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[Jaebomb] Boudt por Pitolicious

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Aun no habían terminado las clases por aquel día y entre ellas era difícil verse, pero la hora de comer siempre era buena para pasar un rato juntos. Aunque se hubiesen pasado toda la vida juntos el llegar a la universidad había hecho que esas horas en las que se podían ver se redujesen a lo que era prácticamente nada. Incluso siendo vecinos no solían volver juntos a casa por la falta de compatibilidad entre sus horarios.


–¿A dónde fuiste el sábado al final? –le preguntó Minhyuk mientras atrapaba con los palillos un poco de carne. Su amigo le miro extrañado.


–¿Qué edad tienes? –respondió con otra pregunta–. Salí contigo, ¿no lo recuerdas?


El mayor tuvo que terminar de masticar antes de poder responder otra vez.


–Me refiero cuando desapareciste –concreto esta vez al ver que el alto no comprendía a que se estaba refiriendo exactamente–. Estabas en la pista de baile, mire para otro lado y desapareciste.


–Solo fueron dos minutos los que desaparecí. ¿Para qué quieres saberlo? –no parecía que tuviese ganas de decir tan abiertamente donde había estado–. No es como si te hubiese dejado plantado ¿no? –sonrió débilmente, con una de esas sonrisas que te dan un mal presagio o que te hace parecer tonto porque tu interlocutor sabe más de lo que tú sabes. En cualquier caso parecía que Ahn Jaehyo estaba sintiendo pena por él en ese momento–. ¿Seguro que quieres saberlo?


Su mejor amigo dudo un poco, nunca había sido muy curioso la verdad pero las palabras del pequeño siempre le acababan intrigando demasiado. Acabo por asentir, esperando que estuviese exagerando y que no fuese algo tan grave. Al fin y al cabo ¿qué podía ser tan malo cuando sales de fiesta?


Jaehyo volvió a tomar de su plato antes de contestar. No por desesperar a su compañero, si no porque sabía que una vez empezada la conversación tendría que hablar bastante y luego se quejaría por ser un lento.


–El sábado a la noche tu novio se me declaro.


Minhyuk abrió los ojos. Aunque fuese algo que se repitiese continuamente nunca dejaba de sorprenderle. Las últimas diez parejas que había tenido habían terminado por encariñarse más con el alto que con él mismo. Llego a pensar que no estaba hecho para tener una relación normal con otra mujer, por eso lo había intentado con un hombre. Y descubrió cosas.


Cosas como que era bisexual, porque las manos de Yookwon, su novio en ese momento, eran cálidas y agradables al tacto. Y sus labios tiernos y jugosos. Y su…


Podía comprender que las chicas se encariñasen más con Jaehyo que con él. Su amigo era muy apuesto (demasiado), amable, caballeroso y aunque a veces hablaba demasiado siempre estaba dispuesto a escuchar. Bueno, en su relación el que más hablaba era el menor, porque el mayor era más bien una persona silenciosa. Pero jamás pensó que pudiese seducir a un hombre, no a uno como Yookwon al menos.


–Lo siento… –murmuro el pelinegro al ver que su amigo no respondía. La realidad del caso era que aunque era cierto que Yookwon se le hubiese declarado inesperadamente las demás chicas no lo habían hecho. Desde su opinión personal ninguna de ellas era lo suficientemente buena para Minhyuk, y como Yookwon le caía bien no había intentado sabotear la relación. Simplemente se había saboteado sola.


–Lo que no entiendo es porque te lo tenias tan callado… –solo supo responderle eso.


–¿Tú has visto tu reacción? –pestañeó varias veces incrédulo nuevamente–. Sé que Yookwon era importante para ti porque es el primer chico con él que has salido y era algo nuevo para ti. No es como el resto de chicas, hay muchas por el mundo y tú puedes…


–¿Tener a cualquiera para que me deje por ti? –pregunto de manera brusca. Se quedaron en silencio un rato, mirándose fijamente a los ojos–. Lo siento, no es tu culpa ser tan perfecto –refunfuño a modo de disculpa al ver el susto que se había llevado al aparentar estar tan enfadado.


Tampoco es como si pudiese echarle la culpa ¿no? Era el mismo el que le presentaba a sus parejas y luego ellas… En fin, era mejor no pensar en eso. No si quería seguir estando más o menos un buen humor. Iba a pasarse durante todo el día algo picado y ensimismado pero al menos sabía la verdad.


Que sabio era aquel filosofo que algún día dijo: “la ignorancia hace la felicidad”. Si pudiese volver a ser niño seguiría viviendo entre aquellas tinieblas de la inocencia. Donde lo más importante era llegar a abrir el pomo de la puerta para poder salir de casa a jugar al parque.


 


Minhyuk salió pronto de su última clase. La voz de la profesora se le estaba metiendo en la cabeza como si fuese un taladro y simplemente le molestaba de sobremanera. Le dolía casi el cuerpo entero. ¿Habría pillado alguna gripe o enfermedad de manera tonta? Aun era temprano para enfermar ya que apenas era época de otoño, pero el malestar general era insaciable.


Se abrocho bien la chaqueta que llevaba. No era temprano y hacia un poco de fresco, además de la brisa que golpeaba su delgado cuerpo. A Jaehyo no le debía de quedar mucho para salir de sus clases, a no ser que el profesor no hubiese ido y se hubiese ido ya.


