Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Perfect Crime por Witch Chameleon

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 Este fic fue escrito por la idea de mi Geme, más que nada a partir de una entrevista donde Tora menciono que le atraían las mujeres que trabajaban en tiendas, como por ejemplo una tienda de conveniencias. Lo cual disparo un poco los “ratones” para imaginarnos qué pasaría si fuera Saga así. La idea partió de ello, pero le dio un cambio distinto. De todos modos espero que sea de su agrado. 

Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda y aquí está el segundo fic que tenía pensado subir en el mismo día. Si bien me atrase un poco, aquí esta. Este es un ToraxSaga, de los que me gusta hacer, aunque últimamente me está atrapando mucho el ShouxHiroto, así que es probable que me vean escribiendo de ellos en mis ratos libres. Revisando la carpeta de procesos, me encontré con muchos que quiero finalizar, pero no prometo nada. Lamentablemente el tiempo es tirano y no puedo manejarlo debidamente, pero me alegra si al menos pueden aun disfrutar de los fics. También tenía pensado retirarme, pero no lo hago porque es algo que me apasiona.

Espero que a todas las personas que conozco y que se que les gusta esta pareja, lo lean y le sea de su agrado, pero este fic va dedicado a quien me dio la idea. Suzuki Sakamoto, o más conocida como mi Gemela. Sabes que te lo debía y no sé si es como lo habíamos pensado, pero espero que de todos modos sea de tu agrado. En verdad muchas gracias por ser mi gemela y por ayudarme en muchas cosas.

Ahora sí! Enjoy~! 

 

 

 

Una calurosa mañana del mes de agosto se hacía presente. Era un fiel domingo, con un sol que empezaba a despertar con sus rayos imponentes sobre el cielo. Un muchacho menudo, castaño  se arreglaba  frente al espejo. Peinó sus cabellos, mientras sentía como el calor lo hostigaba. No por nada había elegido su pantalón blanco, el más corto que consiguió en su placar  para no tener que morir de calor en la tienda de conveniencias. El calor comenzaba a azotar siendo recién las 7 de la mañana. Se colocó el traje característico de su lugar de trabajo para luego atarse una pequeña cola, de ese modo sus cabellos  quedaba prolijamente recogidos.

 

Escuchó un suave ronroneo que provenía desde la cama. En la misma se encontraba Amano Shinji, quien no era más que su pareja hacía ya 4 años.  Al parecer dormía como un gato y no se había percatado de su ausencia. Como él trabajaba en las oficinas durante casi el resto de la semana, hoy era al fin su día de descanso, por lo que pensó que lo mejor era,  no despertarlo y dejarlo que duerma las horas necesarias para recuperarse. Sonrió cálido al ver su rostro durmiendo, acercándose para  depositar un suave beso sobre su mejilla, pero no conto con que el moreno lo tomaría del brazo, para hacerlo caer en la cama y apresarlo contra el colchón. En un movimiento rápido comenzó a desordenar sus ropas y cabellos, pero aunque el menor intentaba escapar, le resultaba imposible, el pelinegro se aprovechaba de su fuerza. Lo miro fijamente, momento en que el más alto se detuvo unos segundos a sonreírle por su impresionante hazaña.

 

—     ¿Crees realmente que me conformaras con un simple beso… y en la mejilla?—Pregunto ronco,  besando al castaño con pasión, el menor se dejo hacer pero se quedo sin aire rápidamente, por lo que se separó del más alto con suavidad.

 

—     Pero... ¿Qué haces? No reclames si  te haces el dormido. Sabes que tengo que ir a trabajar y que encima es tarde— Exclamo con el poco aire que contenía sus pulmones, por lo que su voz sonó completamente agitada.

 

—     ¿Para qué? Vamos Sag...— No alcanzo a terminar la frase cuando el castaño cambio su mirada a una más seria y rápidamente lo corto.

