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1 mes por Tem-chan

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Notas del capitulo:

Este fic lo he escrito para mi una celebración, espero que les guste.

1 mes

Estaba en casa tranquilamente mirando un libro de animales, más específicamente la parte de los pingüinos. Des de que había aprendido a usar el pingüino emperador tenía una extraña obsesión con ese animal, al igual que le pasaba a Kido. La verdad es que después de leer cosas sobre ellos había descubierto lo interesantes que podían llegar a ser esos pájaros no voladores. Eran unos animales muy sociales entre ellos aunque también tenían sus rivalidades.

“Los pingüinos han recurrido a técnicas de adaptación psicológica y a comportamientos colaborativos para poder enfrentarse a un entorno increíblemente hostil, donde la sensación térmica puede llegar a ser de hasta -60°C.

Los pingüinos se apiñan unos contra otros para cobijarse del viento y conservar el calor. Los individuos van turnándose para pasar al interior del grupo, donde se está relativamente más resguardado y caliente. Cuando un pingüino se ha calentado un poco, vuelve al perímetro del grupo para que otros puedan protegerse de las condiciones glaciales.”

Los pingüinos eran unos animales con un gran sentido del compañerismo, todos se preocupaban por todos, y todos intentaban iban haciendo turnos para que todos pudieran estar en el lugar calentito. Entre ellos no había ninguno que fuera un egoísta y quisiera quedarse en la zona caliente todo el rato, eso hacía que los encontrara realmente interesantes. El ser humano era muy distinto, solo tenía que pensar en todo lo que habían pasado junto a Kageyama para entender la ambición y el egoísmo humano, todo lo contrario a los pingüinos.

“Los pingüinos emperador pasan el largo invierno en pleno hielo, e incluso crían durante esta estación inclemente. Las hembras ponen un único huevo que abandonan enseguida para emprender una larga expedición de caza que se prolongará ni más ni menos que durante dos meses

Mientras la hembra está ausente, los machos mantienen calientes los huevos recién puestos, pero no sentándose encima de ellos para protegerlos de los elementos, como otras aves, sino manteniéndolos en equilibrio sobre sus patas y cubriéndolos con su piel emplumada, hasta formar un marsupio. Durante los dos meses que dura esta labor de canguro, los machos no comen nada y quedan a merced de los elementos antárticos.

Cuando las hembras regresan, traen el estómago lleno de comida, que regurgitan para alimentar a los polluelos recién nacidos. Mientras tanto, los emperadores machos, una vez cumplida su tarea, emprenden viaje hacia el mar en busca de alimento.”

De nuevo otra muestra de colaboración, aunque esta vez con su pareja para conseguir una buena cría de los polluelos. El macho podía estar 2 meses sin comer mientras incubaba el huevo de su bebé. Realmente eran fascinantes, ya le gustaría a él tener a alguien con quien compartir así la vida. Confiando con esa persona, porque las hembras pingüino confiaban en que el macho les cuidaría el huevo y el macho confía en que la hembra volverá para coger el relievo de la cría para poder ir a comer. Él solo confiaba en dos personas, sus dos únicos amigos desde siempre, o los dos únicos que él consideraba verdaderamente amigos.

Envidiaba a los pingüinos por ello. Eran animales fieles, solían tener la misma pareja toda la vida aunque podían estar mucho tiempo sin verse, un año, ellos igualmente se recordaban y al encontrarse se cortejaban y apareaban. Los machos solo buscan a otra hembra para reproducirse si no encuentran con su pareja del año anterior. Él deseaba encontrar esa pareja fiel que pasaría la vida con él y en quien confiaría por sobre de cualquier cosa. Suspiró mientras cerraba el libro que leía. Se tumbó en la cama mirando al techo pensando en eso que acababa de pensar. Y al hacerlo un pelo marrón apareció en su mente. No podía ser eso, ¿por qué le venía ese chico a la mente al pensar en pingüinos fieles? Eso no tenía lógica ¿o sí? Debía admitir que era un chico bastante fiel a lo que creía pero no era un pingüino… ojala, así lo podría cuidar: le daría pescado, calor… ¿Calor? Se sonrojó al pensar eso. Se estaba volviendo loco al pensar cosas como esas, eso era.

