Nuevo país, nueva ciudad, nueva vida. Todo era nuevo para él, sin mencionar el idioma. Los días parecían rápidos en una atmosfera diferente, todo era tan distinto. Llegó a este nuevo lugar por el hecho de que sus padres habían obtenido un empleo en este, conocer gente nueva no resultaría difícil pero tampoco sería fácil, apenas dominaba el idioma y algunas palabras se le olvidaban. Había estado cambiando de lugar tantas veces que en ninguno pudo finalizar sus estudios y tenía miedo de que en este sucediera lo mismo a pesar de que sus padres ya le habían dicho que este sería el definitivo; siempre mentían al respecto.
Primer día de clases, ya estaba acostumbrado a las nuevas amistades que hacer otras ya no sería de importancia, buscaba entre papeles para ver cuál le tocaría, hasta que por fin dio con el pedazo de papel, ‘Alumno de último año, Lu Han. Clase A. Asunto; transferencia’ algo bastante estúpido e innecesario ¿En dónde estaba la maldita clase?, haciendo una cara más seria y confundida de los normal Luhan tenía que preguntar a cualquier persona que por allí pasase.
-¿Disculpe? –Preguntó Luhan a la persona que allí pasaba pero, que al parecer no le dio mucha importancia.
-Disculpe–Dijo está vez dando una orden de que lo mirase.
El chico con su cara más divertida apenas lo miraba.
-No te había escuchado ¿Necesitas algo? –Preguntó el joven alto y alegre.
-Perdone… ¿Puede indicarme en dónde queda la clase A de último año? –Contestó Luhan mientras miraba el pedazo de papel que aún estaba entre sus manos.
-Oye, también estoy en ella. ¿Qué te parece si te acompaño?
-Claro, claro-Asintió el más bajo.
Era un poco incomodo el estar con alguien que apenas conocía caminando por los pasillos del instituto, pero este no pensaba dejarlo así.
-Y... ¿Cuál es su nombre? –Lo miró Luhan
-Soy Chanyeol. ¿Y tú? –Respondió el más alto, dejando de un solo una pregunta reciproca.
-Luhan, un placer conocerlo–Contestó el más bajo.
Lo único que dijeron habían sido esas palabras para después llegar al aula, era una bastante pequeña ya que, eran muy pocos los que llegaban a esa escuela hasta ese nivel. Al entrar los veía a todos desordenados hablando entre sí, lo que le pareció bastante incomodo, ahí como en otras escuelas, ya siendo el último año era obvio que ya todos se conociesen, dejándolo a él un poco desanimado.
-Gracias–Agradeció al más bajo por haberle llevado hasta este lugar.
Miró entre los asientos, intentado encontrar uno desocupado y si lo hizo, uno al lado de la ventana, un poco atrás pero no tanto. Comenzó a dejar sus cosas en este y pudo notar que alguien lo observara, que por inercia volteó a mirarlo confundido.
Era un chico con una mirada impenetrable, parecía en otro mundo, solo miraba fijamente casi sin parpadear, causaba temor pero, en muchas partes hay distintas personas que no dio mucha importancia.
-Mi nombre es Luhan, ¿Y el de usted? –Dijo acercándosele lentamente con una gran sonrisa en el rostro de esas que mataban a cualquiera. Al ver que no respondía trató de insistir un poco más -Luhan, así mismo me puedes llamar…–Seguía sin pronunciar nada que decidió no seguir insistiendo.
Pasaron apenas unos minutos para que la clase comenzara y todos volvieran a sus puestos habituales. El maestro llegó e hizo parar a Luhan sabiendo que este era el único nuevo que tenía que presentar por supuesto. Indicando que era de China y que casi no conocía el idioma el maestro hizo que dijera unas palabras.
-Mi nombre es Luhan–Musitó en un tono suave y amable –Espero llevarme muy bien con todos–Miró al chico que se sentaba en esa esquina y tomó asiento e inmediatamente las clases comenzaron a avanzar.
Prestaba atención a cada una de las palabras que el maestro decía, algunas veces no entendía los términos por lo que alzaba la mano para preguntar que era, algunas burlas leves aparecían al momento de hacer esto pero, el chico de atrás como una estatua daba miedo.