 

—     ¡No me llames Saga! No lo tolero— El castaño se bajo de la cama, intentando acomodar sus ropas, sintiendo la mirada fija del más alto.

 

—     Anoche no decías lo mismo- Expreso en un tono juguetón, hundiéndose entre las sabanas— ¿Por qué tienes que ir con ese pantalón?— Pregunto molesto al percatarse de las ropas ajenas.

 

—     ¡Amano! Otra vez con tus…—Esta vez fue el menor interrumpido por el más alto que con la voz ronca, resaltaba mejor en la habitación.

 

—     Todos te miran cuando llevas esos pantalones cortos. Por favor...al menos usa un pantalón más largo—Pidió aquello en un tono molesto.

 

—     Hace calor, necesito usar menos ropa y además nadie me mira, son ideas tuyas. Estoy llegando tarde.

 

—      Que aburrido... — Reclamó. —Quiero estar contigo y resulta que no puedo…—Pronunció incluso más molesto.

 

—     Lo siento, pero no trabajo en oficinas como tú, mi horario es diferente. No tengo descanso. — Exclamó un poco molesto, con la actitud de su pareja. Se volvió a parar  frente al espejo, donde comenzó a arreglar sus ropas con tranquilidad. Escuchó el chasquido de los labios contrarios y lo observo de reojo— Cuando vuelvo, lo hacemos. —Expreso sin mucho interés.

 

—     Saga… ¡Takashi! Odio esperar—Reclamó—Aparte eso es muy rutinario. — Pero ni siquiera había logrado terminar de exclamar aquello que el menor se acerco a sus labios y lo tomó del mentón para plantar uno de esos besos que lo volvían loco al más alto, hasta el punto de sentir como su presión se elevaba. Estaba a punto de descontrolarse de nuevo, cuando Takashi se separó de sus labios y le guiño el ojo.

 

—     Vamos duerme, ¿Si? Es tu día de descanso, quiero que te sientas bien, no quiero que te enfermes. Por favor, te prometo que no será rutinario, lo que hagamos. — Exclamó, aunque no estaba acostumbrado a tratarlo así, el mayor solía comportarse como un nene. —Y mucho menos, me quiero ir enojado contigo, así que intenta que no sea de ese modo, por favor.  — Pidió sonriéndole suavemente.

 

—     Está bien. — Le dio la razón al castaño, era inútil pelear por algo tan tonto, después de tantos años de relación, de soportarse en cosas sumamente difíciles. Lo miró con una sonrisa más calma y le beso los labios con suavidad. —Te amo, da lo mejor como siempre. Ten un buen día. — Pronuncio y ante aquello, el más bajo se ánimo a retirarse, mirándolo unos breves segundos, antes de cerrar la puerta.

 

 ------------------------------------------------------------------

 

 

 

El pelinegro no tuvo mejor idea que dirigirse a la tienda de conveniencia donde su pareja trabajaba. Su idea no era precisamente comprar algo, sino en poder ver al castaño. Que él trabajase precisamente un domingo no era algo que le gustase. La hora que había elegido no era la de más trabajo, con respecto a clientes pero si en acomodar o reponer lo que faltaba, después del primer turno. No buscaba molestarlo por lo que había elegido ese horario especialmente, sabiendo que de ese modo, el menor no perdería el trabajo. Al menos eso pensaba y más tranquilo podría estar si no viera al encargado de salón deambulando por ahí.

 

Una vez que se situó frente a la puerta, la cruzo sin miedo y completamente decidido. Dentro se podían observar algunos clientes, en su mayoría personas de mediana edad y algunos abuelos, que se movían entre las góndolas, pero de su pareja no había rastros, al menos en la primer parte, cerca de las cajas registradora. Se impaciento pero no perdió la esperanza de encontrarlo, un poco más alejado de las mismas. Por momentos se hacía el distraído, mirando los productos para simular que venía a comprar. Sus ojos estaban cubiertos por unos lentes negros, mientras que su indumentaria era una remera blanca de sport y unos pantalones holgados que tenía varios detalles de bolsillos, los mismo estaban levantados hasta las rodillas, que era como comúnmente los usaba en días en de calor. Coloco una de sus manos en el bolsillo, mientras que con la otra levantaba productos al azar, poniendo principal atención a las voces. Ninguna era la que estaba buscando. Pronto se ubicó en las góndolas del final del salón, las más alejadas de la puerta principal pero las más cercanas al depósito, cuando la suave voz de él, se hizo presente.

