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Rutina por Bootonssi

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Notas del fanfic:

Bueno, esto sera lo primero que publique aqui. -se golpea- esto es feo. Pero bueno, es lo que hay. Tenia muchas ganas de escribir un Kaisoo asi, y aca esta. -se aplaude sola-

 

Nose que más decir(?) Disfruten.

Él sabía que no era necesario.

 

Él sabía que no hacía falta tomar ese tren.

 

Él sabía que cuando llegara su hogar estaría más cansado de lo normal.

 

Kyungsoo sabía que no le prestaba atención a la parte racional de su cabeza, el solo se estaba dejando llevar por su corazón, y lo que este le mandara. Pero no le importaba.

                                                                                                                                                                        

DK.

 

 

Papeles, firmas, almorzar, papeles, firmas, tren, cenar, dormir, levantarse…

Básicamente esa era la vida de Do Kyungsoo, un joven de 24 años que no aparentaban su edad, donde poseía uno de los trabajos más importantes dentro de una empresa  pero al mismo tiempo uno de los más aburridos y cansadores.

 

Él no se quejaba en absoluto sobre su trabajo, es más, le gustaba; recibía un buen sueldo con el cual podía satisfacer tranquilamente todas sus necesidades y aun así le sobraba dinero por si alguna vez necesitaba algo que en verdad no valiera la pena conseguirlo.

 

Podría estar bien con eso, era soportable igual que su vida social, aunque en verdad esta fuera nula. Kyungsoo tenía una rutina, y dentro de ella no había lugar para esos sentimientos de amistad y emociones fuertes.

 

Pero nunca pensó que su rutina luego de un largo tiempo, pudiera tener un pequeño paréntesis.

 

Ya había salido de la oficina, caminaba con paso lento hacia la estación de trenes, una vez que quiso comprar un boleto del tren que lo llevaba directo a su cálido hogar, la mujer con aire arrepentido le dijo que se habían agotado, pero le ofreció otro que le tomaría el doble de tiempo hasta llegar a su hogar, pero había lugares disponibles y partía dentro de unos minutos.

 

Kyungsoo suspiro agotado, al final aceptó;  solo quería llegar a su hogar, desvestirse, tomar una relajante ducha, comer algo que hubiera y dormir... para empezar otro día. Igual al de todos.

 

Se dirigió con paso lento hacia la puerta del tren, sus pensamientos seguían dentro de su trabajo. Que papeles debía firmar, a quien se los debía entregar, con quien debía hablar por teléfono para arreglos financieros; y así.

 

Un error

 

Gracias a eso, no pudo fijarse en el enorme escalón del tren, sus pies no encontraron apoyo y su rostro ya se dirigía hacia el hermoso y duro suelo.

 

Cuando un fuerte agarre en su brazo logro estabilizarlo.

 

A Kyungsoo se le había modificado la rutina, otra vez. Se sentía molesto.

Ladeo su cabeza para ver a quien lo había sujetado, era un hombre, pero él no voltio a mirarlo, no menciono ni una sola palabra y siguió su camino por las escaleras del tren.

El joven se sorprendió, esa persona solo le tocaba para ‘’ayudarlo’’ pero luego se iba? Ja! Capaz que sea un acosador sexual o algo si..., si, eso debe ser. Solo espera a que te ponga las manos encima.

 

Con pasos fuertes y decididos abordo el tren. A Do Kyungsoo nadie lo tocaba porque si.

 

Luego de casi 20 minutos de haber hecho el intento de encontrar a su acosador sexual. Se rindió. Ni siquiera sabía su nombre, o su voz, o su rostro. ¡No se acordaba con que iba vestido!

 

Una sensación se plasmó en el corazón de Kyungsoo. Suspiro frustrado y se sentó en un asiento libre.

 

Pensó seriamente en lo que había hecho, tan solo se había dejado mostrar como un psicópata mientras observaba de cerca a las personas y a más de una le había dicho ‘’Te tengo! Acosador Sexual!’’ para luego haber sido gritado por varias personas, poniendo en riesgo que lo sacaran del tren y lo dejaran en medio de la nada.

 

Cálmate Kyungsoo, eres solo un joven de 24 años. Acuérdate de la rutina, acuérdate.

 

Rutina. Si, eso era. No había que dejar que esos pequeños incidentes vayan a modificar algo en su vida. No había que dejar que esos incidentes quedaran como recuerdos marcados a fuego por el resto de su vida, como esas tontas anécdotas que le cuentan la gente mayor a sus hijos y luego a sus nietos.

 

Kyungsoo no quería tener esos recuerdos, había sido educado de la forma en que, esos recuerdos en la vida de un hombre bien, no deben existir, puede haber tropezones, pero luego deben desaparecer tan rápido como llegaron.

