Era indiscutible el hecho de que en medio de todo el lugar se podían escuchar los graves estruendos que se provocaban debido a la llegada de los estadounidenses a territorio japonés; disparos, explosiones, fuertes pisadas, todo llevaba a pensar solamente una cosa, una palabra, caos.
Todo lo que sucedía a su alrededor era suficiente como para caer en una especie de locura y desesperación por dejar todo por lo menos durante un minuto y observar tranquilo por la ventana prados verdes que se mecían con el viento, pero no, el cielo estaba gris con una tonalidad que se iba volviendo roja a medida de que se descendía la mirada y de varios lugares salía denso humo negro, grandes chispas indicando que el fuego estaba arrasando sin piedad el lugar ¿Iban perdiendo?
En el momento en que todo era ya oscuro, turbio, se escuchó el sonido de la puerta abrirse pues esta rechinaba fuertemente por lo antigua que era. “Goku…” Masculló el hombre detrás de ella quién tenía un distinguido color de cabello de oro, ocelos rojos, piel bastante pálida y que vestía de un traje entero de carmín “Ya sal de allí, maldito cobarde”. Después de las palabras del rubio, un suave murmullo roto y perturbado, tembloroso, pudo escucharse. “No puedo…no puedo…” Esas fueron las únicas palabras que logró formular el tipo que estaba en un rincón de cuclillas, temblando fuertemente, como si estuviese viviendo una especie de crisis de pánico. “¿No puedes?” Arrasó Koku con la voz que tenía un aire de cierto enfado “¿Cómo que no puedes? ¡Debes de llevar una nación para ganar la guerra! Y estás aquí como un medroso entre el rincón… ¿De qué te ocultas?” Se acercó lentamente para tocar el hombro de su hermano suavemente, a ver cómo reaccionaba. Goku apenas volteó teniendo sus manos entre su rostro, apenas teniendo la visual derecha entre sus dedos. Se podía notar que sus ojos estaban inyectados de sangre, un estado deplorable. No fue sorpresa para el chico de cabellos rubios verle de esa manera, desde que comenzó todo, Goku se transformó en un hombre débil en todos los sentidos, podía llegar a alterarse por todo, hasta ha tenido ganas de matarse a sí mismo, ya no podía soportarlo. El único que lo mantenía sobre el suelo, era su hermano quién no permitía que nadie lo viese de esa manera ¿Acaso querrían tener a un hombre débil e inseguro como líder? ¿Qué tenga alas de matarse? ¿Psicótico solamente porque se le rompe un pequeño vaso o una simple taza?
“Nunca llegarán a deshacerse de las tropas, ¿verdad? ¡Son muy fuertes! Estamos perdidos, hermano…” Ya se había vuelto cotidiano, pasaría siempre lo mismo hasta que todo acabase. Koku le dio una cachetada a su hermano, más bien un zape ya que seguía dándole la espalda “¡Despierta, Goku!” Consiguiente de esas palabras el pelinegro se puso lentamente de pie, haciendo notar que sus piernas estaban entumecidas ya que permaneció en esa posición bastante tiempo “Quisiera hacerlo, hermano…Quisiera despertar de éste terrible sueño ¡Pero es una realidad que distorsiona los colores de nuestra vida! ¡La de Ryukyu! ¿No lo ves? ¡Estamos perdidos! No tenemos nada más qué hacer. Nuestros soldados escapan de la isla, mueren y ya no dan lucha” Desgraciadamente de eso se trataba, esa era la realidad que ambos, no, todos estaban viviendo. El rubio bajó la cabeza junto con la mirada rápidamente al terminar las palabras provenientes de su hermano y calló. “Solamente quedamos tú y yo, Koku…” Con timidez tomó de ambas manos a su hermano, entrelazando los dedos, pero ello no tranquilizó el ambiente. “Ya sabes lo que tenemos que hacer ahora, dar lo último que nos queda” Goku dibujó una temblorosa sonrisa, con lo que había declarado estaba prediciendo el destino de los dos, el cual terminaría como una tragedia más en lo que consta de esa batalla. Koku asintió solemnemente aceptando lo que le vendría.
Los dos se deslizaron por una de las paredes de la habitación, sentándose juntos. Como cobardes habían aceptado la derrota, no tenían otra opción.