 

No quiso mirarlo de inmediato, llamaría demasiado la atención y no buscaba precisamente eso. Sus ojos se detuvieron en productos de limpieza, mientras oía como el castaño se entretenía con un compañero, mientras acomodaba las góndolas con productos;  hablaba sobre un partido de futbol que había ocurrido durante la noche anterior. Sonrió, puesto que estaba acostumbrado a tener ese tipo de conversaciones con su pareja, siendo que ambos le gustaba. Simplemente se quedó estático escuchando aquello hasta que, sin poder dejarlo pasar, escucho un piropo algo pervertido, que una de las mujeres que estaba comprando, le dirigió al menor. Su sonrisa se apagó y a pesar de tener sus ojos cubiertos con los lentes, no pudo más que fulminar a aquella persona, mientras observaba aquella escena. Él simplemente se sonrojo y siguió cumpliendo con su trabajo, mientras la mujer descaradamente lo seguía con la mirada. Sus ojos se posaron una vez más en Saga y se percato del rojo de sus mejillas seguía intacto al igual que sus delicadas piernas, cubiertas por el traje de la tienda,  solo hasta la mitad.

 

Frunció el entrecejo, cuando observo como él fue en busca de más cajas. Esta vez no midió si estaba haciendo lo correcto o no, probablemente enceguecido por los celos. Siguió su figura hasta situarse en el fondo, aquel pasillo del depósito, pero antes de que él avanzase lo tomo de la muñeca sin ser brusco, pero de todos modos asustándolo con aquella actitud.

 

—     ¿Qué haces aquí? — Pregunto el castaño al recuperar el habla aunque sus ojos lo observasen asustado.

 

—     No aguante estar solo, faltan demasiadas horas. Quería verte. — Exclamo sin pudor, pero por sobretodo sin quitarle la mirada.

 

—     ¿No pudiste esperar? Apenas son las tres de la tarde. – Reclamo el menor, frunciendo el entrecejo sin comprender aquella actitud infantil del más alto de los dos.

 

—     Lo siento. —Se disculpó, moviendo sus labios en una mueca algo desentendida, puesto que parecía que solo estaba molestando a su pareja, cuando no era precisamente lo que quería.  —Pero…esa mujer te piropeo, no puedo permitirlo. —Formulo de repente, frunciendo sus labios en un claro gesto de celos. —Tu me dijiste que eso no ocurría.

 

—     ¡Shinji! No me…— Estuvo a punto de reprender aquella actitud del pelinegro, pero no alcanzo a terminar la frase, cuando sintió la fuerte mano del más alto en su nuca, tomándolo con fuerza, en el mismo momento que busco sus labios para besarlo. El beso fue suave.

 

El castaño se opuso en un principio, pero pronto se entregó al sabor enigmático de la boca contraria. Cerró los ojos y ladeo el rostro para volver al beso mucho más profundo, algo que parecía haberlo ansiado durante horas enteras, inconscientemente. Pronto sintió como el más alto lo empujaba suavemente hasta hacerlo chocar contra la pared más cercana de aquel pasillo largo.

 

—     Espera Shin…— Intento detenerlo.

 

—     Dime Tora, cómo me lo dices todas las noches. — Pidió en un tono demandante, escondiéndose en su cuello, mordiéndole la piel hasta dejar una pronunciada marca que desprendió de los labios ajenos un jadeo ahogado.

