Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De tradiciones y amor está hecho el invierno por HitchNoDanna

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Heheheey! He aquí mi tercera entrega. Debí haberla subido desde el dieciséis, pero la verdad andaba en eso de las posadas, XD, además de que sigo escribiendo el último capítulo de mi fic navideño de Itachi X Sakura que les mencioné al principio y todavía no termino, XD. En fin, en esta ocasión me enfocaré un poquito más en la pareja Egoísta y Romantica. Terrorista no saldrá sino hasta el siguiente.

Bien, pues sin más preámbulos les dejo el cap.


Disclaymer: Junjou Romantica no me pertenece. De lo contrario no estaría poniendo este disclaymer, XD.

III.-


Cinco de la tarde del dieciséis de diciembre. Se encontraba rondando el pequeño parque del pueblo. Había decidido salir del mesón donde se estaba quedando, como siempre en compañía de su mejor amigo.


–Me pregunto cómo las harán –suspiró con cierta añoranza.

–¿Qué?

–Las esferas navideñas.


Ese cuestionamiento ciertamente lo tenía desde que era niño. Recordaba que sus padres solían comprar tantas variedades de colores, tamaños y diseños como fuera posible, pero siempre se preguntaba cómo era que lograban que el vidrio tomara esa forma tan perfecta y ese reluciente acabado metálico. Obviamente en su tiempo investigó el proceso, pero más que saberlo quería presenciarlo todo. Sin embargo, y con el paso de los años, aquello quedó como una curiosidad infantil que quizá jamás sería resuelta.


El ver los árboles del parque y el atrio de la iglesia, sin hojas pero adornados de las coloridas esferas, sin necesidad de luces ni otros artificios, ciertamente evocaban esos días de niñez.


–¿Por qué nos detenemos? –preguntó su acompañante.

–Tanta perfección en algo tan simple –musitó mientras quitaba con cuidado una esfera.


Era una bonita esfera de color rojo con una franja horizontal azul rey en la parte de en medio. Dentro de esta franja podían apreciarse unos copos de nieve pulcramente trazados, alternados con estrellas doradas. Además de eso, los bordes de dicha franja estaban limitados por diamantina dorada.


–Y dices que yo soy el obsesionado con el pasado –espetó su acompañante con diversión.

–¡Pero al menos mi obsesión, como tú lo llamas, es más razonable! –increpó apenado.

–Sí, sí –el otro le restó importancia– Bien, ya es hora.

–Está bien.


Después de que devolviera el objeto a su sitio, ambos hombres caminaron hasta llegar a la pequeña tienda de artesanías donde cierto muchacho castaño envolvía algunos regalos con papel fantasía (1) y moños de celoseda (2).


–Gracias por su compra, vuelva pronto –decía este a un cliente. Luego se volvió a donde ellos entraban– Buenas tardes, señor. Su pedido ya está listo ¿Quiere revisarlo antes de…?

–No. Me lo llevaré yo mismo –le cortó el peliplata.

–Muy bien. Entonces aquí tiene –dicho esto el ojiverde puso sobre el mostrador una gran caja roja con un moño plateado– No sabía si quería armarlo por usted mismo o no, así que me tomé la molestia de envolverlo.

–Bien ¿Cuánto te debo?

–Etto… bueno… –a decir verdad sus pómulos se teñían de rosa y su voz sonaba un poco nerviosa– yo… preferiría hablar de eso hasta que… hasta que usted esté satisfecho.


Eso lo descolocó un poco. Aunque no era la primera vez que compraba un nacimiento, sí era la primera vez que un vendedor le decía eso, pues la mayoría sólo se interesaba por su dinero y al final el resultado era decepcionante. Por otra parte, había algo en ese pequeño artesano que le inspiraba confianza.


–Ven conmigo entonces –dijo con tono sereno.

–¿Ah?

–Hiroki, necesito que te quedes aquí un rato –espetó Akihiko sin verlo directamente.

–¡Pero qué…!


Tomó al pequeño castaño de un brazo y con el otro se llevó la caja del mostrador. Asimismo dirigió la vista a Nowaki, que iba entrando.


–Me llevaré a tu amigo un rato –luego volvió a ver a Hiroki– ¿Podrías enseñarle al mío cómo se hacen las esferas navideñas?

–¡Con gusto! –exclamó el peliazul con gran emoción.

–¡Espera, Bakahiko!

–Querías observar cómo se hacen ¿no? Esta es tu oportunidad.

–Pero…

–No la desperdicies.


Akihiko instó a Misaki a salir de detrás del mostrador, y unos minutos más tarde lo llevaba a su casa.


–No es necesario que haga esto –le insistía el artesano al hombre– No está bien que lleve a un desconocido a su casa.

–Tú eres Misaki Takahashi y yo soy Akihiko Usami. Ahora ya no somos tan desconocidos ¿verdad? (3).

–Emm… supongo que no.

–Bueno –dijo el mayor abriendo la puerta– No te quedes ahí parado y entra, está haciendo frío.


En efecto el viento soplaba más fuerte y el tiritar del pequeño artesano, quien no pudo traer nada abrigador consigo, lo confirmaba. Apenado, entró al recinto. Era una bonita casa de una sola planta, de exterior amarillo, con un bonito tejabán (4) en la entrada, una chimenea, una puerta de madera y algunas plantas bajo las ventanas enmarcadas en madera. El interior era de ladrillo rojo, y había una pequeña sala con tres sillones color crema, un comedor de madera para seis personas y una pequeña cocina. Un pequeño corredor daba a otro sitio de la casa, que seguramente debían ser la recámara y el baño.