 

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Pasaron dos semanas, unas nerviosas semanas. Cada día veía al castaño, cosa que era normal, lo que no era nada normal era su reacción al verlo. Hacía ver que no pasaba nada pero cuando lo veía se ponía nervioso, y eso nunca le había pasado. Pero le venía esa imagen del pingüino con pelo castaño y en forma de melena de león, y esos pensamientos que había tenido esa tarde. Debía admitir que era un pingüino muy sexy pero era un pingüino y nada más. No entendía porque se ponía así al ver a Genda y solo pensaba en los pingüinos… Estaba bastante confundido.

—Sakuma ¿estás bien? —le preguntó Kido un día que estaban a solas— últimamente te veo raro.

—Estoy bien —respondió restándole importancia.

—¿Pasó algo con Genda?

—No, no pasó nada.

—Es que parece que lo evites.

—No lo evito.

—Sí lo haces, cada vez que lo ves desapareces del mapa.

No contestó simplemente miró hacia otro lado. Cada vez que lo veía le aparecía esa imagen del pingüino y sentía algo raro dentro de él, algo que no sabía que era. Pero no podía decir eso. Un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas al venirle, nuevamente, esa imagen a su mente. Kido se dio cuenta de ello y sonrió un poco.

—El problema es que te gusta. Ahora entiendo.

—¿Quién dijo que él me gusta?

—Tu sonrojo, es evidente. Tendría que haberme dado cuenta antes, de esto.

Otro silencio mientras el peli-plata miraba la blanca pared. ¿A él le gustaba Genda? ¿Era por eso que le venía ese pingüino a la mente al pensar en él o al verlo? ¿Esa sensación que sentía en su interior era amor? No había pensado que eso pudiera ser así. Pero si lo era… ¿Qué tenía que hacer? No, a él no le podía gustar el castaño ¿o sí? Meneó la cabeza para quitar todas esas preguntas de ella. Eso era demasiado lioso.

—¿Qué tienes pensado hacer? —preguntó el de rastas.

—Nada —respondió mientras seguía mirando la pared.

—¿Nada? Creo que deberías declararte, es lo más lógico.

No, él no iba a hacer tal cosa. ¿Por qué debía hacerlo? A él le gustaba el pingüino Genda que tenía en la mente y no Genda. Estaba cansado de escuchar a Kido hablando sobre ese tema así que decidió que ya era hora de irse a casa. Se levantó y después de despedirse, cogió sus cosas y se fue. ¿Por qué el castaño tenía que decirle esas cosas? Quería confundirlo, seguro que era eso. No, él sabía que Kido no era ese tipo de persona, era demasiado noble para ello.

—A mí solo me gusta el pingüino Genda —gritó enfadado mientras andaba por la calle— Solo eso.

 

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Habían acabado las aburridas clases y lo único que quería era irse a su casa. No tenía ganas de nada más. No sabía porque pero des de esa conversación con Kido su mente solo daba vueltas respeto a eso. No entendía porque su mente ahora solo pensaba en momentos que había pasado junto a Genda, en el campo de fútbol, en la escuela, en el hospital… todo eso venía a su cabeza después de mucho tiempo. Tenía una gran confusión en su mente.

—Hola Sakuma —escuchó que lo saludaba esa voz.

—Hola —respondió mientras se giraba para verlo.

Al hacer eso ese pingüino maléfico que parecía querer joderle apareciendo en los momentos más inoportunos, apareció junto con un sonrojo. Apartó la mirada intentando que el otro no lo notara. Apretó un poco el agarre que tenia a la mochila/maleta.

—¿Por qué me llamaste?

—Quería hablar contigo —dijo simplemente— hace tiempo que parece que nos estamos distanciando un poco. Me preguntaba el porqué… igual que me preguntaba porque ya no vienes a los entrenamientos.

—Tengo muchas cosas que hacer.

—Entiendo —dijo mientras lo veía— también quería decirte que conseguí unas entradas para un espectáculo de pingüinos amaestrados que se hace en unos días en la ciudad.

—¿Pingüinos amaestrados? —preguntó de repente mientras subía la cabeza mirándolo fijamente.

—Sí, es en 3 días. ¿Te gustaría ir conmigo?

—¿Contigo? ¿Por qué?

—Si no quieres no vamos. Te doy la entrada y puedes ir solo si quieres o con alguien más.

—Podemos ir juntos, no pasa nada.

—Ya quedaremos de acuerdo para ir.

—Bien, me voy ya. Adiós.

—Adiós.