Justo cuando estaba teniendo esa opción en la cabeza escucho algunas voces que salían de la facultad. Lo cual significaba que alguna clase se había terminado y que los alumnos iban a ir saliendo poco a poco. Fijo su mirada en las personas que salían a ver si encontraba a su buen amigo, pero no había ninguna pista sobre él. Podía reconocer a algún compañero suyo pero de él nada.


–Estas esperando a Jaehyo–ah ¿verdad? –preguntó una tímida voz. Enfocó los ojos en la persona que tenía delante, Lee Taeil, el causante de que Jaehyo no hubiese repetido ningún curso de la carrera pues le acababa explicando prácticamente todo. Minhyuk atino a asentir a su pregunta–. Saldrá en seguida –le informo entonces–. Se ha quedado hablando con el profesor y otro alumno sobre un proyecto.


Lee Taeil era buena persona. De esas que no piensas que vayas a conocer en tu vida porque no existen. Nadie se metía especialmente con él porque si lo hacías te asegurabas de tener bronca de la buena. ¿Por qué? Pues sencillo: Taeil era una persona que caía bien allí a donde iba y la gente sentía que tenía que protegerlo. Incluso Minhyuk se había llevado alguna bronca por parte de Jaehyo por meterse un poco con él.


La conversación termino cuando ambos escucharon la estrepitosa risa de Jaehyo en la entrada. Iba acompañado de otro chico que daba el pego como que eran de la misma altura, solo que al no ser tan delgado parecía algo más bajo. Iban hablando de sus cosas sin enterarse de que era lo que tenían alrededor pues casi pasaron de los dos mayores.


Wow… ¿Tú no tendrías que estar en clase Lee Minhyuk? –cuestionó en vez de saludar. El nombrado asintió y le indicó que en todo caso le contaría el porqué después. Cuando estuviesen a solas.


–Si no os importa yo me voy o perderé mi autobús –se despidió el más bajito del lugar con una pequeña reverencia. Los otros tres se la devolvieron y lo dejaron ir con tranquilidad.


–Creo que yo también debería de irme Jaehyo-hyung –se disculpo el chico con el que había aparecido Jaehyo, mostrando con su respeto que era menor–. ¿Me das tú correo para poder quedar y hacer el trabajo?


Le ofreció su móvil para que pudiese apuntar lo que quisiera allí. Con una bonita sonrisa el mayor lo aceptó y escribió lo que tenía que escribir ahí. Luego se lo devolvió sin borrar la sonrisa de su cara.


–Ten cuidado y llega entero a casa ¿sí? –se despidió de él con una sonrisa aun más ancha.


Los tres se dieron la vuelta y comenzaron el camino hacia sus respectivas casas.


–¿Ese no era el tal Woo Jiho con el que te liaste una vez sin querer cuando estabas completamente borracho? –quiso saber Minhyuk al preguntar directamente nada más entrar al autobús. Sin mayor miramiento el alto asintió, como si la cosa no fuese con él–. ¿Te esta acosando? –frunció el ceño y la ceja derecha de sobre manera antes de escuchar la estrepitosa risa de su amigo.


–Está estudiando música y ha elegido hacer un trabajo bastante difícil para él –respondió sin mirarlo–. Y si te preguntas que tiene que ver con la arquitectura pues bueno… resulta que tiene que hacer los planos de un conservatorio y no tiene ni idea. Como solo me conocía a mí de mi clase me lo ha pedido como favor personal y puede que profesional para el futuro, ¿quién sabe? No creo que se haya vuelto un acosador, ni sabía que yo estudiaba arquitectura, se ha sorprendido mucho al verme allí. Además, ya es un poco tarde para que me acose ¿no? –sonrió mientras se giraba hacia su compañero–. Paso como hace dos o tres meses.


Minhyuk bufó. No sabía si Jaehyo era consciente de lo que podía provocar en las personas que tenía alrededor o no, pero a veces daba la impresión de que si lo presionabas o agobiabas un poco acabarías consiguiendo de él lo que te proponías. El mayor lo sabía bastante bien y durante años había sido él quien controlaba la rienda de la relación, y así hasta que al menor le dio por pensar de manera seria.


–Simplemente ten un poco de cuidado –le pidió–. Siempre te acabas metiendo en historias raras por pensar bien de las personas –advirtió.


–Ya, pero Jiho no es una chica –le recordó–. Es diferente a todas las demás personas con las que he salido –se encogió de hombros–. Y no te estoy diciendo que sería capaz de salir con él –bramó repentinamente antes de que malinterpretara sus palabras–. ¿Has hablado con Yookwon?


El cuerpo de Minhyuk se puso rígido al instante. Aparto la mirada de su amigo y miro al frente, como si la cosa más interesante del mundo se exhibiese allí mismo.


–Creo que me lo tomare como un no –suspiro el pequeño mientras posaba su mano sobre su hombro–. Ei, este fin de semana exponen uno de esos… de coches vamos, que tanto te gustan. Mi padre puede conseguirnos dos entradas gratis. ¿Vienes? –cambio de tema intentado animarlo.


–No sé si tendré ganas de ir –repuso con una sonrisa amarga–. La verdad es que lo de Yookwon me ha bajado bastante la moral.


–¿Quieres que vaya a tu casa a ver una película entonces? –siguió ofreciendo. Si colaba al menos tendría a alguien con quien ver una película ya que siempre las tenía que ver solo y eso no le gustaba–. Sé que te gustan demasiado las de miedo pero me niego a ver una de esas. ¿Quieres ver una de aventura o una comedia?


