿Qué ha pasado?- pregunto el quinceañero desconcertado y mareado. Suponía que probablemente así se sentía una resaca, no lo sabía realmente, ya que Doflamingo le tenía expresamente prohibido el beber hasta que fuera mayor de edad.

-Nada, nada. Tu tatuaje ya esta terminado.- respondió Ryuichi totalmente feliz de la vida.

-¿Y por que me desmaye?- pregunto sobándose la adolorida cabeza.

-Efecto de la anestesia.- respondió Li sonriendo.

-¿Y por que tengo un chichón en la cabeza?- volvió a preguntar.

-Efecto de la anestesia.- reitero Li con voz ligeramente amenazante.

-Bueno, quisiera ver como quedo.- pidió, resignándose a creer aquella excusa de la anestesia.

-Claro.- Ryuichi sonrió y corrió a traer el espejo de cuerpo entero que coloco detrás de Law para que este pudiera admirar el gran trabajo de Li en su espalda.

-Wow.- su sonrisa pasó de irónica a una de verdadera satisfacción. Aquel sin duda era un “Corazón” muy original. Consistía en un tatuaje de tipo tribal, en forma de corazón y hasta con un Smiley incluido. Hasta a Doflamingo le encantaría. Además era bastante grande, le cubría casi completamente los omoplatos. –Eres un genio.- alabo a Ryuichi, creyéndolo el autor del tatuaje.

-Oh, no es nada.- dijo con falsa modestia, sin importarle el carraspeo de Li a sus espaldas.

-En ese caso, quiero otro en el pecho.- pidió muy decidido.

-Claro.- de quien sabe donde Ryuichi volvió a sacar el enorme madero y le propino un nuevo golpe a Law, dejándolo otra vez inconsciente y sangrante tumbado encima de la mesa.

-¿Por qué has hecho eso?- pregunto Li con total tranquilidad mientras contaba el dinero de sus ganancias del día.

-Anestesia.

-Ah, bueno, voy por mi maquina de tatuajes.

Cuando Law despertó tenía un nuevo tatuaje y un nuevo chichón.

 

FIN

P.D.: por respeto a Ryuichi, los tres desequilibrados prometieron no volver a intentar nada artístico. Rompieron su promesa una semana después y asaltaron el Louvre en Paris.

 

 

Notas finales:

Si les gusto o les hizo reir, dejen review.


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