El peli-plata se fue rápidamente hacia su casa y se tumbó a la cama mientras volvía esa imagen del pingüino Genda. No sabía si era una buena idea ir con Genda a ver pingüinos pero quería ir a ver ese espectáculo. Suspiró un poco mientras cerraba sus ojos, empezaba a pensar que se estaba obsesionando o se estaba volviendo un paranoico tanto pensar con ese pingüino y con el pasado. Y todo era culpa de Kido, estaba bastante enfadado con él. Pero en verdad sabía que él no tenía la culpa de todo eso. Todo era muy raro, pero al recordar que vería pingüinos en directo le hizo sonreír y olvidar lo demás por el rato.

 

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Llegó el día de la actuación de los pingüinos y tal y como habían quedado anteriormente el castaño fue a buscar al peli-plata a su casa. En cuanto llamó el chico del parche fue rápidamente a la puerta, ya hacía un rato que estaba preparado y también impaciente. Quería saber que harían esos pingüinos en el espectáculo y donde lo harían, porque por esa zona no conocía ninguna piscina. Al ver al castaño se sonrojo un poco pero salió con dignidad para ir hacia el lugar. El otro chico simplemente lo siguió mientras observaba el peli-plateado. Era un poco terco pero ese sonrojo tan pequeño le había gustado. Le parecía algo raro, a decir verdad, el que se comportara de esa forma tan extraña pero se le veía muy tierno. Había pensado que a lo mejor no era buena idea invitarlo a salir pero esperaba que no fuera mal esa cita.

Al llegar allí nos sentamos en las graderías que había cerca de la piscina donde los pingüinos harían su actuación. Al rato las luces se apagaron y los focos que iluminaban la piscina fueron encendiéndose. En ella se vieron siete pingüinos nadando a toda velocidad por la piscina. A la orden del domador empezaron a hacer todo tipo de piruetas que nunca habrían imaginado. Sakuma miraba todo sin perder detalle, aunque intentara aparentar estar completamente serio se notaba en su rostro que estaba emocionado. El castaño lo había notado por lo que sonrió, los pingüinos eran su debilidad.

El espectáculo continuó sin ningún problema hasta que en un momento dado el domador de pingüinos pidió un voluntario para subir al escenario con él. Se notó que el peli-plateado se moría de ganas de ir allí y poder tocar los pingüinos pero con toda la dignidad y autocontrol que poseía solo se sentó mejor en la silla. Genda al ver eso cogió su brazo y se lo levantó. El hombre sonrió y lo señaló, ya que era el único que había levantado el brazo y que no fuera demasiado pequeño.

Sakuma no tuvo más remedio que salir al escenario para jugar con los pingüinos. El domador le enseñó lo que tenía que hacer para que el animal obedeciera y lo imitó. Después le tiró un pescadito a cada uno de ellos y siguió un rato más. El domador le permitió tocar uno de los pingüinos, con lo que se sonrojó un poco al pensar de nuevo en ese pingüino Genda. Sonrió al notar el tacto del pingüino y en su interior agradeció que el castaño hubiera levantado su mano.

El espectáculo finalizó al cabo de un rato y salieron de allí para ir a la tienda de recuerdos que había afuera, Sakuma vio un pingüino de peluche, un llavero con un pingüino y diversos objetos más con imágenes de pingüinos y con forma de dicho animal. Y compró alguna cosa antes de irse de allí.

—Sakuma ¿quieres ir a comer? —dijo intentando sacar tema con el chico— ¿Por qué no me hablas? ¿Estás enfadado? —continuó con el silencio— ¿Es porque levanté tu brazo? Sabes que querías hacerlo y sabes que lo has pasado perfectamente bien.

—No es cierto.

—Claro que sí, estabas muy feliz con los pingüinos.

—Yo… No es cierto.

—Vamos, sabes que lo es —dijo acercándose al chico y posando su mano en su hombro.

El peli-plateado se sonrojó un poco y se apartó. Yéndose de ese lugar donde había pasado el mejor día des de hacía mucho tiempo. Sí que lo había pasado muy bien y si debía reconocer que había sido gracias al castaño pero no lo iba a admitir delante de él.

—Está bien. Podemos ir a comer, escoge el lugar —respondió a la primera pregunta mientras seguía andando y Genda le seguía con calma mientras sonreía un poco.

Al final la cita que había planeado el castaño no estaba saliendo tan mal, al parecer el peli-plateado estaba feliz de ello y a lo mejor querría quedar con él de nuevo, aunque esperaba que no fuera solo para ver pingüinos, quería tener un poco más la atención de este.

