PROLOGO.
-No iré a la escuela-
Le observé trabajando aquel enorme espacio como si le perteneciera, completamente empapado en sudor mientras araba la tierra con lo que a mí me parecía infinita lentitud. Habían dos caballos, Jack y Jane, que le ayudaban con la ardua tarea, pero era demasiado tarde. El exceso de esfuerzo durante toda su vida le había consumido hasta el punto de envejecerle unos 10 años.
- Aquí vamos de nuevo...-
- Me quedare aquí, te ayudare-
Finalmente se detuvo, dirigiendo su mirada hacia abajo, muy abajo, y analizando mi pequeña anatomía de 8 años.
- Este no es lugar para ti, para algo te pago una escuela. Ahora largo, el señor Todd nos ha dado hasta el viernes para terminar con esto-
- He escuchado a mama....Dijo que si no acabamos el patrón nos sacara. Traerá a otra familia, más barata, con niños que trabajen.-
- Traerá lo que quiera, pero mis hijos estudian-
Comenzó a moverse de nuevo, y aun con el peso extra sobre sus hombros, avanzaba mas rápido de lo que yo podía llegar a correr.
- Papa-
- Por dios Chris ¿Que sucede ahora?-
- Hoy es viernes-
Dejo de empujar aquel enorme artefacto abruptamente y sus ojos se desviaron hacia algún punto detrás de mi no muy lejano. Volteé esperando lo peor, a nuestro autoproclamado dueño, señalándonos a metros de distancia, mientras enlistaba para un grupo de personas, como buen vendedor que era, nuestras virtudes, así como nuestros obvios defectos que nos comparaban tan solo con las bestias. Pero me encontré con un solo hombre, del mismo semblante cansado que mi padre, con sus dos equinos propios que le sirvieran. Si bien jamás se habían visto, se miraron como si se conocieran de siempre, después de todo, que tan diferentes pueden ser las vidas de dos esclavos.
- Vamos Jack, vamos Jane-
Iniciaron una rápida carrera, con tal determinación que hacían parecer el simple acto de poner un pie delante del otro parecer algo definitivo, decisivo para la vida de una persona, y quizás lo era para ellos. Sin embargo yo sabía que no estaban compitiendo entre ellos, si no que competían contra el incesante tiempo, como aliados. Me mordí el labio sintiendo un cierto respeto por aquel desconocido, podía ver perfectamente que necesitaba un hogar para su familia, pero también podía ver que no sacaría a otra para ello.
- Pequeña, hoy vas a trabajar. Pero quiero que una cosa quede bien clara -
Lo escuche derrotado, él sabía que no tenia mas opción si quería tener todo listo para cuando su infame jefe llegara, y yo tan solo sonreí feliz, tomando un simple y largo palo, lo único que podía cargar, esperando me sirviera para hacer las largas y profundas líneas donde sembrábamos las semillas. Lo alcancé tan velozmente como mis pequeñas y cortas piernas me lo permitieron, mientras guardaba los largos y castaños mechones de cabello ondulado debajo de una vieja gorra.
-¿Si?-
- Trabajaras hoy, para que puedas estudiar el resto de tu vida. No vas a terminar como yo. Hay algo más importante y especial para ti ahí afuera-
Y tenía razón.