 

—     Tora…me van a despedir…por favor. —  Jadeo ante el contacto de aquellos labios, ahora sobre la herida, donde comenzó a dejar algunos besos. Aunque quería poner resistencia el deseo por estar cerca de él, era más fuerte.

 

 

El mayor cambió la posición de sus manos, las mismas las ubicó en las piernas desnudas y tersas del castaño, permitiéndose de ese modo recorrerlas a su antojo, mientras sus labios no dejaban de recorrer el cuello de Saga. El mismo tiró su cabeza hacia atrás, permitiéndole mejor acceso, para qué siguiera con la comisura recorriéndole, y es que aquello le provocaba débiles espasmos de placer. Las manos del menor se encontraban sobre el pecho ajeno, arrugando levemente su camiseta debido a las sensaciones que le recorrían. Para que iba a mentir, si su cuerpo hablaba a cada una de las acciones generadas por el contrario, y todo aquello era incluso más intenso debido a lo que había ocurrido unas horas antes, cuando se preparaba para venir a trabajar.

 

Cuanto más sentía el recorrido de aquellos dedos, mayor era su excitación, incluso olvidándose de donde se encontraban. El pasillo era fino y poco iluminado, servía solo y simplemente para el traslado de productos desde el depósito a las góndolas, cuando el trabajo era intenso simplemente se apilaban las cajas, para que cuando se finalizara el día las mismas fuesen trasladas a los contenedores de basura. El mayor peligro es que algún compañero de Saga advirtiera de la presencia de los jadeos o gemidos y llamara a un superior. A lo lejos se podía oír la música de una estación de radio y el bullicio de la gente comprando. Muy a lo lejos el tipeo de las cajas, pero todo parecía tan ajeno a lo que ellos dos que no paraban de buscar mejor fricción y más aun contacto por parte ajena. Desde besos, caricias que eran rápidas, pero tan necesarias.

 

 

El castaño bajo lentamente una de sus manos, para llegar a la entrepierna contraria, de ese modo masturbarlo aun sobre la tela del pantalón, podía sentir lo que excitado que se encontraba, que incluso llegaba a sentirlo palpitar entre sus dedos .

 

–      Ves lo que lo que me provocas… y va más allá de un Short. Me encanta tu traje. — Expreso sin pudor y con el tono de su voz cargado de deseo.

 

–      ¿En serio? — Pregunto sin poder entenderlo, mientras emitía débiles jadeos.

 

–      Si. — Elevó su mirada para fijarla en el menor.  —Takashi me enamoré de ti apenas  te observe con este traje. Me enloquece verte vestido así. Te queda tan hermoso, pero a la vez  me excita. — Murmuró aquello, para volverlo a besar e introducir esta vez sus manos en los pantalones cortos del castaño, posándolas sobre los glúteos del mismo.

 

Cuando el más alto menciono aquello, lo dejo literalmente sin palabras, incluyendo que el mismo había comenzado a rozar con sus hábiles dedos en su entrada, provocándole que las fibras de su cuerpo reaccionaran. No tardo en reaccionar y de ese modo aprovechar que sus propias manos comenzaban a tocar la entrepierna ajena,  para adentrar su mano en el pantalón del mismo, tocando directamente su piel; pensó en encontrarse con el bóxer, pero apenas sus dedos rompieron  la barrera del cierre del pantalón, sus dedos chocaron con el miembro erecto de su pareja, percatándose que el mismo no llevaba  ropa interior. Sus ojos  se posaron en los ajenos  y a pesar de la poca claridad, le dio a entender que era todo un pervertido con una mirada ladina.

 

Ambos no dejaron de estimularse unos breves minutos, en los cuales con sus bocas compartían besos y algunos juegos de lenguas demasiados eróticos, pero la adrenalina estaba completamente apoderando sus cuerpos, lo cual ni siquiera podían medirse en ese momento. De un momento a otro las manos del pelinegro, bajaron un poco más los pantalones para lograr estimular la entrada de su pareja, adentrando dos dedos de un solo movimiento, provocando que de la garganta de Saga escaparan gemidos lo suficientemente altos, que ni siquiera logro acallarlos mordiéndose los labios. El mismo no se quejaría de la brusquedad del mayor, todo lo contrario, le encantaba aquel modo salvaje que Tora tenía para amarlo.

