Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Good enough por Changmin Ears

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este es un fic antiguo que ya había subido pero que quería resubir en mi cuenta nueva, con muchísmas modificaciones, inclusive un cambio de pareja. Espero que os guste ^^

¿Conocéis esa sensación de cuando estás tan cansado que no puedes dormir y solo quieres que las horas se pasen lentamente solo para no tener que levantarte jamás de la cama? Ese es mi estado actual en este mismo instante, y lo cierto es que no es nada agradable. Las mantas se me enredan en las piernas de una forma extraña y tengo calor y frío a la vez. Además, me pica todo el cuerpo porque las sábanas están hechas de un extraño material al que creo que soy alérgico. Quiero levantarme y salir a dar una vuelta por el vecindario, pero según el despertador de mi mesilla marca las tres y veintisiete de la madrugada en números grandes y verdosos, y no creo que sea la hora adecuada para ello, al menos no sino quiero ser secuestrado por alguna sasaeng pirada. De todas formas, tras unos minutos más, me doy cuenta de que no puedo seguir allí tumbado mirando el techo o me volveré loco, así que de un tirón aparto las gruesas mantas que me cubren y me siento sobre el colchón para colocarme mis peludas pantuflas que simulan ser patas de perro, marrones y blancas y muy cómodas.

Con todo el sigilo que puedo para no despertar a nadie, me deslizo lentamente hasta el salón, dispuesto a ver la televisión un rato hasta que me entre sueño o hasta que me aburra, sin embargo, parece que alguien ha tenido la misma idea, porque apenas asomo la cabeza buscando el interruptor veo una luz muy tenue, probablemente de una pantalla. Sea quien sea el que está allí, no puedo verle la cara, pues la tiene cubierta por la tapa superior de un portátil que sujeta sobre sus rodillas y la iluminación pálida de la pantalla se refleja en su cabello arrebatándole el color. Podría ser cualquiera de mis compañeros, la verdad, y sin embargo, consigo reconocerlo. No sé si es por la forma de sus piernas o tal vez por la posición en la que está sentado en ese momento, o quizás por la manera en que sus dedos agarran el aparato para evitar que se caiga, pero el caso es que sé que se trata del maknae, Dongwoon.

 La primera impresión que tengo cuando lo veo sacudir sus hombros y estremecerse es que a lo mejor lo he pillado haciendo algo que no debo ver porque me provocaría un trauma, porque a ver, a pesar de que ya sobrepasa de sobra los veinte y es más alto que todos nosotros, aún sigue siendo nuestro bebé, pero cuando lo oigo sollozar y sorber por la nariz, me doy cuenta de que lo que me estoy imaginando no puede estar más alejado de la realidad. Me pregunto si debería acercarme y preguntar qué le ocurre, intentar consolarle como cualquier otro haría. En cuando he oído sus sollozos, he sentido como si una garra de acero apretase mi corazón y lo llenase de angustia y preocupación por el más joven y el motivo de sus lágrimas. Pero cuando voy a entrar a la sala, recuerdo la conversación (o, más bien, pelea) que tuve con Yoseob hace unos días: yo había notado que el chico, que normalmente era una bola de energía y felicidad, parecía triste y apagado esos días, así que decidí preguntarle a qué se debía. Parece ser al que no debí hacerlo, porque se enfadó conmigo por “ser tan entrometido”, según sus palabras textuales. Así que con este pensamiento que todavía me ronda por la cabeza cada vez que veo a Yoseob, decido que no será buena idea y me limito a dirigirme a la cocina a tomarme un vaso de leche caliente que me ayude a librarme de mi insomnio.

 

  

Lleno de leche y miel una jarra y la pongo a calentar en el microondas. Mientras da vueltas, rebusco en los cajones de la encimera con la única misión de encontrar las galletas de chocolate que vi a Kikwang comprar el otro día. Sé que las escondió en alguna parte... Las encuentro justo cuando suena el pitidito del aparato que me avisa de que ya puedo sacar la leche y con cuidado de no quemarme, lo hago, alargando la mano para coger un vaso y llenarlo, aunque parece ser que mi mente hoy no está de mi parte, porque antes de darme cuenta tengo dos tazas en la mano, a las que miro con cierta resignación, reprendiéndome por ser tan idiota, y es que ver a Dongwoon llorando realmente me ha afectado. Lo pongo todo en una bandeja y voy hasta el salón entrando sin hacer mucho ruido para no molestarlo y, hasta que no me siento a su lado y coloco la bandeja sobre la mesa -que hace un ligero ruido metálico al posarse-, él no se da cuenta de mi presencia. Al sentirme, da un leve respingo que casi consigue que se le caiga el portátil de las manos, dejándome así plena vista de su rostro húmedo y con obvios surcos, caminos por los que las lágrimas se han abierto paso.