 

Con esos últimos pensamientos, una sonrisa ladina se dibujo en sus labios para luego voltear su rostro, y encontrarse con la profunda mirada de la persona sentada frente a él.

 

Desde ese día, Kyungsoo siempre toma ese tren.

 

.KJ

 

Era un hombre de tez oscura, ojos tan profundos como el más largo vació, nariz respingada, mandíbula fuerte, labios carnosos.

 

Kyungsoo sintió como todos sus pensamientos se volvían gelatina.

 

Desde la primera vez que lo vio, cada vez que iba a la casilla para comprar su pasaje de vuelta a su hogar, tomaba ese tren. Tan solo para volverlo a ver.

 

El Joven se comportaba como un adolescente, pero eso jamás lo iba a aceptar.

 

El hombre de tez morena, no aparentaba tener más años que los de Kyungsoo, hasta podían tener la misma edad.

 

No hubo un día en que aquel hombre no hubiera tomado el tren de las 20:00, Kyungsoo estaba feliz por eso.

 

Papeles, firmas, almorzar, papeles, firmas, tren especial en donde puede observar a aquel hombre de tez oscura que curiosamente hace que su corazón se acelere a velocidades que el nunca había sentido, cenar, dormir, levantarse…

 

Había cambios en la rutina de Kyungsoo, pero otra vez, él tampoco iba a aceptar eso. Sus pensamientos tercos se mantenían reacios ante la aceptación de un cambio, y de este nuevo recuerdo creado.

 

Igual, no todo era tan feliz. ¿La razón? Kyungsoo no se animaba a hablarle.

 

Ambos hombres siempre se sentaba uno frente al otro, Kyungsoo lo observaba, el mirado lo miraba, Kyungsoo se sonrojaba y bajaba su mirada, el de tez oscura se limita a suspirar y luego voltear su mirada hacia la ventana, siendo así nunca más volviéndose a mirar con el castaño.

 

Kyungsoo se sentía mal con eso, le hacia daño. Pero que iba a hacer? No podía reclamar nada. Solo podía observarlo, desde su asiento.

 

Un día, conoció su apellido y el tono de su voz. El señor Kim había contestado al parecer una llamada de negocios, a Kyungsoo se le había detenido el corazón al escuchar el timbre grave y sensual de ese hombre. Pudo jurar que sus piernas perdieron todo tipo de fuerzas y dio gracias a Dios que su trasero se encontraba con apoyo, sino literalmente se hubiera caído sobre el señor Kim.

 

Kyungsoo se sentía como un acosador, pero no era su culpa que el hombre hablara ‘’alto’’ y su oído sea muy agudo. No, no era su culpa.

 

Pasado un mes y medio. Kyungsoo no podía ser más feliz. Veía todos los días al señor Kim, se sentaba frente a él donde podía observarlo tranquilamente, cuando debía transitar todas las calles abandonadas hacia su hogar, no podía dejar de pensar en lo maravilloso que seria que el señor Kim estuviera tomando su mano en ese momento y el compás de sus piernas totalmente sincronizadas, tenia incontables sueños en los cual aquel hombre susurraba palabras de amor a sus oídos y el solo podía limitarse a sonreír, sonrojarse y besar esos gruesos labios.

 

Kyungsoo con eso, era feliz. Era feliz al levantarse, al tomar el primer tren, en la oficina, en el almuerzo, camino a su hogar, no le importaba que ese hombre no supiera casi de su existencia. Ni le importaba que el hombre siempre que encontraban sus miradas, él la desviaba.

 

No le importaba.

 

Hasta un día, en el cual todo le importo.

 

Había subido al tren con su usual sonrisa, mirando con alegría todo a su alrededor. Observo de lejos su asiento y avanzo con paso rápido hacia él.

 

Pero quien hubiera dicho que cuando se estaba por sentar, una joven fue más rápida y se sentó.

 

En su lugar.

 

En el lugar donde observaba al señor Kim.

 

En el lugar en donde el sintió tantas cosas.

 

No.

 

Carraspeo. -Disculpa, pero jovencita, ese lugar es mió - Trató de sonar lo más amable posible, cuando en su interior solo quería tomarla del cabello y estamparla contra el vidrio. Ella le sonrió irónica.

 

-Acaso…- comenzó a mirar por todos los lugares del asiento-¿tiene su nombre señor?, porque no lo encuentro- Su paciencia estaba por desbordarse.

 

Señorita, yo siempre me he sentado aquí, es…-suspiro calmándose-un lugar especial, me he acostumbrado a él, ¿Seria tan amable de levantarse y dejármelo?-

 

-Tengo que decirle señor… que no pienso cumplir con sus deseos-

 

A la mierda la paciencia.

 

¡Esta mocosa!

