Desórdenes
“Me di cuenta de que no puedes forzar el amor. Está ahí o no está. Si no está ahí, tienes que admitirlo. Si está ahí, tienes que hacer cualquier cosa para proteger a la persona que amas.”
-Richelle Mead, Frostbite.
Sungjong sale del cuarto de baño más pálido de lo normal, el sudor cubre su piel y los ojos se le notan apagados, Myungsoo lo ve y se da cuenta de que le está haciendo daño con toda la noticia de su reciente noviazgo. Los demás miembros también lo han notado, y la mayoría de ellos se encuentran alrededor del menor siempre que pueden sentir el peligro que puede llegar a resultar que esté solo.
—Sungjong—lo llama Myungsoo con voz suave mientras toca su hombro y el menor voltea a verle, dibujando una leve sonrisa que no logra inundar sus ojos de luz y se siente una basura.
— ¿Qué pasa hyung? —Pregunta con voz débil, alejándose del tacto.
El mayor lo ve sin decir nada, pues cree que su mirada lo dirá todo sin embargo antes de lo esperado el menor desvía la vista, ve a Sungyeol unos cuantos pasos más allá de él y corre hacia sus brazos.
—Hyung—murmura abrazándolo fuerte.
Sungyeol se impresiona cuando siente los brazos más delgados que de costumbre rodearlo, pero al voltear a ver el lugar de donde ha llegado el menor se encuentra con Myungsoo en posición derrotada—. Tú tienes la culpa—articula Yeol y el otro solamente asiente.
Pero está decidido.
El bullying hacia la chica y la repentina bulimia del menor le han hecho decidir.
Le duele más ver a Sungjong en ese estado que saber que su novia está sufriendo.
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Se levanta al escuchar los sollozos del menor proviniendo del cuarto de baño, odia saber que cuando no está con todo el grupo o con la mente ocupada pasa la mayor parte del tiempo ahí. Últimamente es un problema para los maquillistas que ya no saben cómo ocultar lo hinchado de sus ojos ni las ojeras que cubren su rostro.
Y a él se le hace cada vez más difícil cubrir su dolor.
Se le hace tan difícil que se levanta aventando las cobijas hacia un lado y va hacia el menor.
Lo que ve lo destroza.
Las lágrimas del maknae cubren su rostro que se encuentra rojo ahora, está inclinado sobre el inodoro y tiene las manos a ambos lados de este. Siente ganas de llorar mientras se acerca a él y lo abraza por detrás, poniendo una de sus manos en el estómago plano de Sungjong, mientras que desvía la otra hacia el platinado cabello del menor, haciéndolo para atrás.
—Basta—murmura en su oído—. Por favor, deja de hacerte esto—le suplica levantándolo y girándolo entre sus brazos para poder abrazarlo mejor.
Siente las marcadas costillas de Sungjong cuando lo abraza y eso le hace sentir peor.
—Lo lamento hyung—murmura el menor, haciendo un impresionante esfuerzo por alejarlo, sin embargo su debilidad se lo impide, el mayor lo nota y lo presiona más hacia él. Sus lágrimas han empezado a correr a la par de las del menor y no puede hacer nada para contenerse, ya no quiere hacerle más daño.
Quiere de vuelta al niño que se le declaró solo unos meses antes de que él decidiera dejar la petición inconclusa por irse con la ulzzang que él pensó era el amor de su vida; la oportunidad perfecta para dejar clara su heterosexualidad.
Nunca pensó que doliera tanto.
Que pudiera lastimarlo tanto.
—Vamos a dormir Jong—pides y solamente te contesta el silencio, sabes que no está durmiendo y que el mutismo que lo rodea es parte de lo que el menor es ahora.
Niega con la cabeza y se remueve entre los brazos de Myungsoo, al verse libre vuelve a apoyarse sobre el inodoro y vomita una vez más. El mayor lo sostiene con cuidado y le acaricia el cabello con suavidad varias veces, cuando está seguro de que no tendrá otro ataque tira de la palanca y guía al menor hacia el lavamanos para que enjuague su boca.
Se pone frente a él para cerciorarse de su aliento y sonríe complacido al oler menta en él, luego lo carga, dispuesto a llevarlo a su cama para dormir.
El menor lo abraza con fuerza, sus sollozos son leves y cuando va a dejarlo en el piso para que se recueste en la cama Sungjong se niega, no quiere separarse de la calidez que lo invade al estar abrazado al mayor—. Está bien pequeño, no voy a dejarte—murmura L en su oído y le acaricia el cabello un par de ocasiones antes de que el más chico acceda a dejarlo libre.
Se recuesta en la cama y se acomoda en posición fetal esperando que la soledad lo golpee como en tantas ocasiones lo ha hecho antes, sin embargo antes de que eso suceda tiene al mayor pegándose a su espalda. Sus ojos se abren y cambia de posición hasta tener de frente a Myungsoo.