No supo cuando dejo de escuchar la voz de Jaehyo. Si le dejabas hablar el hablaba y hablaba sin parar. Era agradable escuchar su voz, aunque no prestase atención a lo que estaba diciendo, le hacía recordar buenos momentos y además le tranquilizaba en cierta medida. Solía utilizar un tono grave normalmente, menos cuando intentaba hacerse el gracioso en vano que entonces su voz se volvía más chillona. Pero incluso en esos momentos podía decir que le agradaba. Había crecido con ello y ya formaba parte del día a día.


A veces incluso podía escuchar a su madre echarle la bronca a través del techo por no haber recogido el cuarto y haberlo dejado todo tirado.


A diferencia del mayor, el menor era un desordenado nato. Cuando entrabas en su habitación tenias que tener cuidado de donde pisar, ya que si te descuidabas podía salir cualquier cosa del suelo. Cuando eran pequeños solía ser divertido porque jugaban a que los lugares sin juguetes o ropa eran islas y había que saltar de una en una hasta llegar a la cama, que era casa. Minhyuk siempre fue bastante más hábil para esas cosas ya que Jaehyo era lo denominado torpe.


–¿En qué momento has dejado de escucharme? –exigió saber el pelinegro.


–En lo de las películas –hizo algo de memoria para acordarse de que era lo último que había escuchado.


–Vale, entonces haz como si no lo hubieses escuchado porque creo que tendré que ayudar a Jiho con su proyecto –murmuro mientras miraba la pantalla de su móvil.


¿Aquel enano pretendía quitarle el consuelo de su mejor amigo cuando lo necesitaba acaso? No pudo evitar poner mala cara.


–Y ¿qué pasa si te digo que me he pensado lo de ir a la exhibición de coches? –inquirió esperando que le diese calabazas al chico de pelo raro.


–Em… ¿quieres venir al final? –ahí estaba otra vez la mala manía que tenia de responder con preguntas a las cosas.


–No sé, puede –se encogió de hombros sin saber que decir. Si le decía que si y luego no se encontraba con ánimos para ir acabaría por mosquear a su amigo.


–Supongo que podre hacer el trabajo con Jiho por la mañana y luego ir juntos a lo de los coches. ¿Qué te parece si lo hacemos así?


Minhyuk no respondió de inmediato. Se levanto del asiento después de darle al botón para que el autobús parase en la siguiente parada. Miro raudo a su amigo para que este también se levantara cuanto antes y así pudiesen salir los primeros.


–Me parece una buena idea. Y si al final a ninguno nos apetece salir por ahí preparare algo para hacer por la tarde.


–Sabes que yo no quiero ir a ver esa estúpida cosa de coches –le recordó. En respuesta el mayor le acaricio el pelo como si fuese un niño pequeño al que quería convencer de algo–. Solo voy porque tú quieres ir. El mes que viene habrá maquetas de los edificios más raros y llamativos del mundo. ¿Vendrás conmigo?


Le miro a los ojos como si realmente fuese un ciervo herido. Dispuesto a que le disparasen con tal de que le acompañara. El rubio asintió y suspiro a la vez. Ahora comprendía porque se había empeñado tanto en acompañarle: así tendría el un acompañante para la semana que viene.


Al mayor la arquitectura no le gustaba especialmente, por no decir que no le atraía nada, y se iba a aburrir de sobre manera en el lugar pero era lo que se supone que tenía que hacer. Así los dos pasaban un buen día.


–Voy a tener que madrugar –se quejó el futuro arquitecto–. Que pereza…


–Solo ve a dormir pronto el viernes, así luego no te costara levantarte –le aconsejo con saña–. Si no tuvieses esa mala manía de irte a la una a dormir no tendrías que maquillarte esas ojeras que te salen.


Esta vez fue el menor quien gruño.


–No puedo hacer eso. Soy una persona ocupada ¿sabes? –se jactó con orgullo de su manera de vivir. Minhyuk golpeo su brazo y salió del autobús.


–Quédate calvo entonces –le ofreció con malicia mientras su amigo también saltaba del autobús. Esta vez fue el mismo el que recibió el golpe.


–No digas esas cosas ni en broma –le ordenó mientras se pasaba las manos por el pelo. No es que fuese una persona supersticiosa pero prefería asegurar de que su pelo seguía ahí. El mayor rió sin remedio ante la actuación de su amigo.


 


Se despertó cuando a su vecino de arriba, Jaehyo, se le cayó algo e impacto contra el suelo. Todos los días escuchaba como algo se caía e intentaba no prestar mucha atención a lo que pasaba arriba, sobre todo algunas noches en especial en las que estaba “solo” en casa, pero normalmente las cosas no se caían tan temprano. No algo que hiciese tanto ruido al menos. Intento desperezarse y se revolcó en la cama otra vez. Se había acostado tarde porque había estado hablando con Yookwon por teléfono, intentando aparentar que no sabía nada de nada, para quedar y hablarlo todo de una vez.


Cuando volvía a estar casi dormido escucho el corretear de alguien en el piso de arriba. Definitivamente eso no era nada normal. Se levanto, no sin pelearse antes con las mantas, y mientras bostezaba camino prácticamente todo el pasillo. No había nadie en casa, su padre estaría trabajando y su madre habría salido a hacer algún recado. Abrió la puerta de la entrada y subió las escaleras que le llevaban al piso de arriba.