 

-Escúcheme maledu-

 

-¿Algún problema aquí?- Si Kyungsoo había sentido una vez como sus piernas flaqueaban, en verdad no había sentido en total plenitud.

 

Se volteo cuidadosamente, encontrándose con el hombre de tez oscura.

 

El señor Kim miraba atento a Kyungsoo, observando la notable diferencia de alturas.

 

Observo esa piel nívea, combinada con aquellos ojos saltones que tantas veces había pescado mirándolo, esos labios rosados en forma de corazón que en este momento se abrían formando una perfecta ‘’o’’ producto de su enorme sorpresa.

 

-¡Jongin!-exclamó la joven muchacha, levantándose del asiento y corriendo hacia Jongin, tomando fuertemente su brazo.

 

Kyungsoo pudo sentir como todo se vino abajo, cubriendo su corazón y su mundo con un oscuro manto.

 

La muchacha se inclino y beso al hombre. A Kyungsoo se le fue el aire del cuerpo.

 

Fue un beso casto, pero largo. Ella quería reclamar su territorio, territorio al que Kyungsoo no pertenecía en ningún aspecto.

 

-Nada Jongin-su voz le molestaba, esa odiosa voz chillona le rompía los oídos, sus ojos picaron.

 

El más alto carraspeo. –Un gusto, Kim Jongin-extendió su mano hacia Kyungsoo, vaciló. Pero la tomo.

 

 

El contraste de sus pieles era simplemente perfecto, una corriente recorrió por completo a Kyungsoo, podía sentir morirse en ese momento, pero nada sacaba de su cabeza en beso con aquella joven.

 

-Do Kyungsoo-no tartamudeo, no le dio el gusto a esa mocosa.

 

-Jongin amor, ¿Qué tal si nos sentamos en otro lado?, quiero sentarme junto a ti-apoyo su cabeza en el hombro del moreno, Kyungsoo aclaro su garganta; evitado cualquier sonido parecido a un sollozo saliera de sus labios.

 

-Esta bien, Eunji- Jongin miro al más bajo decepcionado, algo en su cabeza le decía que se quedara, que se sentara con el pequeño ojón, y que de una vez por todas, pudieran cruzar más palabras y miradas que las de recién. Realizo una leve inclinación con su cabeza, y camino hacia el fondo con Eunji pisándole los talones.

 

Kyungsoo quedo solo. Se sentó en su sitio habitual y miro hacia el frente, un hombre viejo y gordo había tomado el lugar de Jongin.

 

Sollozo, se sentía patético.

 

Se había enamorado, de alguien que ya tenia una novia, una acompañante de por vida. Y es que, ¿Cómo no lo predijo? ¿Cómo no lo vio antes? Kim Jongin era un hombre apuesto, cualquier mujer besaría el suelo por donde el caminaría, hasta Kyungsoo lo haría.

 

Se había enamorado hasta el punto de exponerse y hacer eso, besar el suelo de Kim Jongin, jamás alguna persona se había enterrado en su corazón tan hondo como lo había hecho aquel hombre.

 

‘’Eres un idiota Kyungsoo’’ esa era la voz de su padre. Oh no.

 

Se levanto de su asiento rápidamente, caminando hacia el baño. Hubiera jurado observar de soslayo a Jongin, pero no quiso comprobarlo. Se sentía totalmente roto.

 

Al entrar al baño, rompió en llanto. En un llanto totalmente desgarrador.

 

Sollozo como nunca lo había hecho. Su garganta se quebraba con cada sonido de dolor que venia directo de su corazón.

Pateo todo lo que tuviera su alcance, solo haciéndose daño ya que todo era pared.

Miro al espejo frente a él. De un golpe, lo rompió.

Pudo sentir todos los pequeños trozos de vidrio clavándose en su mano, pero no le dio importancia. Esta sangraba demasiado. Pero él no podía sentir dolor.

 

“Kyungsoo, nunca te olvides de la rutina” De repente, la voz de su padre ocupo toda su mente.

 

La rutina.

 

¡La rutina! Como Kyungsoo había podido olvidarla, su llanto cesó. Transformando su tristeza en total impotencia y enojo hacia su persona.

 

Sus músculos se tensaron, había sido un imbecil, uno total. La rutina era su columna en la vida, se había dejado llevar por su corazón, el peor aliado. Como decía su padre.

 

 

-Papeles, firmas…-susurro, controlando su respiración-… almorzar, papeles, firmas… -se obligo a continuar- tren…-

 

La recordaba, como no hacerlo. Si hacia tanto tiempo que lo había acompañado. Su rutina…

 

“No te romperé más, lo prometo” cerró los ojos, estaba cansado.

 

Desde ese día Kyungsoo no volvió a subir a ese tren.

 

Desde ese día, no volvió a ver a Kim Jongin.

 

Kim Jongin había desaparecido para siempre de su rutina.

 

 

 


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