 

La mano del más bajo, masturbaban al miembro del mayor, incluso cuando la punta del mismo estaba húmeda, debido a que se encontraba el liquido pre-seminal. Aún le costaba entender como ese traje tan simple podía excitarle tanto al pelinegro, incluso le asombraba ver lo ardiente que estaba y como su miembro estaba rojizo a causa de ello.

 

—     Dame la espalda, Saga.— Pidió ronco de la excitación, por lo que con la ayuda del menor lo dio vuelta apegando el pecho del mismo contra la pared.

 

—     Tora…no dudes en tapar mis boca, no podré contener mis gemidos, aquí— El menor se conocía y sabía que en cuanto el miembro del pelinegro ingresara, su garganta no dejaría de emitir gemido tras gemido y jadeo tras jadeo, lo cual empeoraría la situación.

 

—     Lo que digas, amor— Pronunció con seguridad, colocando una de sus manos en los labios sonrosados del menor, tapándolo por completo con la palma, en el momento exacto que su pene ingreso en la entrada del mismo. Fue una estocada lenta, lo cual permitió al castaño sentir centímetro a centímetro. Sus jadeos fueron apagados por los dedos ajenos y pudo sentir como aquel simple sonido hacía eco en aquel pasillo.

 

 

Una vez la virilidad del mayor ingreso por completo, se quedo unos cuantos segundos en aquella posición, para que el menor se acostumbrara, era unos breves segundos, donde aprovecho la posición, para dejar algunos chupones en su cuello, como el castaño tenía su cabello atado, su nuca estaba expuesta y no dudo en depositar mas chupones, hasta empezar con algunas estocadas, las mismas eran lentas pero precisas. Aunque sabía que en cualquier momento alguien los descubrirían, no podía evitar que sus ganas de hacerlo sufrir un poco a su pareja se hicieran presentes. Pero eso duró poco, debido a que sus acciones provocaban que su libido subiera un poco más y comenzara a enloquecerlo. Sus embestidas dejaron de ser lentas para aumentar repentinamente de velocidad, volviéndose tan frenéticas, que apenas contralaba el modo en que su pelvis chocaba contra los glúteos ajenos, produciendo un sonido tan exquisito;  el choque de sus cuerpos que solo provocaba que cerrar los ojos para poder disfrutarlo.

 

 

Saga por su parte, se sostenía de la pared, con sus manos completamente extendidas sobre estas, y sus piernas abiertas, de modo que las embestidas le sean mucho más dinámicas y fáciles a su pareja. El fervor con que deseaba aquello, era tan alto que podía sentir a todo su cuerpo arder en ese momento, incluso ese pasillo que siempre le había parecido fresco, había logrado subir varios grados, logrando que su sofoco sea aun mayor. Sus gemidos eran tan débiles, ya que era retenido por los dedos ajenos, pero sentir como el pelinegro lo penetraba de ese modo, que le desequilibraban los sentidos, provocando que incluso su lengua juguetona comenzara a lamer lascivamente los dedos del mayor, como a modo de respuesta a sus estimulaciones.

 

 

El eretismo que dominaba sus cuerpos eran tan enceguecedor como las estocadas del mayor sobre el cuerpo  de su pareja, sostuvo con firmeza uno de los glúteos del castaño, logrando de ese modo que su miembro llegara a penetrarlo con mayor profundidad, tocando el justo punto donde el bajista perdía la noción de todo. Ese punto donde la tensión que abarcaba a ambos cuerpos, lograban su cometido, la satisfacción plena. El placer en su punto máximo. El orgasmo.