Toco el timbre mientras se rasgaba los ojos con la otra mano para quitarse las legañas. Escucho a alguien correr al otro lado de la puerta que pronunciaba un “¡Ya voy!”. Momentos después se abrió la puerta dejando ver a un despierto Jaehyo con un lápiz en la mano y la cara llena de rayas y puntos de diferentes colores.


–¿Qué te pasa que no haces más que ruido? –quiso saber mientras entraba a la casa sin esperar a ser invitado. Minhyuk no se fijo en que aun con toda la cara manchada su amigo ya estaba completamente vestido, algo que a esas horas de la mañana solo ocurría si acababa de llegar de fiesta.


–Eso, tu pasa como si estuvieses en tu propia casa.


–Tu madre y tu siempre me decís que estoy en mi propia casa –repuso él cortando le lleno la siguiente frase que iba a decir.


Jaehyo refunfuño en alto, pero luego sonrió feliz. No parecía que el madrugar le hubiese afectado mucho. Mejor, aunque puede que después tuviese que soportar todos las quejas sobre lo cansado que estaba y el chico no podría disfrutar bien de la exhibición de coches.


–Lo siento. Jiho y yo estamos haciendo su trabajo y me he emocionado –ensancho aun más su sonrisa. Había encontrado alguien a quien le gustaban sus ideas sobre la arquitectura y estaba dispuesto a escuchar todos los errores que cometía o las bobadas que decía mientras calculaba o dibujaba–. Venga ven, que te enseño el proyecto.


Al cogerle de la muñeca pinto su brazo con el bolígrafo rojo que llevaba en ese momento pero no se dio cuenta y siguió guiándolo hasta su habitación, aunque no hubiese necesidad de ello. Abrió la puerta y se encontró con la cara sonriente de Jiho, que se sorprendió bastante al verlo allí en pijama junto con su mentor y maestro. En el suelo había una gran placa que tenia los característicos dibujos, líneas y letras de su amigo de la infancia. A los lados había otras placas más recortadas y restos de estas, más otras que estaban totalmente al completo. Al ver tantas cosas esparcidas por el suelo comprendió porque habían hecho tanto ruido.


Entonces se dio cuenta de que los dos chicos iban vestidos con los trajes que la madre de Jaehyo se ponía para pintar. Básicamente consistía en ponerse una camiseta grande y vieja y unos pantalones que eran más de lo mismo.


–Cuando tu madre vea esto te va a matar –aseguró sin ser capaz de decir nada más al ver tal desastre.


–A ella le gusta que sea creativo –repuso sin darle mucha importancia a lo que luego su madre pudiese hacerle–. ¿Quieres crear con nosotros, señorito de empresariales? –le preguntó ya desde el suelo pues se había vuelto a sentar para poder seguir trabajando.


–Creo que simplemente ignorare esto y me iré a la ducha –estiro los músculos de su cara con ambas manos–. Asegúrate de terminar esto para la tarde ¿sí? –pidió–. Si no me veo teniendo que ayudarte a recogerlo todo y llegando tarde a la exhibición.


–No te preocupes –y que tan fácil era para él decir eso y tal difícil para el mayor el creérselo. Pocas veces había visto a Jaehyo recoger algo el solo por propia iniciativa. Y no sabía si Jiho era bueno o no recogiendo, pero le tocaría hacer la mayoría del trabajo.


Hyung, te has vuelto a manchar otra vez más –se burló el menor de todos al ver como su hyung tenía otra raya de color verde más en la cara.


 


–Repítemelo otra vez –exigió de mala gana Minhyuk. Había llegado un momento en el que veía como su semana iba de mal en peor. Al menos ya estaba terminando pero aun quedaban todas las siguientes de su vida. Y para su desgracia su mejor amigo no estaba ayudando en nada.


–Veras, resulta que las entradas son dobles y podemos entrar cuatro personas en total –comenzó a dar la explicación que le habían pedido con la mejor sonrisa que podía poner mientras su mejor amigo lo estaba matando con la mirada–. Iba a acompañar a Jiho a la parada de autobús cuando nos hemos encontrado con Yookwon. Nos hemos puesto a hablar y… y los dos se han apuntado a... –no se atrevió a terminar la frase–. Pero en cuanto podamos nos escapamos de ellos –prometió mientras le miraba con terror.


Los dos mayores habían dejado atrás a los más pequeños por un momento. Minhyuk se encontraba descolocado de la situación y no sabía donde debía de meteré. Con eso se refería el otro día a que Jaehyo se dejaba liar muy fácilmente por las personas que tenía alrededor. Lo peor era cuando le tocaba a él pagar el pato.


–¿Cómo voy a escaparme de mi novio contigo precisamente? –quiso saber. Exaspero fuertemente e intento pensar fríamente. Habría sido mejor haber pasado la tarde viendo películas con Jaehyo que en aquella exposición con aquellos dos parásitos–. Pásatelo bien con Jiho, yo acompañaré a Yookwon –se mordió el labio–. Si vamos a cortar solo quiero tener una buena última cita –respondió ante la cara interrogante del moreno.


Y ese había sido el plan inicial de Minhyuk, pero no salió como más le hubiese gustado a él. Jiho y Yookwon se pegaron a Jaehyo como si nunca antes hubiesen tenido un hyung tan atento como él. Iban los tres por delante y él por detrás, que era el único que estaba prestando atención a la exposición y miraba la hora cada poco tiempo para que no se le pasase la hora de la exhibición de coches.


