Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De tradiciones y amor está hecho el invierno por HitchNoDanna

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola?... *oculta en un búnker improvisado en caso de bombardeos, XD*

Para quienes seguían esta historia desde que la inicié, seguramente quieren matarme por dejarla botada por tanto tiempo, pero la verdad no me sentía inspirada para continuarla. Asimismo tenía otras ocupaciones… la escuela, proyectos, mis otros fics, mi escuela en paro desde hace más de dos meses, asambleas, mis nuevos fics… el punto es que ya estoy aquí retomando esta historia, pues siento feo cuando dejo algo sin concluir, pero no actualicé antes porque no quería hacerlo más de a fuerza que por gusto…

A quienes apenas lo empezaron a leer y han llegado hasta aquí, de antemano gracias por tomarse su tiempo para leer, me animan mucho a seguir manejando este tipo de temáticas. Chance y tiene algunas incoherencias y disparates, pero es parte de lo que me gusta hacer, mezclar cosas que normalmente no se hacen en este fandom.

Bueno, sin más de mi aburrida perorata ¡a leer, se ha dicho!


Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica no me pertenecen.

VI.-


Veinticinco de diciembre. Los rayos del sol matutino se filtraban entre las cortinas blancas con dibujos de nochebuenas y otros motivos navideños, haciendo que un par de bonitos ojos verdes se abrieran para recibir otro día. Una sensación cálida y agradable rodeaba su cuerpo. En principio lo atribuyó a las pocas pero cálidas cobijas de su humilde cama, pero su teoría fue refutada cuando sintió un cosquilleo cerca de la oreja, como si estuvieran respirándole. Pensando que sería efecto de su adormilamiento, se dio la vuelta, pero las mejillas se le pusieron rojas como la legendaria cuetlaxóchitl, mientras su corazón amenazaba con salirse de su pecho, y la respiración se le iba por fracción de segundo ¡Y no era para menos la impresión! Frente a él, en la misma cama, cierto peliplata dormía apaciblemente, mientras sus brazos lo envolvían suave pero firmemente. Con el corazón a mil, intentó zafarse, pero al moverse sólo consiguió que el mayor abriera los ojos y le sonriera de forma cálida, haciéndolo avergonzar más de lo que ya estaba.


—Etto… Usagi-san… ¿podrías s-soltarme, por favor?

—¿Y dejarte ir por otros diez años? No lo creo.


En lugar de soltarlo, Usami estrechó más al menor. Era curioso cómo algo tan sencillo como una pieza de un nacimiento podía lograr cosas tan grandes como reunirlo con la persona amada. Todavía tenía vívido en su memoria el día en que la conoció, y de igual forma cuando, después de diez años de búsqueda, al fin la encontró.


DIECISÉIS DE DICIEMBRE


Mientras su amigo admiraba las esferas navideñas de uno de los árboles del atrio de la iglesia, había visto de reojo el nacimiento que estaba montado. Consistía en una gruta de papel maché, una cobertura de heno en el exterior, otra de paja en el interior, un niño Jesús en pañales y de tamaño natural, María la virgen, José el carpintero, los tres Reyes de Oriente, los pastores con sus animales, un fondo con algunas colinas y la estrella de Belén brillando en lo alto, algunas luces navideñas y otros elementos más. Aunque no conocía del todo la tradición, recordaba todos los elementos por todas las veces que había comprado nacimientos, esperando que las piezas fueran lo más parecidas a aquella que conservaba con tanto amor desde hace diez años. Sin embargo ninguna lo era, así que terminaba por donarlas a alguna iglesia o escuela católica.


En fin, llegaba a la tienda de artesanías donde cierto castaño de ojos verdes seguramente ya debería tener listo su pedido. Ciertamente ese color esmeralda le recordaba a ese niño con el que se permitió llorar ese invierno de hace diez años, pero ya se había topado con personas con esos rasgos y al final ninguna resultaba ser él, por eso ya no se permitía llevarse únicamente por esa corazonada. Sin embargo la respuesta del jovencito, luego de preguntarle por lo que tendría que pagar, lo hizo dudar.