 

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Cierto chico peli-plateado estaba en su cama abrazando al peluche del pingüino que había comprado en esa tienda. Se removía un poco en la cama y estaba un poco sonrojado. Apretó un poco más al peluche que tenía entre sus brazos mientras se removía un poco más.

 

Todo era blanco y frio, unos copos de nieve estaban cayendo por su lado y no muy lejos de él estaba ese pingüino Genda que tanto le estaba molestando últimamente en su mente. Se estaba acercando a él lentamente después de mucho tiempo sin verlo. Empezó a gritar para que el otro lo escuchara y se diera cuenta de que estaba allí, su voz era la de un pingüino, extrañado se miró su mano y solo encontró una aleta negra. Era un pingüino. El pingüino Genda se acercó a él a escucharlo llevando con él para aparearse, después de flirtear un poco. Al darse cuenta de todo eso se puso un poco nervioso y decidió que lo mejor era irse. Pero a la vez no quería hacer eso. Había estado mucho tiempo sin verlo y lo había echado de menos.

Cuando iba a “corresponder” el cortejo, aparecieron unas manos de un humano que cogieron al pingüino Genda y lo atrajeron hacía su cuerpo. Se quedó viendo a ese humano dándose cuenta de que era él. Se asustó. Como podía ser él si él era el pingüino. ¿podía ser que su mente se hubiera intercambiado con un pingüino? No lo creía, ya que ese Sakuma hablaba como él. Empezó a acariciar al pingüino Genda. Eso le molestaba muchísimo, era suyo. Empezó a gritar de nuevo mientras veía a ese hombre con su pareja.

—Sé que lo amas —respondió el chico a sus gritos— pero no lo amas porque sea un pingüino, sino porque se parece a Genda. No lo olvides.

 

Se despertó agitado por ese sueño mientras negaba con la cabeza. El sudor caía por su rostro mientras intentaba entender que era lo que había pasado en ese sueño. Nada tenía lógica. Y mucho menos lo que había dicho ese humano, que se hacía pasar por él. A él le gustaba el pingüino pero no Genda, eso no podía ser. De todas formas no podía quitarse esas palabras de su mente. Le costó mucho conciliar de nuevo el sueño.

 

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Al día siguiente el chico del parche fue a clases como cada día y allí vio a Genda, se acordó de ese sueño por lo que se sonrojó y se fue intentando que el otro no lo viera pero no lo consiguió. El castaño fue tras él y le saludó. Sin más opción saludó cordialmente y segundos después se disculpó y se fue. Era incomodo estar con la persona que le revolvía la mente de esa forma y más aún porque no entendía que era lo que le pasaba.

Escuchó nada de lo que el profe decía, tan concentrado como estaba pensando en el sueño y en todo. ¿Podía ser que ese Sakuma del sueño tuviera razón? Ciertamente sentía cosas raras en su interior al estar con Genda, nunca le había pasado. Siempre habían tenido una muy buena relación pero nunca había sentido ese calor en su interior ni esos nervios que sentía ahora. Había pensado que era culpa del pingüino Genda ya que siempre le venía a la mente al verlo pero ese Sakuma, había dicho que él no quería al pingüino sino que quería al Genda humano.

Recordó lo que sintió al ser tocado en el hombro por el castaño, no era que tuvieran mucho contacto pero nunca se había sonrojado por eso. Algo en él había cambiado en esas últimas semanas y eso le confundía. Pensando en eso pasaron todas las clases de la mañana y llegó la hora del almuerzo. Fue con Kido a comer, como siempre hacía. Esperaba ver a Genda en su mesa de siempre esperándolos pero no fue así, él no estaba allí. A lo mejor se había retrasado…

Fue hacia la mesa dispuesto a esperarlo con Kido. Los demás componentes del equipo fueron llegando. Era cierto que no iba a los entrenamientos pero igualmente comían juntos. Mientras esperaba a Genda se puso a comer viendo hacia la puerta del comedor. Y allí lo vio, el castaño estaba hablando con una chica, parecían estar bastante contentos. Se sentaron ambos juntos en una mesa aparte, eso irritó mucho al chico del parche.

—Sakuma ¿Por qué no vienes últimamente a los entrenos? —preguntó uno de sus compañeros.

Sakuma no lo escuchaba simplemente miraba hacía esa mesa donde estaba el portero con esa chica. Parecía que ella estaba muy feliz con el castaño y tenía la impresión de que quería algo con él. Apretó sus puños mientras miraba hacia abajo, no queriendo ver nada más.