Comprendía que Jiho estuviese entusiasmado con la idea de estar junto a Jaehyo, pero no porque Jaehyo se empeñaba en que Jiho siguiese ahí. De lo poco que había visto podía decir que aquel chico rubio platino no le caía bien. Empezando porque tenía pinta de ser un vándalo hasta terminar por que se portaba mal con su mejor amigo. Tampoco comprendía porque Yookwon estaba tan detrás de él si se suponía que estaba saliendo con él.


Entre los dos menores se podía ver cierta rivalidad por conseguir la atención de su mayor, y no lo disimulaban mucho. En cuanto podían se empujaban él uno al otro y se dedicaban mordaces miradas.


Por un buen rato dejo de prestar atención a los coches que tenía alrededor y se fijo en su amigo. Yookwon era gay, pero Jiho no lo parecía. Siempre le había visto con chicas y el único chico con el que había estado, que el supiese, era Jaehyo. Lo normal sería evitarlo de la vergüenza que debía de estar pasando, pero él se acercaba más y más. ¿Qué veían ambos en Ahn Jaehyo?


Era guapo. Cada vez que salía con él a la calle todo el mundo se quedaba mirándolo y murmurando sobre él. Su propia madre decía que parecía modelo y que si lo de la arquitectura no le salía bien siempre podría trabajar como tal, tanto para publicidad como pasarelas. Durante años le había molestado de sobremanera que su amigo fuese tan guapo. Seguía molestándole porque a él le gustaba pasar desapercibido.


Era amable. Y su amabilidad los acababa metiendo en embrollos como en el que estaban ahora. Solía llamar mucho la atención que una persona con su físico fuese amable y agradable, tanto como lo era él, pero solo provocaba que se fijasen más en él. Que la gente se enamorase de esa imagen que daba.


Era estúpido. A más no poder. Es más Minhyuk tenía la teoría de que no era estúpido de lo amable y bueno que era, si no que era amable y bueno de lo estúpido que era en verdad. No solo podías tomarle el pelo como más te gustase, sino que además él mismo tenia la manía de dejarse como un estúpido integral delante de la gente. La gente por lo general no solía acercarse tanto a él como para descubrir su estupidez extrema. Si la gente llegase hasta ese punto dejarían de idolatrarlo o de enamorarse de él tan fácilmente. Solo se encaprichaban de una imagen y luego le llamaban eso amor.


Ese hecho le hacía sentir pena sobre el futuro que le esperaba. Pocas personas se iban a quedar para saber qué era lo que en realidad había debajo de su cara, y los que lo descubriesen lo abandonarían. La gente era así de estúpida. Más estúpida que Ahn Jaehyo.


–Minhyuk-hyung –Yookwon le obligo a salir de sus ensoñaciones cuando por fin después de casi una hora se dirigió directamente a él–. Jaehyo-hyung dice que deberíamos de ir a comer algo. ¿Qué te parece?


El chico no pudo evitar lanzarle una mala mirada. Puede que en cualquier otro momento Kim Yookwon le hubiese parecido una de las personas más encantadoras del planeta pero en ese momento solo quería acallarle la boca. Cuando miro hacia adelante no se encontró ni a Jaehyo ni a Jiho. Miro alrededor pero nada. Aquello le extraño mucho, dudaba que su mejor amigo le hubiese dejado tan fácilmente a solas con el menor aunque el mismo se lo hubiese pedido.


–Jaehyo–ssi es una persona muy especial para mí. No voy a dejar que le hagas lo mismo que me has hecho a mi –en realidad su palabras no iban con mala intención, solo quería proteger a su amigo–. Supongo que comprenderás que lo nuestro ha terminado ¿no?


Ambos se quedaron en silencio. Minhyuk se sorprendió a sí mismo de haber podido decir las palabras tan fácilmente, en cambio Yookwon se veía mal. No se esperaba que fuese a cortar con él, y menos en un lugar tan público. Siendo sinceros, le habría gustado disfrutar más de la compañía del mayor. Era difícil encontrar pareja siendo gay y la compañía amorosa le agradaba y tentaba demasiado.


Dejo que sus pies caminasen solos, aumentando la velocidad a cada paso que daba. No es que se sintiese dolido, se sentía humillado y apenado. El alto siguió con la mirada impasible su camino, sin poder evitarlo.


–¿Dónde está Yookwon? –escuchó la voz de Jaehyo por una esquina. Se giro para mirarle. El patoso llevaba más cosas de las que él solo podía llevar. Menos mal que todo estaba metido en cajas y que no se iba a estropear o a manchar si se le caía.


–Se ha ido. Y ¿Jiho? –inquirió con curiosidad al ver que el otro parasito no estaba.


–Su hermano se ha enterado de que estaba con chicos mayores y le ha obligado a volverse a casa –a duras penas logro llegar hasta él para darle lo que le había comprado–. Se ha disculpado y todo por ser un incordio –rio divertido aunque estaba claro que para él el chico no había sido un incordio-. Toma, come –le indicó mientras le ponía tres cajas delante de sus narices.


–¿Todo esto es para mí? –se asombro de toda la comida que había comprado. Claro si antes eran cuatro y habían pasado a ser dos pasaba a ser demasiada comida. Bueno podrían cenar luego, otra vez más.


–¿Cuándo empieza la cosa del…? –ya ni terminaba la frase entera porque no sabía ni de lo que estaba hablando–. No te rías como un tonto y responde –frunció el ceño.