—Etto… bueno… yo… preferiría hablar de eso hasta que… hasta que usted esté satisfecho.


Tal vez, aunque fuera una última vez, se dejaría llevar por esa corazonada… después de todo ¿qué podría perder que no hubiera perdido ya? Llevó al jovencito hasta la cabañita que a Hiroki y a él les alquilaron desde que llegaron, y luego de un breve intercambio de palabras, lo instó a entrar.


—Bien, pasa. Ya quiero ver tu trabajo.

—Etto… ¡Hai!


Una vez dentro, ambos tomaron asiento en la sala y sin más preámbulos el peliplata abrió la caja en que el menor había metido todas las piezas. Con la emoción casi tan propia de un niño que espera a los Reyes Magos, las fue sacando y despojando, una a una, del papel periódico que las envolvía para evitar que se rompieran. En efecto estaba María, con su piel clara como leche, y sus ropas rosa pastel, azul celeste y blanco (1); José el carpintero, con prendas verde y terracota (2); los tres Reyes de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltazar (3); los pastores, con ropas un poco menos coloridas y más sencillas; el ángel de cabellos rubios y ropajes blancos como nieve; incluso un burro, un buey y unas dos ovejas. A juzgar por el peso y los colores claros pero no muy apastelados, pudieron ser hechas de barro o arcilla blanca. Asimismo venía una casita hueca de madera y cortezas, que fungía como el portal de Belén en que nació el Niño Jesús (4). Sobre ésta se hallaba una bonita estrella plateada, sostenida por un discreto pero resistente alambre. Todo esto lo iba acomodando sobre la mesita de centro. Vio que dentro de la caja aún había más: heno, paja, algunos animalitos un poco fuera de lugar, tales como pollos, vacas, guajolotes, patos… elementos más propios de un nacimiento anacrónico (5). Sin embargo lo que más le hacía ilusión era encontrar al Niño Jesús y comprobar si su corazonada era cierta, pero tal fue su desilusión cuando no encontró nada más dentro de la caja. Pensando que lo había sacado sin darse cuenta, rebuscó entre las figuritas, pero entre más lo hacía, su desilusión se convertía en indignación.


—Etto… —la voz titubeante del menor era lo que menos quería oír ¡¿Cómo se atrevía a mirarlo a la cara después de pretender venderle un trabajo incompleto?! Estaba a punto de gritarle, pero el chico se le adelantó— P-puedo e-ex-pli-carlo… —a través de sus balbuceos y sonrojos notó su nerviosismo— tuve una corazonada. Asumí que por haberme pedido un nacimiento, usted ya tendría al niñito Jesús y sólo sería cuestión de acomodarlo con las demás piezas. Además…


"Eso lo explica"


Aunque se le fue pasando la indignación, la desilusión todavía seguía. Asimismo el chico se veía más rojito y nervioso, como si fuera a decir algo vergonzoso.


—Además ¿Qué? —espetó burlonamente, pues quería molestarlo un rato.

—Tal vez… tal vez me estoy equivocando, p-pero… hace diez años… conocí a alguien… estaba muy triste, aunque nunca supe por qué… —el artesano jugaba con sus dedos y agachaba la mirada, apenado— Le ofrecí mi hombro para que llorara y así lo hizo ¡incluso le canté! Pasamos un rato agradable, pero… mi hermano y yo estábamos únicamente de visita en ese pueblo y tenía que irme, así que…


"¿Podría ser?" Las palabras del muchacho despertaban su esperanza.


—…le regalé un Niño Jesús.


Al tiempo que decía estas palabras, los ojos verdes se fijaban sobre los suyos. De haber podido verse a sí mismo, hubiera visto sus violáceos ojos abrirse de sobremanera, su labio inferior ligeramente más abajo, el ceño ligeramente levantado, y un muy leve rubor en los pómulos. El corazón golpeaba su pecho y la alegría poco a poco se hacía ver a través del brillo de sus ojos. En diez años había intentado hacerse una idea de cómo sería el niño, y a decir verdad este chico se adaptaba bien a ella: estatura baja, cabellos castaños un poco largos y perfectamente desordenados, tez clara con un toque acanelado, facciones un tanto finas y algo aniñadas, timbre de voz ni muy agudo ni muy grave, sólo lo suficiente para diferenciarlo de una chica; y lo más importante, actitud tímida, humildad y un gran corazón.