—Parece que Genda hizo una amiga bastante linda —dijo Densuke.

—Y eso que más da —dijo el peli-plateado mientras se iba enfadado de la sala.

Kido sonrió un poco, aunque su amigo lo negará era obvio que le gustaba el castaño. Los celos eran más que claros en su comportamiento. Kenya y alguno más del equipo también se habían dado cuenta de ello.

—Parece que está celoso —dijo el peli-lila antes de seguir escuchando música.

—Eso parece —respondió Kido mientras veía una pequeña sonrisa en el rostro de algunos miembros.

 

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Sakuma faltó a clase al día siguiente y después empezó a esquivar a Genda de tal modo que ni siquiera le respondía o daba excusas sino que solamente pasaba de él. Era como si el castaño hubiera dejado de existir para él. Le había hecho más daño de lo que imaginaba. ¿Eso significaba que realmente amaba al Genda humano y no al pingüino? ¿Entonces ese pingüino, que representaba? ¿Podía ser que fuera una manera que tenía su subconsciente de informarle de lo que por si mismo no veía? ¿Y qué era eso que no veía? ¿Qué quería una pareja o que quería una pareja perfecta para él? ¿O que su pareja perfecta era Genda? Había demasiadas dudas y pocas respuestas. No sabía muy bien que era lo que tenía que pensar sobre todo eso, pero había llegado a la conclusión de que a lo mejor si quería al castaño.

Y eso era lo peor del caso, al parecer a él le gustaba Genda pero este tenía ya novia. No tenía ninguna opción con el castaño lo que le destrozaba aunque quisiera no demostrarlo. Lo había visto otras veces hablando con esa chica, en la biblioteca, en el recreo, en el almuerzo… casi siempre los veía juntos y eso le molestaba a la vez que lo ponía triste. Cada vez le molestaba más ir a clases por culpa de ello, se sentía cada vez peor al verlo con esa chica.

—Sakuma —escuchó que le llama esa voz.

Se tensó un poco y salió corriendo de allí en dirección a su casa. Ya habían acabado las clases y solo quería encerrarse en su habitación. No tenía ganas de ver nadie ni de hablar con nadie estaba demasiado dolido y, mucho menos, lo quería ver a él. Al causante de su dolor. Era obvio que el castaño solo se acercaba a él como amigo y que no lo quería en especial como él si hacía des de hacía casi un mes. Unas lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Y no iba a permitir que nadie le viera en ese estado.

Llegó rápidamente a su casa y se tumbó en la cama abrazando al peluche, se quedó viendo a ese pingüino. Pero al verlo volvió a pensar en Genda y sin evitarlo unas lágrimas resbalaron por sus mejillas. Apartó al peluche alejándolo de él para no verle. No quería pensar en él, no quería quererle, lo único que quería era olvidarlo todo.

—¿Por qué todo tiene que ser así? ¿Qué tiene esa chica que no tenga yo? —se preguntó antes de pensar todo lo que esa chica tenía y que él no tenía.

Ella era una chica y podía darle una familia. Tenía su cuerpo: pechos, cintura, cadera, buenas curvas en general, unas piernas suaves y finas, un trasero bien formado… unos hermosos ojos, un suave cabello, unos tiernos y sinuosos labios. Seguramente tenía su personalidad abierta y un mejor carácter que él, la feminidad que él nunca tendría. Pensar en eso le deprimió aun más pero también le ayudó a entender porque tenía que renunciar al castaño, aunque eso no significaba que le dejara de doler.

 

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Aunque estaba más o menos concienciado de que su amor era imposible ver a Genda le dolía por lo que le evitaba lo más que podía pero no siempre era posible. Como esta vez, se había topado con él justo de cara y no podía evitar verlo. Apartó la mirada mientras lo veía acercarse a él.

—Hola Sakuma. Cuanto tiempo.

—Un poco —respondió.

—A mi me pareció mucho. ¿Hice algo que te molestara?

—No.

—¿Entonces porque sales corriendo siempre que te digo algo?

—Por nada, es que tengo prisa.

—No lo creo. Sigues sin venir a los entrenamientos —dijo mientras lo miraba fijamente— ¿Te pasa algo?

—No, ¿Por qué debería?

—Te he notado distante con casi todo el mundo y no pareces muy feliz.

—Eso no es cosa tuya —respondió secamente.

