Por Misaki
Me sentía mareado, me dolían las muñecas, todo daba vueltas y tenia frías. Comencé a abrir lentamente mis ojos, descubriendo que no estaba en mi hogar, no sabia donde estaba.
Me encontraba en una gran habitación blanca, estaba sobre una cama con colchas igual blancas y grandes almohadones, había dos cajoneras a cada lado de la cama, y el dosel blanco me separaba de todo lo demás, no me había dado cuenta, pero estaba completamente desnudo.
Rápidamente me levante de aquella cama digna de un rey y me dirigí corriendo hacia la puerta, trate de abrirla, pero estaba cerrada con llave, mientras yo llevaba a cavo mi pelea con el cerrojo de la puerta se escucho un sonido chasqueante, me aparte rápidamente de la puerta mientras observaba como la perilla daba vuelta ligeramente.
La puerta se abrió, y por ella entro aquel criminal que había rondado por mi cabeza todo este tiempo. Al instante recordé el por que estaba en ese lugar, asustado retrocedí, tratando de alejarme de aquella persona que me secuestro.
-¿Qué pasa Misaki? ¿Por qué me temes? – pregunto calmadamente tratando nuevamente de acercarse a mi.
-¡Aléjate de mi!- grite desesperado por lo que aquella persona que, aunque me costara admitirlo, que amaba podría hacerme - ¡déjame ir!
-¿Qué estas diciendo Misaki? Tu y yo nos amamos, por eso tuve que hacer esto, por los dos, para así alejarnos de la gente, el mundo y los prejuicios – al decir esto rápidamente me abrazo sin que yo pudiera evitarlo – Te amo- susurro en mi oído haciéndome estremecer
De un momento a otro poso sus labios sobre los míos, de manera suave y dulce, llena de amor, no pude resistirme y le correspondí, sentía como mis labios ardían al sentir su cálida boca, y en el momento en que delineo mi labio inferior con su lengua, abrí un poco mas mi boca para dejar pasar a aquella húmeda lengua.
Nuestras lenguas libraban una habida batalla que parecían nunca poder ganar. Ese beso de un momento a otro dejo de ser cálido y romántico a ser feroz y lujurioso, Usagi san me tomaba de la nuca con una mano, mientras que la otra estaba posicionada en mi cadera, pero esa mano bajo un poco hasta que se poso en mi trasero, en ese momento volví a la realidad y trate de alejar de aquel ladrón.
-¡Oye que haces! ¡Suéltame! – comencé a forcejear en sus brazos, pero era inútil, el seguía besándome de manera furica y desesperada.
Sus labios descendieron por mi mandíbula y finalmente llegaron a mi cuello, donde comenzóa dejar húmedos y cosquilludos besos, aunque me costara admitirlo, se sentía algo… bien, pero no podía hacer eso, mi orgullo era demasiado grande para dejar que ese hombre me robara mi primera vez.
Paso de los húmedos besos a las toscas mordidas, dejando así futuras marcas rojas, como diciendo que soy de su propiedad, pero… si yo no hacia algo pronto así seria…
-En serio, ¡Basta! –
Me desespere y comencé a lanzar puñetazos en su pecho, en un principio parecían inútiles, pero por fin logre darle un golpe en la mandíbula haciendo así que su labio sangrara.
-Yo… yo d de verdad… lo sien… - tartamudeaba del miedo, su mirada era furica, tenia miedo de lo que podría hacerme.
-Quería hacerlo por las buenas, pero tal parece que no piensas cooperar –
Dicho esto me lanzo a la cama rompiendo el dosel blanco, se acerco a la cajonera y saco unas cuerdas. Mi corazón comenzó a latir como nunca antes lo había hecho, definitivamente, tenia miedo…
Rápidamente amarro mis muñecas por encima de mi cabeza y estas a los barrotes de la cabecera de la cama. Estaba completamente a su disposición.
Se coloco entre mis piernas y acariciándome desde los muslos hasta la cabeza, me sujeto con ambas manos de la nuca y susurro en mi oído…
-Esta noche vas a ser mío, quieras o no… - me dio un tierno beso en la frente mientras yo temblaba por lo que acababa de decir – Te amo…
Nuevamente regreso a mi cuello dejando mas marcas rojizas, yo lo único que hacia era protestar y dar pequeños gemidos que salían sin que yo pudiera evitarlo, siguió bajando, besando y mordiendo por donde pasaba hasta llegar a uno de mis pezones, que ya se encontraba erecto.