-Hyung... -susurra, con la voz tomada por el llanto y rápidamente se limpia la cara con la mano, aunque ya es demasiado tarde para eso- ¿Qué haces aquí?

 -Bueno, yo... no podía dormir, así que bajé a tomarme un vaso de leche. Te he visto aquí y te he traído un poco. -le explico señalando la bandeja y sin mencionar lo que acabo de ver, no quiero incomodarlo.

-Oh, pues... muchas gracias, Junhyung hyung -murmura aún con voz débil, cerrando el portátil y colocándolo sobre la mesa para que no le estorbe.

 Se sirve leche en una de las tazas y coge una galleta sin casi mirarme, así que yo hago lo mismo, buscando alguna forma de sacarle la razón de su llanto. No puedo evitarlo, aunque no quisiera preocuparme por él, es mi maknae y se merece mi atención, por lo que clavo mis ojos en él. Su rostro, normalmente alegre, está tan serio y triste que me da un vuelco el corazón.

 -¿Y tú? -le pregunto entonces.- ¿Tampoco puedes dormir?

 -No. -responde con voz trémula.- Llevo tres días sin dormir.

 

Esa confesión me pilla por sorpresa, e inmediatamente me vienen a la mente las ojeras que tenía esta mañana, disimuladas un par de horas después con mucho maquillaje. Ahora, en la oscuridad, no puedo verlo demasiado bien, pero sé que están ahí, así como la mueca angustiada en sus gruesos labios, que realmente no puedo discernir pero que podría asegurar que existe. Siempre he sido capaz de hacer eso con él, conocer su estado de ánimo simplemente con mirarlo, da igual la situación. Dongwoon es una persona tan expresiva que es casi como leer un libro abierto, y aunque no diga nada, sus ojos marrones bastan para saber lo que piensa.

 -¿Tres días sin dormir? ¿Y eso a qué se debe?

 Mi menor levanta la vista por fin ante la pregunta, mirándome a los ojos y abre la boca para contestar, pero enseguida le tiemblan los labios y, de nuevo, solloza de forma ahogada, como si el simple hecho de hablar de ello fuese intolerable.

 -Woonie… ¿Estás bien? –pregunto alarmado- ¿Qué te ocurre? 

-Na-nada, hyung... no importa, es una estupidez…

Dicho esto vuelve a bajar la mirada por lo que en un impulso –y es que odio verlo de esa manera- suelto la taza que tengo en las manos y lo estrecho con todas mis fuerzas haciendo que un poco del líquido de su vaso, que sujeta entre sus piernas caiga sobre estas. Él no se queja, se limita a seguir llorando, esta vez con más fuerza y la frente apoyada en mi hombro. Sus manos están hechas puños mientras agarran la camiseta de mi pijama, como si fuera algo a lo que aferrarse, y yo no sé qué decir, así que me limito a acariciarle con suavidad el pelo mientras dejo que se desahogue. Me estremezco al pensar en lo que sea que lo haya hecho estar así, aunque a la vez -y con un poco de culpabilidad-, no dejo de evadirme de vez en cuando en su familiar y acogedor aroma: té verde y jabón. No pasa mucho rato cuando se calma al fin, al menos así me lo parece, aunque tal vez se deba más a la sensación caliente y agradable que me da tenerlo entre mis brazos de esa manera. ¿En qué demonios pienso?

-Lo siento, hyung. –se disculpa él, avergonzado.- No quería que me vieses así.

 -Maknae... No digas eso, eso no importa. Lo importante es lo que sea que te ocurra. Puedes contármelo si quieres... Estoy aquí para escucharte y apoyarte en todo lo que pueda. Somos compañeros. Bueno, no. -me corrijo.- Somos amigos.

 El chico esboza un intento de sonrisa que es un fracaso total, pero que no falla en romperme el corazón.

 -Lo que ocurre... -comienza con un tono de voz tan amargo que me deja mal sabor de boca.- es que... ¡Joder! Que soy un inútil.

 Eso me hace fruncir el ceño a la vez que una terrible idea se instala en mi cerebro. ¿De qué está hablando?

-¿Qué tonterías estás diciendo, Woonie? –le reclamo muy serio

 -A que no sirvo para nada, hyung. Fíjate... Hyunseung y Kikwang son los mejores bailarines que he visto nunca; Yoseob tiene una voz preciosa; Du Jun es capaz de llevarlo todo adelante, tiene una fortaleza increíble y lo hace todo bien; y tú… Tú simplemente eres perfecto –dice de tal forma que hace que en mi estómago afloren sensaciones totalmente desconocidas… o más bien, olvidadas- Y luego estoy yo… que no tengo nada, absolutamente nada.