—Lo sé, suena loco —rió el jovencito al notar su mutismo—, y está bien si no me cree, igual y lo estoy confundiendo con alguien más… por la pieza faltante no se preocupe, puedo traerle una que…


Recordando el por qué inició todo esto, se levantó sin dar tiempo de réplica y fue a la recámara con dos camas que compartía con Hiroki. Buscó entre sus cosas hasta que halló la canastita de mimbre con la cobijita blanca de punto y la figurita del Niño Jesús en pañales. Volvió a la sala, donde el pequeño artesano le miraba con cierta expectativa. Le entregó la canastita.


—¡Es… es… es…! —tartamudeó el artesano, al parecer lo reconoció por una marquita que tenía bajo el bracito.

—Sí, esa misma —le respondió, dedicándole una sonrisa— Fue muy acertada tu corazonada… y también la mía.

—¿Ah?


Se puso en cuclillas frente al muchacho de ojos verdes y tomó con ambas manos sus mejillas, haló un poco y anuló toda distancia con un beso casto y etéreo, cuyos únicos testigos eran aquellas figuritas de arcilla.



FIN DEL FLASHBACK


Gracias a ese reencuentro, y a algunas otras cosillas que sucedieron en los últimos días, era que ahora se encontraban los dos juntos, en una de las camas de la casita temporal de Akihiko, abrazados, agradeciendo internamente a Dios por escuchar sus plegarias silenciosas.


—Misaki —Akihiko rompía el agradable silencio formado desde hacía un rato.

—¿Sí?

—Te quiero —dijo, dándole un besito en la comisura del labio.

—Err… yo… —farfulló el chico, un tanto ruborizado— también… supongo.




CONTINUARÁ…

Notas finales:

Me basé en varias imágenes de nacimientos, pero en cuanto a las formas un poco más burdas y artesanales, empleé esta: www.noviasdemexico.com/Fotos/Polirecinas/NacimientosW.jpg


1 y 2. Según algunos evangelios, José y María vivían en condiciones de austeridad, y tengo entendido que las telas de los colores que actualmente se les atribuyen en los nacimientos, eran bastante costosas y de difícil acceso, lo cual de cierta forma contradice lo primero.

3. Se atribuye que son tres reyes por el número de regalos que le llevan al niño Jesús (mirra, oro, incienso), pero realmente en el evangelio de Mateo (único que los menciona) nunca se especifican nombres ni números. Tampoco se extrae de la Biblia sus nombres (Melchor, Gaspar y Baltazar) ni sus apariencias físicas, los cuales fueron incorporados algunos siglos después gracias a las escrituras de un monje benedictino. En ellos, se estableció que Melchor era un anciano de cabellos y barba blancos; que Gaspar era más joven pero igualmente barbudo y rubio; y que Baltazar, era joven y negro. Según los expertos, estas descripciones hacen una clara referencia en establecer a los Reyes Magos como representantes de Europa, Asia y África, respectivamente.

4. Vendría siendo la casita de madera: http://static.holyart.it/images/holyart/201311/PR002600.jpg

5. Anacrónico en cuanto que esas especies (pollos, guajolotes, follaje verde, etc.) no eran propios de esas tierras, sino que se han ido agregando dependiendo de la región.

6. No aparece el numerito, pero vendría siendo el Niño Jesús de Akihiko:www.novedadesdetabasco.com.mx/imgNoticias/13912729701.jpg



Lo sé, un tanto Ooc, pero lo advertí al principio. De fic, es todo por ahora. La siguiente entrega tal vez tarde, pues como pasa en vacaciones, mis papás ya no me dejan usar el computador con frecuencia. Aun así intentaré subirla en cuanto pueda. Gracias por leer y de nuevo perdón por la demora. Pásensela chido en estas fiestas, coman mucho que ya estaremos haciendo dietas en enero, XD… en fin, felices fiestas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).