Myungsoo sonríe y sus dientes brillan a través de la oscuridad.
Sungjong le devuelve la sonrisa y se aferra al cuerpo del mayor como si fuera un salvavidas.
Myungsoo no lo sabe, pero esa es la verdad.
El sol le da en la cara y hace el intento de removerse para escapar de él, sin embargo unos grandes brazos lo sostienen, obligándolo a regresar a la posición original. Su ceño se frunce y abre uno de sus ojos con dificultad, encontrándose con la sonrisa felina de Myungsoo adornando su rostro, el mayor lo aprieta más hacia él y el menor intenta huir sin éxito alguno
—Hyung—murmura con voz ahogada el menor intentando empujarlo fuera, odiando haber bajado más de cinco kilos en los últimos meses. Ha bajado mucho más, está seguro de ello; al mismo tiempo el hecho de hacer el esfuerzo para vomitar le ha dejado sin fuerzas para nada más.
Más que para llorar.
Siempre habrá fuerzas para llorar.
—Hyung—vuelve a llamarlo y el otro ronronea—hyung… Debo vomitar—masculla, eso ha sido suficiente para que Myungsoo se despierte y salte fuera de la cama, a la espera de acompañar al menor en uno más de sus episodios. Se relaja en cuanto ve a Sungjong sentarse con languidez en la orilla de la cama, lo ve suspirar y calzarse las pantuflas antes de dirigirse al baño para lavar su rostro.
— ¿Estás bien? —Pregunta intentando alcanzar el hombro del menor con su mano, sin embargo la deja caer a medio camino.
El menor asiente.
El mayor retrocede—lo lamento—murmura con tristeza y Sungjong se voltea viéndolo con sus grandes ojos.
— ¿Por qué? —Habla con fuerza mientras su ceño se frunce, creyendo que está arrepentido por haber dormido con él.
“Fui tan tonto… Seguramente no significó nada para él” piensa y los ojos se le tiñen con las lágrimas que están deseosas por salir, cierra los párpados con fuerza y el leve temblor que le indica que empezará a llorar invade su cuerpo.
Y él no quiere eso.
De repente las ganas de vomitar son reales y no puede luchar contra ellas.
Su debilidad, las lágrimas y el vómito se vuelven reales en cuanto su cuerpo se encorva hacia el inodoro, provocando el shock en Myungsoo quien camina detrás del menor por inercia, intentando apoyarle como la noche anterior, buscando que fue lo que hizo mal para poder remediarlo, para poder hacer que su Sungjong vuelva a ser el mismo de antes.
Para que vuelva a amarlo.
Las lágrimas empiezan a invadir su rostro y quita al menor del inodoro, repitiendo el ritual de la noche anterior. Cuando ve que está más recompuesto se sienta en la tapa del baño y lo sienta sobre sus piernas, meciéndolo con suavidad esperando a que los sollozos pasen, que la calma regrese por unos momentos antes de que empiece a hablar. Porque quiere que lo escuche y que no quede ninguna duda.
—Te amo—murmura Myungsoo cuando lo cree conveniente, sus manos se encuentran en las mejillas del menor, acaricia todo su rostro, lo adora, intenta que le crea, intenta hacerle saber que es verdad.
Que no está soñando.
Pero el menor lo niega, su cuerpo se convulsiona y el llanto regresa con más fuerza, sus manos cubren su cara e intenta alejarse del mayor, pero este lo aprieta más contra su cuerpo y acomoda su cabeza entre las clavículas del menor.
—Lamento haber causado esto en ti, lamento verte perdido, llorando siempre, buscando algún lugar para estar solo y poder seguir con esta tortura que yo quise creer un juego. Odio cuando vas al baño y vomitas, lo odio porque sé que ni siquiera comes lo suficiente para todo lo que vomitas… Odio ser el causante, estar aquí y no poder hacer nada por ti.
Me odio.
El menor voltea a verle sin ánimos de nada, tiene ganas de irse, porque cuando lo ve desde esa perspectiva él también se odia. Se odia por no haberlo dejado ser feliz con la chica… Por no haber sido fuerte y no guardarse las lágrimas y el teatro.
—Te amo Sungjong—repite Myungsoo, su voz es suave, sus labios se mueven de la manera más hipnotizarte que el menor haya visto jamás. Le besa el hueco de la clavícula y Jong se estremece—, no llores más, por favor—suplica el más grande con voz ahogada—no podré soportar verte llorar, no mientras sepa que es por mi culpa y que sea por tristeza.
Sungjong lo ve. La mirada más felina que Myungsoo ha visto en días e intenta sonreír con alegría, pero la debilidad es tanta que solamente le sale una sonrisa afectada.
—Te amo.
—Lo sé.