 

 

Tora no soporto mas aquello y soltó el agarre de la boca contraria, para tomar con ambas manos los glúteos y poder entrar y salir, de modo que en cada penetración llegara profundamente en él, sintiendo como el calor se apoderaba de su pelvis, produciendo de ese modo que todo el frenesí sea incontrolable y comience una seguidilla de espasmos que estaban solo avisándole lo cerca que estaba de acabar.

 

 

Al liberar la boca de su amante, los gemidos que habían sido apagados comenzaron a hacer eco en aquel recinto y se volvieron incluso más intensos, cuando el orgasmo golpeaba las puertas de sus entrañas. Guió una de sus manos a su propio miembro y al ritmo de las penetraciones, comenzó a masturbarse, logrando de ese modo sentir como su pelvis era rodeada de un ardor especial, que solo generaban que sus jadeos aumentaran y en un tono bastante agitado exclamara:

 

 

—     Tora…. Tora…. Ahhhh….Sí…. Toraaah— Su profundo gemido, declaro su orgasmo de modo que su esencia salió disparada hacía la pared en la que se sostenía, cayendo completamente debilitado sobre la misma. En el preciso momento que sentía como su interior era inundado por el orgasmo ajeno.

 

 

El mayor no tardo en emitir un gemido ronco, que fue escondido en la nuca ajena, donde mordió en el mismo momento que sentía su semilla dispararse entre las paredes internas del menor. Cayó rendido sobre su espalda, donde reposo unos segundos, intentando recuperar el aire. Sus pulmones estaban desgastados y a su vez, su conciencia había expirado.

 

Ninguno de los dos logro calcular el tiempo que quedaron en aquella posición, donde solo lograban escuchar el agitado respirar del otro y sus palpitaciones que parecían a punto de estallar. Al cabo de varios segundos donde parecían un poco mas estabilizados, con sus cuerpos sudorosos, el mayor salió del interior del castaño y sacando unas toallitas húmedas de su chaqueta, limpio los glúteos ajenos. Ante la sensación fresca, el mismo se removió un poco y emitió un suspiro. Hasta esa delicadeza se había tomado su pareja, para que no se sintiera incomodo. Cuando termino de limpiarlo, subió su pantalón, para ajustarlo a su cadera. Cuando lo hizo se agacho solo un poco y dejo un suave chupón entre el medio de estas.

 

—     ¿Qué haces?- Pregunto en un tono cansado el menor.

 

—     Marco lo que me pertenece.  —Contesto con tranquilidad el mayor, para luego levantarse de su posición y ajustar sus propios pantalones, no sin antes intentar limpiarse. Pero el menor fue más rápido y se dio una vuelta, para tomar  la toalla húmeda y ayudarlo a limpiarse.

 

 

 

—     ¿Piensas que lo harás todo solo? —Cuestionó, aunque el mayor agradeció que no sea un cuestionamiento referido a lo que había hecho en sus piernas. — Por cierto… ¿Crees que alguien pudo habernos escuchado? —Pregunto algo preocupado. El mayor tenía los ojos cerrados, que su pareja le limpiara, solo generaba que se volviera a excitar, por lo que intentaba no pensar tanto en esas sensaciones que le recorrían.

 

 

—     Creo que si…—Formuló como si fuera algo tan normal.

 

 

—     No seas Baka~ Estoy en problemas si algún superior…—Las palabras del menor fueron apagadas cuando el pelinegro aprovecho para tomarlo del mentón y besarlo suavemente.

 

 

—     Te amo mucho, Takashi- Exclamo con suavidad, mientras terminaba de acomodar los cabellos de su pareja. Su mirada se poso en la contraria y antes de que pierdan más tiempo, se le acerco al oído para poder susurrarle— Quería darte esta sorpresa, pero no quiero que pierdas tu trabajo., Te estaré esperando en casa con la comida. Te ves muy hermoso. Tu rostro esta mucho más relajado. Solo quiero un beso y me iré tranquilo— Pidió- Por cierto…Feliz aniversario- Murmuro con suavidad, sorprendiendo al menor.