—Sí lo es, me preocupas.

—No sé porque debería.

—Porque eres mi amigo.

Al escuchar eso el peli-plateado solo pudo apartar la mirada, acababa de confirmarle lo que ya sabía pero escucharlo de su boca igualmente dolía. Se despidió y salió corriendo como parecía que era costumbre en él. Se topó con Kido, quien le cogió de los hombros al ver su cara. Era obvio que no estaba bien así que preguntándose qué era lo que había pasado llevó a su amigo a un lugar más íntimo.

—¿Qué te pasa?

—Nada.

—Por eso tienes está cara.

—¿Qué cara?

—Una de: voy a llorar en cualquier momento.

—Claro que no. Yo no voy a llorar. ¿Por qué debería?

—Dímelo tú.

—Yo no voy a llorar por nada.

—Sakuma, estás muy extraño desde que Genda entró en el comedor con esa chica. ¿Eso también lo vas a negar?

—¿Por qué debería de importarme eso? —respondió un poco molesto.

—Aun estás en negación —dijo en un suspiro el de rastas.

—No es eso… Pero si él ya tiene a la chica que más da lo que sienta.

—A sí que es eso… —dijo serio con los brazos cruzados— ¿Crees que está con esa chica?

—Claro por eso han estado tan juntos estos días.

—Ya hace unos días que no han ni hablado, pero no te diste cuenta con tu afán de evitarlo.

El chico del parche lo miró como si estuviera diciendo algo imposible de creer, ¿ya lo habían dejado? ¿Entonces tenía una oportunidad? No, Genda seguía siendo heterosexual, eso no iba a cambiar. Él único raro era él. Aun y así se alegro un poco por la noticia.

—De todos modos no tengo ninguna opción con él.

—Eso tú no lo sabes.

—Claro que sí, a él le gustan las chicas.

—Si tú lo crees… —dijo con indiferencia— pero yo de tu igualmente lo intentaría.

Dicho esto el castaño se fue del lugar dejando a un pensativo Sakuma el cual no sabía qué era lo que sentía en ese momento. Rápidamente cogió de nuevo su camino en dirección a su casa.

 

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—¿Qué se supone que le pasa a este chico? Me evita pero dice que no… huye completamente de mi… ¡¡Creía que después de la cita las cosas volverían a estar como siempre!! —decía un enfadado león quien se dirigía a la salida de la escuela.

—Y seguramente hubiera sido así si no fuera porque te vio con una chica.

—¿Con una chica? —preguntó girándose para ver al chico de rastas.

—Sí, con la que hacías el trabajo.

—No jodas. ¿Solo por eso?

—No es solo por eso, es que cree que sois pareja y que eres hetero…

—Entonces… ¿me evita por esto? Significa que siente algo por mí…

—Otro… —suspiró el oji-rojo— Ve a aclarar las cosas con él, y que vuelva al equipo.

El castaño con pelo de león se fue de allí para ir a casa de Sakuma. Como había dicho Kido tenía que solucionar las cosas con ese amante de los pingüinos. No tanto por el equipo, que también, sino porque no le gustaba esa situación. Le cansaba que cierto niño huyera de él y el no poder hablarse porque él lo evitara a toda costa.

Al llegar a su casa llamó al timbre con la esperanza de que alguien le abriera y así fue Sakuma abrió pero intentó cerrarla en cuanto le vio. El castaño que ya lo esperaba puso el pie entre la puerta y empujó un poco para poder entrar. Quedó frente a frente con el peli-plateado.

—Eres un idiota —le dijo al tenerlo delante— ¿Cómo se te ocurre pensar que saldría con una chica como ella? Solo hacíamos un trabajo para clase.

—No me insultes.

—A mi no me interesan las niñitas, prefiero a los chicos con parche y de carácter serio.

—Yo no soy serio.

—Ese no es el punto —replicó— el punto es que a mí me gustas tú.

—¿Eh?

—¿Por qué tendría que conseguir entradas para ver unos pingüinos si no fuera porque me gustas? No se consiguen solas las entradas, pero quería arreglar las cosas.

—¿En serio?

—Completamente —dijo acercándose para besarlo.

El peli-plateado correspondió al beso posando sus manos en el cuello del otro para acercarlo más y poder profundizar el beso.

—“Un mes” —pensó Sakuma— “Solo pasó un mes”

FIN

 

Notas finales:

Se esperan reviews!! gracias!!


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