–La cabañita de Ai-sama –murmuró el pequeño para sí mismo, pero al parecer fue escuchado.

–¿Qué?

–Esta cabaña era de una conocida –respondió el menor, observando la chimenea como si fuera lo más interesante– Estoy seguro.

–Bueno, a decir verdad me la alquilaron hace poco.

–Entiendo.

–Bien, pasa. Ya quiero ver tu trabajo.

–Etto… ¡Hai!


Una vez dentro, ambos tomaron asiento en la sala, y sin más preámbulos el peliplata abrió la caja de regalo, llevándose una gran sorpresa. Mientras tanto, Hiroki era conducido por Nowaki al taller. Previamente había cerrado la tienda, pues por motivo de las posadas hoy tenían poca clientela. El castaño observaba con curiosidad propia de un niño las mesas retacadas de toda clase de materiales, desde arcilla y vidrio hasta telas y papel de todos los colores, herramientas como tijeras, pinzas, reglas para medir, etcétera. Asimismo se podían apreciar los hornos encendidos y una máquina de forma cilíndrica que en estos momentos estaba funcionando.


–Bien, primero lo primero –el artesano organizaba una mesa de trabajo, colocando sobre ésta dos sopletes (5), algunos tubos de vidrio cuyos variados diámetros no superaban los dos centímetros, algunos botes de pintura, entre otras cosas. Luego de eso instó a Hiroki a sentarse a una distancia prudente, y se puso lentes y guantes de seguridad– El soplado –dicho esto fundió un tubo de vidrio con un soplete, y al mismo tiempo empezó a soplarlo– ¿Qué forma quiere que tenga, Hiro-san?

–Emm… –a decir verdad le apenaba aquel apelativo– la que quieras está bien.

–De acuerdo –unos minutos más tarde ya la tenía hecha. Después la dejó enfriar– Bueno, lo que sigue es el metalizado, pero… –empezó a reír nerviosamente– temo que esa parte no podré mostrársela ahora. Tendría que hacer por lo menos seiscientas de estas para poner a funcionar de nuevo la metalizadora.

–Oh… –el castaño sonaba desilusionado y eso le partió el corazón al joven artesano.

–¡Pero puedo mostrarle cómo quedaron las anteriores! ¡Sígame! –tomó de la mano al de los ojos color avellana y lo guio hasta donde estaba aquella máquina, que al parecer terminaba su ciclo. Abrió una pequeña puerta que mostraba al menos unas seiscientas esferas plateadas– En realidad es muy sencillo: lo que hace esta máquina es sacarles el aire e inyectarles una varita de aluminio que a 600 grados forma una nube dentro de ellas y…


Hiroki escuchaba con fascinación las explicaciones que le daba aquel joven y hacía preguntas de vez en cuando, por ejemplo el cómo consiguió la metalizadora: el ojiazul la tenía desde hace ya bastantes años, herencia de su padre adoptivo, quien a la vez la heredó de su padre y así sucesivamente por cuatro generaciones, de la misma forma que la misma tradición de elaborar esferas con vidrio soplado. Asimismo el castaño no podía dejar de observar cómo decoraba con pinturas y diamantina aquella gota. Por una parte envidiaba la paciencia con la que trabajaba y que él no tenía, y por otra se preguntaba qué otras cosas podrían hacer esas manos.


–Listo –Nowaki lo sacaba de sus pensamientos para mostrarle aquella esfera terminada. Era un corazón azul, de unos 7x7x2 centímetros, semitransparente en acabado brillante, con finas líneas entrecruzadas hechas de diamantina azul rey y plata. En lugar de casquillo (6) traía un ojal hecho del mismo vidrio en el que amarró un hilo dorado– Aquí tiene.

–¿Ah? –el mayor se sentía un poco turbado, pues el ojiazul le entregaba aquel objeto.

–Es mi corazón, y a partir de ahora es suyo.



CONTINUARÁ…


Notas finales:

1.- Chance y todo mundo lo conoce, pero para quien no, el papel fantasía es ese que tiene estampados y se usa para envolver regalos. Por lo general es papel de celulosa o papel celofán metalizado.
2.- Celoseda es un tipo de listón hecho de polímero sintético, también con el que se decoran los regalos.
3.- Esta frase la tomé de una escena de la película Forrest Gump, cuando aborda el autobús escolar. Pensé que se leería graciosa si la decía Akihiko, XD.
4.- El tejabán es una especie de techo de teja que se coloca generalmente al frente de las casas a modo de terraza.
5.- El soplete es un aparato tubular en el que se inyecta por uno de sus extremos una mezcla de oxígeno y un gas combustible, acetileno, hidrógeno, etc., que al salir por la boquilla del extremo opuesto produce una llama de alto potencial calórico. También se le conoce como mechero.
6.- Casquillo es la cabecita de metal de donde se cuelgan las esferas.

Aunque ya lo expliqué en el fic, aquí les dejo un link: www.esferasanvisa.com/proceso.html

En fin, el próximo quizá lo suba en esta semana. Un review con alguna crítica constructiva, felicitación, etc., es bien aceptado. Por cierto, que tengan felices fiestas, coman hasta reventar (ya estaremos haciendo dietas en enero, LOL) y pásensela chido. Chaito.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).