 

-Eres idiota… Joder, Dongwoon, ¿nunca te has oído cantar?

 -Claro que sí. Mi voz es la más corriente del mundo.

-No digas estupideces. Tu voz es maravillosa. Puede que, en un principio, no parezca nada especial, pero nadie tiene un registro como el tuyo. Yoseob tiene una voz muy bonita, la de Doojoon es cautivadora, pero tú llegas a notas a las que ellos ni soñarían alcanzar jamás. Créeme, te he oído cantar cosas preciosas con un tono de voz tan especial que sé que no podré olvidarlo nunca. Así que no te infravalores, maknae. Tú eres tan bueno como todos nosotros.

 Todo esto se lo digo mirándolo muy serio a los ojos. Poco a poco, a medida que mis palabras van avanzando, su mirada se ilumina y, cuando termino, él sonríe de forma totalmente sincera.

 -¿De verdad piensas eso, hyung? –pregunta esperanzado

 -Claro que sí. Sabes que mentir no es mi fuerte. -le digo, sonriente yo también.

 El menor me abraza de nuevo, esta vez transmitiéndome toda su alegría en forma de agradecimiento por mis palabras. Luego vuelve a tomar su taza y sigue sorbiendo leche y zampando galletas con tranquilidad. Me sorprende que esté tan calmado, pero, a la vez, me alivia. Odio verlo de la otra manera. Aún así, ¿por qué estaba así? ¿Quién ha conseguido minar tanto su moral?

 -Oye, Woon... ¿qué te ha hecho pensar que no valías?

 Su mirada se ensombrece de nuevo. Mierda, tengo que aprender a cerrar la boca. Deja el vaso en la mesa y acerca su portátil, apoyándolo entre nuestras rodillas. Curioso, no me había fijado en lo cerca que estamos el uno del otro. Mientras estoy concentrado en el calor que siento donde nuestras piernas hacen contacto, él teclea unas palabras y me señala la pantalla para que al mire.

 Lo que leo me deja de piedra. Realmente, no me extraña que el pobre chico se sienta tan mal porque los comentarios resultan ser muy hirientes y mordaces. Señalan todos los fallos del maknae –y todas sus inseguridades- y no le conceden ni una virtud. Y me descubro lleno de rabia, sintiendo unas ganas terribles de golpear a quien sea que haya escrito eso que tanto daño le hace a mi pobre dongsaeng. Aparto la vista de la pantalla y lo miro a él, al destinatario de los insultos, con la mandíbula apretada.

 

-¡Escucha, Dongwoon! -exclamo con una pasión que me sorprende a mí mismo.- Nunca hagas caso de esas cosas. Esas opiniones no son constructivas, están llenas de envidia y de celos y solo pretenden hacer daño. Tú eres mejor que todos esos. ¿Que alguien dice que no eres lo suficientemente bueno? Pues a ti que no te importe. Solo debes hacer caso de los comentarios de la gente que te quiere, de nadie más. ¿Entendiste?

 El chico no dice nada ante mi agitado discurso. Se limita a mirarme, pensativo y guardando silencio.

 -Hyung... ¿tú me quieres? -pregunta de pronto.

 -¿Eh? -la pregunta me sorprende y me turba más de lo que estaría dispuesto a admitir.

-Tú has dicho que solo debo hacer caso de la gente que me quiere. Así pues, ¿debo hacerte caso? ¿Tú me quieres?

 Eso me deja completamente bloqueado, porque hay algo que no me cuadra. “Claro que te quiero”, voy a responder, pero tengo la sensación de que hay algo más en todo eso. No en la pregunta en sí, sino en la respuesta que voy a dar. Cuando dije aquella frase, yo estaba pensando en sus padres, en su hermana, en las Swooners, en el resto de compañeros de B2ST... en todos menos en mí. Pero, ¿yo le quiero?

 “Claro que sí. Dongwoon es tan buen chico” me digo a mí mismo “Siempre está alegre he intentando animarnos a todos si no lo estamos… Me sonríe cada vez que le hablo, y siempre me escucha, por muy cansado que esté y por muy idiota que sea lo que yo estoy diciendo… Me abraza cuando me ve triste y se queda conmigo vagueando… Se empeña en acompañarme a muchos sitios porque no quiere que vaya solo… Es un gran amigo.”

Mas mi mente se empeña en mostrarme algo, algo que no consigo ver o, tal vez, que no me atrevo a ver. Sí, lo admito. Me da miedo lo que pueda encontrarme en la neblina de mi alma. Mientras divago, sus ojos, grandes y oscuros, me observan con una expresión de desilusión contenida, probablemente por el hecho de que yo me esté pensando tanto una respuesta tan absurdamente sencilla. Pero es justo en el momento en que veo asomarse la tristeza en sus pupilas que mi velo mental se descorre con la fuerza de una revelación y me deja deslumbrado con la respuesta. Y, cuando por fin lo entiendo todo, ya sé lo que debo hacer.

