Y lo que paso después, ocurrió en tan solo un segundo.
Alarmado al escuchar por primera vez su nombre salir de los labios del oji azul el moreno intento acercarse una vez más a él, alargando su mano hasta casi rozar su larga cabellera cuando, de un instante a otro, el mago desapareció de su vista.
Lo último que Kurogane recordó de aquella ocasión fue una respiración lenta en su cuello y dos ojos, teñidos por un intenso color dorado, casi como si anunciaran la hora de su muerte…
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Así fue como los encontraron. Con el pelinegro al borde de la inconciencia y al mago abrazado a él, con los colmillos clavados profundamente en su cuello y la mirada perdida. De no haber sido por la llegada oportuna del ninja, alertado por el metálico olor a sangre al cual se había acostumbrado desde pequeño, su contraparte habría encontrado el fin entre los brazos del rubio.
Luego de despertar a Yuuko y a Syaoran, asegurándose que la vida del oji rojo no corría peligro, les dejo a cargo al profesor para que le llevasen al hospital más cercano; tomando las precauciones necesarias para ocultar las marcas de las mordidas en el cuello y evitar que estas fuesen visibles al resto.
Cuando el sol empezaba a salir en el horizonte y los primeros rayos de sol se asomaban entre los frondosos árboles que adornaban el hermoso jardín de aquella mansión, Kurogane fue capaz de tomar el valor suficiente para subir al segundo piso y dirigirse a su propia habitación, viendo con el ceño fruncido la sangre seca decorando parte del piso; casi como un mudo recordatorio de aquel accidente que podría haber evitado de no ser por su propia estupidez.
Dudo unos segundos antes de abrir la puerta, sabiendo que luego del incidente Fye, por miedo o por vergüenza, no sería capaz de abandonar la habitación por su cuenta. Su intuición no le fallaba: le encontró en el mismo lugar donde había estado antes de sacarle de su trance, encogido en un ovillo contra la pared y los ojos perdidos, con el rostro marcado producto de las lágrimas que aun corrían sin descanso, sin darse cuenta de la presencia del pelinegro ni del liquido carmesí que aun adornaba sus mejillas y ropas.
La visión era ciertamente deprimente, y Kurogane no pudo evitar volver a arrodillarse ante él y abrazarle con fuerza como una noche hacia ya varios días, cuando habían llegado a aquel mundo por casualidad y se habían reencontrado con sus contrapartes.
Ni siquiera podía imaginar el dolor que debía estar sintiendo en aquellos instantes el oji azul, todo por su descuido. Todo por su culpa.
Yuuko le había advertido hacía ya mucho tiempo, antes de su muerte y la derrota de Fei Wong Reed, que el pacto que había hecho para mantener vivo a Fye también se cumplía con sus contrapartes, un riesgo que siempre podía ocurrir pero que no había tomado en consideración hasta ese mismo día. Había bajado la guardia luego de meses sin que este presentase síntoma alguno de hambre o ansiedad, un grave error que por poco, habría cobrado una víctima innecesaria.
-creo que ya entiendo porque mis padre eligieron ese nombre…-susurro el mago con la voz queda, dejando que el ninja le arropara entre sus fuertes brazos- “inicio”, eso es lo que significa Fye. No era de extrañar que siempre nos confundieran por nuestro parecido, pero muchas veces me llegue a preguntar si aquel nombre no me pertenecía en realidad a mí. Después de todo fui el primero en nacer, el “inicio” de la destrucción. Seguro a eso se referían mis padres cuando nacimos, cargando con la maldición de nuestro poder y nuestra nefasta sangre. Primero fue mi hermano, y ahora debo ser yo el que cargue con el peso de nuestros errores y pecados, con nuestro pasado…-
Ante las palabras del rubio, el espadachín no pudo hacer más que fruncir el ceño con evidente dolor, rodeando con aun más fuerza el delgado cuerpo de su compañero entre sus propios brazos. Las ganas de gritar y desmentir cada frase que emergía de sus labios era fuerte, demasiado, pero así como sentía aquella necesidad de abrir los ojos a Fye, de mostrarle la verdad, sabía que necesitaba desahogarse. Sacar todo de su interior luego de lo que había ocurrido la noche anterior.