El cambio de clases pasaba volando y cada vez venían maestros nuevos a indicar que hacer, todo tan aburrido. Al finalizar la cuarta clase era hora de tomar un receso de tan agotadoras cosas. Iba parándose del asiento pero, algo interrumpió que lo hiciese.
-Oh Se Hun–Pronunció casi con problemas el chico que al parecer era bastante alto a la hora de pararse, para luego marcharse
Un gran misterio era este chico y eso era lo que mataba a Luhan, quería investigar más sobre este. Saberlo todo ¿Por qué era así? Demasiado raro, tantas preguntas empezaban a generarse en su cabeza, quería simplemente investigar.
Empezó a seguirlo cuidadosamente sin que se diera cuenta, el chico sólo compraba su comida y se iba caminando a otro lugar que no era la cafetería donde todos se sentaban, dio muchas vueltas para finalizar en la azotea del instituto y que este se escondiera detrás de algo de metal.
El chico, o mejor dicho Oh Se Hun, se acostaba en sus manos viendo el cielo a estas horas, uno bastante lindo, azul y con mucha luz tapando así toda su cara.
-Ahh–Suspiró el más alto demasiado fuerte. -¿Cuánto tiempo esperas esconderte? –Dijo en duda de nuevo muy despacio.
Luhan, al ver que lo había pillado dio un respingo y su corazón empezó a latir por mil ¿Desde hace cuanto sabía que le estaba siguiendo?, decidió salir y posarse a su lado. El mayor al ver que no llevaba nada de alimento decidió compartir el que había comprado, poniéndolo así en el rostro del más bajo. Pero este simplemente lo rechazó.
-¿Qué quieres de mí? –Fue directo.
-S-Sólo…–Las palabras no le salían ¿Cuál era la razón por la qué lo había seguido tanto? Sólo quería averiguar algo, no convertirse en acosador.
-No digas nada–Continuó el más alto dando un pequeño mordisco al emparedado que había comprado.
Luhan lo miró de reojo pero, a la vez tan provocativamente… tenía mucha hambre y su estomago no decía lo contrario, ya estaba hasta rugiendo.
-Toma–Dijo Sehun de nuevo colocando su emparedado cerca del menor, tragaba salir al ver tan exquisito manjar en frente de él que dio el siguiente paso. Al morderlo abrió sus ojos como platos, estaba delicioso, las cocinera definitivamente hacían bien su trabajo.
Se quedaron hablando, a pesar de que era difícil sacarle las palabras a Sehun, el menor lo hacía e incluso en algunas ocasiones le hacía reír, era el comienzo de una gran amistad y de eso estaban seguros. El tiempo pasó volando que ni cuenta se dieron ¿Qué horas eran?, Oh Sehun miró su reloj e inmediatamente quedó en shock, ¡El descanso había terminado hace media hora!.
Oh Sehun se llevó a Luhan de las manos sin pronunciar nada por todo el camino y muy aprisa, el castigo que les esperaban era grande, y más por el nivel en que estaba y el maestro de esa asignatura, era conocido como el más severo.
Acercándose a la puerta en paso de tortuga ambos llegaron hasta allí con su cara apagada, y sabiendo lo que les esperaba, pensaron que sería peor pero, se sorprendieron con lo que escucharon a continuación.
-Primer día de clases–Suspiró el maestro cerrando sus ojos para luego abrirlos rápidamente- ¿Están conscientes de eso?, ¿Es qué no saben que es su último año?–Estaba botando fuego, literalmente –Ustedes dos, ¿Es qué son muy amigo? Si lo que quieren es jugar de a dos, está bien, lo permitiré, tendrán que entregarme un trabajo escrito, a mano –resaltó esas palabras “a mano” –Tienen dos meses para hacerlo, el tema será sobre los problemas políticos, culturales y socioeconómicos que está pasando el país en estos momentos, mínimo setenta hojas, y ocupará el 60% de su nota ¿Entendieron? –acentuó fuerte y molesto el maestro.
Ambos sólo asintieron, estaban muy molestos pero se controlaban, después de todo así era esa escuela, algo decía que esos dos meses serían los más largos de todos los meses ya vividos y el inicio de una gran amistad y quién sabe si algo más.