 Me acerco aún más al chico, todo lo que puedo. Su expresión se transforma en una de sorpresa cuando coloco mi barbilla en su hombro.

 -Me preguntas que si te quiero -le susurro al oído con voz suave y tranquila, algo extraño y que contrasta con el animado latido de mi corazón.- y esa es una pregunta tan absurda...

 Me separo un poco de él, solo lo suficiente para poder mirarlo a los ojos.

 -Me preguntas que si te quiero y yo solo puedo contestarte la verdad. Que desde el mismo momento en que te vi, con ese brillo emocionado en los ojos y esa sonrisa traviesa en la cara, mi mundo comenzó a girar en torno a ti. Porque tú eres mi mundo, Dongwoon… ¿Te lo había dicho alguna vez?

 Él no dice nada. Se limita a abrir mucho los ojos, lo que le da más que nunca un aspecto occidental.

 -Hyung... -musita unos instantes después, con voz débil.- Todo eso que me has dicho... ¿es cierto?

 -Por supuesto, Dongwoon. Sabes que no sé mentir. -le digo repitiendo las palabras anteriormente dichas.

 Entonces, él me besa. Vale, he de admitir que no me lo esperaba. Durante unos segundos, mis labios se quedan bloqueados, pero no tardan en sentir el ardor de los suyos sobre ellos y despiertan, devolviendo con pasión el beso. Mi cerebro deja de funcionar cuando siento su húmeda lengua clamando por entrar en mi boca, ¿y quién soy yo para negarle la entrada a tan deliciosa invitada? Gimoteo al sentirla paseándose en mi interior, acariciando mi propia lengua, el interior de mis mejillas, el cielo de mi boca, bailando una danza frenética que sabe a él. Nos separamos cuando nuestros pulmones no pueden soportar más sin aire y sus grandes ojos me miran con ternura. Normalmente, parece mucho mayor de lo que es a pesar de ser el maknae, pero en este momento, con esa sonrisa infantil en el rostro, con los ojos un poco hinchados y la nariz y los labios algo rojos (una por el llanto, otros por el beso) sí que recuerda a un niño.

 -Hyung, no sabes lo feliz que soy ahora mismo. Yo... -sus mejillas se colorean de un rojo escarlata.- Bueno, me gustaste desde el primer momento en que te vi, de verdad. Desde que te presentaste y escuché tu voz… Pero yo… creí que jamás te fijarías en mí, hay montones de chicas preciosas y nuestros compañeros son también geniales, así que, ¿por qué te ibas a dar cuenta de mi existencia? Y sin embargo… M-me quieres… No me lo creo…

Su confesión me produce un agradable escalofrío. ¡Le gusto desde que me vio! No entiendo por qué me emociono tanto, pero no puedo evitarlo, lo agarro de los hombros atrayéndolo hacia mí, colocándolo cerca de mí todo lo que puedo y de nuevo comienzo a besarlo, queriendo demostrarle que todo lo que le he dicho es completamente cierto.

* * *

 Dongwoon se ha quedado dormido. El llanto, las noches sin dormir, la leche caliente y el alivio han actuado como somnífero y ha caído agotado sobre mis brazos. Le acaricio el cabello cuyo color por fin puedo discernir gracias al sol del amanecer que se cuela por la ventana. Su rostro tiene un aspecto de pacífica felicidad que me llena el corazón de tranquilidad. Miro el reloj y me doy cuenta de que ya son las seis de la mañana. Estoy hecho polvo, quiero irme a la cama, pero no puedo dejar a... ¿mi novio? Bueno, no puedo dejar a mi dongsaeng ahí tirado, despertará con dolor de espalda y a lo mejor acaba con una contractura o algo peor, pero no estoy muy seguro de poder cargarlo hasta su cama. Suspiro, definitivamente no puedo dejarlo ahí, así que coloco sus brazos alrededor de mi cuello y pongo los míos bajo sus piernas. Lo levanto sin dificultad, es más ligero de lo que creía.

 Voy subiendo las escaleras con cautela, cuidando de que no se me caiga y cuando llego al piso de arriba, ni siquiera me falta el aliento. Voy hasta su habitación y, cuando voy a dejarlo en su cama, se aprieta contra mí en un gesto totalmente infantil que me estremece. Lo suelto y él abre los ojos.

 -Hyung, -sonríe y luego bosteza. Está a punto de quedarse dormido de nuevo.- ¿soy lo suficientemente bueno para ti?

 -Sí, claro que lo eres. Eres más que suficiente...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).