Las lágrimas emergían de sus ojos con más fuerza y rapidez que antes, casi como si el mago no pudiese controlar sus propias reacciones, como si la culpa que sentía en aquellos momentos fuese demasiado grande para poder soportarla. Había herido a la persona más importante en su vida, no le importaba que se tratase del Kurogane de otro tiempo y lugar.
Había estado a punto de matarlo si es que ya no lo había hecho, si es que no había arrebatado su vida como había hecho con las personas de Valeria, la gente de Celes…el propio Ashura…
Poco a poco los brazos del oji azul empezaron a perder fuerza así como su cuerpo, cayendo en el pecho del moreno con la respiración ya más tranquila mientras cerraba los ojos. Un certero golpe en la nuca de parte del ninja le había dejado inconsciente en menos de unos segundos, mientras Kurogane le tomaba con delicadeza entre sus fornidos brazos, cargándole hacia su propia habitación consciente que, luego de lo que había pasado, era mejor que no se acercara a su cuarto en un buen tiempo.
Era mejor esperar que Fye se calmara para poder hablar con él, y lo conocía a la perfección como para saber que de seguir así, incluso podía acabar dañándose sin que se diera cuenta. Monto guardia el mismo mientras vigilaba al rubio, manteniéndose pensativo hasta que la pequeña Sakura llamo a su habitación con la voz teñida por la alegría, exclamando que el Kurogane de aquel mundo se encontraba fuera de riesgo y que volvería en un par de días, cuando su fuerza se restableciera del todo.
Sin esperar un minuto le pidió a la chica que cuidara del mago por él, bajando al primer piso de la mansión con rapidez, el ceño fruncido notoriamente y una mueca de disgusto marcado en su tensa fas. Por un momento había recordado un comentario sin importancia de parte de cuando habían transformado al oji azul en vampiro para salvar su vida, y la duda se había instalado en su mente con fuerza, cortándole la respiración.
Sabía que Yuuko se encontraría en el hospital hasta que su contraparte despertara, por lo que solo le quedaba una opción si quería aclarar sus preguntas antes de perder todo rastro de cordura en su mente. Intentando no gritar al ver como Mokona no cooperaba, logro convencerla que llamara al pelinegro y se durmiera en sus brazos, dando vueltas por la cocina hasta que Watanuki se hizo presente con una mueca de duda al ver quien le había llamado.
-necesito respuestas-soltó secamente el ninja, moviendo un pie con evidente nerviosismo al ver como el chico asentía con seriedad al verle de aquella forma- supongo que ya debes estar enterado, pero anoche la sangre de vampiro del idiota despertó luego de meses de inactividad-explico rápidamente, tensando su cuerpo ante los recuerdos- no fue por hambre, de eso estoy seguro. Desde que recupero su magia no se ha visto en la necesidad de volver a beber, y eso solo me lleva a una posible respuesta- alzo la mirada con un brillo de angustia en ella, enfrentando al pelinegro con todo el control del que era capaz- y una vez, hace mucho, escuche que los vampiros pueden sentirse entre ellos a través de su sangre ¿eso es verdad?-pregunto en un susurro, intentando que no se notase el tono de temor en esta-
-sí, eso suele suceder, aunque no siempre en todos los casos-respondió Watanuki con seriedad, entendiendo a lo que se refería al ninja con aquella pregunta y al doble significado en esta- veo que te has dado cuenta, no esperaba menos de ti, Kurogane san-murmuro con una pequeña sonrisa combinada por la culpa y la nostalgia, ser el reemplazo de la Bruja de las Dimensiones siempre tenía sus pros y sus contra, y no poder contarles todo lo que sabía a sus amigos lo estaba matando por dentro. Saber que cualquier palabra que saliera de sus labios, podía cambiar el destino de una forma abrupta-
-luego de pensarlo un tiempo me di cuenta, que la única forma para que la sangre de Fye despertara de forma tan abrupta debió ser porque un vampiro nos estaba vigilando de cerca, uno muy poderoso para provocar una reacción de ese calibre en el-contesto Kurogane mientras apretaba los puños, mordiendo sus labios con fuerza hasta el punto de hacerlos sangrar- y quien nos vigilaba, no era nada más que el cómplice de Fei Wong Reed que logró escapar aquella vez…-
Tsusuku (o tal vez no xD)