El resto de la velada fue mucho más tranquila. Estando solos era difícil que pasase algo extraño o muy movido. Y aunque fuesen unos sosos la mayoría del tiempo era como mejor se lo pasaban. ¿Cómo les iba a gustar hacer cosas que a ellos dos no les iba para nada? Imposible de ser así desde el punto de vista de los dos.


–¿No quieres salir esta noche? –preguntó extrañado el mayor de los dos. El alto se giro en las escaleras para mirarlo de arriba abajo con una pequeña mueca de incomprensión–. ¿Qué? Normalmente los sábados salimos de fiesta si no hay exámenes –le recordó.


–Eras tú el que no sabía cómo se iba a sentir y que no sabía si iba a querer salir o algo –explico sus razones para que comprendiese su reacción.


–Ya bueno, pero ¿quieres salir sí o no?


No parecía que el cortar con el pequeño Yookwon le hubiese afectado mucho. En parte eso podía alegrar a ambos hasta cierto punto, pero a Minhyuk le dejaba cierto sabor amargo. ¿Tan poco había significado en realidad su ex novio para él? ¿Tan insensible podía llegar a ser?


–No tengo ni dinero ni ganas –respondió al final-. Me había mentalizado de que hoy no había fiesta –Minhyuk rio al ver lo simple que podía llegar a ser–. ¿Quieres venir a mi casa a ver películas?


Asintió nada más escuchar la pregunta. No tenía ninguna gana de estar solo aquella noche y aunque no fuesen a hablar mucho no se sentiría tan solo al escuchar la voz de otra persona aunque viniese de la televisión.


–Vamos a por algo para cenar entonces –y nada más decir esto comenzó a bajar las escaleras sin decir a donde iba en concreto.


Minhyuk le siguió, sin poder evitarlo. El moreno hacia ese tipo de cosas con bastante frecuencia y ya estaba acostumbrado a sus cambios de camino. Muchas veces se equivocaba de camino cuando era él quien les estaba guiando a ambos, y cuando se dice muchas veces es muchas veces. Incluso cuando caminaba por un camino rutinario.


–¿No tienes nada en tu casa? –comenzó a caminar detrás de él.


–No sé lo que habrá hecho mi madre para cenar, pero si llegamos con algo no nos obligara a comer nada.


 


Ambos estaban tirados sobre la misma cama mientras veían una película en el ordenador del moreno. Como no se ponían de acuerdo en que ver habían acabado por escoger una que no les interesaba a ninguno de los dos, y se aburrían. Pero con tal de no mostrarle el uno al otro ese gran aburrimiento que sentían mostraban gran interés en lo que pasaba en la pantalla.


Casi a la vez, alargaron la mano para coger el último trozo de pizza que quedaba en la caja. Normalmente, cualquier otro día, se lo hubiesen ofrecido el uno al otro continuamente, pero aquella noche ninguno de los dos soltó el trozo.


–Me lo merezco más –pronuncio el rubio al darse cuenta de lo que estaba pasando por la mente de su mejor amigo.


–Según tu sí, pero según yo no –tiró solo un poco del trozo para que no se rompiese.


Se miraron el uno al otro, de manera fija y sin pestañear. Menudo par de críos podían ser cuando se les cruzaban los cables. Jaehyo golpeo la mano de su mayor, esperando que así lo soltase, pero ni consiguió que este se quejase.


–He cortado hoy con mi primer novio –Minhyuk levanto las cejas enseñándole lo serio que estaba hablando.


–Sí, y no parecías muy triste después de hacerlo –fue contradicho–. Yo he tenido que soportar a dos niños –y solo se llevaba dos años con ellos- durante toda la tarde mientras tú estabas tan tranquilo.


–Ya, como que no te ha gustado que te hagan tanto la pelota ¿eh? –casi bufo mientras volvía a su cara de póquer–. Suelta el trozo de pizza –le ordeno.


Solo recibió un “JAH” por respuesta antes de ver como se levantaba un poco y acercaba su cuerpo más a la dichosa porción. Sin poder actuar muy rápido el bajo le siguió golpeándose la cabeza contra el huesudo hombro que se interponía.


Soltó el trozo mientras caía al suelo desde la cama, pero consiguió agarrarse a su compañero antes de caer del todo. Los dos cayeron al suelo con un sonido sordo.


–¡¡IMCÉBIL!! –grito el menor mientras se ponía a cuatro patas y corría por la alfombra.


¿Imbécil? ¿Qué tenía el chico de imbécil? No lo comprendió bien hasta que vio como el menor había corrido a cuatro patas hasta el lugar donde había caído el cacho de pizza, manchando la alfombra.


–Cariño –se escucharon dos toques en la puerta antes de escuchar aquella palabra de la boca de la señora Ahn–. Tu padre tiene que madrugar mañana, no grites de esa manera o no podrás volver a traer a Minhyukie –porque si, la madre de Jaehyo le llamaba así- a casa a dormir otra vez.


–De acuerdo, de acuerdo omma –respondió el con prisa mientras frotaba la mancha con un papel desechable.


–Os dejo mantas en la cómoda del pasillo por si luego tenéis frio. Dormid bien –concluyo antes de irse, sin meterse en la habitación.