 

 

—     Cierto…— Se llevo una mano a su boca, para taparla nerviosamente— Discúlpame amor… Feliz aniversario. No tengo nada…— No pudo terminar la frase, que su pareja le tapo los labios con dos dedos. Entendiendo de ese modo, que no podían demorarse más tiempo, por lo que deposito un fugaz pero dulce beso en los labios perfectos de su amante, el cual se retiro con una enorme sonrisa en sus labios.

 

 

El pelinegro salió del pasillo, mirando a su alrededor para comprar algo como justificado de entrada y luego poder retirarse. Se mantuvo alerta de si alguien pensaba advertirle algo a su pareja, pero parecía que no había pasado desapercibido. Sonrió suavemente antes de salir por la puerta, camino a su casa.

 

Mientras el castaño se quedo en su lugar, tratando de recuperarse de absolutamente todo lo que había pasado, aun respiraba con algo de agitación. Tomo la coleta de sus cabellos, para ajustarse el peinado, en el momento que sintió unos débiles pasos detrás de él, miro de reojo y antes de inventar alguna excusa

 

—     ¿Y las cajas, Saga?— Pregunto un muchacho de pelo bien negro, pero con puntas coloradas.

 

—     ¿Eh?— El castaño se asombro de aquello, solo su pareja, sabía llamarlo como Saga, en su lugar de trabajo simplemente lo llamaban “Taka” o “Takashi”.  Cuando se percato del tono de la voz— ¿Hiroto?— Pregunto, volteándose para mirarlo bien.

 

 

 

—     ¿Ese chico guapo es tu novio?— Pregunto curioso, acercándose a mirarlo con una sonrisa que casi ocupaba todo su pequeño rostro.

 

—     Pero…- Estuvo a punto de llamarle la atención; pero ante la risa de su compañero solo pudo sonreír, sonrojándose levemente.—¿Qué haces aquí?— Pregunto de repente, una por querer que el otro olvide los futuros cuestionamientos, y por otro para poder entender cuanto tiempo llevaba  “espiándolo”

 

 

 

—     Vine a ayudarte con las cajas, y a comentarte que había escuchado que tu equipo…  Arsenal ganó, cuando escucho ruidos algo…— Pensó un momento que palabra utilizar— ¿Eróticos?—Cuestionó en un tono bromista.— Bueno me quedé en la puerta del depósito, para que nadie los molestara. Como el parlante esta sobre la puerta del pasillo, no se escuchaba sus sonidos, pero evitaba que alguien quisiera entrar—

 

 

—     ¿Seguro?— Pregunto, pero solo para molestar al  menor- ¿No habrá sido por curiosidad de conocer a mi novio?— Cuestiono en un tono acusador

 

 

—     ¿Entonces es él?- Expreso con énfasis el pelinegro, haciéndolo caer en la trampa al castaño, que solo emitió un sonido de molestia.

 

—     Tampoco lo mires tanto, que tú estás con ese modelo.—Retrucó el más alto de los dos, saliendo del pasillo, una vez había terminado de acomodar sus ropas y cabellos. Aun tenía una fina capa de sudor en su cuerpo, y es que el recinto parecía haberse incendiado y a su rostro que siempre solía tener poco color, estaba enrojecido. Hiroto se tapo los labios al comprobar aquello y más las marcas de chupones en cuello y hasta incluso en su pierna.

 

—     ¿Qué modelo?— Expreso desorientado.  —Es Shou y no es modelo. Solo es vendedor de ropa. No seas Idiota, Saga

 

 

 

—     ¡Deja de llamarme así! – Retó el castaño, llamando la atención a la clientela, que lo observo completamente asombrada por su reacción. Se tapo los labios por su torpeza.

 

 

—     ¿Qué tiene de malo que te llame así? Suena lindo. Tú me dices Pon. —Expreso el pelinegro, observándole con una sonrisa burlona, sin prestarle atención a las miradas de los extraños.