“Odio las tazas…Son demasiado calientes” De repente Goku comentó y su hermano le dirigió una antipática mirada de reojo. “Pensaba en molerlas todas.”
“No te preocupes…” El rubio apoyó su cabeza en el hombro de su hermano y dijo suavemente. “Conseguiré unas con las cuales no te quemes” Goku forzó una sonrisa y asintió “Eso me gustaría”
No importa lo que quería decirse a sí mismos, ya están conociendo el día en que todo terminaría, en el fondo sabían que significaba eso. Goku siempre había sido frágil sea la mente o el cuerpo. Sólo que no estaba hecho para la clase de vida que Koku llevaba, más bien no le servía si es que tendría ese estado.
En el exterior, el procedimiento de evacuación debe ir bastante bien. Las tropas deben ser capaces de mantener a raya a los demás de manera eficaz. Las personas que Koku había puesto a cargo eran lo suficientemente competente para manejarlo, incluso si él no estaba cerca. Su segundo al mando se había mudado con la primera ola, debe estar bien. Koku lo había entrenado lo suficientemente bien, él iba a seguir los ideales del régimen sin demasiada variación.
La causa de Koku continuaría, sin duda.
Pero Goku no estaba en condiciones de seguir adelante, por lo menos no ahora. Necesitaba tiempo con un terapeuta, a pesar de que trató de mantener este hecho en secreto. Tal vez una semana de sesiones ordinarias, y estaría cerca de lo normal de nuevo. Dos años y medio, tres semanas más…estaría bien. Koku en cambio necesita una hora para llegar lo suficientemente lejos, al menos.
Líderes como ellos... ellos nunca murieron tranquilamente en sus camas. Siempre había algún tipo de asesinato o suicidio o algo así, más bien mental.
"... Podemos salir mañana, tal vez..." Goku dijo, acariciando los cabellos de su hermano "Podría ser bueno para PR (Public Relations) si compramos en las tiendas públicas..." Ofreció una sonrisa vacilante "Y tal vez pasemos a comprar el té que solemos tomar…”
"¿Todavía sigue la PR en pie?”
"Yo creo que sí."
Koku sonrió un poco "Me gusta ese lugar."
"A mí también."
Koku podía oír las primeras bombas comienzan a caer. Afuera, la gente gritaba por la sirena de evacuación, la cual aún debe ir. Esperemos que la mayoría de sus seguidores pudieran llegar allí, a un lugar seguro.
Y allí estaban los dos, sentados en la oficina. Les gustaría decir que había cosas más triviales que morir debido a… pero no podían pensar en ninguna, nada se les pasaría por la mente en esos momentos. Por otra parte, esto podría reflejar algo mejor en ellos, por vez primera parecían estar bastante unidos. El más débil de los hermanos miró a su contrario con tranquilidad y susurró muy bajamente, de manera en que no le escuchara “Te quiero…hermano”
Koku se perdió en sus pensamientos, gracias al cielo no escuchó a su hermano y mantuvo su mirada perdida sobre el suelo…Goku pudo haberse roto una uña o su baño pudo haber sido demasiado caliente, algo que no le gustaba. Podría haber pronunciado mal una palabra en un discurso y comenzar a llorar en ese momento. Pudo haber sido mucho peor, Koku estaba figurando esa ruptura de su hermano que habría sucedido en público. Las personas sabrían que habían estado siguiendo a alguien que estaba obviamente inestable y todo lo que uno de los dos de ellos había trabajado durante ese tiempo sería completamente desacreditado. Sólo se trataban de pensamientos efímeros de Koku, más bien simples visiones si es que ambos no terminaran con sus vidas.
Goku volvió a hablar, terminando con los pensamientos de su hermano de repente "¿Qué está pasando en el exterior?" Le preguntó en voz baja.
El bombardeo se había acercado lo suficiente para que pudieran ver como se derribaban los edificios más altos y cercanos en el camino. Koku se estremeció al escuchar tal estruendo, a punto de perder la cordura como su hermano pero se calmó tiró de él un poco más alcanzando con sus labios los del pelinegro y luego susurró sobre estos, todo ello en respuesta de que en verdad si había escuchado lo que anteriormente Goku le dedicó. "Nada...Hermano…"
Las bombas callaron cuando el último misil llegó a su objetivo, como si hubiesen guardado un minuto de silencio a los caídos.