Si la señora Ahn no se metía en la habitación cuando estaban los dos era porque confiaba en el comportamiento de los dos y porque en cuando se juntaban en un lugar cerrado a las horas acababa oliendo a leonera y la podre señora era incapaz de soportal tal hedor. Ella se pensaba que su Minhyukie no sabía nada de eso, pero hacía ya años que Jaehyo se lo había contado.


–Déjame ayudarte –suspiro antes de acercarse al menor de cuclillas–. ¿Tienes agua oxigenada?


Por respuesta solo obtuvo un pequeño gruñido en muestra de afirmación. El menor se levanto y salió de la habitación para volver tan solo medio minuto después. Le dejo el agua oxigenada a un lado, junto con un trapo, y lo miro expectante a ver qué es lo que iba a hacer. Como si se tratase un juego de magia.


–Mi abuela me enseño que las manchas más difíciles salen mucho más fácilmente con agua oxigenada –le explico para que entendiese el porqué de su petición–. Es un truco que está bien saberse por si acaso, lo creas o no ayuda a ligar con cierto tipo de chicas –sonrió con tristeza sin poder evitarlo. Hacia un buen tiempo que había dejado de pensar en chicas, y ahí estaba: explicándole de que hablarles cuando estaba claro que a ellas les daba igual de que hablase Ahn Jaehyo con tal de que les enseñase su bonita cara.


–Al menos sabes que si no te sacas la carrera podrás trabajar en una tintorería –lo chincho a la vez que le pinchaba con un dedo el costado, intentando volver al ambiente que había precedido a aquel–. Yo no sé nada de limpieza o sea que te contrataría.


–Ni de limpiar ni de ordenar ni nada que tenga que ver con la casa –le recordó, solo había que pasar la mirada por la habitación para darse cuenta de eso. A cambio del comentario recibió un pequeño cojinazo, bastante flojo para que no gritase o se molestase y despertase al señor Ahn–. Eres un guarro por naturaleza –rio entre dientes.


–Calla viejo verde –puso mala cara a la hora de hablar sin poder evitarlo.


Se levanto del suelo después de recoger el papel y el bote de agua oxigenada que el rubio había utilizado para limpiar la mancha del suelo. Volvió a salir nuevamente de la habitación, esta vez tardando un poco más que la anterior vez. De mientras, Minhyuk se dejo caer en la cama en la que iba a pasar la noche. La conocía demasiado bien, había pasado años en ella, y a veces esos años le parecían muy poco. Que rápido pasaba el tiempo.


–Dejamos la película para otro momento ¿no? –propuso el mayor cuando el menor hizo su aparición otra vez en la habitación.


–¿No te ha gustado acaso? –Jaehyo intento poner cara de superioridad, pero no era su fuerte. Para nada. Aquellas expresiones le eran muy difíciles de poner ya que al ser una persona amable no era algo que soliese hacer con mucha frecuencia.


–Anda, cállate ya –le pidió el bajo–. Se perfectamente que tu tampoco soportabas la película. Es una estupidez seguir viéndola.


–Entonces ¿qué quieres? ¿Qué hablemos de lo que ha sucedido hoy? –inquirió sin comprender que era lo que quería su mejor amigo. Se sentó a su lado, bueno, más bien se tiro sobre la cama, revotando un poco en ella. Apoyo su cabeza en el regazo del mayor y lo miro a los ojos–. Adelante –le ofreció para que se pudiese desahogar todo lo que quisiese y más.


Minhyuk se lo pensó detenidamente. Entre los dos habían conseguido que el ambiente fuese agradable (quitando el incidente de la pizza y las burlas varias). ¿De verdad quería estropearlo hablando de una persona que había quedado ya en el pasado? Porque tal y como demostraba su seria cara, pocas cosas eran capaz de quitarle el sueño de verdad. Se comía la cabeza durante unas horas (a veces ni eso) y luego seguía con su vida tan feliz.


–¿A qué esperas? –preguntó ciertamente impaciente al ver que no abría siquiera los labios–. ¿Quieres hacer otra cosa? –el mayor asintió lentamente–. ¿Algo que no haga mucho ruido? –y esta vez solo vio como se encogía de hombros–. ¿Qué quieres decir con eso?


–¿Te has sentido feliz al ver que había menores que te idolatraban y que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por ti? –el menor frunció el ceño sin comprender a donde quería llegar su amigo–. Me refiero a que aunque atraes a la gente nunca has tenido una pareja de verdad, una que quiera cuidarte y mimarte –observo como la expresión del menor se apaciguaba–. He pensado que hoy podrías haber experimentado algo parecido…


–Nunca he necesitado una pareja –interrumpió las palabras de Minhyuk– porque siempre he tenido amigos y gente para que hiciesen lo que necesitaba en ese momento. Y si en algún momento sentía una necesidad de desfogarme siempre me ha sido sencillo encontrar a alguien para ello –se incorporo rápidamente y con un movimiento rápido lo obligo a quedar entre el colchón y su cuerpo–. ¿Qué pasa? ¿Acaso quieres ser ese tipo de persona para mí?


La mirada felina del menor se cruzo con la indiferente del mayor. Jaehyo se aproximo a los labios de su mejor amigo, apunto de besarle, justo antes de echarse a reír (no muy fuerte para no molestar) y atrasar su delgado cuerpo.


–¿Tu cara no se inmuta en ese tipo de momentos? –se seco del ojo una pequeña lagrima que había salido del esfuerzo que le había causado a su cuerpo el reírse de esa manera.