Comenzó delineándolo con la lengua, y dando pequeñas lamidas, después de algunos segundos, comenzó a chuparlo con desesperación, daba pequeñas mordidas que me hacían lanzar gemidos aun mas audibles
-¡Basta!, por favor… ¡Ah! – había mordido mi pezón nuevamente.
Dejo de torturar una de mis tetillas para pasar a la otra y hacer lo mismo que con la anterior, pero una de sus manos se había pasado a mi entrepierna comenzando a masturbar lentamente mi pequeño miembro semi-erecto.
Los gemidos no se hacían espera, mi corazón estaba a mil por segundo y temblaba más que un chihuahua, sabía lo que vendría después, sabia que este hombre me haría el amor a la fuerza, sabia que dolería. Pero después de todo yo lo amaba, pero de todas formas, yo no estaba listo para hacer esto…
-ah… ¡hm! … por… por favor… basta… - suplicaba entre gemidos.
Ahora los movimientos de su mano era frenéticos y me causaban un gran placer, a cada momento que podía, el me besaba y pellizcaba mis pezones, era algo… increíble, pero mis muñecas comenzaban a doler al igual que mis hombros, pero a el parecía no importarle.
Nuevamente una de sus manos bajo hasta mi entrepierna, pero me sobresalte al sentir como no era a mi miembro donde se dirigía, si no que se encontraba introduciendo un dedo en mi entrada; me asuste de inmediato
-¡No! ¡Basta! – me moví mucho mas tratando de alejar al invasor a la vez que gritaba, pero lo único que me gane fue que pusiera una mordaza en mi boca impidiéndome hablar…
-¿No quieres que prepare? Bien… será peor para ti…
Me puso en cuatro aun amarrado a la cama, quedando de espaldas a el, solo podía escuchar como se terminaba de desvestir, oigo como su camisa caía al suelo, la hebilla de su cinturón desabrochándose y su pantalón caer al suelo, me asusto cuando lo siento nuevamente sobre la cama.
Con sus manos abrió mi trasero dejando así mas visible mi entrada, sentí la punta de su duro miembro tratando de abrirse paso entre mis entrañas, un dolor terrible me abrumo, podía sentir como me desgarraba con su miembro.
Aun amordazado me queje, y unas lagrimas rodaron por mi mejillas acompañadas de sollozos de puro dolor.
Al notar que mi estrechez no dejaba pasar su virilidad se hizo hacia atrás y me penetro de una gran estocada haciendo que mi espalda se arqueara y yo dejara salir un grito ahogado y aun más lagrimas. Me acaricio la espalda y repartió varios besos a lo largo de esta.
No espero a que me acostumbrara y comenzó a embestirme fuertemente, sus roncos gemidos se estrellaban contra mis oídos, mientras yo trataba de mantener la conciencia
-Ahhh… Misaki… eres tan estrecho- dijo mientras metía y sacaba su miembro de mi interior
Siempre me habían dicho que hacer el amor era una sensación increíble, que no había nada igual… y tenían razón, nunca había sentido nada igual a esto que estoy sintiendo, es horrible
Pude sentir como aquel intruso se hacia aun mas grande en mi interior y la estocadas se hacían aun mas desesperadas, los gemidos de Usagi-san eran mas fuertes y frecuentes, esto acabaría pronto.
-Misaki… ¿Puedo correrme dentro de ti? – dice entre jadeo y jadeo
No contesto nada, solo agacho la cabeza…
Después de 5 energéticas y aun mas fuertes penetraciones mas, siento como mete su miembro hasta la base mientras me toma de las cadera y deja salir su esencia dentro de mi a la vez que larga un gemido ronco.
Saca su virilidad, dejando así caer los chorros de sangre y semen de mi entrada, me desata y me quita la mordaza para después taparnos con la manta y recostarme sobre su hombro, me besa la frente y me susurra
-Gracias por esto Misaki, Te amo-
Tal parece que me dijo más, pero había resistido durante todo este tiempo para no caer en la inconciencia, así que justo cuando tengo la oportunidad me dejo abrazar por los brazos de Morfeo.