 

 

—     Pero es distinto- Murmuro el castaño, agachándose a buscar las cajas que le correspondía acomodar- No te rías por favor, pero…es el único que puede llamarme así— Confesó, bajando su mirada. Confiaba en aquel chico de ojos marrones tan fervientes, porque le parecía un chico sincero y noble y le había tomado cariño. No solía hablar con mucha gente por su timidez, pero con Hiroto todo nació por el futbol, él quería ser futbolista, pero no podía aun conseguir estabilizar su economía y trabaja de medio tiempo en aquella tienda. Por lo que lo sentía tan especial. Mejor dicho, tan parecido a como si  mismo había empezado.

 

 

—     Comprendo. Es algo de tu pasado, supongo— Movió sus hombros, para luego suspirar— Me gusta tu sobrenombre, lástima que no pueda llamarte así— Alego con una sonrisa, para que el más alto no se preocupara, lo cual le relajo al mismo.

 

 

—     Y… ¿Por cuánto ganó Arsenal?— Cuestiono de reojo, mientras terminaba de acomodar las cosas en las góndolas— Por cierto, Gracias Hiroto— Expreso con una sonrisa amplia, mirándolo de reojo. No especifico porque le agradecía pero era por absolutamente todo, a lo que el menor simplemente respondió con un guiño de ojo.

 

 ------------------------------------------------------------------

 

 

El castaño llegó a la casa cuando el sol comenzaba a caer. Como era un día domingo, el dueño de la tienda cerraba más temprano. Apenas la llave abrió la puerta de la entrada a su hogar, aquel que compartía con Tora, hacía 4 años, pudo sentir el aroma suave de una comida recién preparada, por lo que su estomago se lo agradeció, crujiendo levemente. Una vez se adentro la figura de su pareja se hizo presente, sonrió ante ello pero lo que no se espero es que el mismo estuviese vestido con su traje. Aquel que usaba durante toda la semana para trabajar en las oficinas. Su reluciente sonrisa continuaba plantada en sus labios, contagiando a la propia

 

—     ¿Qué haces así vestido?— Pregunto desorientado, mientras se acercaba al mayor para depositar un casto beso en los labios que decepciono al pelinegro, que ni lerdo ni perezoso, lo tomo de la cintura para atraerlo y besarlo pasional, tomando con una de sus manos sus mejillas

 

 

—     Pues… pienso devolverte el favor.— Exclamo juguetón, sobre los labios ajenos a los que no dejo de mirar.

 

 

—     ¿Eh? Te refieres… Pero esa ropa, la debes usar mañana y…

 

 

—     Saga deja de hablar.— Exclamo con la voz colmada de deseo, para volver a besarlo esta vez más dulce— No te preocupes, tengo más… quiero que esta noche sea especial. Aprovechemos que volviste temprano. — Le propuso, bajando su tono de deseo, para mirarlo con ternura—Te prepare la cena, pienso tratarte como te lo mereces…

 

 

—     ¿Baby?— Completo la frase el más bajo de los dos, provocando que el pelinegro riera estrepitosamente.

 

 

—     ¡Baka!— Rió, mientras lo tomaba firmemente y lo conducía hacia el comedor, donde tenía preparada la cena. Sería una noche muy larga, pero ante todo un día imposible de olvidar para los dos.

 

~Fin~

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que la historia haya sido de su agrado y que puedan dejarme algún comentario o opinión. Observación, siempre estoy atenta a ellos. Este me pareció más leve en descripción de Lemon, pero la cubetera con los hielos está disponible al igual que los diccionarios y tomates que deseen tirarme. Espero que le haya sido ameno la lectura y ante todo disfrútenla. Si pueden dejen comentarios o impresiones y si no, igual se los agradeceré si lo leen y les gusta. Espero pronto terminar mas fics, tengo muchos en el tintero, pero simplemente atascados por falta de tiempo.

Cuídense Mucho~!

Besos~ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).