Como represalia Minhyuk golpeo el brazo de Jaehyo. Lo agarro del brazo y le obligo a tumbarse forzosamente en el colchón, siendo esta vez él el que se encontraba encima.


–¿Te divierte burlarte de ese tipo de cosas? –preguntó sin casi moverse.


–No es que me divierta –contesto el menor poniéndose un tanto nervioso aunque no dejase verlo del todo–. Es solo que no entiendo cómo puedes excitar a la gente con esa cara –la verdad es que no pretendía decir algo que pudiese parecer tan cruel, pero había salido solo de su boca–. Me refiero que aunque seas guapo deberías de expresar un poco más, idiota. O si no la gente pensara que en realidad no te excitas con esa persona. No mola.


–A veces, solo a veces eres perfecto para odiar. ¿Lo sabías? –pregunto de manera retorica–. Ahora mismo podría hacerte mío, y verías como en realidad da igual la cara que ponga porque lo disfrutarías de todas maneras.


De las cuerdas vocales del moreno salió un pequeño gemido lleno de miedo. Lo había dicho tan seriamente que parecía ir en serio. Y aunque alguna remota vez se había imaginado a los dos en una situación parecida (porque muchas veces sentía que Minhyuk era como su novia ya que hacia todo lo que le pedía) que se volviese real le aterraba.


–He estado pensando –aunque las anteriores palabras del rubio habían sido fáciles de malinterpretar aquellas eran mucho más suaves–. Comprendo porque todas te prefieren a ti, y lo mismo con Yookwon. No me gusta, pero lo comprendo –el menor levanto la vista para mirarle fijamente a los ojos sin comprender porque salía con eso ahora–. Y lo siento. Siempre me había dado rabia que te lo terminases llevando todo, incluso la admiración de mi madre, pero me he dado cuenta de que tú lo tienes mucho más difícil que yo. Todos te ven tan perfecto que es imposible poder mantener esa imagen siempre, y las únicas personas que vamos poder conocerte bien, del todo, seremos muy pocas personas. Yo…


–Calla –le pidió con voz temblorosa–. ¿Acaso te has propuesto deprimirme a mí también? –le acuso pues aquellas palabras e ideas eran nuevas para él. Jamás se había planteado aquello. Porque siempre había visto en si mismo más defectos que cosas buenas y ese hecho quitaba todo lo positivo que podía haber en él–. Eres mi mejor amigo, no deberías de decirme esas cosas cuando yo solo intento hacerte feliz y que no caigas en depresión.


Se quedaron en silencio. Las expresiones de Jaehyo no paraban de cambiar, una detrás de otra. Era algo que ocurría cuando no sabía cómo debía de sentirse exactamente. El rubio estaba seguro de que quería sentirse enfadado aunque le estuviese costando lo suyo.


–Perdón –y con su inexpresiva cara intento expresar arrepentimiento de verdad, ya que no se sentía a gusto habiendo herido a su amigo–. Si me perdonas puedo conseguirte a alguien que de verdad vaya a mirarte por lo que eres y no por lo que aparentas.


Una mirada curiosa cruzo entre los dos, pero en seguida se volvió una mirada de desconfianza.


–Ya… No seas idiota –le espetó–. Tú escoges mucho peor que yo a las parejas –le gruño débilmente, como si así quisiese erigirse por encima de él.


–No he dicho que haya encontrado a alguien que te vaya a hacer feliz por siempre, solo que se de alguien que puede enamorarse de ti aun sabiendo todo lo que eres tú.


Y por aquellas palabras se gano un pequeño puñetazo en el costado. Cerró los ojos a presión y se quejo más de lo que había dolido. Acto seguido, sin pensar mucho en lo que estaba haciendo bajo su cabeza hasta que pudo notar como sus labios se posaban sobre los de su compañero.


Los dos se encontraban un tanto atónitos por el hecho de que después de tantos años de amistad esta pudiese acabar con aquel simple roce. Pero Minhyuk sabía que Jaehyo era demasiado bueno, bobo y guapo como para acabar recriminándole lo que había hecho. Pues cuando dejaba emerger su ego acababa por incitar a todo el mundo para que se le declarara. O eso leía el mayor entre líneas, aunque ¿sabía Ahn Jaehyo enviar mensajes indirectos o subliminales?


–Realmente eres un soso –se quejo cuando sus labios se separaron y pudo hablar–. No me extraña que todos acaben dejándote por mí.


Sin vacilar lo agarro del cuello y tiro de él hacia abajo, dejándolo caer sobre su propio cuerpo. Aunque sus labios volvieron a encontrarse Jaehyo no fue a por ellos directamente, sino a por su oreja pues la experiencia y la memoria le decían que era uno de los puntos flacos del mayor. Un corto pero intenso torreón de placer recorrió el cuerpo entero de Minhyuk cuando el menor mordió por segunda vez su lóbulo.


–¿Có…cómo has hecho eso? –preguntó con asombro después de separarlo a la fuerza. Aquello provoco una sonrisa de felicidad y superficialidad en su compañero, orgulloso de lo que podía provocar.


–No es necesario que te sorprendas tanto. De pequeño me gustaban los chupachups –le recordó con una pequeña sonrisa antes de obligarle a balancearse y caer sobre la cama de lado, obligándolo después a tumbarse boca arriba e irguiéndose el por encima de él–. ¿Alguna duda más?


El rubio rápidamente, sin saber que decir exactamente ante esa pregunta. Ni a lo que iba a pasar después.


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